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27. STAY

Si Rindou pudiera tener una fuerza mística que le obsequiara tres deseos; sin dudarlo, uno de esos deseos sería gastado en volver a ese momento.

Esa noche, ese beso, esa persona...

Ese preciso minuto donde Sanzu buscaba sus labios y los conectaba con lo suyos, donde suspiraba sobre su boca y le susurraba un "feliz cumpleaños" entre cada receso.

En el que sentía por fin merecer algo más que sobras de amor y abrazaba por primera vez un sentimiento que era puro y digno para él.

Esa noche donde Sanzu lo beso y entre besos le explico lo que era ser amado.

No solo una noche, sino toda una vida.

— Estas frio —murmuro sobre sus labios, causándole un escalofriós inmediato.

Y aun cuando hace apenas unos minutos atrás, la madrugada se sentía jodidamente gélida, Rindou no pudo estar más en desacuerdo con el.

Porque todo se sentía cálido.

Cálido, cálido, cálido.

Todo era besos de cumpleaños, pastelitos de Toy Story y deseos cumplidos.

Todo amor dulce y pasados amargos.

Toda una historia de amor resumida en un "quédate"

— Hace frío... —admitió, aunque sus mejillas estaban sonrojadas como si estuviera bajo el sol.

Aún seguían más cerca de lo que dos simples conocidos deberían de estar, aún sus ojos se miraban con timidez y sus labios hormigueaban con calidez.

Aún tenían mucha historia que contar.

— Entonces... señorito acosador cumpleañero, —bromeó Sanzu, separándose apenas unos centímetros— ¿esa fue tu forma de corresponderme o fue una forma muy ingeniosa y para nada ofensiva de rechazarme?

— Eso fue... ¡espera! ¿acosador yo? ¿Te recuerdo quien pasó una noche en la cárcel?

— ¿Fue lo único que escuchaste? ¡Te hice una pregunta importante!

— ¡Entonces no me digas acosador!

— ¡Pero lo eres! ¿Acaso crees que puedes ir besuqueando a la gente por ahí y salvarte de las consecuencias? Eres lindo, Haitani, pero la ley es la ley.

— ¡Haru!

— Agradece que no estoy llamando a la policía, puedes ir a la cárcel por esto ¿sabias?

— ¡Haruchiyo!

— ¿Dónde está ese vecino chismoso tuyo cuando se necesita? Necesito testigos.

— ¡Jamás en mi vida te volveré a besar! Eres un grosero —hizo un puchero y se giró para darle la espalda con actitud ofendida.

— ¿Qué? ¡No, espera, era broma Rin!

— Te jodes, grosero.

— ¡Rin!

Rindou se mordió el labio intentando ocultar la risita que burbujeaba en su garganta. Definitivamente no serían Rindou Haitani y Haruchiyo Akashi si sus momentos más románticos no terminaran con peleas ridículamente infantiles.

De hecho, no le hubiera sorprendido si aquel beso hubiera ocurrido bajo una serenata de Ladybug; con un Sanzu en su vida, nada sonaba realmente loco.

— Ratón, no seas cruel, sabes que bromeaba.

El rubio siguió ignorándolo.

— Vamos, ¿qué debo hacer para que me perdones? —otra vez, nada— ¿Quieres panqueques? Te haré panqueques ¿Qué tal McDonalds? Hay uno veinticuatro horas abierto a dos cuadras, ¿Paw Patrol? ¿Ladybug? ¡Dime, Rin!

Esta vez, Rindou no pudo evitar reír.

¿Era así como se sentía ser el centro de atención de alguien?

¿Tenerlo en la palma de tu mano y a la misma vez estar debajo de él?

Si era así, lo tomaría, porqué el sentimiento se sentía tan jodidamente bien.

— Dime lo que quieres, Rin, lo que sea, juro que te lo consigo.

Quedarme, pensó, solo quiero quedarme una vida contigo

— Quiero... irme.

— ¿Hmm? ¿Irte a dónde?

— A dónde sea,— a dónde quieras— aquí hace mucho frío.

— Mmm... ¿Me perdonará si te llevo a un lugar calientito?

— ¿Es algún tipo de insinuación?

— Aquí el ratón pervertido eres tú.

— ¡Haru!

— ¡Esta bien, esta bien, sube al auto!

Rindou se debatió si volver a jugar el juego de la indignación o ser piadoso y obedecer por primera vez.

Pero era su cumpleaños y las terceras opciones existían; opciones como besar a Haruchiyo y ser llamado pervertido.

— Bien, pero primero subamos por mi muñeco y luego quiero ir por helado.

— ¿Qué? ¿Ese oso con arterias tapadas que te regalo Takeomi?

— ¡Es Phoo!

— ¿Y quieres comer helado aun cuando estás muriendo de frío?

— ¿Me llevaras o no?

Sanzu suspiró rendido. 

No lo podían culpar por ser débil por ese niño.

— Eso me pasa por tener buenos gustos ¡Vamos por tu oso!

— ¡Si!

Ran bostezo cansado mientras las puertas del elevador se abrían; no esperaba llegar tan tarde a casa, pero tampoco era la primera vez que llegaba a altas horas de la madrugada.

Deslizó las llaves por la cerradura de su departamento y sintió como sus neuronas colapsaban lentamente ante la imagen que lo recibió apenas la puerta se abrió.

Globos, decoraciones, figuras de colores y hasta un pastel solitario lo saludaban desde la sala.

Todo rodeado de un aura deprimente, nostálgica y casi destructiva.

— Carajo... — murmuro, sacando rápidamente su celular y viendo la fecha que marcaba.

Octubre 21, la madrugada después del cumpleaños de Rindou.

Realmente se había olvidado del día, había tenido un montón de otros asuntos en la cabeza y había ignorado el cumpleaños de su propio hermano.

Otra vez, volvía a arruinarlo. 

— ¿Dónde estas? ¿dónde estas? —murmuro desesperado, buscando en todas las habitaciones al notar que la casa estaba vacía.

Aun después de distanciarse de su hermano menor tiempo atrás, nunca había olvidado ni dejado pasar uno de sus cumpleaños, pues la imagen de un Rindou de siete años sonriendo emocionado por un pastel de lodo el día de su cumpleaños en el orfanato lo seguía persiguiendo todos los años.

Tal vez no era el mejor hermano, pero estaba seguro de que al menos era mejor tutor de lo que fueron sus padres.

O al menos lo intentaba.

Después de todo, cuando tomo la responsabilidad de cuidad a Rindou, no era más que un niño cuidando a otro.

— Oh, Ran cariño, que bueno verte por aquí — saludo su vecina con una bolsa de compras en la mano pasando frente a la puerta de su departamento que había olvidado cerrar por la impresión del ambiente que lo recibió.

— Señorita Kiro, buenas noches —saludo amable con una sonrisa forzada; no era secreto para nadie que cuando esa mujer abría la boca, no había fuerza humana que la pudiera detener.

— Buenas noches, cariño, ¿no es muy tarde para tener esa puerta abierta? oh, ni pensar en que algo malo les pudiera pasar a ti o al pequeño Rindou; últimamente me tienen muy inquieta, con ese tipo raro paseando por aquí todo el tiempo con el pequeño Rin. Desde que cuido al bebe de mi hermana duermo menos y veo mas, ni siquiera había notado lo mucho que pasa aquí ese sujeto, estaba segura de haber visto su auto hace unos días pero pensé que era el vecino del 512, ¿has visto a ese hombre? ¡solo Dios sabe en que apuestas esta metido! El otro día me encontré con su esposa en el elevador, la pobre mujer lloraba y-

Ran se perdió en medio de la conversación, no por el chisme del vecino adicto a las apuestas, sino por el detalle del "tipo raro" que acompañaba a su hermano todos los días.

— ... pero sabes como es mi hermana, le dije un millón de veces a mamá que no importa lo que haga, ella seguirá sin cambiar, ¿pero sabes que es lo peor? ¡el otro día-!

— Disculpe, señorita Kiro... perdón por interrumpir, pero ¿me podría decir mas de ese sujeto que acompaña a Rin últimamente?

— ¡Ah, claro, el tipo de las cicatrices! —hizo una mueca de desagrado— Es muy ruidoso, siempre esta peleando con mi pequeño Rin y el día del incendio el estuvo aquí.

— ¿En serio?

— Si, no me sorprendería que fuera él el que inicio el fuego, estoy segura de que consume algún tipo de droga, además, el señor Ryan me dijo que una vez tuvo que llamar a la policía porque estaba molestando a tu hermano, ¿no te enteraste? creo que Rin tuvo que ir a la comisaria a declarar y todo eso.

— No, yo no... no me entere.

— ¡Oh, pero eso no es nada! el sujeto estuvo hoy aquí también.

— ¿Hoy?

— Si, vino por la mañana, luego por la tarde a dejar a Rin y luego se fueron otra vez hace apenas media hora. Tuve que ir por la leche del bebe a la tienda de conveniencia y me los encontré en las escaleras, otra vez peleando por algo así como un helado.

— ¿Entonces Rin se fue con el?

— Si —otra vez, aquella mueca se dibujo en su rostro— Y no es de mi incumbencia, cariño, pero seria mejor que hables con el pequeño Rin, ese sujeto jamas me ha gustado.

— Lo hare, gracias por su recomendación señorita Kiro.

— Cuando quieras, cariño —le sonrió— Tengo un bebe que cuidar, pero háblame si necesitas algo, ¡y no te acerques al vecino del 213, escuche que tenia una plaga en su departamento!

El Haitani le volvió a agradecer antes de despedirse con un gesto de mano desde lo lejos y perderla de vista detrás de la puerta de su departamento; sin embargo, no tardo mucho en tomar sus llaves, cerrar la puerta y salir de su edificio con un rumbo fijo.

Al parecer, había muchas cosas en la vida de Rin que se había perdido, más allá de su cumpleaños y otro par de platicas importantes.

Pero Haruchiyo había estado ahí, acompañando a su hermano y tomando el frio lugar que el había dejado abandonado.

Y sinceramente no sabia como sentirse al respecto.

— Buenas noches, ¿puedo ayudarlo? —pregunto la señorita de la recepción del hotel.

— Necesito hablar con Haruchiyo Akashi.

— Lo sentimos, el señor-

— Sanzu no esta —interrumpió una voz detrás de el. Un hombre alto de cicatriz y cigarro en la mano—, ya sabes como son los niños, creyéndose los reyes de la noche y desafiando las reglas, ¿pero por que no tenemos tu y yo una platica de hermanos mayores? Seria divertido.

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