ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 10
—¿De mi madre... y tú? —repitió en una pregunta mirándolo extrañada.
El mayor asintió mirando la pequeña placa metálica desgastada por el tiempo. Con melancolía en sus ojos releyó una y otra vez el nombre de su amada.
—Yo la había conocido cuando era un simple adolecente...
Y así comenzó a contarle su pasado. Él, con la misma edad que tenía su hija, había conocido a lo que sería la única persona que amó en toda su vida.
—Podría considerarlo una historia fantástica... nos enamoramos de inmediato —dijo con aflicción escondido detrás una leve sonrisa—. Yo, en realidad no tenía un kosei. Pero anhelaba ser un héroe, ella siempre me apoyó, siempre... me escuchó.
La joven se mantenía escuchándolo atentamente, notando lo difícil que parecía para el rubio contar aquello, pues poco a poco su voz iba temblando.
—Pero, mi maestra me dio una oportunidad de cumplir mi sueño —aspiró el aire entrecortadamente—. Ella estaba tan feliz por mí... Pero, yo tenía que ser... el símbolo de la paz. Si la mantenía a mi lado, podría salir herida por lo que, pensé que lo mejor sería alejarla de mí.
Cerró los ojos por un momento, pasándose vagamente la imagen de aquella sonrisa que ya creyó haber olvidado.
—Ella no me dijo que estaba embarazada, yo no lo sabía... —abrió sus ojos ahora volviendo su mirar en la lápida—. Me pregunto... ¿Por qué no lo hizo? Yo... hubiera...
Su hablar se había detenido al quebrarse su voz, dándose cuenta ambos de que en cualquier momento se derrumbaría por completo.
—De verdad... Amaba a tu madre —dijo sin despegar su vista de aquella tumba—. Yo... te amo Hanako.
Habló como si se estuviera dirigiendo a alguien. Y por lo que se veía, la joven notó que ese era el nombre de su madre.
Miró la lápida y luego al rubio. Podía verlo intentando no llorar.
Él no podía contenerse, sus ganas de llorar. La impotencia de no haber podido salvar a aquellos que amaba. De haber dejado sola a la mujer que lo había acompañado y apoyado. Dejándola también con el peso de llevar una responsabilidad que tuvo que afrontar sola.
Si él hubiera estado ahí, le podría haber sido un apoyo. Tal vez, ahora su hija le podría decir padre y tal vez la vida de no haber sido un héroe, hubiera sido mejor.
Porque el ahora imaginar todas esas cosas también era inútil, ya que a pesar de todo no podía arreglar el pasado.
—Yo... solo te pido que lo entiendas...
Ella se encontraba mirando el cielo, observando las nubes que viajaban con lentitud, ayudadas por el viento. La brisa fría que chocaba con su rostro, era como una sutil caricia hacia su abatido ser.
No sabía que decir o que haber, podría llorar, si. Pero simplemente ya no salía, pues ya ¿Cuántas veces había llorado? Podría decirse que perdió la cuenta.
Podría ser que él no tuviera la culpa y lo entendía, pero definitivamente en estos momentos no podría verlo como un padre. No podía.
—¿Cómo terminé en un orfanato? —preguntó aún con su vista pérdida en el cielo— ¿Por qué Ooba no fue a buscarme?
—Ooba no sabía tampoco que tu madre estaba embarazada y el que estés en un orfanato... es algo que aún se está investigando...
Bajó su vista y luego miró al mayor de reojo, ahora mismo se sentía con tan pocas fuerzas que simplemente quería volver a su habitación y encerrarse en aquel lugar.
—Yo... quiero volver a mi cuarto —pidió mirando la lápida—. Estoy cansada...
Toshinori la miró en silencio por unos segundos, este esperaba que al menos le dijera algo al respecto. Pero al parecer no lo logró.
No llegó a ella.
Bajó levemente la mirada y con una risa nerviosa le dijo:
—Si... de seguro estas cansada —giró rápidamente intentando sonar firme—... Te has estado esforzando mucho con tu entrenamiento, vamos, vamos.
Mientras que él se dirigía con prisa al auto, secándose con las mangas las lágrimas que se escapaban, ella se había quedado mirando la tumba.
—Adiós... mamá.
Llegó en los edificios de la UA y luego de despedirse del rubio, fue directamente hacia su habitación.
Caminó con lentitud en los pasillos mientras solo podía sentir los latidos de su corazón que lograban herirla.
Abrió la puerta de su habitación y entró en ella.
Se quedó parada observando el oscuro cuarto el cual expresaba soledad y tristeza. Pero era lo único que quería, porque a pesar de todo era lo que de alguna manera le daba calor, seguridad. Ya que sabía que en aquel lugar, al lado de ese doloroso recuerdo, nadie le haría daño.
Miró la fotografía que estaba en la mesa de noche y solo pudo pensar en ir para abrazarla, con ello intentando dormir de nuevo.
Dio unos pasos hasta que frenó al oír la puerta que había sido golpeada. Giró para luego de mala gana caminar de nuevo hasta ahí.
Colocó su mano en la manija, pegando su frente en la puerta, intentando estar preparada mentalmente para lidiar con una persona.
Luego de unos segundos decidió abrir la puerta topándose con él.
—¿A donde mierdas fuiste? Estuviste ausente todo el puto día.
Se sorprendió levemente al ver a aquel rubio en su puerta. Suspiró levemente dándole el paso para que pudiera entrar.
—Fui a conocer a alguien...
El joven solo la miró en silencio, notando en ella la voz apagada que ahora tenía. Ya no estaba fingiendo y por un lado le dolía verla así.
Él no era de pensar en volver en el tiempo y arreglar algo. Pero con tal de verla de nuevo sonriente y feliz, quisiera poder hacerlo.
—Oye... —le dijo llamando su atención— ¿Te... gustan los dulces no?
Katsuki, desviando su rostro, alzó una bolsa blanca la cual parecía contener varios tipos de dulces.
Agarró la bolsa mirando su contenido en silencio. Bakugou, la miró de reojo queriendo ver su reacción.
—Gracias...
Un pequeño sonrojo apareció al verla tener una leve sonrisa en sus labios y notar sus ojos cristalinos, producto de las lágrimas que comenzaban a aparecer.
Katsuki giró hacia ella, dando algunos pasos hasta poder acortar la distancia, con ello atrapándola así formando un abrazo.
Su rostro escondido en el pecho del rubio, mientras que una de sus manos se sujetaban a su camisa, él solo la mantenía abrazada.
Katsuki no sabía que hacer.
Habían sucedido tantas cosas después de que lo habían secuestrado. Y a pesar de que le habían dicho que no tenía la culpa, aún así no podía evitar sentirse de ese modo al verla. Porque no fue lo suficientemente fuerte para protegerla, no fue lo suficientemente fuerte para proteger su sonrisa.
Y ahora, ella está así.
Quería ayudarla, deseaba hacer algo. Pero era una mierda en las palabras. Sabía que si no cuidaba lo que decía, podría cagarla.
—________... —la llamó con su voz ya serena— estarás bien... es una promesa.
Un pequeño sollozo se le había escapado.
Su cuerpo incontrolable para ella, comenzó a temblar. Y con desesperación, se abrazó a él en busca de un apoyo.
Y no se contuvo más al romper en llanto.
Porque en el fondo, eso era lo quería oír.
—Gracias Katsuki...
E intentó creer en sus palabras, a pesar, de que en el fondo sabía que no era verdad.
Aviso sukulento: Pronto publicaré un fanfic de Bakugō adulto con posible lemon incluido. 🌚
Eso es todo, estén atentas.
Hasta el próximo capítulo.
Separadores de: Editorial: CaveCrew → Editor: @haku-ssx
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