29
Las semanas siguientes fueron extremadamente difíciles para Taehyung. Justo debía de entregar el cuadro que tanto se había esmerado en hacer para que estuviera cualificado en entrar a la presentación que harían en menos de tres días.
Porque en tres días su vida podría cambiar y dar un cambio radical.
Más tenía que hacer una tesis que comenzaba a provocarle intensos dolores de cabeza. Tan fuertes eran que cada seis horas se tomaba unas pastillas más uno que otros teses.
De la univeridad se quedaba hasta tarde y seguido a eso, no salía de casa ni aunque tuviera que hacer las compras matutinas.
Un descuido y le podía tomar días para reponer. No quería eso.
Recibió una llamada de Jimin que no tardó en responder pese a que no quería desconcentrarse.
—"Taehyung, debes venir a la universidad ahora mismo." —su tono era preocupado—
—¿Qué ocurre? —frunció sus cejas—
—"Solo ven rápido."
{...}
Taehyung llegó a la universidad tan rápido como pudo con su patineta. Subió unos largos escalones y frente a un salón Jimin lo esperaba con un rostro pálido.
Una vez entró al salón, sintió un vuelco tanto mental como estomacal por ver aquella horrible escena.
Sus sueños se habían ido.
Su tiempo fue desperdiciado.
Sus metas... Ya no estaban.
La razón de su principio, ya no era la razón de su final.
Taehyung, con pasos lentos, caminó hacia aquella mesa en donde estaba su cuadro. El cuadro en donde pasó seis meses pensando, analizando, arreglando, añadiendo. Aquella razón de quien es su musa y de que sea su pareja actual.
Todo ese esfuerzo, todas esas ganas de superarse, estaban pintadas ahí, en ese cuadro.
Cuadro que estaba destrozado, no tan reconocible si no fuera por su firma.
—¿Taehyung, Jimin?
Su voz la reconocía perfectamente, era Jungkook que llegaba al salón de ambos jóvenes. ¿Qué hacía ahí? Un amigo le había pedido llevarle algo, justamente era en la facultad de artes y de pura casualidad se encontró con ambos chicos.
Taehyung no tenía ni las ganas ni el valor de girar y poder verlo. Sentía como si los mismos sucesos que vivió años pasados, se volvían a repetir como un recíproco sin fin alguno.
Estaba cansado y estaba acostumbrado.
Unos pasos fueron acercándose desde atrás, Jungkook se quedó inmóvil a su lado al ver el cuadro.
¿Quién podría hacerle algo así a alguien tan puro como él? —se preguntaron Jungkook y Jimin.
Dejó el cuadro a un lado y mordió fuertemente sus labios. Su expresión era neutra, se podía apreciar cuan serio estaba.
Muy dentro de él se sentía impotente, con tanta impotencia dentro de él que no le hacía pensar claramente lo que haría.
Estaba en blanco. Estaba perdido.
Sin ese cuadro, no podría graduarse aunque en la tesis le fuera bien.
Después de cuatro años, a casi final de curso, ¿me vienen con esta broma? —se preguntó.
—Esto tiene solución, puedes volver a hacerlo —alentó Jimin—. De seguro que el profesor entenderá la situación y podrás entregarlo.
—No hay tiempo. Quedan tres días, me falta terminar la tesis, ¿como podría terminarlo en menos de tres días? Es imposible.
Apenas llevaba treintaiséis páginas de ochenta. Estaba muy atrasado, casi apenas podía sostenerse aunque no pudiera dormir. El cansancio cada vez era más, no podía pensar claramente y eso ya empezaba a ser un problema.
Estaba acabado.
Las palabras de Tae no sonaba a él. Siempre era positivo, siempre le buscaba una solución a algo. Que hable así ahora... El caso es muy serio.
—No seas pesimista cuando puedes buscar una solución —apoyó Jungkook—
—¡Exacto! Lo primero que debemos hacer es comprar el canva —dijo Jimin—
—Y podemos repartirnos los trabajos.
Finalmente Taehyung giró hacia ellos. No se encontraba con ánimos suficientes ni para hablar. Solo podía decir:
—Gracias. Muchas gracias por darme ánimos para seguir.
—¿Te vas a rendir? —preguntó Jimin con seriedad—. ¿Kim Taehyung se va a rendir por unos tres días? Puedes empezar de nuevo. Yo me encargo del profesor, tu te encargas del canva mientras que Jungkook de la tesis.
—Cuando dije que era imposible, es porque lo es —se dignó a levantar la cabeza para poder mirarlos—. No tengo dinero para comprar el canva.
Semanas anteriores con lo poco que tenía, compró el canva para hacer el proyecto. ¿Y qué pasa ahora? No tenía ni dinero ni el trabajo, no tenía nada para hacer todo de nuevo. No había trabajado en comisiones por eso mismo.
—¿Qué pasó con las comisiones? —le preguntó Jimin sorprendido—
—Dejé de hacerlo porque quería concentrarme en el canva. Ahora ni dinero ni canva tengo.
Jungkook observó a Jimin y seguido a este observó a Tae. Su rostro estaba deprimido, estaba deprimido y cansado.
—Igualmente estoy acostumbrado a pasar por esto.
—¿Qué hacemos aquí parados? Estando aquí no haremos nada productivo —Jungkook cogió las manos de Tae—. Jimin, ¿podrías hablar con el profesor y explicarle la situación?
—¡Por supuesto! Igual lo iba a hacer si Tae no accedía —respondió—
—Lo demás me encargo yo.
{...}
Jungkook había llevado a Tae hacia una tienda de manualidades, justamente fueron a la sección de canvas y el peliazul no tenía las ganas de poder elegir.
—Tae, ¿recuerdas cuando acudí a tu apartamento y te conté casi toda mi vida? —asintió lentamente—. Fuiste el único que me apoyó y estuvo para escucharme, nadie más que tú. Gracias a ti, todavía no he perdido la fé porque sé que las cosas tienen solución.
—He vivido con esto desde que estuve en la guardería. Es cansado y malamente acabé acostumbrándome. No sé si pueda seguir con esto.
—Nunca digas no puedo. Tú puedes. De que te queden tres días, no significa que puedas adelantar algo en tres días. No estás solo, nos tienes a nosotros.
Jungkook no soltaba en ningún momento la mano de Tae. No planeaba hacerlo si él mismo no se lo pedía.
Taehyung se zafó de su agarré, y el mayor pensaba que no volvería a tomar de su mano, sin embargo, el menor lo abrazó por la cintura, recostado se cabeza sobre su hombro.
—Lo siento, tuviste que ver un lado pesimista de mi —susurró—
—Tú siempre ves mi lado pesimista —correspondió al abrazo. Taehyung soltó una pequeña sonrisa—. Ahora elige cualquier canva que quieras. Lo pagaré —Taehyung alejó su cabeza de él para observarlo con las cejas fruncidas—. No es de caridad, solo piensa que es un regalo para ti. No te fijes en el precio, si ves unos números elevados... Piensa que es la medida del canva.
El menor negó con una sonrisa para después alejarse de este y sostenerlo de la mano mientras buscaba un canva que de tamaño le agradara. También debía de calcular cuanto tiempo le tomaba hacerlo dependiendo del tamaño. Si elegía uno muy grande, le tomaba casi tres días. Si elegía uno muy pequeño no podría hacer lo que él quisiera hacer en el canva.
Finalmente decidió escoger uno grande, de tamaño aceptable que podiera llevar él mismo sin ayuda de otros.
—¿No quieres más nada? —negó—. ¿Seguro? —asintió—
Volvieron a la caja para poder pagar el canva. Jungkook sacó su billetera y deslizar una tarjeta negra, tecleaó la contraseña y de inmediato se aceptó el pago.
La pareja salió de la tienda camino hacia el apartamento de Tae. En todo momento el peliazul mantenía un rostro serio mientras mordía sus labios.
Jungkook sabía que cuando hacía esa acción, estaba pensando en algo o estaba nervioso. Era más la primera opción que segunda.
—Tae, no muerdas tus labios, después vas a sangrar —inmediatamente dejó de hacerlo—. Son muy bonitos como para ser maltratados.
El peliazul observó al de mechas azules que le sonreía mostrando sus dientes. Inmediatamente bajó la cabeza. No estaba avergonzado, sólo estaba feliz, muy feliz de tener a alguien como él a su lado.
—¿Taehyungie está avergonzado?
Este empujó un poco al mayor, provocando la risa de este.
{...}
Mientras que Tae hacia un boceto nuevo y lo rehacía otra vez en el canva, Jungkook estaba sentado en el escritorio tecleando unas palabras en la laptop del peliazul. Ambos estaban muy concentrados hasta que Jungkook se levantó de la silla para estirarse un poco.
El menor observaba todos sus movimientos al igual que miraba la laptop. Jungkook cuando notó su mirada se acercó a él para decirle:
—Tranquilo, voy por la página setenta, hoy lo termino.
—¿Cómo...?
—Te dije que soy un mago —acarició su mejilla—. Por cierto, ¿qué estás...?
Inmediatamente Taehyung le cubrió los ojos para que no viera. No quería que viera su trabajo hasta en tres días.
—En tres días lo vas a ver —dijo—. Hasta entonces, aguanta.
—Será muy difícil hacerlo.
Taehyung y Jungkook llevaban más de cuatro semana en noviazgo, y todavía no se habían dado ni un beso. Jungkook respetaba el espacio de Tae, sabía lo que debía hacer y lo que no debía hacer. Prefería que el peliazul diera un paso por su cuenta que por obligación.
Tae apreciaba eso, y sobre todo, amaba aquella parte comprensiva que dejaba todo fluir sin apresurar las cosas.
Aún Jungkook con los ojos cerrados, Taehyung fue acercándose hasta quedar cerca de su rostro. El de mechas azules podía sentir respiración cerca, hasta que al final...
Taehyung decidió besar su mejilla.
Al destapar sus ojos, las mejillas de Jungkook se tornaron de un color rosado. Parpadeó varias veces y como si fuera un robot, automáticamente giró para poder ir al baño en donde se encerró. Desde adentro se escuchó como algo se cayó y por preocupación Taehyung preguntó:
—¿Estás bien?
—¡S-si! —respondió—
El amor te hacía torpe y también te hacía sentir en el mismo cielo. Jungkook sentía ambas porque Taehyung lo había tomado de imprevisto.
En las relaciones, lo preferible es dejar que las cosas fluyan por sí mismas y no apresurarlas.
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