ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 16
El metal resonó en toda la sala al impactar contra el concreto. El sudor bajaba por su frente acompañada de su dificultosa respiración, todo se había descontrolado en un segundo.
Los ojos del contrario estaban abiertos de forma exagerada, haciendo notar más sus ojos carmesí que brillaban con intensidad. Su corazón seguía latiendo y si que latía con rapidez. Dirigió su vista al metal que se encontraba incrustado al piso, a pocos centímetros de su rostro. Luego observó a la joven que aún tenía la mirada estática por la adrenalina del momento.
—¿No lo harás? —preguntó entre sorprendido y dudoso.
Un pequeño suspiro cansado salió de sus labios mientras se reincorporaba. Se levantó con lentitud y con una mirada afligida.
—Yo... No soy igual que tú —respondió con un murmuro, pero lo suficientemente fuerte como para que él escuchara—. Un héroe no solo lucha por sus ideales, sino también para proteger a aquellos que merecen una segunda oportunidad.
—¿Qué es eso? —preguntó con hesitación—, ¡¿Por qué no acabas conmigo?!
—Olvidé por qué quería convertirme en héroe... —siguió hablando, más bien, para si misma—. Pero ya lo he recordado...
El metal resonó en toda la sala al impactar contra el concreto. El sudor bajaba por su frente acompañada de su dificultosa respiración, todo se había descontrolado en un segundo.
Los ojos del contrario estaban abiertos de forma exagerada, haciendo notar más sus ojos carmesí que brillaban con intensidad. Su corazón seguía latiendo y si que latía con rapidez. Dirigió su vista al metal que se encontraba incrustado al piso, a pocos centímetros de su rostro. Luego observó a la joven que aún tenía la mirada estática por la adrenalina del momento.
—¿No lo harás? —preguntó entre sorprendido y dudoso.
Un pequeño suspiro cansado salió de sus labios mientras se reincorporaba. Se levantó con lentitud y con una mirada afligida.
—Yo... No soy igual que tú —respondió con un murmuro, pero lo suficientemente fuerte como para que él escuchara—. Un héroe no solo lucha por sus ideales, sino también para proteger a aquellos que merecen una segunda oportunidad.
—¿Qué es eso? —preguntó con hesitación—, ¡¿Por qué no acabas conmigo?!
—Olvidé por qué quería convertirme en héroe... —siguió hablando, más bien, para si misma—. Pero ya lo he recordado...
«Quise convertirme en héroe porque deseaba darles una segunda oportunidad a aquellos que lo perdieron todo o aquellos que estaban a punto de perderlo. Porque yo me quedé sin nada... pero tú, Hana, me diste otra oportunidad de ser feliz. Es por eso, que quise ser como tú. Al final, tú siempre fuiste mi héroe.
—No te mataré, porque me convertiría en una asesina como tú —sonrió con leve amargura— y ser igual que el asesino de mi hermana, es lo último que quisiera hacer.
El villano la miró atento con la cabeza levemente levantada, cuando terminó de hablar, se dejó caer al suelo y observó el blanco techo de la sala.
—Ah... —alargó su voz con calma— menuda porquería.
—No planeo hacer que entiendas nada —agregó ésta girándose—. Quédate ahí tirado, vendrán a por ti pronto.
Él no respondió nada y solo se limitó a seguir viendo el techo sin una expresión específica en el rostro. En cambio ______ miró al suelo pensativa, aún con todas sus emociones revolcándose en ella. Giró su cuerpo para seguir su camino, ya consiguió lo que quería, derrotarlo, pero sus amigos aún seguían luchando para salvar a esa pobre niña. Sí, esa niña que ha sufrido mucho y es ahí en donde pondrá a prueba sus motivaciones.
«Quiero darle una segunda oportunidad para sonreír»
De repente, giró con rapidez alzando una de sus piernas al aire, logrando darle una patada al rostro de aquel villano que se había levantado. Éste cayó al suelo unos metros alejados, ahora si, estando totalmente inconsciente.
—Te dije que te quedaras ahí —murmuró viéndolo tirado.
Volvió a su curso y comenzó a correr para ayudar a los demás. Su corazón comenzó a latir con fuerza por todos los recuerdos que resurgieron en su mente. Aquellos momentos de felicidad que tuvo al lado de sus seres queridos, amigos y compañeros la llenaron de energía. Porque solo era ella quien podía usar esos momentos como su tumba o su fortaleza, así que no tenía en mente utilizar esas valiosas imágenes para hundirse a si misma, porque ellos se lo regalaron y por ello se sentía fuerte. Aunque ya no estuviera a su lado, aún estaba presente en su corazón.
—¡Mirio! —exclamó viendo mal herido a el mayor mientras protegía a la pequeña niña.
Saltó con rapidez cuando unos picos intentaron alcanzarla. Miró a sus compañeros y vió como Midoriya intentaba acercarse a los dos quienes estaban en medio del desastre. Debían alejar a la niña de ahí lo más rápido posible, pero ese villano no iba a permitirlo.
Se impulsó lo suficiente como para tocar la pared y salir impulsada hacia la batalla. Los pro-héroes aún no llegaban a escena, el tiempo estaba corriendo para todos.
Usó un torbellino para atraer la atención del contrario, lo suficiente como para que Midoriya pudiera llegar a ellos de una forma más fácil.
Estaba cansada, adolorida y confundida. Sus músculos ardían a cada segundo que pasaba y el cansancio era tal que hasta respirar era complicado. Estaba en desventaja, pero no podía detenerse. Al menos, deseaba poder cumplir con su deber.
Al menos solo a ella, anhelaba darle otra oportunidad.
—¡Midoriya!
«Nunca lo he dicho, pero eres un idiota»
Los ojos del chico se abrieron par en par cuando sintió un golpe en la espalda. Éste giró a ver de que se trataba y su respiración se cortó en aquel instante.
El sabor metálico inundó su boca y un dolor incomparable se sintió en su abdomen por unos leves segundos, para después, ya no sentir nada.
—¡________!
Su cuerpo cayó al suelo acompañado con un sonido seco. Es como si todo se silenciara por un instante y después un agudo zumbido molestara sus oídos. De inmediato, sintió su vista borrosa y unas voces que gritaban algo incomprensible para ella.
Su cuerpo se había movido de forma inconsciente cuando vio que Midoriya estaba a punto de ser herido. Ni siquiera tuvo tiempo de pensar, pero se sentía bien.
Estaba bien.
Sus ojos se comenzaban a cerrar hasta que todo se volvió oscuro.
Se sentía todo tan frío, pero estaba bien. Ya estaba acostumbrada a ese sentimiento. Estaba cansada y quería dormir, pero seguía escuchando al fondo una voz terriblemente escandalosa que no la dejaba en paz.
—Cierra la boca... —murmuró a duras penas.
—¡_______! ¡Mierda! ¡Ni se te ocurra rendirte, maldita sea! —exclamó histérico sin saber que hacer.
Sus manos temblaban por la imagen frente a sus ojos. Nunca imaginó estar en una situación así y nunca imaginó que ella estuviera de esta manera frente a él. La impotencia ardía en su pecho con intensidad y unas terribles ganas de abrazarla para que no vaya a ningún lado lo inundaron. Sentía que ella iba a irse lejos de él.
—Joven Bakugou —murmuró con voz temblorosa el rubio que intentaba mantener la calma.
Su pequeña, estaba al borde de la muerte. Justo cuando por fin consiguió su aceptación, la iba a perder otra vez. Se sentía un fracaso como símbolo de la paz... Y como padre.
—Kacchan... Por favor, cálmate —dijo Midoriya de la misma forma.
—¡Cállate Deku bastardo! Tú-
—Está bien, Katsuki —habló por fin con su voz débil.
El se quedó estático con su ceño fruncido a más no poder. Estaba terriblemente frustrado y la impotencia lo ahogaba. ¿Qué más podía hacer? ¿Por qué no puede salvarla? Se supone que él sería un héroe, se supone que sería su héroe.
—¿Eri? —preguntó.
—Ella está a salvo, ahora mismo está descansado —dijo Midoriya a duras penas.
—Me alegro tanto... —sonrió a lo bajo aún con aquella mascarilla de oxígeno— ahora, tendrá una segunda oportunidad de ser libre...
Miró a su costado y los vio a todos y cada uno de ellos. Su padre, Midoriya y Bakugou. Notaba como todos intentaban hacerse los fuertes por ella, pero el último no. Katsuki era quien tenía la mirada gacha, tenía los dientes apretados y sus puños blancos con la fuerza con la que los presionaba. ¿Acaso estaba molesto?
—Toshinori... No... Papá —habló con una voz suave pero cansada y al oír como había sido llamado, el símbolo de la paz se desmoronó por completo. Y sus lágrimas comenzaron a salir con amargura—. Gracias, una vez más. Siento haberme comportado de una forma tan desconsiderada contigo...
—¡No importa! —exclamó éste temblando—, yo... Me siento tan honrado de ser tu padre... Te quiero tanto hija...
Ya no pudo decir más palabras porque a cada cosa que decía su voz iba quebrándose más y más, hasta el punto de solo intentar hacerlo era doloroso.
Ella en cambio le sonrió, se sentía mal por verlo de esa manera. Nunca pudo saber cómo se sentía en el pasado tener un padre, pero podría decir que sentía feliz de tenerlo a él.
—Midoriya... Lo siento, fui cegada por mis emociones y te juzgue mal. Definitivamente serás un magnífico héroe.
—_______... —sollozó a lo bajo, apretando sus puños mientras intentaba controlarse.
—Bakugou... Yo...
—¡Cierra la puta boca! —exclamó con la voz rota— ¡No me hables como si te estuvieras despidiendo, maldición!
—Bakugou...
No le importó nada. Ni siquiera el hecho de que alguien más estuviera viéndolo, su orgullo era grande, pero lo era aún más el amor que sentía por ella.
Cayó de rodillas a su costado y tomó una de sus manos contra la suya.
—Déjame cumplir mi promesa... —murmuró a lo bajo— quédate conmigo, mierda... Te amo...
Su corazón fue envuelto con un dolor agridulce. Y sus ojos se llenaron de lágrimas, tenía miedo. No quería irse.
—Yo...
El cansancio volvió y sus ojos comenzaron a pesarle más.
De verdad, quería quedarse con él.
—¡_________!
Pero a veces, por más que lo desees, algunas cosas no se pueden cumplir.
Hace unos minutos ya que había despertado y como era de esperarse la policía ya lo estaba apresando. Escuchaba las amenazas de los agentes mientras era llevado a la camioneta blindada, pero no le daba importancia alguna. Solo se limitaba a observar el cielo, tal vez sea la última vez que pueda hacerlo.
Aún después de tanto tiempo, seguía sintiéndose vacío.
—Lo siento —murmuró para si mismo—. No pude cumplir mi promesa, hermana. No pude hacer nada por tu hija...
Todo era de un color blanco puro, sus ojos casi podían estar cegados por ellos. No sabía en donde se encontraba, pero no le importaba mucho. Se sentía bien estar ahí.
Sintió un tacto en su cabeza, al parecer estaba acostada. Levantó su mirada y solo pudo ver a una bella mujer sonriéndole, le estaba acariciando el cabello.
—¿Quién eres?
Cada vez más, el lugar se iluminaba con fuerza hasta el punto de no poder abrir sus ojos por ello. Por alguna razón sintió calidez en su corazón y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas.
Abrió nuevamente sus ojos y sintió la humedad de los mismos, pero fueron ignorados al encontrarse acostada en una cama. Miró a sus alrededores y notó que era el cuarto del hospital. El dolor no tardó en llegar robándole un quejido, miró hacia su abdomen y notó como éste estaba vendado.
—________...
Escuchó una voz a su lado y vio la mirada sorprendida del rubio que estaba fija en ella. Abrió su boca con la intención de decir algo, pero la emoción dejó que sus palabras quedarán atoradas en su garganta. Comenzó a frustrarse.
Se acercó más a ella con rapidez y con la respiración agitada volvió a intentar hablar.
—Katsuki —interrumpió la joven con una pequeña sonrisa, tomando la atención del rubio— no iré a ningún lado.
Sus ojos se abrieron con sorpresa al oír sus palabras y sintió un picor en sus ojos. Bajó la mirada intentando ocultar las lágrimas que amenazaban con delatarlo.
—Te amo, Katsuki.
—Ah, mierda —se quejó a lo bajo con la voz agitada— yo también te amo, estúpida.
Ella sonrió a lo bajo y soltó una pequeña risita que luego le proporcionó dolor. Ambos se tomaron las manos y permanecieron juntos.
Se sentía feliz, pues la vida una vez más decidió bendecirla. Podrá quedarse más tiempo con sus seres queridos y podrá disfrutar más momentos junto a ellos.
La vida le dio una oportunidad más.
eAH.
Ya llegó a su fin ✨ este es el final de la historia ewe. Ya por fin salí del hospital y me puse a escribir eaeaea.
En el próximo apartado habrán curiosidades, datos, quejas XD y una proposición XD alv.
Bai.
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