03. STAY
Debería de haberse negado.
Regresarle la bolsa, ignorarlo, darse la vuelta o al menos arrepentirse a mitad de camino y volver a su aburrido paseo.
Pero no. Sin hacer más preguntas ni pensarlo una segunda vez siguió a Sanzu.
Y ahora que lo piensa, se siente estupido, porque no conocía muy bien a Haruchiyo y él bastardo podría ser fácilmente un asesino en serie.
Pero bueno, si lo mataba a nadie le importaría, ¿verdad?
Después de todo no tenía a nadie más en la vida.
Tal vez Ran ni siquiera se enteraría; tal vez solo suspiraría sobre su ataúd y luego se iría a seguir su vida; tal vez ni siquiera le importaría. Quien sabe.
— Deja de hacer eso.
— ¿Hacer que?
— Nublarte.
— ¿Qué?
— Vamos, no me digas que no sabes de lo que hablo —lo miró con el ceño fruncido y Rindou se encogió de hombros—. Es eso qué haces cuando bajas la cabeza y luego todo en ti se vuelve... triste. Como si acabaras de ver morir a un gatito.
— Mierda, eso si es triste.
— Lo se, y luces justo así cuando te nublas.
— Bueno, perdón, señor climático, pero no lo puedo controlar; ni siquiera sabía que lo hacía.
— Pues lo haces, así que deja de hacerlo.
— Oh, que gran consejo. —rodó los ojos, y apenas dejó de discutir se dio cuenta que habían llegado a la entrada del muelle. Ahí siempre se llevaban a cabo los festivales, pero sin las luces de colores y los fuegos artificiales lucia deprimente— ¿Que hacemos aquí? ¿Es para que puedas tirar mi cadaver al agua?
— ¿Qué? ¡Por supuesto que no, mocoso; no voy a matarte!
— Ah... que mal.
— En serio comienzo a dudar si eres el verdadero Rindou Haitani.
— El único.
— ¿Y siempre tienes ideas tan suicidas?
Rindou notó que el mayor comenzaba a tomárselo en serio, así que decidió asegurarle que no estaba pensando en arrojarse al agua helada para morir ahogado... esa noche.
— Obvio que no, tonto. La vida apesta, pero aún quiero vivirla.
— Supongo qué hay personas que hacen que la vida valga la pena, ¿no?
— ¿Te volviste psicólogo?
— Al parecer si.
Rindou lo miró con desconfianza por unos segundos, pero la necesidad naciente de ser escuchado al menos por unos minutos le impidieron dejar la conversación ahí.
— Tengo un hermano mayor —confesó, sabiendo que Ran era la única razón por la que aún vivía... aunque dudaba que su hermano lo supiera.
— ¿En serio? Pensé que eras hijo único.
— ¿Lo parezco?
— A decir verdad, si. No te ofendas, pero lo último que los padres hacen es dejar que su preciado hijo menor se embriague por las noches y despierte en una habitación diferente por las mañanas; para ellos, el menor siempre es un bebé al qué hay que proteger.
— Bueno, supones que soy hijo único porque supones que tengo padres, pero te equivocas en ambos. Solo tengo a mi hermano mayor; somos él y yo contra el mundo... o bueno, lo éramos.
Sanzu lo miró expectante, como si intentara adivinar si estaba mintiendo o burlándose de él, pero la actitud tan natural y relajada que tenía Rindou le decía lo contrario.
Ese no era el mocoso que llegaba cada noche con un hombre nuevo al Blinding Hotel. Era solo un adolescente siendo escuchado.
— ¿No haces nada de eso por dinero, verdad?
— ¿Eh?
— "Acompañar" a esos hombres, ¿te obligan a hacerlo por dinero?
El menor entendió por fin a lo que se refería y apenas sus neuronas conectaron la información sus mejillas se sonrojaron y sus ojos y boca se abrieron en un gesto de sorpresa e indignación, golpeando el brazo del mayor.
— ¡Por supuesto que no, idiota! No necesito dinero, mi hermano me cuida.
— ¿Y de que trabaja?
— No lo se.
— ¿Y como consigue el dinero?
— ¡No lo se!
— ¿Necesitas que llame a la policía?
— ¡No!
— Solo le harán unas preguntas, no lo arrestarán... de inmediato.
— Okey, para ahí. Mira, no se que sucede en la vida de mi hermano pero él no consigue dinero a través de mi, yo solo me divierto ¿si? ¡Soy estupido y estoy solo la mayoría del tiempo, las cosas acaban mal cuando mezclas esos dos factores con alcohol!
— Bien... pero parpadea dos veces si necesitas ayuda.
— ¡Aaah! Tu no escuchas.
Rindou se dio la vuelta y comenzó a caminar a la salida del muelle, siendo seguido por Sanzu.
— Bien, bien, "te creo" —dijo, sonando obviamente falso para ambos—. Regresa aquí, aún no terminamos de hablar.
— Ve a hacerla de psicólogo de alguien más, Haruchiyo.
— ¿Crees que me voy a encontrar a alguien más raro que tu?
— No, pero suerte en tu búsqueda.
— ¡Rindou!
El menor le enseñó el dedo del medio y se fue. Sanzu supo que sería imposible seguirlo o intentar convencerlo de que volviera, así que se limitó a ver cómo se perdía entre la multitud de personas y desaparecía de su vista.
Sacó un par de pastillas de un frasco blanco que guardaba en su bolsillo y las trago, antes de retomar su camino inicial y sonreír ante el recuerdo de Rindou Haitani molesto como un niño pequeño.
Podía escapar todas las mañanas con el cabello despeinado, la ropa desarreglada y los ojos somnolientos del hotel de su hermano, pero jamás se vería tan natural como se veía con ese suéter grande y sus lentes redondos.
Y natural a veces significaba bonito.
— ¡Atrápala! —gritó Sanzu, arrojándole la bolsa de plástico a Takeomi. El hombre la atrapó torpemente en el aire y miró con el ceño fruncido su contenido—. Que curioso, lo mismo hizo Rindou.
Ahora, el ceño fruncido de su hermano se dirigió a él y luego al reloj en su pared.
— ¿Ya está aquí? Apenas es media noche, nunca viene tan temprano.
— No está aquí, pero lo vi en la calle; por primera vez lo encontré fuera de su habitación natural.
— ¿Te lo encontrarte en el supermercado?
— Algo así. Para ser honestos lucia muy diferente, aunque logre comunicarme con él y conversar un rato, como lo pediste.
— ¿Y hablaron o pelearon?
— Ambas, pero ese no es el punto. Vine aquí porque necesito un favor.
— ¿Qué quieres?
— Necesito él registro completo de Rindou. Ya sabes; que me hagan llegar las habitaciones que usa y los nombres a los que están registradas.
— Haruchiyo, que te sugiriera hablar con Rindou no fue una invitación a que te volvieras un psicopata.
— No soy un psicopata, solo me estoy asegurando de que tu cliente favorito no sea un prostituto.
Takeomi lo miró sorprendido, dejando en claro que no se esperaba en absoluto aquella declaración.
— ¡Por favor, no me digas que nunca te lo has planteado! Todos aquí lo hemos pensado al menos una vez.
— Deja de meterte en la vida de otros.
— ¿No era eso lo que querías? ¿Que interactuar con Rindou desde el principio?
— No de esa forma.
— Mira, dame acceso al registro completo de Rindou y te dejare de molestar. Mis intenciones no son malas, lo juro. Hasta a mi me da lastima que el niño tenga que hacer algo así.
Takeomi pareció tener un conflicto interno consigo mismo, observando severamente a Sanzu y preguntándose si sería correcto confiar en él con algo tan serio como esa acusación.
Al final, con un suspiro, aceptó el trato de Haruchiyo, confiando que en verdad tuviera la única intención de ayudar a Rindou y no aprovecharse de la información.
— Bien, pero después de confirmar o desmentir aquello, te alejarás de Rindou y no lo volverás a molestar. No quiero problemas entre ustedes.
— Por supuesto, Take, ¿que podría hacer yo con ese mocoso? Su vida es algo interesante, pero no lo suficiente como para quedarme.
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