20. STAY
Okay, lo admitía, había sido mala idea.
Muy mala idea.
— Si te mueres te mato, Haruchiyo.
Miró con una ceja enarcada al dueño de aquella estupida frase, para después regresar la cabeza al cesto de basura.
En su intento de molestar a Rindou subiéndolo contra su voluntad a un juego mecánico, no había contado con la terrible resistencia del menor a los giros y velocidad de la atracción, siendo él el que terminó casi muriendo al salir del juego.
"Karma", le había dicho mientras lo acompañaba a un bote de basura, solo como precaución.
— Quédate aquí, no levantes la cabeza —le ordeno, caminando nuevamente a los puestos del festival del que se habían alejado para no molestar a los demás.
Su cita había consistido en caminar juntos por el colorido lugar, subir a un par de atracciones menos problemáticas, comprar comida y jugar engañosos juegos en los que no terminaban ganando nada pero competían como locos. Además, Sanzu había cumplido su promesa y le había comprado un globo a Rin, el cual llevaba atado en su muñeca para no extraviarlo, lo cual solo lo hacía ver más adorable pues aún le enternecía la reacción tan infantil que tuvo al elegir el globo en forma de pulpo con emoción.
De hecho, estaba disfrutando demasiado la cita que había empezado como excusa para molestar al menor un rato.
Y no podía negar que no le emocionaba un poco ser la primera cita de Rindou, aún cuando esa no era la intención.
No podía entender como los bastardos con los que llegaba al hotel eran capaces de estar con el una sola noche y luego olvidarlo, cuando el a veces solo esperaba la mañana siguiente para poder planear como molestarlo otra vez.
Tal vez, Rindou no era el único que se sentía solo.
Tal vez, acusarlo de prostitución, acosarlo y terminar en la cárcel había sido la serie de consecuencias mejora planeadas por el destino para unir dos almas solas que realmente no querían estar solas.
Tal vez, estaba cayendo un poco por ese mocoso bonito y agresivo.
Y tal vez no estaba listo para eso.
— Regrese —avisó; llevaba consigo una botella de agua, una bolsa de caramelos y una barra de chocolate—. Tienes que sentarte, ven, busquemos una banca; te compre unas cuantas cosas para que recuperes el alma.
Sanzu le agradeció con la mirada, caminando unos cuantos metros a la banca más cercana y suspirando después de tomar un largo trago de agua.
— ¿Quieres que vaya al auto por las pastillas que siempre tomas? ¿O quieres que vaya a comprar algo más?
— No, mocoso, no te preocupes, estoy bien.
— Sigues pálido —poso una mano en su frente, suave y delicado, como si fuera consiente de que las personas se rompen con el tacto— y frío. Iré por tu medicina, abre el auto.
— No —lo detuvo, tomándolo de la muñeca y obligándolo a sentarse nuevamente en la banca— No, no es medicina, no ayudará. Solo... solo quédate aquí, ¿si?
— Bien...
Con ayuda de los dulces y el apoyo del menor logró sentirse un poco mejor, al menos lo suficiente para no estar en riesgo de regresar su comida a cualquier minuto; Rindou lucia un poco preocupado, pero soltaba algunas bromas para amenizar el ambiente y hacerlos reír a ambos, mientras jugaba con el listón de su globo un poco nervioso y otro poco aliviado.
— ¿No te vas a morir, verdad?
— No, exagerado, solo tuve un mal momento.
— Que bueno. No quería tener que darle explicaciones a Takeomi.
Sanzu sonrió cansado, dejando caer su cabeza hacia atrás y cerrando los ojos ante la brisa fresca de aire que lo reconfortaba después de ese pequeño incidente.
— Lo siento.
— ¿Eh? ¿Por casi morirte?
— Si... y por acusarte de prostitución hace un tiempo. No debí hacerlo, saqué conclusiones estupidas y rápidas y solo te hice sentir mal y te moleste por un buen rato.
— Ah, si, eso... —sonrió con una extraña nostalgia, recordando a un Sanzu preso por una noche y la serie de cosas que pasaron después de eso—. Antes me molestaba, me hacía pensar si en verdad me veía tan mal como para que alguien creyera que me dedicaba a venderme de esa forma; pero si te soy honesto, aunque en ese tiempo eras un idiota sin neuronas, no cambiaría la forma en que sucedieron las cosas.
— ¿En serio?
— Si, creo que todo lo que sucedió después de eso fue lo que no llevó a estar aquí, y... se que no me dejarás olvidar que te dije esto porque eres un bastardo que usa mis palabras en mi contra pero, antes de que llegaras, en verdad mi vida era una mierda autodestructiva y conformista, pero ahora cada mañana me siento un poquito más vivo al saber que terminare en algún lugar del mundo discutiendo contigo sobre que shampoo debería usar.
Haru sonrió, porque era justo así como funcionaban ellos. Abrió los ojos y lo miró directamente, notando lo bonito que se veía con las mejillas rosadas y los ojos brillando por la luna.
Quería acercarse.
Acercarse lo suficiente para ver su reflejo en sus pupilas, para descubrir el cosquilleo de su respiración o cuántos tonos podía subir aún más el color de sus mejillas.
Acercarse para nunca más alejarse.
Acercarse para quedarse.
— Se supone que este es el punto de la cita donde tengo que besarte.
— ... ¿Y lo harás?
Sanzu no contestó. Se inclinó, tomó su rostro, y depositó el beso más frágil y sincero que Rindou Haitani había recibido en su vida sobre su mejilla, subiendo hasta su oído, acariciando la piel con la punta de su nariz.
— El mundo no te merece, Rindou.
Los sentimientos están más que nunca sobre la mesa; este es el capítulo más corto pero también más sentimental, se viene la boda de Waka y con ella una dosis de comedia y drama típica de esta historia; recordemos que Ran también está invitado y Rindou no lo sabe.
No soy mucho de dejar notas, pero en verdad me gustaría (por favor) saber qué piensan de la historia, estoy teniendo un bloqueo con los últimos capítulos y en verdad no quiero pausar las publicaciones por un mes o dos para concentrarme en escribir; así que pienso -creo- que saber su opinión sobre la historia me podría motivar un poquito a darle un rumbo final.
Gracias por detenerse a leer, cuídense mucho 💛✨
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