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25. STAY

Los mismos ojos.

Rindou Haitani y su hermano mayor tenían los mismos jodidos ojos.

Los de Ran brillaban con burla, astucia, la perspicacia de una serpiente y el orgullo de un Haitani; mientras Rindou llevaba el arte del engaño ahogada en las pupilas, dos piedras amatistas de apariencia aburrida e indiferente, pero tan feroces y peligrosos como su dueño.

Era el violeta de las iris los que los conectaban, el negro del centro y la infancia rota. Aquel dúo que a pesar de la distancia y los problemas jamas dejarían de ser un dúo.

— Hagamos esto rápido, ¿quieres? —le dijo Ran, tirando la toallita húmeda que había usado para limpiar su traje al cesto de basura, tan normal como si aquello fuera parte de su día a día.

Ambos estaban en la misma pagina, ambos tenían un Rindou Haitani grabado en las pupilas, ambos sabían quien era el otro y ambos sabían que aquello tarde o temprano sucedería.

El destino era una perra cuando se lo proponía.

— No se como carajos ustedes dos llegaron tan lejos o que demonios vio mi hermano en ti, pero aléjate de él, no necesito a tipos como tú a su alrededor.

— ¿Por qué no me sorprende que no pidieras su opinión para esa amenaza?

— Conozco a mi hermano mejor que nadie, es un conformista, siempre acepta la basura que otros idiotas le dan.

— Eso explica porque te quiere tanto.

— ¿Tu que sabes sobre nosotros?, es más ¿que sabes sobre él?

— Más que tú, te lo aseguró.

— Rindou es mi hermano.

— Y yo soy solo un desconocido que pasa mas tiempo con el.

— ¿Desconocido? ¿Así defines su relación?

— Oh, no hombre, no te gustaría escuchar como defino nuestra relación.

Los ojos del Haitani resplandecieron en ira, mirándolo directamente, gélido y voraz como una serpiente.

— Termina con esto, Haruchiyo, antes de que yo termine contigo.

— Si, eso suena feo... —se giró a la puerta y la abrió, con intenciones de salir de ese lugar sorprendentemente sofocante— lastima que mamá me enseño a no tenerle miedo a los idiotas con hermanos lindos. Te veo luego, Haitani.

Su mano jugaba con el bote de pastillas en el bolsillo de su pantalón, enroscando y desenroscando la tapa un sin fin de veces mientras sus ojos viajaban de la luna a las estrellas y viceversa.

¿Qué carajos había sucedido antes?

— ¿Haru?

— ¿Mhm? —desvió la vista del cielo y se encontró con Rindou en la puerta del jardín, con las mejillas sonrojas y el cuerpo temblando por el frío de la noche— Oh, ratón, ¿que sucede?

— Te perdiste.

— Salí a tomar aire.

— Podías avisarme.

— Si... —suspiro, intentando despejar su mente—, se que odias el frío, no quise obligarte a salir.

— No importa —se encogió de hombros, como si no se estuviera congelando con la brisa nocturna, aunque el rubor en su nariz lo delataba— también necesito algo de aire.

— ¿Cómo va la fiesta?

— Divertida. Waka mandó a Benkei a comprar una piñata porque se dio cuenta que no hay una piñata en su boda.

— Genial.

— Lo se, ¿y tú?

— ¿Yo?

— Hay algo que te preocupa ¿no? —se acercó, mirándolo con ojos comprensivos— Se te nota en la cara.

— ¿Soy tan obvio?

— Para mi si.

— No es nada.

— ¿Es por lo de hace rato? Si es por eso, yo no-

— No, no descuida no es eso, es... otra cosa.

— ¿Y no me dirás?

— Bueno, no se como reaccionarás.

— ¿Es tan malo?

Sanzu suspiro. No pretendía ocultarle su peculiar encuentro a Rindou, pero tampoco quería arruinarle la noche; no cuando se veía tan bonito y emocionado como un niño en su primera fiesta de cumpleaños.

— Pasó algo cuando te dije que iría al baño; al parecer me encontré accidentalmente con tu hermano mayor.

— ¿Qué? —todo rastro de tranquilidad desaprecio del menor, dejando solamente un manojo de nervios con pupilas alertas— ¿Ran está aquí? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Como es que-?

— Tranquilo, ratón, ¿vez por que me preocupaba tu reacción? Eres como un chihuahua, no trabajas bien bajo estrés.

— ¡Esto es serio, tonto!

— Lo se, lo se, solo... no se, sigo procesándolo.

— ¿Hablaron? Es decir, ¿él te dijo algo?

— Si, intercambiamos un par de opiniones.

— Oh, Dios, dime por favor que ninguno ira a la cárcel.

Haruchiyo sonrió, porque aquella suposición había sonado infantil y ridícula pero Rindou la preguntaba con verdadero nerviosismo.

— No, nadie irá a ningún lado.

El menor suspiro, apenas un poco aliviado por la situación.

— ¿De qué hablaron?

— Nada especial —se encogió de hombros, aunque sabía que su respuesta no convencería al Haitani—, pero creo que sería mejor irnos, no creo que quieras encontrártelo por aquí.

— No, ni de broma.

Sanzu le hizo un ademán con la cabeza y ambos rodearon el jardín para llegar al estacionamiento del lugar; ya después se encargarían de explicarle a los novios porque tuvieron que irse sin avisar.

— ¿No crees que te llamará para preguntarte dónde estás? —le pregunto a Rindou cuando entraron al coche, aún estacionados pero sintiéndose inmediatamente más seguros en la comodidad de los asientos delanteros.

— ¿Quién? ¿Ran?

— Pues si.

— No he hablado con Ran por teléfono en casi dos años.

— ¿Y entonces que crees que hará? ¿Solo seguirá su noche como si nada?

— Para ser honesto, no lo se... — echo la cabeza hacia atrás y miró fijamente el techo, intentando recordar el momento exacto donde dejó de conocer a su propio hermano— Cuando éramos niños sabíamos todo el uno del otro, incluso parecía que teníamos algún tipo de telepatía para saber lo que el otro estaba pensando, podía meterme en su mente y leerlo tan fácil como un libro abierto... pero ahora... ahora apenas si lo reconozco.

— Y aún así lo extrañas...

— ¿Cómo dejó de extrañar a la persona más importante de mi vida?

— No hay forma —admitió—, pero extrañarlo no significa que no lo puedas mandar a la mierda.

Rindou lo miró confundido, preguntándose internamente si se había perdido de una parte de la conversación, — ¿Mandar a la mierda a Ran? ¿Por qué haría eso?

— Por todo. Por los años que te ha ignorado, por el desastre en el que te ha convertido, por cada día que has vivido; no hay una razón específica, solo hazle saber lo cretino que ha sido contigo todos estos años.

— No puedo hacer eso, es mi hermano mayor.

— Y eso no le quita lo idiota.

— ¿Esto es por algo que te dijo?

— No, esto es por ti, porque desde que Ran decidió apartarte no eres capaz de ver lo que eres en realidad. Piensas que el problema eres tu, que mereces las sobras de amor que las personas te dan y que mereces el desprecio de tu hermano porque no crees poder tener algo mejor; pero si puedes, Rin, puedes tener más que migajas, puedes tener más que desprecio, podrías dominar el maldito mundo si tal solo te miraras al espejo y aceptaras lo brillante que eres. Y no te lo digo por estar jodidamente enamorado de ti, te lo digo porque necesitas que al fin alguien te lo diga.

Rindou sintió otra vez sus mejillas arder; un sonrojo tan contradictorio a la sensación de miedo que hace minutos le oprimía el pecho.

¿Por qué con Haruchiyo las cosas jamas eran fáciles?

Cruzo los brazos sobre el tablero del coche y escondió su cabeza entre ellos, sintiéndose como un niño pequeño, triste y avergonzado. A su lado Sanzu rio bajito, porque seguramente había pensado en la misma comparación. 

— No puedes ir diciendo eso tan a la ligera —lo regaño, en voz baja y audible por el silencio del coche.

— ¿Decir que? ¿La verdad?

— No, que tienes sentimientos hacia mi, alguien podría escucharte.

— Podría gritarlo, si me da la gana.

— No lo hagas.

— ¿Por qué?

— Por qué no quiero.

— ¿Por qué te avergüenza que alguien lo escuche?

— Por qué me pone celoso que alguien más que yo lo escuche —corrigió.

Haruchiyo sonrió, porque Rindou Haitani era el único que le podía dar ese tipo de respuestas ilógicamente satisfactorias.

— Vamos, abróchate el cinturón de seguridad —le ordeno, encendiendo el auto. 

— ¿A donde vamos?

— Ya verás.

El rubio lo miró confundido por unos segundos, pero como siempre, no dudo ni se negó; se dejó guiar ciegamente por Haruchiyo Akashi, dejándolo hacer lo que quisiera con su vida.

Salieron del estacionamiento y de la boda, y el resto del camino por la solitarias carreteras se basó en Rindou mandándole mensajes a Wakasa disculpándose por desaparecer y explicándole vagamente la situación, mientras tarareaba alguna canción en la radio y Sanzu manejaba sin decirle ni darle pistas sobre su destino.

Al parar por fin en otro estacionamiento se dio cuenta que estaban en una tienda que no reconocía, pero al entrar por las puertas eléctricas y ver el montón de colores y objetos peculiares supo inmediatamente de que se trataba.

— Tenemos mucho que buscar, pero la noche es joven, así que toma tu tiempo —dijo, tomando un carrito de compras y un gorrito de fiestas de cartón, poniéndoselo sobre la cabeza— tenemos que planear tu cumpleaños.

— ¿Bromeas? acabamos de escapar de mi hermano y de la boda de Wakasa; lo ultimo que quiero es planear una fiesta de cumpleaños que no quiero. 

— Pero necesitas una fiesta.

— No necesito una fiesta.

— Si la necesitas, porque este año obligarás a tu hermano a celebrar tu cumpleaños. Harás una fiesta solo para él y para ti, lo obligarás a estar ahí, comer pastel y escuchar lo mal que te ha echo sentir los últimos cinco años, después, si quieres, podemos ir a comer McDonals.

— Pero-

— Nada de pretextos, ratón, es hora de detener la autodestrucción del hermano menor... Ahora, ¿donde están las cosas de Paw Patrols?







Este capitulo fue reescrito como 6 veces y este fue el mejor resultado, perdón por tardar en publicar  y porque no fue lo mejor. 

Solo un capitulo hoy porque la siguiente actualización viene fuerte, así que... si, eso; cuídense mucho y tomen agüita ✨💛


Dato innecesario: En una de esas versiones se menciona que Rindou se parce mucho a su madre, incluso heredo su miopía, y que la mujer era muy bella incluso cuando Ran solo la recuerda ebria.

Y en otra versión, Sanzu literalmente le dice a Ran: 

Si, sobre eso... mira, hombre, acabo de declarmele a tu hermano y vine aquí a ocultarme de él, pero tu estas aquí, así que... quisieras, no se, ¿ir a otro baño a protagonizar un encuentro épico por allá? También podemos agendar una cita, si quieres.

Fue muy cómico pero no quedaba en la escena. 

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