Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

23. STAY

Sanzu entró a la habitación y esquivo una almohada que se dirigía perfectamente a su cabeza. Rindou lo ignoro y siguió arrojando peligrosos misiles por todo el lugar.

Solamente había estado una vez en la cueva del rubio, por menos de un minuto y sin prestar demasiada atención por estar discutiendo sobre un capítulo de Ladybug; sin embargo, puede recordar que en esa ocasión no era ni la mitad del desastre que era ahora.

Paso al cuarto sin siquiera ser notado por el menor, se sentó en la silla del escritorio y río al ver una colección de muñecos de caja de cereal.

Ridículamente adorable, pensó, esquivando esta vez un CD qué pasó cuál cuchilla a su lado.

Repaso con la mirada la habitación, desde la ropa apiladas en una torre sobre la cama, hasta los libros desordenados en el librero; frunciendo el ceño al ver en el calendario un círculo enmarcar un número.

— ¿Qué significa eso? —preguntó, siendo casi ignorado por un estresado Rindou que seguía desordenando su propia habitación— Oye, ratón, ¿piensas remodelar tu madriguera?

— No hables, no ahora.

— Oh, me disculpó por romper tu meditación —rodó los ojos— ¿De todas formas, qué estás haciendo?

— Buscando la maldita invitación ¡juro que la dejé aquí!

— ¿La invitación a la boda de Waka?

— ¿Cuál más, idiota? —preguntó, completamente estresado.

Sanzu admitió que la pregunta era un poco -demasiado- absurda, pues el único plan que tenían para ese día y del cual se necesitaba invitación era la boda de su amigo; pero tampoco podían culparlo demasiado, no cuando tenía a Rindou Haitani vestido con un traje perfectamente a la medida delineando su bonito cuerpo.

Justo como me gustan, pensó, sin poder evitar reír y llevarse una mala mirada de parte del menor.

— Ya, tranquilízate —le dijo, aunque Rindou no le hizo mucho caso.

— Tenemos que estar ahí en una hora y no la encuentro por ningún lado.

— Te estás angustiando demasiado, así no lograrás nada. Además, no la necesitas, puedes venir como mi acompañante.

— ¿Qué?

— Puedo llevar un acompañante —se encogió de hombros— podemos ir juntos aunque no encuentres tu invitación.

— ¿Por qué no dijiste eso antes?

— Era divertido ver como te estresabas.

Rindou lo golpeó con una almohada y Sanzu levantó ambas manos en señal de paz.

— Anda, no me digas que no creías que esto podía pasar ¡estaba predicho desde el principio! —recordó— Waka estaba confiado de que te pediría ir conmigo a la boda, pero como usualmente olvidó las cosas importantes, te dio una invitación para que su malvado plan no fallara.

— ¿Así que según tu, esto es cosa del destino?

— Si, del destino y de tu mala suerte.

— ¡Estoy seguro de que deje la maldita invitación aquí! —otra vez, se giró al desastre que tenía como cama y comenzó a buscar entre la prendas apiladas.

Sanzu suspiro. No había forma de ganarle al mocos caprichoso, — Ya te dije que no la necesitas.

— Pero al menos debo intentar encontrarla.

— ¿Me harás arrodillarme para que aceptes dejarla y podamos irnos?

— Solo dame dos minutos, estoy seguro de que está por aquí.

Haruchiyo volvió a rodar los ojos. Rindou Haitani era tan testarudo como solo él podía serlo, y aún así lo tenía babeando en la palma de su mano.

— Eso me pasa por tener buenos gustos —murmuro, decidido a terminar con ese drama.

Rindou pudo jurar que su corazón se detuvo por al menos un minuto cuando sintió una mano tomar la suya con delicadeza y obligarlo a voltearse, solo para encontrarse a Haruchiyo Akashi arrodillado frente a él, vestido de traje, mirándolo fijamente.

El mayor se aclaró la garganta, regresándolo al mundo terrena e intentando no sonreír demasiado por el bonito rubor que apareció en las mejillas del rubio.

Rindou mocoso ratón Haitani, ¿me harías el maravilloso honor de seguir con los planes del malvado destino y acompañarme a la boda del sujeto que te intento adoptar?... ¿por favorcito?

El adolescente pudo jurar jamás haber sentido un combo de emociones como esas; su rostro se desvió torpemente para evitar que viera su sonrojo, pero la felicidad en su cuerpo lo traicionó y no pudo evitar soltar una risita; tal vez por los nervios, por el apodo o por el "por favorcito"

Suspiro sin dejar de reír y sonreír, y eso hizo a Sanzu también sonreír.

— Claro que si, idiota.

— ¿Te convenció el "por favorcito", verdad?  —preguntó burlándose, besando los nudillos ajenos y poniéndose de pie de nuevo.

— Si, te ganaste mi corazón con eso.

— Lo sabía, es un arma poderosa.

Volvieron a reír mientras caminaban a la salida del departamento, sin prestar atención a sus manos entrelazadas y la invitación abandonada bajo la colección de figuritas de cereal.

— No llores.

— No estoy llorando, tú estás llorando.

— Claro que no...

— ¡Chicos, estoy llorando!

— ¡Nosotros también!

Ambos abrazaron a Wakasa, entre lágrimas, nostalgia y felicidad por la unión de la ahora pareja de casados.

La ceremonia se había llevado a cabo con perfección, cautivando a los invitados por el amor y seguridad que irradiaba la pareja al unir sus almas de por vida y lo eufóricos que lucían aún a través de los nervios por dar ese paso en su relación. Ahora, Shinichiro estaba con Benkei y Takeomi en una esquina, recibiendo el pésame de sus amigos en forma de burla mientras Wakasa le presumía a todo lo que se moviera su anillo de bodas.

— Me alegra que pudieran venir, hubiera parado la boda si no los encontraba.

— Con tu estado de embarazada, si lo creo —Wakasa le golpeo el hombro y Sanzu se recordó a sí mismo porque en sus tiempos le llamaban el leopardo blanco — Mierda, eso en verdad dolió. Rindou, calma a tu mamá.

Esta vez, el rubio fue quien le golpeó el otro hombro, y Haruchiyo consideró seriamente cerrar la boca.

— Carajo, si que te vendría bien adoptarlo —ambos lo miraron amenazantes. Haruchiyo levantó ambas manos en señal de paz. No quería terminar la fiesta sin brazos.

— Te lo repito, Rin; si te cansas de este idiota puedes buscarme.

— Ya lo-

— ¡No! No, no, no; hace dos días Senju intento quitármelo —rodeó a Rindou con los brazos y lo pego a su pecho —Ya estoy harto, búsquense el suyo y aléjense del mío, me tarde veinte años en encontrarlo.

— No seas envidioso, Haru, comparte un poco a Rin —siguió provocando Wakasa, ocasionando solamente que él más alto alejara al mocoso de su tacto.

— ¿Por qué no vas mejor a disfrutar de tu vida de felizmente casado?

— Ya tendrás el placer de vivirlo, envidioso.

— Si, como digas.

— Bien, los dejare solos, pero solamente porque ahí viene Mikey y desde que empecé a salir con su hermano me insiste en que debo de darle su mesada.

— Maldito enano rabioso, solo quiere sacar dinero para sus dulces.

— Si, la otra vez le pidió a 'Zana algo llamado "impuestos por uso y préstamo de hermano mayor" y terminaron peleando en la cocina.

— ¿'Zana?

— Su medio hermano adoptivo, no lo conoces, tal vez solo se vieron un par de veces cuando eras pequeño.

— No lo recuerdo, a decir verdad.

— Está afuera esperando a sus amigos que llegarán tarde por un bloqueo en la carretera, tal vez puedas conocerlo al fin.

— Si, sería interesante —se encogió de hombros.

A lo lejos, Manjiro empezó a caminar hacia ellos, haciendo que Imaushi se despidiera rápidamente de sus invitados y saliera corriendo al lado contrario.

— ¿Qué le pasa a Waka?

— Le das miedo y cree que lo vas a dejar pobre.

— Inteligente.

Ambos asintieron, viendo al albino perderse entre sus invitados. Mikey regresó la mirada a su amigo y sonrió al ver al chico de mechas turquesas casi acurrucado sobre el pecho del mayor, sin molestarle el brazo de Haruchiyo rodeándolo o la cercanía casi asfixiándolo.

— A ti te estaba buscando. Tu debes ser el novio de este bastardo, mucho gusto, soy Manjiro Sano.

— ¿Eh? ¡Ah, si! Mucho gusto, Rindou Haitani, pero-

— Necesito hablarte de algo, ¿Haru, me lo prestas?

— ¿Qué? ¡No! Consíguete el-

— ¡Gracias!

— Maldito enano, ¡regresa aquí!

Rindou se dejó arrastrar confundido por el rubio, hasta llegar a una mesa donde otro montón de adolescentes hablaban y discutían entre ellos.

— ¡Ya lo encontré chicos! El novio de Haru está aquí.

— Pero yo no-

— Mira, Rin, te los presento —empezó a señalar de derecha a izquierda a todos los que estaban sentados en la mesa sonriéndole amablemente, como si apenas un minuto atrás una chica rubia no estuviera amenazando a todos con una cuchara— él es Chifuyu, él es Inupi, él es Mitsuya, ella es mi hermana Emma y este es Pah... en realidad el no tendría que estar aquí pero le gusta el chisme.

Saludo a todos un poco apenado por su repentina aparición, recibiendo una mirada divertida de Inupi como si estuviera ya acostumbrado a esto.

— Te hemos convocado a esta reunión-

— En realidad lo arrastraste hasta aquí.

— Si, eso. —corrigió — Te he arrastrado a esta reunión porque formarás parte de la gran batalla por el honor.

— En pocas palabras... —explicó Inupi— queremos ver quién es capaz de atrapar el ramo.

— Baji y Tora apostaron por Chifuyu —comenzó a contar Pah— Mikey obligó a Draken y Takemichi a apostar por el; Hina y Senju apostaron por Emma; Hakkai y Yuzuha por Mitsuya y Taiju y Kokonoi por Seishu. Pero todo sabemos que yo lo tomaré.

— ¿Por qué tu? —se quejó Chifuyu, claramente ofendido por su declaración— Ni siquiera pudiste invita a esa chica que te gusta.

— Si, Pah, déjanos defender nuestro honor, ya llegará tu día.

— ¡Bastardos, yo también quiero defender mi honor!

— ¡Dijiste que era algo tonto al principio!

— ¡Si, solo te quedaste porque Mitsuya tenía gomitas!

— ¡Pero ya me lo tomé en serio!

— ¡Oigan, la que debería estar molesta soy yo! Se supone que solo las chicas van por el ramo.

— ¡Las chicas y los pandilleros cool, Emma, no discrimines!

Rindou retrocedió un paso, convencido de que alguien saldría sin un ojo de esa pelea; sin embargo, una mano rodeo su cintura y un perfume muy conocido llegó a su olfato.

— Disculpen, ¿me lo puedo robar?

— ¡No, Sanzu, aún no terminamos de-!

— ¡Gracias!

Manjiro maldijo pero Sanzu lo ignoró, arrastrando a Rindou lejos de la escandalosa mesa.

— ¿Te salve?

— Si —suspiro aliviado— gracias; estoy seguro de que una cuchara nunca pareció tan peligrosa.

Haru rió bajito y le extendió una mano, señalando vagamente la pista de baile con la cabeza.

— ¿Me concedes esta pieza?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro