16
La naturaleza es algo que se debe de escuchar atentamente, y que muchos ignoran. Las personas escuchan lo que quieran escuchar, siendo la realidad ignorada y con la verdad oculta.
El arte es igual, solo que el significado se da por sí solo aunque no haya nada ahí.
Todo seguía igual que el inicio.
Aquella libreta de hojas en blanco, fueron sustituidas por dibujos a color hechas por el mismo Kim Taehyung. Frente a este, estaba Jungkook escribiendo algo en su libreta de apuntes.
—¿Algo que combine quedarse? —susurró para si mismo el de mechas azules.
—Combina con muchas cosas —respondió Taehyung como si la pregunta fuera para él.
—No ayudas.
—Tu tampoco me ayudas a quedarte quieto mientras dibujo tu cara.
Al igual que el arte, Taehyung era una mente maestra que muchos tomaban por raro. Porque ser silencioso y observador, era algo extraño y que nadie pensaba que era normal.
Por ser una mente maestra, hacía y decía cosas que sin querer ayudaba a los demás.
Jungkook lo miró sorprendido y al instante exclamó:
—¡Eres un genio!
Jungkook empezó a escribir como si fuera una máquina sin descanso, tachando algunas palabras y sustituyéndolas al lado de lo tachado. Tae no estaba sorprendido de haber sido de ayuda, ya estaba más que acostumbrado a ayudar a otros sin recibir nada a cambio.
—Creo que cuando termine esta canción te daré los créditos al final —el peliazul quedó el trance por lo que había dicho.
—¿Por qué debes de darme los créditos por una frase? Además, no hace falta que lo hagas.
—Por hacer el ambiente uno más calmado —sonrió.
Ambos chicos eran el verdadero significado de polos opuestos. Jungkook es extrovertido y expresivo mientras que Taehyung es introvertido y prefiere guardar sus sentimientos. ¿Razón? No quería salir lastimado innecesariamente.
Pero bueno, no era Jungkook que sin darse cuenta lo hacía.
—¿Gracias, supongo..?
Yoongi había llegado pocos segundos después con una bandeja con vasos y los chicos fueron sentándose en sus respectivos asientos tomando de esos vasos. Yoongi anteriormente le había servido el de Tae primero ya que solamente bebía té y no café, y al querer tomar nuevamente de su infusión, probó algo más que un simple té de manzanilla con dos cucharadas de azúcar.
Con disgusto frunció sus cejas, se levantó de la silla y antes de poder tragar el líquido, salió corriendo hacia el baño para poder escupirlo y lavarse la boca por diez veces.
—Taehyung, ¿estás bien? —le preguntó preocupado Hoseok llegando hacia él.
Estar bien, lo estaba. Su paladar estar bien, lo más probable es que no.
El sabor amargo pero dulzón del café seguía en la boca de Tae. No se iba ni por cuántos enjuagues bocales se daba; seguía ahí, incrustado en su boca como un chicle.
—Te tomaste mi café —señaló Jungkook al vaso que antes el peliazul había tomado. Tae había llegado hacia los demás minutos antes.
—No es mi culpa que lo hayas puesto al lado del mío —se excusó.
—Tampoco es mi culpa que no sepas oler bien ni diferenciar el café con un té. Café es café y té es té, la única semejanza es el azúcar —replicó.
Si bien Jungkook es un amante de la azúcar, Taehyung era lo contrario pero casi igual.
—¿Eso no fue un beso indirecto? —preguntó Hoseok con burla.
En eso ambos chicos se giraron hacia él con seriedad para luego decir:
—Ni loco besaría a alguien tan literal como él —comentaron a la misma vez y a su vez, señalándose.
—Es como si estuvieran conectados con una red 7G.
—Namjoon-hyung, ¿qué cosas dices? Apenas estamos en la red 5G —le preguntó un Jungkook confundido y que lo más probable esté teniendo un debate mental sólo por eso.
—Y así dices que estás actualizado del mundo cuando lo único que sabes es que nosotros existimos —el de mechas azules lo fulminó con la mirada mientras chasqueaba la lengua.
Pero Jungkook era tan obstinado que si decía algo, ahí se quedaba y era muy raro que cambiara de opinión. Era una excepción muy especial si lo hacía.
Taehyung omitió la pequeña disputa entre el conocimiento de Namjoon y la lógica de Jungkook, que consistía en saber de su alrededor y tener tiempo en hacerlo.
Algo bastante absurdo a ojos de Tae, pero curioso porque Namjoon sacaba argumentos muy interesantes.
—Jungkook —el peliazul lo llamó, este puso total atención en él—, ¿vas a beber el café?
—Si lo hago, Hoseok dirá otra vez que nos besamos indirectamente —el antes mencionado estuvo por decir algo si no fuera porque Jungkook lo impidió—. No me lo voy a tomar.
Anteriormente ya había hecho un boceto en una hoja suelta, así que tomó ese mismo boceto y mancho la punta de su pincel con el café.
Al menos no quería desperdiciarlo.
—Cada vez me impresionas más —dijo Jin—. Eres como una cajita de sorpresas. Solamente falta que explotes.
—Jin, ¿ya te había dicho que tus chistes no tienen sentido? —le preguntó Yoongi—. Son ridículamente absurdos y vergonzosos, por Dios.
—¿Más ridículo que tú intentando cantar? No me hagas reír, un gallo podría cantar mejor que tu en las mañanas.
Inconscientemente Taehyung acabó riéndose bajito, porque cuando estaba en Daegu, en las mañanas quien lo despertaba siempre, era el canto de un gallo y no su propia alarma.
—¿Ves? Taehyung se río —señaló el mayor.
—Es aquí en donde se nota cuán roto está su humor —comentó Jungkook con disimulo, sintiendo como de reojo Taehyung lo observaba sin una pizca de gracia.
{...}
Las calles de Seúl eran movidas tanto de día como de noche, y para la desgracia de Taehyung que no le gustaba estar al rededor de la multitud, debía hacerlo solo porque no tenía materiales suficientes.
La próxima vez llevaré un cargamento —pensó.
Una vez hizo sus compras se dirigió a su departamento. Al estar en la entrada del edificio, visualizó a un chico agachado a punto de coger nuevamente sus bolsas. Traía una gorra negra al igual que su vestimenta, pero Taehyung pudo reconocer la chaqueta que anteriormente había visto al igual que un pequeño lunar en su cuello.
—¿Jungkook?
Aquel chico levantó la cabeza al escuchar su nombre. Estaba tan sorprendido como el mismo Taehyung porque no pensó encontrarlo en un lugar así —tan así que era un lugar público—.
—¿Taehyung? ¿Qué haces por aquí...?
—Vivo aquí —señaló la entrada de aquel edificio.
Jungkook al momento de coger una de las bolsas, algunos artículos de esta se cayeron ya que la bolsa se había roto.
Justamente esa noche no era para el de mechas azules por muchos sucesos para nada creíbles.
Taehyung sin pensarlo decidió ayudarlo. Con su otra mano recogió algunos artículos mientras que Jungkook trataba de colocar el restante en otras bolsas.
—Se van a romper si sigues echando más cosas —dijo Tae notando el gran forcejeo de las bolsas—. Tu casa queda muy lejos de aquí. Es mejor que cojas un taxi.
—Créeme que lo hubiera hecho hace tiempo si no fuera por la situación —sonrió con desganas.
Aún Jungkook sonriendo, se notaba la furia a través de sus ojos. Taehyung podía sentirlo, podía verlo sin tener que hablar.
—Te pagaría el taxi si no estuviera igual que tú.
Digamos que indirectamente ambos actualmente tenían un serio problema económico.
Taehyung insertó la contraseña del complejo para poder entrar y al abrir la puerta, le hizo una señal a Jungkook para que entrara.
—¿Puedo...?
—No te estaría diciendo con disimulo a que entraras —contestó.
Con ayuda de Taehyung en las bolsas, ambos chicos subieron al ascensor y Tae marcó el piso cinco. Al cabo de segundos ya estaban frente a una puerta de madera. Taehyung dejó las bolsas en el suelo para buscar de su bolsillo unas llaves e incertarla en la cerradura, para girar esta y abrir la puerta.
El olor a vainilla suave mezclado con canela provocó que aquel enojo que anteriormente Jungkook cargaba en su pecho, de la nada desapareciera.
Era como si después de muchos años viviendo solo en un gran departamento sin saber que hacer, aquella emoción de sentirse acompañado lo hacía sentir bien, por dentro y por fuera. Al igual de que podría llamar esa cálida entrada hogar.
—Me imaginé tu casa así —comentó el de mechas azules.
—¿Así cómo? —Tae se dirigió a una pared cerca de la cocina para prender el interruptor de luz que era deslizando lo hacía arriba.
—Muy vintage.
El departamento consistía de una sola habitación sin puertas; un estudio muy espacioso con cocina, baño grande y un balcón que daba para dos sillas y una mesa. La sala era muy espaciosa, tanto así que el caballete de madera oscura estaba en medio porque así Taehyung podía alcanzar a ver perfectamente la luna de frente cuando estaba en su fase llena.
Las luces de la sala eran tenue yendo más para claro, dando un toque sofisticante que sólo Taehyung sabía como hacer.
—Puedes dejar tus compras en la nevera —informó el peliazul, dejando varias de las compras de Jungkook en la encimera.
Caminó hacia unos estantes y de su bolsa sacó varios potes de colores diferentes de pintura, dejando aparte unas brochas nuevas y el color azul claro.
Jungkook dejó sus compras en la nevera justo como Taehyung le había dicho y para su sorpresa, no había casi ningún alimento.
Entonces el de mechas azules se preguntó: "¿De qué se alimenta?"
Podía notar que Tae era un chico muy delgado para aparentar su edad. Incluso llegaba a pensar que si lo abrazaba, sus huesos iban a romperse por muy imposible que se veía.
Taehyung de reojo veía como Jungkook se quedaba observando el interior de la nevera. Sabía lo que estaba pensando, mas decidió no detallar algo al respecto.
Admitía que su estado alimenticio era de la basura y muy lamentable, tanto así que si contara lo que comía, las demás se asustarían y estarían preocupados por él.
Eso era lo menos que quería. Porque estaba bien en su estado actual.
No necesitaba que otros se preocuparan por él. No necesitaba que otros mostraran compasión hacia él. Mucho menos necesitaba que le dieran una charla innecesaria de algo que ya sabía muy bien.
Errores cometió, y errores que trataría de corregir.
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