04. STAY
Rindou es un paranoico de primera. Si, lo sabe.
Pero en ese mismo momento puede jurar que alguien le instalo un localizador.
De otra forma, ¿como carajos Haruchiyo Akashi aparecía afuera de su habitación cada mañana?
El juego de atrapa al ratón -donde claramente él era el ratón- era divertido porque Sanzu se las ingeniaba para encontrar la habitación en la que se metía Rindou, ya sea coqueteando con la recepcionista del hotel o consiguiendo el acceso a las cámaras de seguridad para ver en qué piso se detuvo el rubio; pero también había ocaciones en las que sus planes no resultaban como lo esperaba y terminaba acosando a otra persona o metiéndose en problemas con otro cliente.
Eso era divertido. Al contrario de los últimos tres días donde Haruchiyo lo encontraba sin ningún problema y apenas abría la puerta en busca de escapar lo veía ya esperándolo.
Y llámenlo paranoico, pero estaba seguro de que Haruchiyo había obtenido ayuda extra para localizarlo.
— Deja de acosarme, idiota. Es raro.
— No te estoy acosando.
— Claro que si —lo miró de forma acusadora, aunque Sanzu no lo pudo ver muy amenazante por estar preguntándose cómo se vería esa misma expresión detrás de los lentes que usaba Rindou en la calle pero nunca en el hotel— ¿Qué es lo que quieres?
— Solo me aseguro de que no hagas nada estupido.
— ¿Cómo prostituirme?
— ¿Lo haces?
— ¡Por supuesto que no!
— ¿Tienes alguna manera de comprobarlo?
Rindou lo miró molestó, como si le fuera a soltar un golpe en cualquier momento.
Y tal vez Sanzu se lo estaba ganando.
— ¿Sigues creyendo que mi hermano, la única persona que tengo en la vida, me vende a hombres extraños?
— Bueno, si eres tan importante para el ¿porque te deja destruirte de esta manera?
— No confundas las cosas. Te dije que él es la única personas que yo tengo en la vida, pero eso no significa que yo sea lo único que él tiene. No soy ni la mitad de importante que eso.
— Wow, eso fue terriblemente deprimente... ¿seguro que no eres un suicida en potencia?
— ¡Eres un idiota! —le gritó, golpeándole el hombro y esquivándolo para poder tomar el ascensor y salir del hotel.
Esta vez no se encontró con Takeomi en la salida, pero le dejó un mensaje con la recepcionista para que supiera sobre el bastardo que tenía como hermano.
Okay, tal vez Rindou Haitani era un paranoico de primera... o tal vez Sanzu si se había excedido esta vez.
— Solo lo seguí unas cuadras... bueno, tal vez lo seguí hasta su casa... ¡bien, hasta su departamento! Pero solo hasta ahí... tampoco es como si lo pudiera haber seguido más lejos porque el mocoso se asustó, me golpeo y luego su vecino llamó a la policía; ¿es así como tratan a las buenas personas? ¡Me alegro de no ser una de esas!
— ¿Entonces eres un acosador? —pregunto el hombre sentado delante de el. Parecía un autentico delincuente con el par de tatuajes en sus manos y el mechón teñido en su cabello.
— ¡No lo soy!
— Acosaste a un prostituto; eso te convierte en un acosador nivel Jack el Destripador.
— No lo acose y tampoco es un prostituto... bueno, en realidad es muy probable que lo sea, ¡pero aún no lo confirmo!
— Estas loco amigo.
— ¿Ah, si? ¿Y tú por qué estás aquí? No creo que hayas salvado un gatito y de premio te hayan metido en una celda.
— ¿En serio quieres saber?
La sonrisa sadica del hombre le hizo saber que sería mejor quedarse con la duda, pero afortunadamente, antes de poder contestar, una persona se acercó acompañado de un guardia de seguridad a su celda.
— ¡Takeomi!
— ¿Me puedes explicar que idiota idiotez hiciste ahora, idiota?
— Es una larga historia...
— ¡Estas en la carcel!
— Si, lo noté.
Takeomi apretó el puente de su nariz con los dedos, cerrando los ojos fuertemente e intentando evitar la inminente migraña.
— Dame una buena razón para pagar tu fianza.
— ¿Por qué soy tu hermano?
— Dije una "buena" razón.
— ¡Por favor, Take! No me puedes dejar aquí para toda la vida.
— No, pero si por todo un día, así que ponte cómodo.
— ¿En serio me dejarás veinticuatro horas aquí?
— Si, y no pienso cambiar de opinión —el hombre se dio la vuelta y se dispuso a salir, ignorando los gritos de su hermano.
— ¡Espera! ¡Take! ¡Takeomi! ¡Takeomi!
El mayor suspiro, saliendo del área de celdas y regresando a la comisaría donde un rubio con el ceño fruncido, los brazos cruzados y un puchero infantil lo esperaba sentado.
— ¿Quieres un café? —le pregunto, sentándose a su lado.
— Ya me tomé tres.
— Siento mucho lo que te hizo pasar ese idiota.
— ¿En serio cree que soy un prostituto? ¿Tan mal me veo?
— No, no Rin, no es eso. Él no lo hace con malas intenciones, te lo aseguro; en serio es idiota de nacimiento. —aquello hizo sonreí al Haitani.
— Deberías de ponerle una etiqueta para que la gente sepa.
— Lo he pensado, créeme. —respiro profundo, sintiendo como el ambiente se volvía menos tenso.
Pasar su tarde en la comisaría porque su hermano fue arrestado por acoso no era su plan ideal, pero al menos podía detenerse a replantear las decisiones que había tomado y aclarar un par de cosas con Rindou.
— Mira, se que en este momento Haruchiyo en verdad parece un sujeto sin juicio ni dignidad, pero te juro que sus intenciones no son malas. Jamás lo admitirá, pero esta sinceramente preocupado por ti, por lo qué pasa en tu vida y por lo que podría ayudarte.
— Vaya forma de demostrarlo...
— Lo se, seguirte a tu casa y acusarte de prostitución no fue su idea más brillante; hare que se disculpe, lo juro.
— Juras muchas cosas en su nombre.
— Bueno, alguien debe encargarse de que no termine en prision de por vida.
Rindou sonrió también por eso, preguntándose mentalmente si su hermano haría algo así. Lamentablemente, recordó que en el pasado había estado en una situación similar y Ran ni siquiera se enteró.
— Eres un buen hermano, Takeomi. No puedo imaginar de donde saco la idiota Haruchiyo.
— Me lo pregunto cada día.
— Tranquilo, quite los cargos desde que lo esposaron... pero pedí que lo encerraran por todo el día.
— Gran idea... y gracias, por soportar todo esto.
— Descuida —sonrió—. Si lo que dices es verdad, Sanzu sería el primero en preocuparse por mi en mucho tiempo...
Y aunque aquella afirmación le pareció terriblemente triste, no pudo indagar más en ella, porque Rindou fue llamado para firmar unos papeles.
— ¡Sabía que volverías por mi!
— No, como dije antes, te quedarás aquí por todo un día.
— ¡Takeomi!
— Sin palabras, Sanzu. Escucha bien, cuando salgas de aquí le pedirás una disculpa a Rindou y hablaras con él, después, si ese niño quiere seguir viéndote le agradecerá a la vida y tratarás de ayudarlo en lo que necesite, sin parecer un acosador de primera, de preferencia.
— ¿Qué puede necesitar ese mocos que no se lo den sus Daddys?
— Hablar con alguien que no se lo quiera llevar a la cama. Es lo menos que puedes hacer por todas las molestias que le hiciste pasar.
— ¡Bien, pero sácame de aquí!
— Mañana saldrás.
— No, Takeomi, ahora.
— ¡Adiós! No consigas muchos amigos.
— ¡Takeomi!
Y siendo ignorado otra vez, Sanzu bufó y se cruzó de brazos; murmurando un par de maldiciones e ignorando la risa de su compañero de celda.
— Eso me pasa por meterme en la vida de Rindou Haitani.
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