ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 3
Con sus ojos pesados y ardiendo por haber llorado tanto junto a Momo, se levantó en la oscuridad, notando que aún era temprano.
Hizo una mueca y fue a buscar ropa que iba a utilizar después de darse una ducha. Hoy tendría que asistir con un psicólogo.
Por lo tanto tenía permiso de faltar un día a clases.
Sin perder tiempo se dirigió al baño en donde realizó todas sus necesidades y al terminar fue de nuevo a su cama, en donde se sentó mientras secaba su cabello y observa la imagen que estaba en el marco.
Comenzó a caminar por los pasillos de la UA con ropa particular, pues el psicólogo estaría en el edificio, para evitar que salga de las instalaciones.
Al llegar, observó la puerta y luego de un suspiro pesado, decidido por fin abrir la puerta.
Al entrar, sentía su corazón acelerado, pues era la primera vez que entraría con uno. Pero al final, era mujer, lo cual era algo más cómodo para ella.
—Hola, señorita Toshinori.
Aquello la hizo parar en seco y su estado de ánimo cambió de inmediato.
—Igarashi —corrigió con voz sería, sentándose en la silla frente al escritorio de la profesional.
—Oh, claro, claro —sonrió algo nerviosa—. Como te habían cambiado el apellido...
—Como sea, ya no importa —murmuró mirando a un costado.
La mujer, del escritorio sacó unas hojas y un lápiz. Entregándoselas a la joven.
—¿Y esto? —Miró dudosa los objetos.
—Dibuja un árbol, una casa y a una persona bajo la lluvia.
Ella la miró sin expresión por unos segundos, pues se estaba preguntando si esa mujer le estaba tomando el pelo o algo parecido.
Aspiró el aire intentando calmar su mal humor. Agarró el lápiz y comenzando a dibujar lo que ella le había pedido.
Un árbol sin hojas.
Una casa cerrada y pequeña.
Una persona totalmente mojada bajo la lluvia.
Al terminar, le entregó los dibujos esperando alguna respuesta por parte de la mujer. Ya que por un lado, había hecho esos dibujos de esa forma a propósito.
Sin embargo, la mujer simplemente guardo las hojas y miró sonriente a la joven.
—... ¿y ahora qué? —preguntó sin poder resistir el mal ambiente que obviamente se sentía en el lugar.
—¿Tú crees en un Dios?
—¿Eh?
—Pues si tú crees en uno, podrás ver como todos tus problemas se solucionarán. Si tu-
La profesional no pudo terminar lo que iba a decir, ya que la chica se levantó bruscamente caminó a la puerta para así retirarse.
—¡Espera! —también se levantó— ¿a dónde vas?
—Lejos de aquí, ¿de qué me sirve eso? —apretó con fuerza la manija de la puerta—, mis problemas no se solucionarán por arte de magia... Esto, solo resultó ser una pérdida de tiempo.
Fue lo último que dijo para después salir de la habitación con un portazo.
Caminó con lentitud mirando el suelo mientras apretaba sus dientes con fuerza. Nadie la comprendía, siempre hablan de tonterías y así nunca dándole una solución. Eso era lo que ella pensaba.
Pero, la joven creía saber una solución. Una respuesta a todo.
—________.
Escuchó a su padre llamarla, volvió a tomar aire para intentar calmarse. Y con lentitud, giró para verlo esperando a que le diga algo.
—Si... Si pudieras, quisiera hablar contigo —dijo con una sonrisa nerviosa y pasando su mano por su cuello.
—... De acuerdo.
Ambos ya se encontraban en una sala, en la cual se podía ver en medio de esta una mesita. En donde había té y galletitas.
—Bueno... Preparé esto para mientras hablamos, espero que te agraden —sonrió caminando a uno de los asientos que había.
No dijo nada y ella también fue a acompañarlo. Se sentó en el asiento contrario mirando en silencio al rubio.
—¿Cómo te fue con la psicóloga? —sonrió aún nervioso agarrando su té.
—En pocas palabras no me sirvió de nada.
El se sorprendió por lo dicho y luego agachó la mirada sin saber muy bien que decir.
—Tranquila... Solo es cuestión de tiempo.
Ella no respondió y solo agarró una de las galletitas que había en la mesa para comenzar a comerla. Lo cual, hizo sonreír al mayor, pues su hija estaba probando algo que el preparó para ella.
—Por cierto... También quería hablarte de algo —aclaró su voz sonando más serio, obteniendo la atención de la joven— pienso recomendarte a alguien, para que vayas a entrenar con él.
—¿Eh?
—Es un conocido mío, el cual se llama delusion. Es su nombre profesional.
Ella apoyó sus manos a sus piernas mirando el suelo. Luego, una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
—¿Y Midoriya?
—¿Hum? —soltó sorprendido al no esperarse aquella pregunta.
—¿Por qué no le diste esta recomendación a él? —levantó la mirada observando al hombre que se mostraba nervioso— ¿Acaso él no es tu alumno favorito?
No pudo evitar soltar aquel veneno en sus palabras.
Pues quien mejor que Midoriya, aquel que se había ganado la atención del que alguna vez fue el héroe número uno. Hasta aún no comprendía del porque había hecho que cambien su apellido, ella estaba bien así. No necesitaba de un padre o algo parecido, ella solo quería que alguien en especial regrese con ella, solamente eso.
Si es que quería jugar a ser el buen padre, podría hacerlo con Midoriya.
—Eso... No tiene nada que ver...
—Tienes razón —habló levantándose para de dejar la habitación—pero, a pesar de ello, acepto tu propuesta.
Salió de la habitación dejando al rubio dentro y suspiró pesadamente. Aunque se sintiera como una segunda opción en aquel momento, no podría rechazar la oferta. Necesitaba hacerse más fuerte.
Comenzó a caminar para dirigirse de nuevo a su habitación, pero en el camino, se encontró con quien no quería verse.
—Midoriya... —susurró para si misma viendo a la distancia al antes nombrado, acompañado con el tal Mirio.
Simplemente decidió ignorarlos y continuar con su camino. Pero, al momento de pasar lado a lado, el chico habló.
—_______... He notado que, por alguna razón pareces molesta conmigo... ¿Me equívoco? —se podía notar el leve temblor en su voz.
—Claro que no...— pausó por un momento su hablar— No estaría molesta con mi reemplazo.
Sin más, siguió caminando sin la intención de seguir hablando. Logrado dejar a el chico bastante confundido.
Llegó a su cuarto y con fuerza cerró su puerta. Caminó a paso rápido, tumbándose en la cama.
—¿Qué estas haciendo? —murmuró hablándose a si misma— si sigues así, no podrás lograrlo...
Entonces se sentó de nuevo en la cama agarrando el marco y siguió observándolo.
—Esto es lo único que me queda, lo único que me recuerda que alguna vez estuviste conmigo. —Comenzó a acariciar la fotografía— todos hacen como si nada hubiera sucedido... Eso me molesta.
Pasó sus ojos por toda la habitación la cual estaba cubierta por oscuridad.
—Se lo que tengo que hacer... Y si para eso debo fingir que estoy bien, no me importaría hacerlo —dejó el marco de nuevo en su lugar y miró el suelo— Yakusoku Ryuu ¿eh? —sin razón aparente comenzó a reírse— pronto volveremos a vernos...
Espero que les haya gustado. ;(
Hasta el próximo capítulo.
Separadores de: Editorial: CaveCrew → Editor: @haku-ssx
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