10. STAY
Ran miró su reloj, preguntándose cuánto más tenía que soportar a esa bola de idiotas antes de volver a casa.
Amaba a sus amigos, pero a veces no entendía como tanta idiotez cabía en cerebros tan pequeños.
— Tu, Ran idiota, ¿por qué no nos lo habías dicho? —preguntó directamente Izana llegando hasta ellos.
— Hola a ti también —rodó los ojos— ¿De que hablas?
— De tu nuevo cuñado, ya sabes, ese chico Akashi.
— ¿Qué?
— ¿Taekomi? —preguntó Shion confundido— ¿No es muy viejo para ser tu cuñado?
— No, habló de su hermano menor —el albino tomó asiento y comenzó a explicar su travesía— por la tarde fui al supermercado y me encontré a Rin, iba con su novio, el hermano menor de Takeomi. El niño sí que sabe elegir sus presas.
— Te tuviste que haber equivocado.
Izana sonrió al ver como la mirada de Ran se oscurecía. Uno de sus hobbys era molestar a las personas, y el mayor de los Haitani no podía ser su excepción.
— Takeomi es mejor amigo de mi hermano mayor, conozco a su familia perfectamente; créeme, tu hermanito está saliendo con Haruchiyo.
— No es tan malo —mencionó Mochi, encogiéndose de hombros— Es decir, estamos hablando del futuro heredero de una cadena de hoteles, ¿en serio hay algo de que molestarse?
— Rindou no sale con el bastardo de Akashi —recalcó molestó.
— ¿Seguro?
— Por supuesto.
— Bien, y dime, ¿qué cereal come Rindou?
Ran frunció el ceño ante la pregunta de Izana, — ¿Esa mierda que tiene que ver?
— Nada, solo que el bastardo de Akashi si lo sabe.
Y si el rubio ignoró el resto de la conversación no fue porque le haya molestado las palabras del albino, sino porque le molestaba no saber la respuesta ante la estupida pregunta.
— Escucha, Rindou mocoso Haitani, si hay dos cosas que odio en esta vida es la letra H y Toy Story, así que cambia eso o no habrá panqueques para ti.
— ¿La letra H?
— ¡Quita la película!
— Ya voy, ya voy —bufó y obedeció.
Sanzu sonrió complacido y volvió a la cocina a terminar con su proyecto culinario.
Después de cuatro intentos fallidos de hacer Hot cakes por el menor, Haruchiyo prefirió evitar una intoxicación severa preparando el mismo la comida, porque a ambos les parecía buena idea comer panqueques como plato principal.
— ¿Quieres ver Monster Inc.?
— No
— ¿Up?
— Jamas.
— ¿101 dálmatas?
— Ni pensarlo.
— ¿Entonces que carajos quieres ver?
— ¿No tienes Shrek?
— ¡No veremos Shrek!
— ¿Por qué no?
— Simplemente no, escoge otra cosa.
Haruchiyo salió de la cocina con dos platos repletos de panqueques apilados cubiertos con chocolate liquido y chispas de colores, y se mordió el labio para no reír cuando vio los ojos de Rindou brillar bajo el vidrio de sus gafas. Ese ratón seguía siendo un niño.
— Pon algo aleatorio —sugirió, dejando los platos en la pequeña mesa del centro de la sala.
— ¿Lo que sea?
— Si, será divertido ver algo sin elegirlo.
El rubio se encogió de hombros y oprimió el botón de elección aleatoria mientras terminaban de organizar su improvisado almuerzo; para cuando el algoritmo eligió una película, ambos quedaron incrédulos ante la elección.
— Bueno... será divertido. Muy educativo, si me preguntas.
— ¡Es Ladybug!
— ¿Y no te gusta? Es lo que ven los niños de tu edad ¿no?
— Tengo dieciocho año, idiota.
— ¿Y aún no superas a los Paw Patrols?
Y lo siguiente que sintió Sanzu, fue él almohadazo más fuerte que pudo haber recibido en su vida.
— Okay, entendido, no meterme con los Paw Patrol, lo tengo —levantó las manos en señal de paz. Había descubierto que molestar a Rindou Haitani se había vuelto su actividad favorita— ¿Podemos comer sin que tus gustos cinematográficos intervengan?
— Idiota —gruño, sentándose en el sofá y tomando un plato de panqueques.
Sanzu sonrió victorioso y tomó el plato que sobraba mientras reproducía la serie en la televisión.
Si alguien le hubiera dicho un mes atrás que estaría comiendo Hot cakes mientras veía Ladybug con el ratón que se escurría de su habitación de hotel cada mañana, definitivamente hubiera pagado la terapia del pobre desgraciado que pensara que aquello en verdad tenía la probabilidad de pasar; sin embargo, ahora lo que parecía imposible estaba sucediendo.
Y si se lo preguntan, en lugar de ser algo ridiculo, se atrevería a catalogar esa escena como algo casi perfecto.
Porque el mocoso que estaba a su lado no era el mismo que llegaba ebrio al Blinding Hotel pidiendo una habitación, no el que escapaba de sus malas decisiones la mañana siguiente o el que bebía hasta perder la conciencia en algún bar. El mocoso que tenía a su lado era el verdadero Rindou Haitani, un niño rubio de mechas azules que usaba shampoo de avellanas, le gustaba Toy Story, vestía con camisas el triple de su talla y compraba cereales con figuritas de animales porque tenían juguetes incluidos.
Se preguntó por un minuto cuantas personas conocían a ese niño y cuantas otras solo conocían a su apariencia nocturna. Se preguntó cuál le gustaba más al propio Rindou y con cuál se quedaría si hubiera la opción de no volver a cambiar.
Y luego se preguntó porque los panqueques y la serie habían quedado en segundo plano para darle protagonismo a ese ratón rubio.
— ¿Quién es ella? —preguntó, saliendo de sus pensamientos y mirando por primera vez lo que se reproducía en la televisión.
— La protagonista.
— ¿No era la mala?
— No, la rubia es la mala; es la mejor amiga del chico que le gusta a ella.
— Ah... —asintió, relacionando a los personajes en su mente y sonriendo cuando se percató de toda la información— ¿Acaso alguien es fan de Ladybug y no quiere admitirlo?
— ¡No soy fan de Ladybug!
— Sabes demasiado como para no serlo.
— Tengo mucho tiempo libre, tengo que entretenerme con algo.
— ¿Lo ves? Yo tenía razón, este es el tipo de entretenimiento de un mocoso de dieciocho años. Ladybug es el nuevo Paw Patrol.
Espero escuchar algún tipo de reclamo de parte del menor intentando defenderse pero en su lugar escuchó una risita que le caló el alma y viajó hasta sus huesos.
Se dio cuenta por primera vez que en todo el tiempo conviviendo con ese mocoso jamás lo había escuchado reír y se arrepintió inmediatamente de nunca haberlo notado antes.
— Esto es muy absurdo —dijo Rindou, sin notar el colapso que había causado en el mayor— Se supone que tenemos la edad para discutir sobre algo más que Ladybug y Paw Patrol.
— Si... —Sanzu se aclaró la garganta, saliendo de su trance y volviendo a su realidad— Digo, por supuesto que podemos hablar de política y... ¿sexo? ¿Ese es un tema de adultos?
— Se supone.
— Bien, hablemos de eso. Política y sexo.
— Está bien, ¿Qué quieres saber?
— Hijo de- —guardó silencio cuando Rindou volvió a reír— ¡Se supone que yo soy el adulto aquí! Yo debería de enseñarte a ti.
— Está bien, esta bien —levantó las manos en señal de paz— Dime, señor adulto, ¿como declaró impuestos?
— No lo se, siguiente pregunta.
— ¿Que clase de respuesta fue esa? ¡Se supone que tu eras el adulto!
— Pero no debías de hacer una pregunta tan intelectual; busca un tutorial de YouTube, niño, y pregúntame a mi sobre como nacen los bebés y esas cosas.
— Okay, lo haré —se mordió el labio para calmar las risitas involuntarias que nacían por lo divertida y absurda que era la situación— Dígame, señor Haruchiyo, ¿como nacen los bebés?
— Mira, pequeño Rindou; cuando dos abejitas se quieren mucho... follan en un hotel a la orilla de la carretera y quedan embarazados por ser idiotas y no usar protección; después, papá abeja considerará mudarse de país y mamá abeja tendrá un parto horrible donde nacerá una abejita pequeña y chillona... ¿alguna duda?
— Demasiadas, a decir verdad.
— Bueno, también busca un tutorial de esto.
— ¿No podría encontrar porno si busco eso?
— Si, tienes razón... —fingió pensarlo, como si en verdad fuera un profesor con un problema real— ¿Tienes un par de títeres?
— ¡No te daré dos títeres para que hagas una obra de dos abejas follando!
— ¡Será una gran producción! Tendrá música y pirotecnia.
Rindou volvió a reír, sin poder creer lo absurdo e irreal que se había convertido aquella conversación.
A decir verdad, nunca se imaginó poder estar así con Haruchiyo Akashi, el hombre que le hacía la vida imposible y lo molestaba cada vez que tenía oportunidad.
— Esto es algo serio, Rin, ¿como aprenderás si te estás riendo?
— Esto es más absurdo que Ladybug.
— ¿Cómo te atreves a- ?
Una notificación en el celular del mayor llamó su atención y después de darle una revisada rápida al mensaje que había llegado a su pantalla, su sonrisa creció.
— El destinó esta de nuestro lado.
— ¿Eh?
— ¡Te enseñaré como nacen los bebés!
— Oh, no, mierda no.
— Descuida, te llevare a un lugar lleno de abejitas idiotas con muchos futuros problemas.
— ¿Es decir...?
— ¡Una fiesta!
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