Los rayos del sol se posaron sobre el rostro de Shion, quien dormía tranquilamente, abrió los ojos con lentitud, mientras que con un brazo tapaba el sol para no lastiamar sus ojos. Se levantó de su cama, un día normal comenzaba, o eso parecía. Volteo su cara y vio el lugar de la cama que antes pertenecía a la persona que más amaba.

–¿Porque te fuiste?– Se Preguntó a si mismo, para soltar un largo y nostálgico suspiro.

Su amado castaño lo había dejado tras enamorarse de otra persona. Desde ese día, del cual habían pasado un par de meses, su casa era callada, triste y solitaria. Nada era igual.

Intento de pensar en otra cosa, pues pensar en su amado Dhoko lo ponía triste y se sentía olvidado.

Se dirigió al baño y se metió a la ducha. Se sentia cansado, solo y algo triste. Nunca iba a poder superar aquel acontecimiento.

Salió del baño y se puso una ropa cómoda, después de todo no tenía nada que hacer. Al terminar de cambiarse se miró al espejo, se veía mal. Aquellas ojeras que entristecían su rostro al parecer no querían desaparecer. Aquellos cabellos desordenados, mostraban su poco entusiasmo al peinarse y más que nada, su rostro lleno de tristeza y dolor, simplemente hacia que el peli-verde diera pena.

Sus ojos se cristalizaron. Se veía mal, verdaderamente mal ¿Cómo había llegado ahí? No lo sabía y realmente no le importaba.

Se seco las lágrimas y se sentó frente a su computadora. Antiguamente trabaja en una escuela, como profesor de Matemáticas, pero pidió una vacaciones al caer en la pura tristeza tras ser abandonado por el castaño.

Después de algunos minutos de escuchar música, se levantó y se lavo la cara. Se miró de nuevo al espejo y musitó:

–Debo tomar aire fresco– Se secó la cara y se dirigió de vuelta a su habitación.

Abrió la puerta del balcón y salió. Sintió el viento que soplaba rápidamente. Su cabello se movía sin cesar y suspiro al por fin salir de aquella cárcel de la cual temia salir.

Río ligeramente y se tomó la frente para sentarse a ver todo edificios a su alrededor. Toda la urbanización que lo rodeaba, era prueba de su estadía en una ciudad. Antes vivía en un pequeño campo, pero aquella recidencia se le fue arrebatada y tuvo que mudarse a la ciudad.

Todo estaba tranquilo, miraba atento un árbol. Aquel árbol de cerezo que llevaba ahí, como mínimo, un siglo, era hermoso, lleno de alegría y felicidad.

Sonrió, aquel árbol, el cual estaba enfrente de su casa, le traía Miles de recuerdos. Por ejemplo, ahí conoció al castaño. Iba caminando y chocó con el, pasaron los días y resultó que eran vecinos, y así su amistad se convirtió en amor, hasta que todo se derrumbó y su amado se fue, sin siquiera decir adiós.

Lo miraba sin apartar la vista. Era tan hermoso. Cerró los ojos un segundo y se levantó de su asiento, se acercó a la orilla del balcón. Sonrió y dejó que el viento revolviera su cabello, se sentía... Mejor.

Se quedó así por una parte de minutos, hasta que un trueno lo sorprendió. Abrió los ojos y miró hacia el cielo. Nubes de tormenta se aproximaban, y pequeñas gotas comenzaban a caer.

–Debo entrar...–Se dijo a si mismo, para bajar la mirada y ver algo fuera de lo común.

Una mujer estaba dejando una caja a un lado de aquel preciado cerezo. Se sorprendió ligeramente ¿Cómo podía estar dejando su basura ahí? Miro nuevamente el cielo y se metió a su casa. Pensó unos segundos, no quería dejar ahí aquella basura. Termino por decidirse y salió de su casa. Camino algunos metros y cruzó la calle.

–Gente irresponsable–Bufo para agacharse y escuchar llanto. Se quedó perplejo–¿Pero que...?–Abrió lentamente la caja y logró observar movimiento y una sábana.

Abrió los ojos como platos y cargo la caja, para sentir un peso fuera de lo común dentro de ella.

«¿Hay un bebé aquí?» Pensó para mirar de nuevo a la caja y comenzar a caminar directo a su casa.

Al llegar cerró la puerta y dejó la caja en su mesa. Prendió los ventiladores y se sentó a reflexionar detenidamente. Observó la caja, se notaba los pequeños movimientos en ella y un ligero llanto lograba escucharse.

Por fin se decidió por satisfacer su curiosidad y abrir la caja. La tomo lentamente y la abrió con rapidez.

Estaba en lo cierto. Una forma humana se lograba ver bajo la sabanita púrpura que cubría a aquel ser. Levantó ligeramente la sábana dejando ver al bebé.

–¡Dios mío!– Alzó la voz al ver su interior.

Un hermoso bebé de cómo 6 meses se encontraba envuelto en una sábana. Sus grandes y bellos ojos esmeralda, su lacio cabello lila y sus dos singulares puntitos morados en la frente, lo hacían ver como el ser más hermoso del mundo.

Aún impactado lo saco lentamente de la caja y lo cargo en sus brazos para detener su llanto, lo cual logro casi inmediatamente. Lo miro con pena y tristeza.

–¿Cómo alguien pudo dejar una criatura tan linda?–Se pregunto a si mismo y le sonrió al bebé.

Aquella hermosa criatura sonrió para comenzar a chuparse el dedo, cerrar los ojos y dormir profundamente. El peli-verde algo asustado suspiró, mientras que observaba el rostro sereno del niño.

–¿Qué voy a hacer?–Suspiro de nuevo, pero más pesado y asustado. Se levantó, con el bebé aún en brazos, y se fue a su habitación, en donde se sentó a admiralo.

Lo primero que pensó fue en reportarlo a la policía, pero más tarde se dió cuenta de que podía hacer lo posible por adoptarlo. Se quedó pensativo todo el rato, en verdad le había parecido buena idea quedarse lo.

Durante mucho tiempo atrás, cuando aún el castaño estaba con el, le gustaba la idea de adoptar a un bebé. Pero su expareja siempre le negaba la idea, por lo que ahora como ya no estaba, era libre de decidir que hacer en su vida.

Por primera vez se dió cuenta... De algo bueno que trajo la ida de su querido Dhoko.

~•~•~•~CONTINUARA~•~•~•~
Hola Lectores!
Les traigo el primer capítulo de esta saga. Espero que les guste! :3

Se que tengo otras historias que actualizar... Pero no pude resistirme '*^*

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