19. STAY
Haruchiyo se aclaró la garganta, incapaz de creer que nuevamente su boca había actuado antes que su cerebro.
Rindou bajo la mirada sonrojado y casi avergonzado mientras Wakasa se reía detrás de ellos.
— Digo, a lo que me refiero es que-
— ¡Vamos, Haru, no seas malo! —exclamó Imaushi, tomando por los hombros al rubio— ¡Rin se ve muy bonito, no es nada que se deba ocultar!
— Si... como sea, venia a avisarles que Shinichiro y yo saldremos por algo, ¿quieren que compremos algo de regreso?
— Helado de limón y también de cereza, ¡oh y donas! Si, eso.
— Pareces embarazado —esquivo una almohada y regreso su mirada al rubio— ¿Tu quieres algo, Rin?
— No, gracias, estoy bien.
— Entiendo, regresó en unos minutos. Si Waka entra en labor de parto nos llamas.
— Idiota —el mayor le lanzó otro cojín y Sanzu desapareció por el pasillo— Es un tonto.
— Lo se.
— ¿Por qué nos gustan los hombres con pocas neuronas? Comienzo a creer que necesito hacer una tesis sobre eso.
Rindou miró por donde Haru había desaparecido, acariciando el velo con delicadeza y sonrojándose al recordar los brillantes ojos sobre el, mirándolo de una forma en la que nadie jamás lo había hecho.
O tal vez solo su estupida mente adolescente lo estaba confundiendo.
— Si... una tesís suena bien.
Sanzu bajo la velocidad y se detuvo en una luz roja, esperando a que el semáforo cambiara de color y escuchando como a su izquierda, en el asiento del copiloto Rindou tarareaba una canción que solo él conocía mientras jugaba Angry Bears en su celular.
Últimamente sus pensamientos divagaban mucho, pensando en todo y nada; en el pasado, en el futuro y a la vez en el presente. Era como si el sistema de organización mental que le había servido todos estos años se hubiera ido al carajo y ahora no hubiera nada que limitara sus pensamientos.
Tenía un tic nervioso en su mano derecha, se sentía cansado y aturdido; Shincihiro lo había notado, pero apenas si lo discutieron un poco, sabiendo por experiencia que las palabras incorrectas podrían causar un daño mayor.
— ¿Te siente bien? —llamó la voz del mocoso a su lado, sacándolo de sus pensamientos y regresándolo a la realidad.
— ¿Eh?... oh, si, si, todo bien, solo... —tomó el bote de pastillas que guardaba en el porta vasos y echo dos a su mano, para luego tragárselas sin esfuerzo alguno— solo necesito unas de estas.
Rindou lo miró con una extraña mezcla de duda y preocupación, pero la luz verde del semáforo los obligó a avanzar y dejar el tema de lado.
Las luces del festival resplandecían a lo lejos, junto a la multitud de personas que caminaban hacia ellas. El cielo estaba oscureciendo; habían salido tarde de casa de Shinichiro y Wakasa por platicar con ellos sobre la boda y aceptar su invitación a comer, solo para molestar a Imaushi con su supuesto embarazo; pero no les importaba mucho el tiempo, porque todo se veía más bonito con aquella aura nocturna.
— Podemos regresar si no te sientes bien —sugirió el menor, aún preocupado con su comportamiento.
— Estoy bien, ratón, no pienses demasiado en mi. Además, ya estamos aquí, al menos podemos bajar a ver un poco.
— ¿Seguro?
— Si, seguro. —afirmó, estacionando el auto en el mismo estacionamiento donde unos días atrás se habían detenido a comer hamburguesas.
— Pero-
— Si te callas te compro un globo —condiciono infaltilmente, bajando del auto y escuchando a Rindou bufar desde dentro.
Espero a que el rubio bajara también y luego de recibir un golpe en su hombro caminaron juntos al festival.
— Hay muchos juegos — observó el menor, sonriendo por el ambiente que los rodeaba.
— Y muchas personas.
— Y muchas luces.
— Un lugar perfecto para esas abejitas que buscan revolotear una alrededor de la otra.
— Se llaman citas, tonto.
— Si, esa tontería.
— ¿Crees que una cita es una tontería?
— ¿Tu no?
— No lo se —se encogió de hombros— nunca he tenido una.
— ¿En serio? ¿Por qué? Podría jurar que tus sugars te llevaban a Paris a desayunar todas las mañanas.
Rindou le dio un pequeño empujón con su hombro, sin ofenderse por la pregunta o la burla.
— Supongo que los hombres con los que frecuentaba no estaban interesados en estar conmigo más de una noche. Algunas veces sentía que solo preguntaban mi nombre por cordialidad.
— ¿Y aún así volvías cuando la luna volvía a salir?
— Me sentía solo —confesó— Con unos cuantos tragos encima hasta ser usado por una sola noche se sentía mejor que el departamento frío.
Sanzu analizó sus palabras, sintiendo una opresión en el pecho por los sinceras y naturales que sonaban, como si Rindou Haitani en verdad pensara que se merecía eso y aceptara un destino tan opaco.
Pero luego una sonrisa se dibujó en su rostro, porque Rindou había hablado en pasado y no en presente.
"Me sentía solo" había dicho, dándole un amplio espacio para interpretar sus palabras por sí mismo.
Y él decidía interpretarlas como que ahora su departamento no se sentía tan frío cuando olía a panqueques y discutían en la sala por cosas absurdas como dos niños pequeños.
— Tengamos una cita —soltó de repente.
— ¿Eh? —lo miró con ojos sorprendidos, sin esperarse realmente esa invitación— ¿Nosotros dos?
— No, tonto, ve e invita al calvo de allá a una cita —rodó los ojos— ¡por supuesto que nosotros dos, ratón!
— Pero... nosotros...
— Vamos, será divertido —pasó un brazo por sobre sus hombros, siguiendo su recorrido por el festival entre luces, puestos y juegos— Evitaremos que mueras sin tener una deprimente cita.
— ¿Y qué ganas tu con esto?
— Ganó puntos con Dios, por ser un ser tan benevolente y considerado con los demás.
— Y un egocéntrico de primera.
— Si, tal vez.
Un grupo de niños pequeños paso corriendo, obligándolos a separarse y llamando la atención del menor quien los siguió con la mirada sonriendo con nostalgia al recordar las veces que su hermano mayor lo arrastraba a un festival para distraerlo de toda la mierda con la que vivían rodeados.
Cuando regresó la vista a Sanzu, este lo tomo de las mejillas con una sola mano, presionando en una mueca rara y capturando la imagen en una foto con una sonrisa burlona y victoriosa.
— ¿Que hace? —gruñó, deshaciéndose del agarre.
— Primer pasó: Presumir con otras abejitas que yo también tengo mi propia abejita.
— ¡Deja de usar a las abejas como sujetos!
— Jamas. —terminó de teclear en su teléfono y le mostró la pantalla, con una historia de Instagram recientemente publicada— ¡Ta-dha! Paso uno, listo.
Rindou miró sonrojado la imagen. No estaba acostumbrado a que le tomaran fotos y mucho menos a ser "presumido" en alguna red social por otra persona.
— Mierda, baja eso.
— ¡Pero te ves adorable!
— No, quítalo.
— Lo haré cuando termine nuestra cita.
— ¡Sanzu!
El mayor río y volvió a pasar su brazo por sobre sus hombros, mientras el rubio intentaba quitarle el celular y el otro lo alzaba en su mano lejos de su alcance.
— Nos espera una larga cita, pequeña abejita.
— ¡Te lo dije, te lo dije! —celebró Wakasa, poniendo el celular frente a la cara de su prometido y ocasionando que este perdiera en el videojuego que jugaba con sus hermanos.
— ¡Eso no significa nada!
— ¡Acepta tu derrota, perdedor!
Shinichiro bufo y tomó el celular, —Me niego, necesito más pruebas.
Sus hermanos, curiosos por la discusión de la pareja, se acercaron a ver lo que sucedía.
— ¿Rindou? —murmuró Izana, viendo la pantalla por sobre el hombro de su hermano.
— ¿Es el Instagram de Sanzu? —preguntó Mikey, reconociendo el usuario inmediatamente— ¿Quién es ese chico? ¿Por que subió una foto de él?
— Porque son novios —contestó Wakasa orgulloso, mientras Shinichiro negaba.
— Claro que no, Haru me dijo que no estaban saliendo.
— Te mintió. Las pruebas están ahí, Shin.
— No te pagaré los veinte dólares hasta que lo confirmen.
— ¡No es justo!
— ¿Apostaron sobre una relación ajena? —preguntó Emma.
— Así sobrevive un futuro matrimonio, hermanita.
— Ustedes son raros.
Sus hermanos se comenzaron a dispersar mientras la pareja seguía discutiendo, buscando aún más pruebas y subiendo cada vez más la apuesta.
Por su lado, Izana tecleaba en el buscador de Instagram el usuario que había visto en la pantalla del celular, para después tomar captura a la historia publicada apenas minutos atrás y enviarla a un contacto en específico.
"Oye, Haitani, ¿ese no es el "bastardo Akashi" con el que tu hermanito no salía?"
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