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9

Pocos días habían pasado desde entonces. Jimin al fin se había dignado a aparecer por la universidad y no con la mejor cara como siempre lo hacía.

Jimin, quien se sentó al lado de Taehyung, no pudo evitar que el peliazul sintiera curiosidad sobre lo que le pudo haber pasado.

Sus ojos estaban hinchados, su cabello que siempre estaba arreglado ahora era por completo un nido. La ropa que traía era oscura en vez de colores claros. Y por supuesto, su rostro estaba muy hinchado y sin el maquillaje excesivo que siempre usaba.

Tampoco había saludado a todos como normalmente lo hacía y eso sorprendía a los demás, estos no dudaron en ir hacia él y preguntarle que le ocurría, lo cual el pelirosa respondió:

—Un mal día, todos pueden tenerlo.

Ese día el profesor les había pedido de trabajo en clase dibujar a su compañero, justamente el compañero de Tae era Jimin, este se sentó frente al pelirosa con un caballete y el lienzo.

Tae se fijó en los caracteres de Jimin, y dibujó justo como estaba ahora mismo.

¿Debería de editar un poco sus facciones? Se ve tan demacrado... —pensó Taehyung.

—Solo di lo que piensas, no hace falta que me sigas mirando sin hablar —dijo Jimin.

—Pienso que te ves demacrado, sin una pizca de estabilidad mental y que no debiste venir a clases si tan mal te encuentras. ¿Quieres que siga?

—No, gracias, con eso basta...

Taehyung terminó el dibujo en menos de veinte minutos, mientras que Jimin aún seguía cambiando de lienzo por cada fallo que hacía.

—Eres muy difícil de dibujar, Tae —eso extrañó al peliazul, ya que su rostro, para Jimin, era algo fácil de hacer y que le encantaba.

—¿No será que no estás concentrado?

Jimin dejó a un lado su lápiz de carbón y observó sus manos. ¿Le afectó demasiado volver a ver a Jungkook?

—¿Qué debería hacer? —susurró, su voz era apenas audible para Tae—. Quiero dejar de sentirme tan confundido.

—¿Por qué no intentas hablar con él? —Jimin observó a Tae con cara de horror y negó repetidas veces.

—¿¡Te has vuelto loco!? —elevó al fin su voz—. Viste muy bien su rostro de disgusto, incluso se enojó con sus amigos por mi culpa. Además, no voy a ir a disculparme por algo que no hice mal.

—Tarde o temprano vas a tener que verlo.

—Pero no ahora. Cuando me sienta seguro conmigo mismo lo haré.

Asustado, con miedo, angustiado, todo lo malo personificado.

Podría decirse que Taehyung reconocía ese sentimiento, sin embargo, no lo había sentido tan fuerte.

Y Jimin, hacía que todo lo negativo que tenía, se le pegara.

Eso, precisamente, lo detestaba por encima de todo.

—Son iguales, de eso no hay duda —murmuró.

Tae se levantó y cogió un recipiente lleno de pintura roja. Algunos podrían llamarlo lunático por hacer lo que iba a hacer, y no le importaba a él, ni siquiera le importaba lo que las personas pensaran de él, ya sean buenos o malos comentarios.

—¿Tae...hyung? —sus ojos casi salían de órbita al ver como el peliazul arrojaba la pintura sobre su propio dibujo. Jimin se cubrió el rostro con sus manos para no ser manchado, plan fallido porque aun así acabó manchado de pintura roja—. Oye, ¿¡qué te pasa!?

No se arrepentía para nada. En realidad, si hubiera visto una cubeta de pintura, con gusto se la hubiera tirado.

Ahora bien, ¿por qué lo hizo?

Detestaba las personas negativas y que quisieran contagiar a todos con esa negatividad.

Detestaba que quisieran llamar la atención, ser el centro de todo.

Y aún más detestaba que se hicieran las víctimas.

Sin más que decir se retiró del salón, sin pedir permiso y con las manos manchadas de rojo, aparte de una cara seria que daba miedo a quienes le rodeaba.

{...}

Después de tanto tiempo, ni ganas de dibujar tenía ahora, solo esperaba en aquel club a Jungkook quien estaba terminando de arreglar unas cosas en la batería, y ojalá —deseó Taehyung— comenzara con sus caprichos de que quería irse temprano a casa.

—¿No haremos nada hoy? —interrumpió el de mechas azules los pensamientos de Tae, ni cuenta se había dado cuando llegó a su lado—

—No.

—Estoy pensando que lo único que haces es querer pasar más tiempo conmigo —sonrió—. Pensándolo bien, eres como el mismo viento, solo hablas cuando tienes que hablar y te callas cuando no quieres hacerlo. Desgraciadamente debo de admitir que tu presencia es algo... especial.

—¿Estás bien de la cabeza? —Taehyung se movió a la izquierda para evitar la cercanía de Jungkook—. Esto es poco común en ti. ¿No me vas a llamar raro o que te incomodo como siempre lo haces?

—¡Por supuesto que estoy bien! Eso debería de preguntártelo yo a ti. Has estado raro desde que llegaste. ¿Ocurrió algo en la universidad?

—Nada interesante y también, nada que podría importarte.

Su voz era fría, más cortante de lo habitual. Y sí, Kim Taehyung, para muchos, podrían decir que estaba enojado, pero para él, solo quería alejarse cada vez más de la sociedad que tanto le molestaba.

—¿Taehyung? ¿Estás enojado? —negó—. ¿Entonces?

—¿Vas a hacer que repita lo mismo que tu dijiste sobre nuestra relación?

—¿Por qué eres así? —murmuró el contrario—. Déjame decirte algo, las personas apestan.

—¿Qué...?

—Lo que escuchaste: las personas apestan —repitió—. Puedes contarle algo a alguien que no te conoce para nada y ese alguien lo puede utilizar en tu contra con el fin de sentirse beneficiado. Es por eso que no todos pensamos igual, pero, al fin y al cabo, tenemos los mismos pensamientos.

Cascarrabias, malhumorado, todo lo que Taehyung podría pensar de él era así. Lo que nunca pensó, es que ambos tenían algo en común que ninguno de los dos quería mostrar.

Taehyung era el mismo ser que detestaba su propia raza por tener mentalidades tan negativas y similares.

Jungkook era esa misma persona que luchaba siendo lastimado por otros.

Personalidades tan distintas y con mismas mentalidades.

Irónicamente son compatibles.

—¿Por qué me dices todo eso a mí?

—Tal vez sea porque tú siempre me regañas por cada actitud que tenga.

—No exageres, no te regaño incluso por si estás feliz.

—¿Lo niegas?

—Por supuesto que debo negar algo que no hice.

—¿Aceptas amar el rojo?

Desde que vio a Taehyung por primera vez hoy, notó que algo iba mal, sobre todo en sus manos manchadas con tinta roja seca, supo que algo ocurrió. Quería saber, solo que no debía forzarlo a hablar.

—Niego que me gusta el rojo —desvió la mirada.

—Es por eso que el arcoíris tiene 7 colores —en eso volvió a fijar su mirada en la de Jungkook quien sostenía las baquetas en sus dedos, moviéndolas hábilmente—. Te puede gustar un color, a la misma vez te puede gustar muchos colores, pero, aun así, puedes detestar el color que a más gente le guste. 

Taehyung entendía perfectamente a lo que se refería, una forma más fácil de describir la faceta de gusto hasta acabar en desinterés.

Justo ahí pudo comprender que no todos eran iguales. Jungkook no era igual a otras muchas más personas que conocía. Jimin no se equivocaba en absoluto al describirlo.

《Él siempre protegía a los demás, incluso cuando salía lastimado.》

Alguien con mentalidad igual a otros, no podría hacer eso. Porque solo alguien diferente a él, podría hacerlo.

Jungkook era ese alguien diferente que nunca imaginó poder conocer algún día.

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