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Extra I. Obsession

El sol comenzó a ocultarse para cuando el alfa se plantó frente a la entrada de la casa, o más bien mansión, la cual se alzaba frente suyo con dos plantas de puro silencio.

Volteando dio un vistazo a los cuerpos ya inertes de un par de guardias. No fueron muchos por lo que para él y su equipo no resultó un problema.

Asegurando que su arma se encontraba aún cargada Minho tomó el pomo de la puerta y sin titubear se abrió paso apuntando listo para disparar a cualquiera que quiera interponerse en su camino.

—¡Largo! —ordenaron sus guardias al personal de limpieza qué chillaban aterrados por sus repentinas presencias.

Aterrados y a tropezones corrían pasando de él para salir de la casa mientras Minho solo se enfocaba de buscar en cada espacio por algo que le sirva para no haber hecho esa entrada en vano.

Sus guardias comenzaron a recorrer toda la planta pero él estaba impaciente. Sin dejar de apuntar trotó escaleras arriba observando el panorama. El pasillo que lo recibió estaba silencioso y todas las puertas cerradas.

No estaba en su paciencia ser silencioso así que uno a uno comenzó a arrojar las puertas encontrando solo habitaciones sin uso y con aroma a limpio.

Abriendo la siguiente de una patada de golpe el nefasto aroma lo recibió.

Supo que era la habitación que estaba buscando. Guardando el arma comenzó a arrojar todo lo que hallaba, buscando un indicio de cualquier cosa con tal de salir victorioso de allí. Arrojando almohadas y pateando los cajones hastiado por no encontrar nada.

Al mirar a la puerta encontró a varios de sus guardias y al recibir una negación sacudió su cabello molesto.

—Nos retiramos..-

Su voz se vio interrumpida por una repentina melodía. Sus compañeros se pusieron en alerta de golpe abriéndose paso para darle acceso a él, quien no tardó en apresurarse fuera de la habitación mientras alistaba su arma totalmente alerta.

Fijo su mirada en la única habitación que no había revisado. La melodía provenía de ahí, y Minho solo pensó que sería absurdo que aquella rata estuviera escondido dentro, a sabiendas qué podrían encontrarlo más rápido.

Cautelosamente se acercó y plantándose frente a la puerta le ofreció una última mirada a sus acompañantes, dándoles una advertencia muda a que estén preparados. Tomando el pomo colocó el arma frente a él apuntando con firmeza dispuesto a matar si viera solo una hebra del cabello de su víctima.

Apretando el pomo tomó impulso y abrió la puerta haciéndolo estrellarse contra la pared y apuntó al instante siendo seguido por sus compañeros.

Algo lo desestabilizó. No fue empujado ni atropellado por nada pero pareció tambalearse cuando el aroma más malditamente dulce se filtro en sus fosas nasales, y en el extremo de esa habitación encogido a la defensiva unos ojos curiosos y firmes les devolvían la mirada a los suyos mientras todos se quedaban congelados en sus sitios.

A pesar de estar inmóvil sus manos no dejaron de seguir al nuevo omega intruso cuando se movió cauteloso tomando un aparato móvil y manejándolo. Al instante la molesta melodía proveyente de algún parlante dejo de sonar y todo quedo en un silencio sepulcral.

—No me avisaron que habría fiesta —Minho intento aterrizar cuando la socarrona voz del omega se hizo escuchar.

Cuando sus hombres intentaron acercarse finalmente reaccionó al notar que el omega ya estaba en posición listo para resistirse.

—Alto. Que ninguno se acerque —ordenó colocando el brazo para no permitir que se atrevan a avanzar.

A los ojos de Minho, el omega parecía dispuesto a matarlos si tuviera que hacerlo. Era extraño, parecía más seguro de él mismo que todos en esa habitación. Cuando era más que seguro que podían acabar con él en un pestañeo. Pero no se veía para nada dispuesto a dejarse hacer nada sin pelear.

—¿Quién eres tú? —decidió preguntar. Más el omega sonrió de lado burlón.

Minho quería saber que mierda le ocurría, sintió que la boca se le secaba. Algo estaba alterando su calma mientras todo de él solo gritaba que nadie debía atreverse a mover un pie cerca del omega además de él.

—Claro, con gusto me presento a un repentino psicópata que me apunta con un arma. Vete a la mierda —una respuesta agria, un vocabulario de todo menos dulce pero se trataba de un omega.

Era lo contrario a Jeongin. Era lo contrario a lo que Minho esperaba escuchar de ese ser que expulsada el aroma más desesperantemente dulce que había percibido.

No le afecto el tono ni la respuesta. Dio una repasada a la habitación asegurándose que aquel desconocido se encuentre totalmente solo. Volviendo la vista a él cayó en cuenta de su vestimenta, traía una camisa plateada qué se ajustaba a su pequeña cintura y unos pantalones de vestir negros y anchos, se veía delicado, gracioso para aquella lengua suelta que poseía.

Más impaciente Minho avanzó un paso pero volvió a quedarse inmóvil cuando el omega soltó un gruñido a la defensiva.

—No te atrevas a acercarte, en serio puedo patearte las bolas antes de dejarme vencer.

El omega era grosero, gruñía y lo miraba con aires de querer matarlo. ¿Por qué eso solo lo emocionaba?. Minho estaba considerando que se estaba volviendo loco por tanta feromona de aquel intruso.

—Dime quien eres —volvió a exigir y el pequeño rubio bufó.

—No, dime tú quien eres. Ustedes son los que están invadiendo aquí —reclamó entre dientes.

—¿Es tu casa? —el omega frunció aún más el ceño ante la pregunta absurda —. No, no lo es. Así que no estamos interrumpiendo nada tuyo. Ahora necesito que me digas quien eres y que relación tienes con él dueño.

El omega pareció calcular una respuesta. Su silencio se extendió varios segundos hasta que volvió a negar levemente sin mostrarse cerca a colaborar.

—No puedo confiar en alguien que me sigue apuntando con un arma. No pienso decir nada, maténme de una vez si piensan hacerlo —lo vio inflar el pecho intentando imponer una firmeza qué a Minho le supo graciosa.

Saboreó su firmeza por última vez, no siempre veías a un omega tan decidido a no desmoronarse frente a una docena de alfas, lo valoró. Pero no tenían tiempo, no estaba para negociar con un pequeño casca rabias mientras afuera su jefe y toda la organización esperaban noticias.

Si debía arrastrarlo como fuente de información, eso haría.

Bajando su arma lo guardo en el interior de su pantalón y asintió.

—Bien.

No le dio ni medio segundo de respiro y en dos zancadas ya estuvo frente al omega. Tomando su muñeca lo volteó de golpe y lo obligó a inclinarse contra la cama aprisionándolo con más fuerza de la requerida cuando el pequeño ser comenzó a gritar y retorcerse desesperado.

—Sí no colaboras conmigo, lo harás con el jefe —advirtió tranquilo comenzando a arrastrarlo.

—¡Maldito loco!, ¡he dicho que no hablaré, solo mátame! — gruñó y se sacudió dejándose caer en suelo, Minho chasqueó la lengua cuando realmente debió comenzar a arrastrarlo.

Saliendo al pasillo sus guardias solo observaban al omega como si tuviera tres ojos mientras lo veían a él batallar por no soltarlo o romperle las muñecas con la cantidad de fuerza qué estaba utilizando para mantenerlo quieto.

—¡Que alguien me consiga unas jodidas cuerdas para atarlo! —ordenó irritado y todos comenzaron a movilizarse mientras Minho se resignaba a aprisionar al omega contra el suelo y apretarlo con la rodilla en la espalda cuando el contrario pareció a punto de estallar de la rabia.

— ¡Suéltame, maldito idiota, juega limpio y deja que te parta la maldita cara! —Minho sintió que los tímpanos le explotarían mientras veía al omega ya rojo del enojo e incluso ese aroma particularmente empalagoso se estaba tornando agrio y desastroso.

—Si te suelto podrías intentar matarme —su tono salio burlesco sin quererlo. Pero no podía contener la gracia a cuanta rabia cargaba aquel cuerpito menudo.

—Te burlas, pero juro que lo primero que haré es romperte algo apenas me suelten, ¡Animal! —chilló sacudiéndose y pataleando sin descanso.

A los minutos le trajeron unas cuerdas. Sin alternativa ato las muñecas contra la espalda apretando lo suficiente y poniéndose de pie volvió a estirar el delgado cuerpo con él como si fuera una pluma. Cuando tuvo el rostro de un fuerte color rojo lleno de rabia frente suyo pareció a punto de saltar a morderlo.

—Animal —volvió a insultarlo como si fuera su grosería favorita.

Le daba gracia, no sabía porque mierda quería reírse. Reír de él rostro rojo, de unas mejillas grandes e infladas de la rabia, o unos ojos pequeños pero lleno de fiereza. Quería reír del cuerpo pequeño que temblaba de rabia y el cabello rubio alborotado por la cantidad de sacudidas qué había estado haciendo.

O más bien reírse de que volvía a gruñirle safándose de su agarre y echándose a correr hacia los escalones abajo con agilidad a pesar de tener las manos atadas.

Tomando aire trotó y saltando de en dos en dos en los escalones salió con rapidez de la casa encontrando al pequeño rubio corriendo con todas sus fuerzas por la carretera mientras sus guardias lo miraban extrañados.

—¿Le doy un tiro para detenerlo? —uno pregunto apuntando de una vez decidido.

—No, guarda la maldita arma —gruñó y lo siguió observando correr.

Le daría un poco de ventaja, solo un poco para que crea tener un rayo de esperanza.

Cuando lo vio comenzar a desaparecer por la lejanía dio unos pasos.

—Tengan el auto listo para cuando vuelva —ordenó y con eso se echó a correr.

No le tomó nada volver a tener en su campo de visión al omega y al tenerlo a pocos metros pudo escuchar su respiración desastrosa como si fuera a colapsar del cansancio. Tomando más velocidad se dejó de tonterías y cuando el omega notó su presencia y maldijo en alto intentando correr más rápido ya no se lo permitió. Tomando las cuerdas lo estiró con fuerza hacia él haciendo chocar sus cuerpos y con decisión lo abrazó alzándolo volteando de vuelta mientras el rubio se desquiciaba en sacudidas y gritos.

—¡Bájame mierda! —llevo la cabeza hacia atrás y Minho debió echarlos a ambos al suelo cuando notó la intención de querer morderlo.

Hastiado lo apretó contra él con más fuerza alejando el rostro mientras el omega se retorcía entre sus brazos pataleando como si de eso dependiera su vida.

—¡Quédate quieto, joder! ¡No te haremos nada, solo colabora de una maldita vez!.

—¡¿Como confiaría en un maldito psicópata que además de apuntarme con un arma me persigue como si fuera a despedazarme?! ¡ANIMAL! —Minho observó el rostro ya brillante del sudor y pudo observar como su respiración parecía a punto de hacerlo colapsar, el pelo se le pegaba a la piel mientras su ceño parecía solo hacerse más profundo.

Pero temblaba, de la adrenalina, de la rabia. Pero sabía que también era del miedo. Quería alejarse kilómetros de él porque estaba aterrado, podía sentirlo en cada sacudida de su tórax contra él.

—Sí quisiera hacerte algo, empezaría disparándote desde el momento en que te vi correr —aseguró entre dientes sintiéndolo tensarse —. Y si quisiera despedazarte, no te estaría sosteniendo yo, sino mis hombres. Y créeme, omega, estarás mucho más seguro conmigo que con cualquiera de ellos, ¿o quieres que te deje en sus manos? —el contrario claro no respondió, su respiración temblorosa fue el único sonido que los envolvió en medio de la carretera y Minho tomó aquello como pase libre para arrastrarlo de nuevo.

Poniéndose de pie volvió a estirar al omega y sin miramientos lo volteó y no lo dejó procesar nada al inclinarse y levántarlo hasta ponerlo en sus hombros mientras lo escuchaba volver a gruñir con fuerza.

—¡Tengo dos malditas piernas, animal!.

—No me volveré a arriesgar —respondió tranquilo retomando su camino hasta las camionetas mientras el ser encima suyo soltaba mil maldiciones por segundo.

—¡Espera y verás!. Cuando te tenga de frente sin ataduras no me iré sin hacerte sangrar —advirtió sin temor.

Eso lo hizo sonreír. Minho en ese momento solo lo tomó como una pobre y divertida amenaza.

Sin estar consciente que hora después su labio sangraría en manos de quien lo estaba amenazando.

+

El aire acondicionado golpeó su rostro apenas cruzó el umbral de la puerta. El interior del local estaba vacío como lo había pedido. Minho asintió a la encargada que ya estaba formada en espera de él, inclinándose a darle una profunda reverencia.

—Bienvenido, señor Lee. Es un placer poder conocerlo y tener el gusto de ser quien lo sirva hoy —saludó como si hubiera memorizado todo con una radiante sonrisa.

—Gracias. No necesito ver muchas opciones. Solo muéstrame lo más caro que tienen, lo más caro y brillante —la dependiente volvió a sonreír más grande.

—Como ordene, sígame por favor — volteó caminando con elegancia mientras el alfa la seguía, la vio cruzar el mostrador mientras él repasaba la estancia llena de joyerías brillantes y cegadoras siendo expuestas en vitrinas—. Espéreme aquí un momento.

Esperó viéndola desaparecer por una puerta. Desde su posición pudo escuchar el manejo de unos botones. Podía percibir como una caja fuerte. A los pocos minutos volvió junto a tres estuches de terciopelo color negro y los colocó en fila en el mostrador frente a él.

Abriendo cada una expusó los tres anillos de diamantes.

— Lo común de estos tres anillos son sus 15 quilates en peso. Pero si su elección es la más cara, es esta— tomó el anillo de diamantes en forma ovalada de un brillante color rosado—. Los diamantes colorados son lo más extraños. Así que actualmente esta majestuosa pieza está valorada en 8 millones de dólares. Está recién diseñada por lo que si usted, señor Lee no eligiese llevarlo, pasará a ser subastado.

La dependiente se lo extendió orgullosa, tomándolo entre sus manos retiró la pieza y lo sostuvo entre sus dedos. Pesada y brillante, era lujoso y todo en él gritaba único y caro, malditamente caro.

Lo suficientemente bueno para decorar el dedo de su caprichoso omega.

—Lo quiero —decidió sin dudarlo devolviendo la pieza a la caja mientras la encargada parecía a punto de orinarse de la excitación y felicidad.

Retiró la caja de terciopelo qué trajo consigo y lo colocó sobre el mostrador.

—Que el anillo se convierta en esta medida, lo dejaré en 10 si me lo entregan para esta semana —pidió mientras la mujer parecía levitar cuando sus hombres dejaron los maletines con dinero frente a ella—. En serio, mi omega es impaciente, y eso me hace impaciente a mi también.

—¡Oh claro!, no dude en que esta semana el anillo estará listo para usted. Estamos más que agradecidos por su confianza —su sonrisa se hacía cada vez más radiante—. Por favor aguarde un momento le voy a facilitar los papeles para que todo esto sea igual de seguro para usted y para nosotros.

Minho asintió más enfocado en imaginarse aquella pieza en el dedo de su tierna ardilla. Esta vez a punto de levitar él con solo imaginarlo chillando y riendo feliz por su nueva y cara joya.

Suspiró soñador y se apresuró a terminar todo allí para salir del establecimiento con sus guardias siguiéndole de cerca. Ingresó al auto cuando la puerta se le fue abierta y apuró el paso para llegar cuanto antes a casa al menos queriendo almorzar con su omega antes de dirigirse al viaje en donde estaba destinado ese día.

Ingresó a la residencia con grandes zancadas ansioso por ver a Jisung. Esa mañana se había despertado con el recuerdo del día en que lo conoció, fue aquello lo que lo hizo sentirse más seguro y deseoso porque algo más confirme su unión con el omega.

Un compromiso, casarse con su tierna ardilla y tener el placer de que lleve su apellido. Se le erizaba toda la piel con él solo pensamiento.

Porque cuando lo conoció Han Jisung estaba dispuesto a matarlo. Y para la actualidad, ese omega grosero y descontrolado ahora corría por toda la casa al escucharlo llegar solo para recibirlo con cualquier aspecto y cualquier humor pero deseoso por verlo.

Minho se enterró en el cuello del menor satisfecho con recibir su aroma y su cálido cuerpo frotarse contra él mientras era acorralado en un abrazo acalorado. Olisqueó el cuello expuesto y sostuvo los muslos ajenos deleitándose con el ronroneo juguetón contra su oído.

— No te vayas de nuevo, sigo triste —se derritió una vez más, le encantaba que Jisung se queje, que le demande lo que quiere. Que ya no titubee con pedirle lo que quiere por miedo a que no le guste.

Porque nunca seria así, lo que sea que Jisung quisiera él se lo daba, no le importaba lo que fuera o como se lo daría. Simplemente su objetivo es que lo obtenga a cualquier costo.

—¿Triste? —decidió preguntar sin poder enfocarse entre tanta tentación.

Para Minho nada se había hecho costumbre. El sentir algo por su omega no quedó en algo estable, sino fue empeorando. Se va engrandeciendo con el pasar de los meses. Cada vez sentía más, se obsesionaba más. Veía a Jisung y quería devorarlo, besarlo por horas, complacerlo y aferrarse a él. Le encantaba su olor, su apariencia, la sensación de su piel, la suavidad de sus mejillas, que sea un contestón y que se burle de todo. La manera en que se deja tomar en el sexo, se queja pero le encanta, cada expresión y gesto. Lo volvía loco, absolutamente todo.

Se le era una tortura soltarlo, incluso apartar la vista. Era un calvario para él.

—Sí, aún no lo encuentro, mi anillo.

Se quejó alejándose para ambos mirarse a los ojos, Minho no tuvo que disimular nada para no hacer notar que sabía la verdad porque su mente ya estaba ocupada quedándose embobada en los pequeños y rosados labios que hacían un mohín.

—Minho, juro que si no lo encuentro pronto voy a estallar. Ese anillo es especial, me lo diste en el comienzo del cortejo y nunca me lo había quitado —gruñó y Minho pudo percibir su desespero, incluso apreció como los pequeños ojos brillaban amenazando con ponerse a llorar.

Maldijo internamente y se planteó aumentar el pago solo para tener el anillo de vuelta y ahorrarse la tristeza que estaba llenando el corazón del menor.

—Estará por ahí tirado en un rincón, ya verás. Y si no lo encontramos te compraré otro —prometió pero Jisung siguió con la misma expresión triste y preocupada.

—No es lo mismo, no es ese anillo —bufó y Minho se contuvo para no reír ante la seriedad del menor.

No lo hubiera creído pero allí tenía a Jisung, añorando de vuelta un anillo solo por sentirlo especial, cuando ni siquiera era tan caro como la nueva joya que se le avecinaba.

—Te lo compensaré, omega. Si se llega a perder te daré algo mejor, ¿qué te parece? —se inclinó a besar las mejillas rosadas y ya no pudo parar.

Besando sin parar hasta que comenzó a escuchar la risa contenta del omega, satisfecho al ver su sonrisa extenderse olvidando su preocupación para poder reír con cada beso que se le era depositado por todo el rostro hasta llegar a sus labios y sin contención besó la boca qué formaba una sonrisita mientras soltaba un inevitable gruñido de complacencia.

—Eso es, no pongas esa expresión a tu alfa y mejor sonríe así, tan bonito para mí —halagó, encantado con ver las mejillas ponerse más rojas y escuchar a Jisung quejarse.

—Puaj, cada día andas más cursi —se burló y eso solo lo hizo sonreír más.

—Pero si te gusta, te pones más rojo con cada halago —respondió malicioso y ya no pudo contenerse lanzándose a devorar esos pequeños labios que lo ponían a delirar.

Saboreó cada sensación, la cavidad caliente y la lengua delgada e igual de desesperada. Cada quejido ahogándose con infinitos sonidos morbosos, con cada choque de lenguas y la manera en que absorbía los labios rosados y húmedos solo para escuchar a su omega jadear y sentir su cuerpo temblar bajo su toque conteniendo toda su pasión como solo él sabía hacerlo.

Deslizando las manos por sus caderas se aferró a la pequeña cintura y lo apretó contra él, más que dichoso por la sensación de sus cuerpos encajar perfecto, incluso sus alturas estaban hechos a la medida, lo suficiente perfecto para para poder encerrarlo en sus brazos y ocultarlo de cualquier mirada no deseada.

Sus labios se separaron apenas cuando Jisung buscó aire, se sostuvo de sus hombros y Minho esperó paciente a que tome un respiro mientras frotaba la nariz contra su moflete suave y caliente.

—No lo haremos, Minho —Jisung advirtió haciéndolo sonreír —. No es justo que siempre me quede en cama mientras tu desapareces como si te hubieran renovado.

Minho se carcajeó mientras se encontraba con el ceño fruncido del menor quien mostraba hablar en serio en cada gesto.

—¿Tienes algo que hacer hoy?. No se oye mal estar en cama un día más —intentó convencer pero Jisung negó golpeando su pecho.

—No, hoy prometí salir de aquí cueste lo que cueste. Ya estoy por quedar atrofiado por tu culpa —se soltó comenzando su camino hacia la cocina mientras Minho lo seguía de cerca volviendo a reír.

—Es imposible, el sexo también es considerado ejercicio —Jisung lo miró fulminante.

—¡Para ti, yo me quedo cojeando, animal! —apretó los labios mientras Jisung suspiraba masajeando su sien como si intentará controlarse para no matarlo.

Tomó asiento frente a la encimera.

— Como sea, no lo haré. Si no quedó panzón de andar todo el día acostado lo haré por formar un hijo tuyo —Jisung negó más decidido —. No, más bien trillizos. O toda una guardería.

Minho soltó una risa negando ante la seriedad del omega pareciendo en serio creerse esa posibilidad. Acercándose se apoyó en la encimera encerrando el cuerpo entre el mármol y él.

—¿Por qué?, ¿no quieres? —Jisung no dudo ni un segundo.

—No —enarcando una ceja Minho esperó que le dé una razón.

No era totalmente cierto considerando que en el cortejo el omega si había dado la respuesta positiva a tener hijos.

—Aún no. Me volveré loco si llega alguien más que requiera tu atención. No tendré compasión de que sea nuestro hijo —admitió y Minho ya no contuvo la carcajada alta mientras Jisung lo empujaba indignado —. ¡No te rías, idiota!. Agradece que soy sincero —gruñó colocándose rojo.

Minho no pudo parar de reír por un extenso tiempo hasta que debió alejarse cuando Jisung comenzó a pincharlo molesto por su reacción mientras el se sostenía el estómago.

No era algo de lo cual hacer tanto escándalo. Pero para Minho escuchar que el menor estaba igual de obsesionado qué él lo hacía inevitablemente feliz. Era divertido que ambos no estaban lo suficientes cuerdos para dejar los celos por nadie.

—Omega en serio. ¿Qué harás si no cambias esos celos?, no podremos incluir ningún plan familiar —molestó mientras Jisung lo acribillaba con la mirada.

—¡No hablo de no tener hijos!. ¡Solo quiero disfrutarte un poco más! —le lanzó una patada que pudo esquivar riendo y luego apuntó hacia la cocina —. ¡Tengo hambre, deja de molestarme y cocina algo para mí ahora!.

Suspirando Minho tentó a su suerte y volvió a acercarse a dejar un beso en los belfos contrarios solo terminando por recibir un jalón en el pelo por el omega que lo llevo a inclinarse suplicando piedad por ser soltado.

+

Minho jugueteó con el estuche negro en manos. Ya lo tenía, el anillo de compromiso luego de tres días estaba en sus manos. Malditamente cegador pero majestuoso, por esa razón debía estar decorando el dedo de su omega.

En ese momento estaba volviendo de Francia, sentado en el avión mientras a su lado Chris lo regañaba por no tener el anillo guardado y seguro sino que lo llevaba transportando desde que lo recibió el día anterior sin poder apartar la vista de la pieza, simplemente imaginando que ya estaría decorando la extremidad de Jisung para esa noche.

Iba a proponerle matrimonio en privado, no quería a nadie más que el omega y él esa noche. Ya le comentó discretamente a Jisung sobre cenar fuera de la casa y que se ponga algo lindo y cómodo.

Lo llevaría a la playa. Sí, había considerado hacerlo pacíficamente pero cuando se trataba de Jisung le era imposible no sacar ese lado absurdo y romántico como un cliché.

—Jefe, estamos por aterrizar. Debería guardar eso ya —Chris suspiró por enésima vez preocupado de que al bajar del avión alguien que ya esté enterado de la nueva adquisición millonaria los quieran atacar y causar problemas.

Sin querer estresar a su nueva mano derecha Minho deslizó el escuche por el bolsillo interior de su saco y se acomodó en su asiento.

Aterrizaron a los 10 minutos y Minho trotó por la pista apresurándose al vehículo al notar que comenzaba a llegar el atardecer. Subiendo al auto qué lo esperaba se colocó el cinturón.

—No —setenció cuando Chris quiso subirse —. Iré solo desde aquí.

—No puedes merodear sin ninguna seguridad —regañó pero Minho ya enarcó la ceja suspicaz.

—¿Es eso o solo quieres ir de chismoso para ver la propuesta? —Chris sonrió con inocencia.

—Todos queremos ir, ¡los omegas me pidieron que te pida de rodillas si es necesario! —Minho dio golpecitos al volante impaciente al comenzar a considerarlo.

—¿Te lo pidió Seungmin? —Chris abrió la boca pero al instante pareció considerarlo y al instante Minho supo que quería mentirle.

—N-no...solo Lixxie pero...-

—Cierra la puerta —ordenó en seco y el mayor bufó bajito acatando la orden.

Arrancando fue directo a la residencia. Cada vez el sol se iba escondiendo más y cuando el cielo ya estaba teñido de naranja pudo llegar y aparcar frente al portón.

Allí plantado y rodeado por sus guardias ya lo esperaba su lindo omega, vestido con una camiseta blanca sin mangas junto a unos vaqueros celestes y zapatos cómodos. Absolutamente perfecto para la ocasión.

Bajando del auto sus ojos se conectaron y la complacencia lo llenó cuando el menor le entregó una sonrisa exclusiva para él, donde los ojos se le cerraban mientras se acercaba corriendo hasta él para saludarlo con un abrazo. Su aroma lo golpeó junto al delicioso olor del cabello castaño recién lavado, lo había estado cuidando por meses y la última vez que lo tiñó lo dejó así para mantenerlo por mucho tiempo. Ahora lo tenía lo suficiente largo para cubrir su nuca y caer alborotado por todos lados cada que se levantaba por las mañanas.

—Hueles bien —halagó cuando el menor se alejó sin soltar su cuello.

—Bueno, me diste mucho tiempo para alistarme. Se sintió una eternidad estos dos días sin ti —bufó y fue el omega quien se alzó a plantarle un beso demostrando que como él había estado ansioso por verse.

Suspiró contra sus rostro impaciente. Necesitaban irse ya o pronto se volvería loco por no poder tener al omega como lo quería desde hace días. Así que no perdió tiempo y dando un asentimiento a sus guardias encaminó a Jisung hasta el asiento copiloto y le abrió la puerta dejando que suba para luego él hacer lo mismo.

—¿A dónde iremos a comer?. Hoy se me antoja carne —Jisung revisó su teléfono distraído mientras a Minho solo se le hacia eterna la carretera.

—Lo que quieras. El menú esta a tu elección —volteando a mirarlo el menor resopló burlón.

—¿En serio?, una novedad poder decidir algo yo —Minho sonrió de lado.

—Lo sé, me gusta que elijas todo.

—¿Tú no tienes algo que se te antoje hoy? —Jisung intentó indagar en vano.

—Tengo antojo de ti.

—No sé para que pregunté. Era más que evidente la respuesta —suspiró mientras el alfa reía a su lado.

Buscando la mano del omega lo entrelazó con el suyo y acercó a sus labios para depositar un beso en el dorso de esta volteando a verlo por un momento.

—¿No tienes el mismo antojo? —molestó disfrutado a Jisung apartar el rostro como sí la carretera fuera más interesante cuando sus orejas estaban totalmente rojas.

—¡Mira la carretera!, pervertido —murmuró lo último solo para volver a hacer reír al mayor.

Pasaron más de una hora en carretera y Jisung ya comenzó a preguntar porque estaban yendo tan lejos. Pero la verdad es que se trataba de la playa más cercana a Seúl. Establecido al este de la ciudad y lo suficiente poco transitado en esas fechas para tener privacidad, mucho más cuando estaban llegando de noche.

Llegaron dando casi las nueve de la noche, estaban abriéndose paso por la carretera que daba vista a la playa a su derecha y Minho supo que fue una decisión correcta cuando el omega bajó la ventanilla para recostarse quedándose en un trance disfrutando de la vista. El viento revolvía su cabello y parecía querer quedarse dormido en los últimos minutos.

Aparcando en el restaurante perfectamente ubicado frente al mar bajó del auto una vez cerró las ventanillas y al rodear ya tuvo a Jisung afuera perdiendo la vista en la playa con un brillo emocionado.

—¿Iremos allí luego, verdad? —le batió las pestañas suplicante haciendo efecto hasta en su última neurona.

—Lo haremos, Jisunggie. Pero primero a cenar —le extendió la mano y el menor no dudó en tomarla.

El restaurante como siempre era cómodo se encontraba vacío. Odiaba ingresar a un lugar y encontrarlo atestado o teniendo que preocuparse de quien era amigo o no. Así que siempre terminaba reservando todo. Cero ruido y todo el lugar solo para ellos.

—Bienvenidos —los recibieron como era esperado y los guiaron en la mesa estratégicamente situado junto a la playa. El sitio era abierto sin paredes y solo un pequeño y bajo muro separándolos de la arena.

Estiró la silla para el menor y luego tomó asiento a su lado mientras le entregaban las cartas del menú. Jisung ya no parecía pensar en su antojo a la carne porque solo estaba enfocado en la playa frente a sus ojos mientras el cocinero les hablaba.

—Omega —llamó entretenido cuando dio un respingo y volteó a mirarlos —. Pide la cena, por favor.

—Oh sí —estaba avergonzado pero aún así señaló el primer plato que se le cruzó por la vista y volvió a concentrarse afuera.

Minho despidió al cocinero con un pedido de vino para acompañar dejando que se retire.

Era imposible para él enfocarse en la tranquilidad de la playa también, estaba perdido en el rostro sereno del menor, en las luces de los faros ingresando hasta contrastar en su rostro e iluminar sus ojos más que nunca. Su mirada se paseo en los dedos vacíos, como había perdido el anillo de cortejo ya nada decoraba en sus extremidades.

Se veía vacío, era molesto como el anillo qué descansaba en el interior de su saco quería llegar con su dueño de una vez por todas, para lucirse como debía hacerlo.

—No pensaba que la playa te gustaba tanto. Normalmente no sueles pedirme venir aquí —Jisung finalmente volteó a verlo y le ofreció una pequeña sonrisa.

—Bueno, creo que se trata de la hora. Es mucho más etéreo cuando vienes de noche. Pareciera que no tiene fin —sonrió ante la definición.

—¿Quieres que te compre una isla? —Jisung pestañeó y fue entre cerrando los ojos ante la seriedad.

—Sí sigues dándome todo, puedo volverme loco por la codicia —advirtió.

—No hace falta volverse loco, solo sé feliz porque obtienes lo que mereces.

Apoyando la cabeza en su puño el omega se cambió de rumbo con su interés y quedó embobado observando al mayor quien le devolvía la mirada con la misma intensidad.

—¿Qué te entregó yo de vuelta si no tengo nada que ofrecer? —Minho soltó una risa corta y entretenida para inclinarse a tomar la silla contraria y acercarlo a él lo más posible.

Tomando al menor de la nuca acercó sus rostros satisfecho con verlo remojar los labios nervioso mientras sus orbes parecían dilatarse llenos de emoción y expectativas.

—Joder, Jisung tú solo tienes que mirarme de esa forma y me estarás entregando todo para sentirme jodidamente pleno.

Minho juró que se derritió por dentro cuando el menor saltó a besarlo con una pasión qué hizo temblar sus sillas. Sostuvo las hebras de su nuca como una descarga de adrenalina ladeando la cabeza para más acceso, para sentirlo más mientras la mano del omega estiraba la corbata de su traje totalmente demandante y la otra se apoyaba en su muslo clavando sus uñas con una tensión erizante.

Estuvo preparado para subirlo encima suyo de una vez, ese efímero momento olvidó el lugar donde estaban y la razón de su venida.

Más un carraspeo los separo de golpe. A Minho nada pudo importarle menos cuando se encontró con el rostro de Jisung más brillante y rojo qué había visto, pudo ver sus ojos más vivos qué nunca y los labios húmedos y temblorosos amenazaron con llevarse su cordura. Pero fue solo una corta vista antes de que él omega cubra su rostro apartando la mirada colocándose de todos los colores por la vergüenza cuando dos meseros comenzaron a colocar sus pedidos con expresiones profesionales, como si no hubieran interrumpido nada.

Contó cada pequeño segundo mientras su corazón iba tomando un ritmo más calmado. Aunque sus ojos no podían apartarse del omega encogido en su silla con el aroma hecho un lío y el cuerpo de un rojo intenso. Sus emociones dentro suyo le hacían imposible calmarse del todo mientras rezaba por volver a estar solos pronto.

Cuando los meseros acabaron ofrecieron una reverencia y se retiraron.

Minho mordió su labio inferior conteniendo una risa cuando Jisung no tardó en abofetear su brazo con fuerza pero sin atreverse a mirarlo.

—Idiota, n-no puedes decirme algo así aquí. No soy de piedra...—se quejó con la voz casi chillona de los nervios.

—No me pidas algo así, si esa es tu reacción creo que lo repetiré más de la cuenta —admitió más que seguro.

Finalmente Jisung volvió a mirarlo y el alfa comenzó a considerar si no podían simplemente olvidar la cena y cualquier propuesta para poder llevarlo a una habitación y hacerlo suyo de una vez. Era inevitable controlarse, no con la expresión que le entregaban el omega, tímida y vulnerable, los ojos brillantes y casi cristalinos y aquel rubor que parecía nunca querer abandonar sus mejillas.

Lo vio suspirar y agradeció que el menor volvió a deslizarse más cerca y aunque no le devolvió la mirada al menos no se negó cuando se inclinó a besar su hombro desnudo, al contrario tomó sus cubiertos mientras subía las piernas sobre su regazo comenzando a alimentarlos a ambos como si eso lo ayudara a no alterarse de nuevo.

Cenaron mientras lentamente volvían a retomar una pacífica conversación. Minho con las manos y labios inquietos y Jisung sorpresivamente dejándose como si su encuentro anterior lo hubiera anestesiado para pelear por la vergüenza.

Cuando Minho sirvió las copa de vino se dijo que ya iba siendo tiempo. Dejó que el omega dé pequeños sorbos con la cabeza apoyada en su hombro y los ojos de nuevo sobre la playa y cuando volvió a rellenar las copas dio inició a la propuesta.

—¿Quieres ir a caminar a la playa? —Jisung no necesitó que lo diga dos veces.

Saltó de su silla y mientras se quitaba los zapatos Minho aprovechó para retirar el estuche de su saco y deslizarlo dentro del bolsillo de su pantalón. Dejó el saco sobre el respaldar de la silla y se retiró la corbata que ya estaba fuera de su sitio luego que el omega lo haya jalado. Retirándose también los zapatos junto a sus medias no necesitó tomar la mano de Jisung cuando este ya comenzó a jalarlo hacia la puerta, ambos con su copa de vino en manos.

La noche estaba algo fría, más que dos parejas a la lejanía no se percibía en la playa. Había una brisa que agitaba sus cabellos y al hundir sus pies en la arena Jisung comenzó a saltar en cada paso con una sonrisa más que emocionada y genuina. Cuando estuvieron cerca de la orilla comenzaron a avanzar con calma viendo como destino muchas piedras de considerable tamaño para poder descansar.

La luna chocaba contra sus copas y le daba la suficiente luz para apreciar cada gesto sereno del menor. Sus labios rojos dando sorbos a su vino. Los ojos más que brillantes puestos en el mar y su mano más que aferrada a la suya mientras lo agitaba en el aire en un vaivén juguetón.

—Es relajante el sonido de las olas —Jisung comentó volteando a mirarlo y él solo le ofreció una sonrisa.

Mierda no podía concentrarse en eso, no le importaba las olas, el mar o la playa. Su mente solo estaba funcionado con Jisung en cada rincón, con su omega luciendo el maldito anillo qué quemaba en su pecho y con Jisung debajo mientras lo hacía suyo. O encima o frente a él, no le importaba la posición mientras lo deje estar dentro de su caliente interior.

—Minho, no siento tu mirada muy romántica que digamos —parpadeando encontró los ojos juzgadores del menor —Ja, y el pervertido era yo.

—Me dejaste tonto con ese beso —en parte era verdad.

Jisung negó con diversión dejándolo pasar. Ambos ya habían terminado el contenido de sus copas para cuando llegaron junto a las piedras, dejaron descansar los recipientes a un lado y tomaron asiento en la arena húmeda apoyados contra una de las enormes piedras.

Observó a Jisung hundir los pies en la arena mientras acariciaba sus dedos y sus ojos se perdían en las olas.

Al carajo.

—Déjame casarme contigo.

No supo si fue humillante o histórico, pero básicamente su tono suplicó ser aceptado o entraría en un desespero.

Era claro que Jisung no tendría palabras. Volteó a mirarlo sorprendido y descolocado, lo observó como si tuviera ochocientos ojos y cuando los segundos pasaron y ninguno dijo nada fue el omega quien se atrevió a hablar.

—Siento que acabo de alucinar, ¿me hablaste? —Minho pestañeó, si fue muy repentino, ¿pero en serio necesitaba repetirlo?.

Bien, si estaba buscando que supliqué lo haría.

Colocándose de rodillas volteó completamente hacia el omega y colocó las manos en su rodillas como si estuviera en un santuario y Jisung fuera buda. El omega pareció cada vez más nervioso cuando se atrevió a volver a repetir.

—Déjame tener el honor de convertirme en tu esposo, cásate conmigo, Han-ah —pestañeando Jisung sintió que el pulso se le disparó y se fue de viaje a otro planeta.

Siguió creyendo que estaba alucinando. Si eso no era real moriría de vergüenza por lo que su mente en desespero lo obligaba a imaginar. Pero antes de volver a preguntar si había muerto y estaba en el cielo quedó mudo cuando observó a Minho retirar un estuche negro del bolsillo y extenderlo hacia él.

Y cuando abrió la tapa frente a él mando a la mierda cualquier posibilidad de alucinaciones cuando la cara, malditamente cara joya se expusó frente a sus ojos.

—¡No puede ser! —chilló histérico colocándose de rodillas y arrebatando el estuché de las manos del alfa, de la adrenalina lo terminó empujando y mientras Minho caía sobre su trasero con un quejido él tomó el anillo entre sus dedos totalmente enloquecido—. ¡¿Cuanto vale esto por la santa papaya?!

Minho quedó incrédulo por varios segundos mientras veía como su omega parecía entrar en un trance donde solo estaban el anillo y él.

—Jisung, cásate conmigo —volvió a suplicar buscando su mirada pero Jisung pareció no escuchar.

—¡Por la mierda, ¿esto es diamante de verdad?! —chilló llevando el anillo hacia donde provenía la luz de la luna volviéndose más loco con la cantidad de luz que emitía.

—Omega —Minho carraspeó cada vez más alterado por la falta de atención—. Jisunggie, te estoy pidiendo matrimonio, por favor dime que sí.

—Minho, tienes que decirme cuanto vale, se lo presumiré a los chicos, ¡le enviaré una postal a Byunggie! —chilló y terminó exaltándose cuando en un pestañeo el anillo se le fue arrebatado de un manotazo.

Volteando sorprendido hasta Minho aterrizó cuando lo encontró con el ceño más fruncido qué nunca, con la mandíbula tan tensa que podría jurar que escuchaba sus dientes chistar desde su sitio.

—¿Byunggie? —murmuró entre dientes y Jisung intentó recomponerse al notar que la había cagado —. ¿Estás pensando en otro alfa cuando te estoy proponiendo matrimonio, Han Jisung?.

Carraspeando arregló su pelo y sacudió la arena qué se le había subido mientras negaba.

—No...bueno sí, pero no. Solo quiero presumirlo con todos —carraspeó una vez más totalmente tenso cuando Minho solo pareció a punto de tener un tic.

Como animal herido se arrastro cerca suyo intentando arreglarlo mientras le pestañeaba a su alfa tiernamente.

—Perdóname, Honey, ¿hm?. Me volví loco por un momento, es porque estaba muy feliz — llevando la mano hasta la del alfa hecho puño en la arena lo obligó a tomarle la mano mientras le ofrecía un quejido de berrinche ante la mirada renegada—. Vamos, Minho. Por favor~ —suplicó alargando las palabras con una voz cargada de diabetes y eso solo hizo al alfa fingir pensarlo.

Inflando el pecho el alfa asintió.

—Llámame cariño y lo olvidaré —Jisung juró que le dio una patada con esas palabras.

—¿Q-qué?, pero...aceptaré tu propuesta lo juro...-

—Entonces no te perdono, volvamos a casa —cuando Minho amagó en ponerse de pie Jisung maldijo internamente saltando sobre él como último recurso desesperado.

—¡BIEN!, lo haré lo haré —se aseguró de detenerlo subiéndose sobre su regazo y abrazando su cuello con decisión mientras Minho le enarcaba la ceja expectante a sus próximos movimientos.

Comenzó a sentir que el calor subía por todo su cuerpo mientras los latidos se le enloquecían contra su pecho. Observado de frente los oscuros y filosos ojos de su alfa las cuales centelleaban de malicia y dominancia.

—A-acepto casarme contigo, Minho —dio la respuesta pero aquello ya no pareció importarle al alfa ahora.

Le enarcó las cejas expectante por algo más y Jisung quiso llorar de la maldita vergüenza mientras sentía los labios temblar. Lo único bueno de aquello es que solo la Santa Papaya era testigo.

—¡Quiero casarme contigo, cariño! —chillando como si algo lo persiguiera se escondió en el cuello del mayor casi lloriqueando con la sensación de que su lengua se derretía con el apodo qué había jurado no utilizar jamás.

Apretó los ojos con fuerza cuando a los segundos el cuerpo bajo suyo comenzó a sacudirse en risas qué lo incitaban a ponerse a llorar de la vergüenza.

Al menos le alivio sentir que el alfa lo envolvía de vuelta y frotando la nariz por todo su hombro lo hizo apartarse dejando besos en su cuello, estremeciéndolo al sentirlo lamer la marca de unión y ascendiendo por su mentón dejó una mordida en ese sitio que lo acaloró. Y cuando se encontró con los satisfechos y brillantes orbes no se negó cuando se lanzó a besarlo robándole el aliento como siempre lo hacía.

Algo atontando se dejó besar sin contenciones hasta que Minho se detuvo un momento a tomar su mano. Se le dispararon los latidos al verlo dirigir el agarre hasta sus labios y la sensación caliente de ellos acarició su piel en un beso húmedo en sus dedos desnudos.

A punto de ponerse a temblar se quedó anonado al observar aquella pieza volver a él. Su mundo pareció paralizarse en ese efímero momento donde su alfa acomodó el anillo en su dedo anular y lo encajó hasta el final como un rompecabezas completándose.

Se sintió mareado con la majestuosidad del anillo, con el peso y el brillo luciéndose en él, haciéndolo sentirse como un dios.

—Ve y diles a todos, omega. Que Lee Minho te propuso matrimonio con un anillo de millones de dólares —Jisung contuvo un jadeo cuando la mano contraria lo obligó a subir la cabeza para ambos mirarse con una intensidad invasiva—. Les dirás a quien vas a pertenecer hasta la última hebra.

—A ti —su voz salió ahogada por las sensaciones pero eso no hizo menos feliz a Minho. Pareció llevarlo a la locura al igual que a él.

Se les fue tarea imposible despegar los labios una vez empezaron. Jisung incluso estuvo a punto de prestarse a la idea de hacerlo allí mismo en la playa. Pero sabía que no podría concentrarse del todo, ni disfrutar a Minho como se debía.

Así que debió esperar impaciente a que lleguen al hotel más cercano. Ambos estaban por colapsar, se besaron como desquiciados en el elevador y Jisung debió apretar las piernas cuando el bulto grueso y pesado se frotó contra su cadera y juró empaparse como nunca antes.

Cuando pasaron por el umbral de la puerta ni siquiera se detuvieron a ver si la puerta había cerrado por si solo. A Jisung le ardía todo el cuerpo y su piel parecía quemar con tanto cosquilleo. Sus labios volvieron a ser tomados por el alfa y su garganta emitió gemidos desesperados a pesar de que recién estaban besándose. Pero no tuvieron paciencia para ir paso a paso.

Trepó sobre el alfa sin poder soltar sus labios, saboreando el vino que habían estado bebiendo, la dulzura de su lengua junto a la suya. Cuando fue arrojado en la cama no tuvo ni medio segundo de respiro cuando el cuerpo fornido y caliente lo acorraló y volvió a tomar sus labios. Se deshizo en gemidos ahogados cuando el alfa comenzó a embestir sin compasión aún con las prendas puestas y se sintió incomodo con la cantidad de lubricante que comenzó a soltar.

—¡Minho! —suplicó cuando por fin fue liberado en los labios. Y se retorció con corrientes de puro placer cuando los dientes del alfa comenzaron a morder en todos lados, dejando marca, arrancado sus más vergonzosos gemidos como si ya estuviera siendo tomado —. Minho...la ropa —se quejó desesperado mientras por su parte intentaba arrancar la camisa del alfa qué obstruía el paso para sentirlo completamente.

Jisung aún tenía mente para hablar pero Minho no. Pareció estar esperando aquello hace siglos porque estaba desesperado, le retiró la camiseta rasgando en el proceso y dispuesto a hacerlo delirar se deshizo también de sus prendas inferiores. Jisung solo supo que le abrió las piernas de golpe y cuando lo vio retirar su miembro erecto y venoso la voz no le llegó a salir.

No como quería, más bien gritó en un gemido ahogado y ruidoso cuando el miembro se deslizo dentro suyo en una estocada abriéndose en sus paredes hasta golpear aquel punto sin esfuerzo pero trayendo consigo el derrame. Pareció haber recibido un orgasmo digno de un video de adultos cuando solo acaba de ser embestido una sola vez. Sus uñas arañaron desesperados los hombros del alfa sin conseguir soltar más que un lloriqueó hormonal antes de perder la última cordura volviéndose un desastre cuando Minho comenzó la serie de embestidas salvajes y certeras.

Muy dentro suyo quería seguirle la pasión qué traía el alfa pero no podía, solo era capaz de recibirlo. Volverse un manojo de temblores y ruidosos gemidos qué rasgaban su garganta mientras sus ojos se humedecían del placer, mientras el corazón se hinchaba de dicha al escuchar cada gruñido y gemido del alfa disfrutando de tomarlo, de estar embistiendo su agujero chorreante y sentir sus manos tomar sus piernas y ponerlos sobre sus hombros solo para tener más acceso, pareciendo querer acabar con él esa noche con su brutalidad.

Cuando el miembro comenzó a hincharse más de la cuenta en su interior y Jisung sintió que volvería a correrse Minho detuvo los movimientos, torturando a ambos como siempre le gustaba hacer. Con la respiración errática y sin sentido no opuso queja cuando el alfa lo alzó volteando sus posiciones y dejándolo a horcajadas sobre él.

Sentía que estaba hirviendo, tenía una ligera vergüenza al no dejar de empapar alfa con sus fluidos pero cuando sus ojos conectaron Jisung supo que era lo último que le importaba al contrario.

Su respiración se cortó ante tanta intensidad, ante la corriente sofocante que lo recorrió cuando Minho tomó sus caderas y sus dedos hicieron una presión fuerte qué lo hizo sisear al sentir un dolor placentero.

—Móntame —el alfa ordenó y todo dentro suyo tembló.

No podía respirar, joder parecía tener una maldita enfermedad cardíaca en ese momento. Le temblaba hasta la médula. Pero nada en él dejó que sea desobediente con el alfa y con ayuda de su dios divino se apoyó en el pecho del mayor totalmente tembloroso, sintió que se mojaba más con solo encontrarse con la vista del caro y precioso anillo decorando su dedo mientras un poco más arriba Minho lo observaba con una lujuria estimulante.

Volteando se mareó con solo ver el grueso y más que parado miembro esperando por su atención. Lo tomó y alzándose rezó antes de atreverse a acomodarlo en su entrada.

Nunca sabía si saldría vivo esa noche con aquella anaconda entrando dentro suyo sumando con la posición.

Jisung solo dejó que entre levemente, lo suficiente para arrebatarle más hilos de fluidos como si no tuviera fondo. Pero al instante perdió el control cuando las manos en su cadera lo empujaron y levantando la cadera Minho unió su pelvis con su trasero en un golpe que nubló su mente.

Bye trasero.

Bye caminar por un mes.

Jisung no supo si gritó o nada salió de él. Pero sus uñas arañaron con desesperación los brazos qué lo sostenían mientras su boca no hallaba manera de cerrarse. Su reacción solo volvió cuando las firmes manos comenzaron a manejarlo y alzando su cadera comenzó a saltar sobre el miembro comenzando un hilo de gemidos desesperados y vergonzosos.

—¡Minho después de esto voy a...!- —se rindió a hablar al segundo mientras sus ojos se volteaban esperando desmayarse con las sensaciones que superaron su razonamiento.

Embestidas tras embestidas lo hicieron gemir peor que una gata en celo, ya no tuvo como callarse y cuando se corrió a chorros sus ojos no dejaron de derramar lágrimas mientras recibía las rudas y repetidas embestidas superando lo que podía tolerar y aunque cayó sobre el cuerpo del alfa siendo un desastre de llanto y gemidos guturales Minho no se detuvo. Abrazando su cuerpo e inmovilizándolo totalmente se desquicio en embestidas que lo hicieron babear y al alfa finalmente estallar dentro suyo con un gruñido qué se filtro hasta el último rincón de su mente.

Sollozó mordiendo el cuello del alfa usándolo como ayuda para no saltar de su sitio debido al dolor qué lo recorrió al sentir el nudo crecer rápida y desgarradoramente.

Esa posición fue lo que lo destruyó complementamente. Llorando sin contenciones mientras el alfa frotaba su nariz contra su sien en un intento de ayudarlo pero simplemente sentía que estaba siendo partido en dos.

—Voy...a...matarte —sentenció perdiendo el conocimiento por minutos.

Cuando volvió a despertar el nudo seguía allí presente, y el dolor pareció haberse multiplicado por mil. Tenía la sensación de sus labios calientes e hinchados y lágrimas con fluidos secos en todos su cuerpo. Las uñas le dolían de tanto maltratarlas y su único aliento a mantenerse con vida eran las caricias del alfa en su espalda y el acceso del anillo frente suyo reposando en el hombro del alfa y brillando de la manera que le gustaba.

Cerrando los ojos por varios segundos no tuvo necesidad de hacerse notar porque Minho habló primero.

—No debiste seducirme con ese beso en el restaurante —se estremeció ante la ronca y profunda voz vibrando contra su pecho —. Estaba en mi límite y llenaste el vaso.

—Igual voy a matarte —susurró en un hilo de voz que rozaba a lo afónico.

Minho guardó silencio pero lo sentía, le divertía y encantaba la situación.

—Hagámoslo de nuevo —si Jisung tuviera al menos un porcentaje de fuerza, solo un poco. Saltaría a morder la nariz del alfa hasta hacerlo sangrar.

—Me pides a gritos que te deje sin darme herederos. Voy a hacerte vasectomia gratis —Minho bufó contra su frente.

—No me hagas reír, te puedes desgarrar con un solo movimiento mio —pareció suplicarle y Jisung rodó los ojos exhausto.

Pestañeando cansado procesó un repentino plan.

—Bien, hagámoslo de nuevo cuando me recupere. Pero esta vez si llego a resistir sin desmayarme me dejaras pedirte un deseo.

—En todos los aspectos esto solo me beneficia a mi. No hay nada que no pueda cumplirte.

Jisung sonrió somnoliento cerrando los ojos, babeando del cansancio mientras sentía el miembro comenzar a bajar de hinchazón.

—¿Incluso abstenerte del sexo por un mes?.

El silencio se extendió por varios segundos mientras el latir ansioso golpeaba su pecho.

—¿Estás pidiendo que te destruya, Lee Jisung?.

—¿Quién dice que cambiaré mi apellido? —gruñó en negación y Minho soltó una risita.

—Lo harás.

—No.

—Te convenceré —tarareó y Jisung no tuvo fuerza para discutir cuando el nudo se deslizó fuera de él y con un delicioso calor toda la humedad y la abundante esencia de su alfa cayó fuera de él haciéndolo quejarse y retorcerse.

Finalmente el alfa reaccionó y de golpe los hizo girar en la cama. Ese era el problema del nudo, que adentro dolía como la mierda, pero fuera parecía solo haberlo preparado para mil batallas más. Porque ahora solo sentía su entrada volver a dilatarse cuando se encontró con la mirada hambrienta de Minho sobre él.

Acercando la mano a su rostro se deleito con deslizar la extremidad que poseía el anillo en la mejilla del alfa qué se lo había entregado y que ahora lo observaba con el deseo más ferviente y el anhelo más doloroso.

—Vamos, cariño. Muéstrame cuanto deseas tenerme sin ningún día de descanso.

El plan macabro de Jisung funcionó. Su objetivo no era ganar aquello después de todo, sino al parecer su omega masoquista solo quería quedarse sin caminar un buen tiempo.

Pero siendo follado de la manera más demente.

Shhhhh 🤫. Minuto de silencio para todas aquellas almas en pena que sufrieron estos 8 meses casi 9 de hiatus.

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Ahora. Abro apartado para que me alaben por traerles su capítulo de coito Minsung a las hambreadas. 🙂‍↕️.

Y ahora. Hola, sjsjs 😭💓. Dios mio no saben lo feliz que me hace actualizar este extra de Stay. Siento que vuelvo y fue ayer que publique el Epílogo creyendo que estaría de vuelta a solo días. Lamento tanto tanto tanto haberles fallado y haberme ido tanto tiempo
:(

No les prometo nada de seguido porque ya saben como soy y es mejor no andar con promesas que no puedo cumplir. Pero y también espero que pueda retomar con más extras aunque no sea 100% seguro.

Espero hayan disfrutado el extra. Me pareció una idea gratificante mostrarles como nuestros papis se conocieron y también un poco de comedia con la propuesta de matrimonio jsjsj. Ando oxidada con el smut así que espero les haya complacido lo suficiente. 🏃🏻‍♀️‍➡️

Gracias por todo como siempre. A los que llegaron hasta este extra ya de ancianos y los que ya andan por el cielito de tanta espera JSJSJSSJ.

Los amo un montón 🫶🏻💖.

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