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32. STAY

— ¿Seguro que esto es legal? —preguntó Takeomi dudando del porqué siguió al idiota de su hermano en aquella petición que ahora sonaba tan ilícita.

— Por supuesto que si, hombre; tengo las llaves ¿recuerdas?

— Tu mismo dijiste que le robaste la llave a Rindou.

— Bueno, sigue siendo legal si no entramos en detalles.

— Dios, algún día terminarás preso.

— Pero no será hoy —sonrió, abriendo la puerta del departamento y viendo con una sonrisa que se encontraba completamente vacío— Apúrate anciano, tenemos trabajo que hacer.

Rindou maldijo mientras guardaba de nuevo las compras dentro de la bolsa de plástico.

¿Donde había dejado las malditas llaves?

Si no las encontraba tendría que pedirle ayuda al portero de su edifico y si el hombre se encontraba coqueteando con la dueña de la cafetería cercana, entonces debería esperarlo y arriesgarse a que el helado que había comprado se derritiera patéticamente en su envase.

— Genial.. — murmuró con hastío, emprendiendo el camino hacia su hogar.

Estaba tan concentrado pensando en sus opciones, que no se dio cuenta de la presencia que lo perseguía divertido desde unos metros atrás, intentando no reírse de lo distraído que era el menor pero fallando inútilmente y llamando al final su atención.

— ¿Shincihiro?

— Por Dios niño, podrías pasar por el ojo de un huracán y apenas parpadear —se burló— Llevó siguiéndote desde allá —señaló un punto a lo lejos, una tienda de motos al parecer— sí que estás distraído hoy.

— Perdón, creo que perdí las llaves de mi apartamento; estoy pensando en que viable es saltar de un balcón a otro a diez pisos de altura.

— Poco viable, si me lo preguntas.

— ¿Seguro? Porque soy muy atlético.

Shinichiro sonrió, — ¿Por qué mejor no me acompañas a mi taller y buscamos una de esas herramientas mágicas que Wakasa usa para abrir puertas ajenas cuando se cansa de esperar?

— ¿Él hace eso?

— Más de lo que me gustaría admitir.

Rindou se encogió de hombros y aceptó la ayuda del mayor pues hasta ahora parecía la mejor opción entre sus riesgosas y muy mortales ideas.

— Por cierto, la otra noche fui a visitar a mi abuelo y estaba Izana con el —contó el mayor, mientras se dirigían a la tienda.

— Ah, si, lo conozco, pero me enteré de su parentesco hace poco; nunca imaginé que fueran hermanos.

— No es hijo biológico de mis padres, pero lo adoptamos como parte de la familia, aunque decidió seguir usando su apellido natal.

— Si, algo así escuche.

— Como sea, lo vi en casa del abuelo con sus amigos y creo que por primera vez tuve el gusto de conocer a tu hermano mayor. No me habías dicho que había una invasión de Haitanis en Japón.

— En realidad solo somos dos. No podría catalogarlo como una invasión.

— Aún así sigue sorprendiendo lo parecidos que son. Sus ojos son idénticos y esa cosa qué haces cuando Haru te molesta también lo hace él cuando pierde en los videojuegos; ya sabes, eso de fruncir el ceño y arrugar la nariz.

— ¿En serio?

— ¿No lo habías notado?

— Bueno, en realidad Ran y yo no somos tan cercanos; antes lo éramos, pero ahora...

— ¿Hubo problemas?

— Más de lo que crees.

— ¿Y como lo están solucionando?

— Ni siquiera sé si lo deberíamos solucionar. Es decir, lo intentamos pero... no se, el dijo un montón de cosas y yo dije otras y... todo se salió de control; tal vez el destino nos está alejando porque sabe que es lo mejor para ambos.

— ¿Eso crees?

— Eso siento.

¿Y si lo intentan otra vez? A veces persistir un poco puede traer buenas recompensas. Yo, por ejemplo, no conquiste a Waka en un solo intento.

— ¿Lo lograste a la segunda?

— En realidad me rechazó veinte veces seguidas, pero decirte eso no te alentaría.

— Para nada, hombre.

— Solo inténtalo Rin —le repitió, entrando por fin al taller y haciéndole una seña para que lo siguiera a la parte de atrás— Se que en algún otro universo ustedes dos son inseparables, un universo donde los hermanos Haitani son solamente dos y no puede existir uno sin el otro; y mientras exista ese universo y esa probabilidad, ustedes aún están destinados a seguir juntos, así que no lo desperdicien.

Rindou guardó esas palabras en su memoria, sabiendo que eran ciertas y que el solo pensar que debería alejarse por siempre de Ran le dolía, así que, mientras en otro universo ellos dos siguieran juntos, eso significaba que no era del todo su destino alejarse.

Y eso hubiera sido un momento mágico donde aclaró su mente y se dio cuenta que aquella historia aún no llegaba a su final... si no fuera porque Shincihiro saco de un recóndito lugar una extraña herramienta envuelta en cinta adhesiva con una extraña mancha color marrón, muy parecida al color de la sangre, si se lo preguntan.

— Aquí está, el mejor amigo de Waka.

— Creo que saltar del balcón ya no suena tan mal...

Repasó su plan mentalmente; como había predicho el idiota del portero no estaba en su puesto de trabajo y ahora tenía que entrar al departamento de al lado que siempre estaba abierto porque la anciana que lo habitaba nunca cerraba bien la puerta, solo para usar el balcón; en caso de que hubiera problemas y la mujer no estuviera dormida como él 95% del día, Rindou debería decirle que era su nieto y luego esquivar la naranja que la anciana le aventaría porque sus nietos le debían dinero.

Era sencillo pero arriesgado, más por la parte de la naranja y los diez pisos que lo separaban de una caída mortal; pero estaba seguro de que lo podía lograr.

— ¿Tu departamento no está por acá? —le preguntó una voz conocida al verlo pasar de largo hacia la casa de la anciana.

— ¿Haru?

— ¡Hola a ti también! ¿Trajiste helado?

— ¿Qué haces aquí? ¿Estabas en mi departamento? ¿Como entraste?... ¡oh, idiota, no me digas que tú-!

— Wow, qué humor traes hoy, ¿por que no entras?

— ¿Pero qué haces aquí? Pudiste haberte metido en problemas, ¿te recuerdo que mi vecino ya te envío a prision una vez?

— Te lo explicó luego, solo entra.

Rindou planeó seguir reclamando, pero apenas Haru dejó un besito pequeño y corto en sus labios, supo que no podía seguir con sus planes y que si esa técnica no perdía su efecto a lo largo de los años, entonces tendría problemas para enojarse con ese hombre.

Sanzu sonrió victorioso y tomó su mano par entrar, y luego volvió a sonreír porque la cara de incredulidad en el menor, era justo lo que esperaba ver.

Por su parte, el Haitani no sabía como actuar, si confundido o... bueno, solamente confundido en realidad.

Los muebles de su sala estaban pegados a las paredes, todas las sillas que habían en su casa estaban formadas en filas delante de la televisión y de otra silla solitaria y cada uno de los asientos era ocupado por un muñeco de peluche y una zanahoria con ojos mal pegados porque seguramente a Sanzu se le habían acabado los ositos adorables.

— ¿Que carajos es esto?

— No digas groserías frente a tus invitados.

— ¿Mis invitados?

— Si Rindou, ¡es tu graduación!

— ¿Mi... qué?

— Tu graduación —repitió— dijiste que nadie fue a tu graduación cuando terminaste el colegio, así que te hicimos una nueva nueva graduación.

— ¿Pero por qué?

— Porque yo tuve mi graduación y Takeomi tuvo la suya y Senju tendrá la suya el mes que viene, y creo que ninguno de nosotros se esforzó tanto en la escuela como tu. Fuiste el mejor ratón entre tus compañeros ratones, eso merece un reconocimiento.

— Pero... yo no-

— Sin pretextos mocoso. Ahora, toma esto y ve a cambiarte.

— ¿Qué es esto?

— Hoy andas muy preguntón; tenemos que encontrar otra cosa en la que entretener esa boquita tuya.

— ¡Oye!

Rindou ignoró su sonrojo y golpeó a Haruchiyo en el hombro, mientras era arrastrado por el mayor hasta su habitación y encerrado en la misma con sus réplicas y preguntas siendo ignoradas.

Cundo se dio cuenta que no había manera de escapar, Rindou inspeccionó lo que Sanzu le había dado, encontrándose con una capa de Hogwarts, el colegio de hechicería de la saga Harry Potter y una nota que decía "No encontré nada más parecido a una toga de graduación, no te quejes y ponte lindo"

Y después otro papel con otro mensaje: "No quise decir que no eras lindo antes, solo era una expresión. Eres lindisimo, Haitani"

Y luego otra: "No lo decía por compromiso, en verdad me pareces lindo"

Y otra: "¿No te enojaste, verdad?"

Y otra: "¿Puedo volver a escribir el mensaje?"

Y luego la foto de una tortuga porque Haru sabía que le gustaban los reptiles.

Y no supo si lo que le aceleró el corazón fue esa peligrosa combinación de cursilería o el hecho de experimentar por primera vez lo que era ser un idiota enamorado.

— ¡Aquí está nuestro graduado! —sonrió Haruchiyo al verlo salir con la capa puesta. Lo tomo de la mano y lo obligo a dar una vuelta sobre su eje, silbando como halago y riendo al ver el rubor expandirse por las mejillas ajenas.

— Acabemos con esto. Es vergonzoso.

— No lo es; es divertido —corrigió, guiándolo a su asiento asignado—, además, no podemos empezar sin Takeomi.

— ¿Takeomi sabe de esto?

— El ayudó con la idea... aunque tal vez lo obligue un poco.

— ¿Y como obtuviste mis llaves?

— Oh, ¿recuerdas cuando-?

El ruido de la entrada los distrajo y antes de que Haruchiyo pudiera completar su respuesta Takeomi apareció y tan solo cuando pasó por la puerta del departamento Rindou se dio cuenta del letrero colgado en lo alto de la pared con la frase "Feliz cumpleaños" tachada con plumón negro siendo la palabra cumpleaños remplazada por "graduación"

El Akashi mayor caminó hasta la primera fila de sillas y vio con rencor a un conejo amarillo sentado en el que se suponía era su asiento, así que sin remordimiento ni piedad lo tomó de las orejas y lo arrojó al otro lado de la habitación, sentándose pacíficamente en la -ahora- silla desocupada.

— ¿Empezamos?

— Idiota, tu eres el maestro de ceremonia, no puedes estar sentado.

— Oh, se me olvidó —miró al conejo rosado sentado a su lado—. Me disculpo, señora conejo, no era mi intención dejarla viuda.

El hombre pasó a la silla colocada enfrente de todas las demás, usándola como podio improvisado y empezando con un discurso que claramente no estaba bien planeado, mientras Haruchiyo fingía escucharlo y Rindou se mordía el labio para no reír por el escenario tan surrealista que estaba viviendo.

Se había decepcionado mucho al ver en su graduación real el asiento de Ran vacío; aún podía recordar el sentimiento de recibir su certificado y reconocimiento como alumno de honor y aún así sentirse vacío; salir del salón de ceremonias y encontrarse con un montón de familias reunidas derramando lágrimas y tomando fotografías para resguardar los recuerdos y luego caminar solo hasta su casa para comer algo de comida instantánea e irse a dormir.

Pero ahora, ahora si alguien le preguntara sobre su graduación, definitivamente le gustaría recordar esta, con Sanzu tomando su mano como si verdaderamente estuviera logrando algo importante y Takeomi graduando muñecos de felpa que al parecer -en su disparatado escenario ficticio- eran sus compañeros de generación.

Y no necesitaba nada más.

En ese momento todo era perfecto.

Cuando Takeomi dijo su nombre, Sanzu se levantó aplaudiendo sonoramente, gritándole halagos y reproduciendo "We are the champions" en la televisión.

Takeomi bajo de la silla y le ayudó a subir, dándole un libro de colorear de Dora la exploradora como certificado de graduación y -al fin- una constancia de asistencia al Blinding Hotel como diploma de honor. Rindou rió pero igual le siguió el juego, sintiendo sus ojos humedecerse por lo cálido que se sentía ese momento.

Se dejó tomar fotos por Haruchiyo, como si fuera una madre orgullosa y luego hizo una mueca cuando un ramo de flores artificiales le dio justo en la frente; después, extendió los brazos y Sanzu no tardó en abrazarlo por la cintura para bajarlo del improvisado podio, mientras Rindou lo besaba y Takeomi seguía graduando a los peluches presentes.

— Feliz nueva nueva graduación, Rin —le murmuro sobre sus labios.

— Gracias por esto... ha sido genial.

— Todo por ti, mocoso.

— ¿También tendré mi fiesta?

— Bueno, podemos celebrar de muchas formas.

— Ya tengo algo en mente —confesó, con una sonrisa que Haruchiyo no supo descifrar pero tampoco pudo rechazar.

— ¿Y eso es...?

Su sonrisa se ensanchó más; lo abrazó por el cuello y lo acercó más a él para quedar a la altura de su oído y poderle murmurar su plan.

Y Sanzu pudo jurar que su corazón se detuvo por un microsegundo, porque debería de estar soñando con lo que Rindou le había murmurado.

— Mierda, hasta acá huele a hormonas —se burló Takeomi, para después ser golpeado con un libro de Dora la exploradora.

¿Por qué carajos había aceptado?

Hola a todos, espero la estén pasando bonito 💛

El final está al menos a tres capítulos, gracias por darle una oportunidad a este intento de escritura, me pongo sentimental de solo pensar en terminarlo.

Gracias por leer!

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