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36. STAY

— ¿Y bien? —pregunto Ran, sentándose en el sofá como si eso no fuera jodidamente incómodo para ambos.

Años atrás hubiera dado lo que fuera por hablar otra vez con Ran, tener una platica de hermanos como cuando eran niños y conversaban horas enteras sobre tontearías y cosas que planeaban hacer cuando crecieran, pero ahora... ahora le daba miedo mirar al mayor a los ojos y descubrir que el hermano mayor que él conocía se había perdido en algún momento.

— ¿Hay alguna novedad? —volvió a preguntar.

¿Novedad? ¿Dentro de los casi tres años que lo había ignorado?

Si, muchas novedades, pero pocas que pudiera contarle o que Ran quisiera escuchar.

— Algunas...

— Bien, ¿por qué no empezamos con eso?

— ¿Con qué?

— Con las cosas nuevas; dime que has estado haciendo todo este tiempo.

Rindou aún estaba a la defensiva, no había tomado asiento y se encontraba con los brazos cruzados sobre el pecho. Se sentía incómodo, tenso, enojado con Haruchiyo y cansado por no saber en que terminaría eso.

— Es difícil resumir un par de años en unas cuantas horas.

— Encontraremos la manera de hacerlo.

— ¿Y si mejor me dices exactamente que es lo que quieres escuchar? seria más fácil para ambos.

— No quiero escuchar nada en particular, Rindou.

— Claro que si, tiene que haber algo, no puedes solo estar aquí esperando hablar.

— Pero lo estoy —suspiró—. Escucha, ese estupido novio tuyo tiene razón, la última vez no termino muy bien y solo dije un montón de cosas negativas y te hice sentir mal, pero esta vez quiero que sea diferente.

— ¿De verdad?

—Si... creo... creo que me he hecho un juicio negativo de algo que yo se que no eres, así que quiero escuchar de ti lo que si eres, quiero saber que ha pasado en tu vida estos años.

— ¿Y si aún así te decepciona lo que soy ahora?

— Se que no tengo el derecho de decirlo, y mucho menos con todo lo que te dije ese día pero no hay forma de que me decepciones... aun cuando me enteré de... ya sabes, tú vida en el bar, supe que cada mañana podías volver a casa porque eras capaz de defenderte, porque eras demasiado inteligente como para meterte en problemas o elegir mal a las personas; a pesar de que no me gustara para nada lo que estabas viviendo, sabía que estarías bien conmigo o sin mí para cuidarte.

— ¡Pero aún así te necesitaba!

— ¿Para qué?

— "¿Para qué?" —repitió, como si la pregunta fuera estupida— ¡para todo carajo, eras la única persona en mi vida y te necesitaba en ella! ¡Quería llegar de la escuela y hablar contigo y verte en mi graduación y presumirte que me había matado todo el jodido año para tener el mejor promedio de toda la generación solo para que estuvieras orgulloso de mi! Quería que estuvieras ahí para presentarte a mi primer novio o para regañarme en mi primera borrachera o para burlarte de mí y grabarme mientras sufría mi primera resaca; te quería ahí en los momentos buenos y en los malos, porque en todos estos años nunca deje de necesitar a mi hermano mayor.

— Y no estuve...

— ¡Por supuesto que no!

— No... no estuve cuando llegabas a casa después de la escuela, ni cuando te graduaste, ni cuando obtuviste el promedio más alto de tu generación; no estuve ahí cuando conociste al idiota de tu novio ni tuvimos una presentación incómoda como en las películas adolescentes, ni estuve aquí para verte llegar ebrio o burlarme al día después por eso... no estuve como nuestros padres tampoco estuvieron cuando se te cayó tu primer diente o cuando tuve suficiente dinero por primera vez para comprarte un obsequio decente de navidad y tú con catorce años fingiste que aún creías en Santa Claus solo para recibirlo; ellos no estuvieron cuando hicimos trampa en tu proyecto de biología porque la planta que tenías que sembrar nunca creció ni cuando robábamos las barritas de naranja de la cocina del orfanato; ellos no se preocuparon por tu primer moretón después de una pelea ni por...

— ¡Ya entendí, ya entendí! —lo interrumpió— ¡Estuviste más que esos idiotas, felicidades!

— No, lo que quiero decir es que me estuve comportando justo como esos idiotas. Estuve para ti en esos momentos importantes y luego desaparecí, es justo que me odies, lo entiendo.

— ¿En serio? ¿Y a donde quieres llegar con todo eso? Ahora estás muy comprensivo a comparación del otro día.

— Estaba enojado —rápidamente agregó— y no es una excusa, lo sé y lo siento, pero... el último mes he estado yendo a terapia.

— ¿Tú?

— Que linda respuesta —rodó los ojos— Desde que comencé a oír que salías con ese idiota que ahora es tu novio quise hablar contigo, pensé en esperarte un día en casa y hablar por fin de tu relación con ese tipo y tus visitas a ese hotel, estaba convencido de que Haruchiyo era otra de tus aventuras que había avanzado más allá de una noche y que solo salías con el porque no estabas mentalmente bien, creí que te manipulaba o se aprovechaba de tu estado vulnerable; pero luego me di cuenta que si eso estaba pasando era por mi culpa, porque yo te había orillado a eso... así que busque ayuda, fui con un profesional y tuve varias sesiones donde hablamos de muchas cosas, lamentablemente el día que tú y yo tuvimos esa conversación estaba muy enojado por cosas que no tenían que ver contigo, no razone bien y terminé mandando todo el avance al carajo y diciéndote un montón de estupideces.

— Si, ese día dejaste muy en claro lo que pensabas de mí...

Ran suspiro, — no lo voy a negar, aunque dije muchas cosas de las que ahora me arrepiento, si creo que eres un desastre...

— Ya lo-

— Pero no es lo único que pienso de ti, Rindou; se que eres un desastre porque en realidad siempre lo fuiste, desde pequeño cuando apilabas las botellas de cerveza de papá y terminabas apestando a alcohol, hasta cuando causaste esa gran pelea en el penal de menores y nadie supo que fuiste tú; siempre has sido un desastre y eso no es malo, porque es parte de tu personalidad y porque me encanta que seas así; ese día lo dije como algo malo, pero créeme que durante toda mi vida agradecí que fueras un niño desastroso porque eso significaba que seguías siendo un niño al final del día.

— ¿Entonces no piensas que estoy arruinando mi vida?

— No... no me gusta como la estabas manejando, lo admito, pero tampoco creo que la hayas arruinado.

— ¿Y no estas decepcionado de mi?

— ¡Por supuesto que no! ¿Como carajos iba a estar decepcionado de ti? Sigues siendo mi hermano menor, no hay forma que me decepciones.

La respuesta paralizó por un segundo al menor; en los últimos años llegó a pensar que Ran lo odiaba, que estaba decepcionado de él por la forma en que había llevado su vida desde que se alejó y que lo creía un caso perdido, pero ahora, al oírlo soltar esa frase con tanta naturalidad, como si fuera una respuesta obvia a la pregunta más tonta del mundo, lo hacía sentir... cálido.

— Escucha, yo era un niño cuidando a otro, ni siquiera tenía tu edad cuando tuve que hacerme cargo de ti... pero aún así, con esa carga y frustración de no saber cuidarte, jamás cambiaría nada de lo que pasó, porque eres lo mejor que me ha pasado en la vida Rindou; eres mi hermanito, te guste o no, no hay nada que puedas hacer para cambiar eso.

— ¿Y entonces porque te alejaste? —la pregunta salió en un tono más débil y roto del que le hubiera gustado. Se sentía cansado mentalmente y las lágrimas nublaban su vista, estaba agotado.

— Porque tenía miedo de arruinar tu vida.

— ¿Arruinarla...?

— Si, la calle, el orfanato, la cárcel y todos los demás lugares donde terminabas por mi culpa eran horribles; cada día tenia miedo de que no sobrevivirá o que terminaras en un lugar peor.

— ¡Podría soportarlo! —gritó enfadado, con las lágrimas escapando por sus mejillas—, si tu estabas conmigo podía soportar cualquier cosa, siempre pude porque te tenía a mi lado, porque por más lugares horribles que pisaramos tu eras mi lugar seguro.

— No necesitas un lugar seguro si todo a tu alredor lo es.

— Eso es estúpido, jamás quise eso.

— Suena estúpido porque yo lo era cuando lo decidí. Entiéndelo, Rin, no tenía la edad para tomar una decisión como esa, ¿crees que no me dolió entender que por más que me mataba cuidándote, yo era la razón por la que desde un inicio estabas en peligro? ¿Crees que no sufrí al separarme de ti aun cuando solo quería tenerte a mi lado?, solo quería que estuvieras seguro, sabía que si me alejaba tu te quedarías esperando a que volviera; no te meterías en problemas, no harías nada tonto, te sentirías perdido por un tiempo pero luego te concentrarías en la escuela, harías amigos, te darías cuenta que vivir como un adolescente normal era más fácil que fingir ser un adulto en este mundo de mierda.

— Pero nunca te deje de necesitar.

— Ahora lo se.

El silencio gobernó por un largo minuto en la sala; Rindou se sentía mareado y cansado, tenía un montón de información que procesar y solo quería estar solo en su habitación para pensar las cosas, pero sabía que debían de terminar esa conversación, debían concluir y tomar una elección ese día, no podían dejar todo al aire por otro par de años, debían determinar por fin que querían hacer con su relación, como resolverian toda esa incertidumbre y destrucción mutua con la que habían vivido por años.

Hoy era el día para escribir ese final y Rindou no desperdiciaria la oportunidad.

— ¿Entonces que haremos? —le preguntó.

Ran pareció descolocarse un poco por el cuestionamiento directo pero luego de respirar y suspirar dio una respuesta que le confirmo lo que antes el mayor había dicho: estaba yendo a terapia y ya no era un niño tratando de tomar decisiones de adulto, había crecido y aprendido del mundo y estaba listo por fin para hacerse cargo de una responsabilidad que no era suya desde el principio.

— Primero, terminaremos esta conversación; preguntaras lo que necesites saber y me dirás lo que piensas de esto y yo haré lo mismo —comenzó—, discutiremos las cosas importantes y mañana agendaremos una cita para ti con un terapeuta.

— ¿Para mi?

— Si, se que no lo sientes así pero se que tienes cuestiones mentales que resolver, has tomado conductas dañinas para ti y durante estos años has desarrollado pensamientos bastante destructivos, así que me sentiría mejor sabiendo que tienes a un profesional que te apoye con eso.

— No se si me guste hablar de mis problemas con un completo extraño.

— Lo se, puede ser difícil al principio; yo mismo cancele mi primera cita un montón de veces antes de decidir por fin empezar con la terapia, pero te pido que al menos lo intentes, si te desagrada entonces buscaremos otras opciones.

— Esta bien.

— Y también iras al doctor... no pienso volver a juzgarte, pero ambos sabemos que has tenido muchos compañeros y necesito saber que estas seguro.

— Siempre me cuidaba.

— No lo dudo, pero no quiero seguir ignorando tu salud como lo hice los últimos años y arrepentirme en el futuro; se que fumas y bebes y no te juzgo porque yo también lo hago, pero quiero saber que todo está bien contigo o si necesitas algún suplemento o vitaminas o lo que sea porque... Bueno, estas enano.

— ¡Oye! Estoy en desarrollo.

— ¿En serio? —le pregunto con una ceja enmarcada. Esa era una excusa que ninguno de los dos creía.

— ¡Bien, iré al estúpido médico!

— Correcto, después de eso dejate algunos turnos en mi trabajo y pasaré más tiempo en casa, será jodidamente incómodo al principio pero se que podemos lograrlo.

— ¿Tú lo crees?

— Claro que si, Rin.

— Bien... Y a todo esto, ¿puedo saber en que trabajas?

Ran sonrió, acomodándose mejor en el sillón.

— Claro, empecemos con la ronda de preguntas.

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