15
El día era bastante caluroso. Debían de abrir las ventanas y puertas para que el olor a pintura saliera. Tenían abanicos prendidos y aún así, el calor era tan terrible que el respirar era casi difícil.
A Taehyung le molestaba el cuello de su camisa y constantemente se la alejaba para dejar de sentir el malestar, que continuamente seguía. Al lado de este teníamos a un Jimin concentrado en su dibujo hasta que se fijó en el de Tae y notó algo que lo preocupó bastante.
No era él.
Sus dibujos eran una obra de arte sin igual. No se podía comparar con nada ni con nadie. Ni con el mismo Leonardo Da Vinci.
Pues era obvio el arte, podías ser original como también una copia barata de lo original. Y Tae es aquel ser que detestaba la copia barata de la original sin ser original.
—Taehyung —la voz de Jimin desconcentró a este—. ¿Puedes llamar eso arte? —preguntó, haciendo referencia a lo que el peliazul hacía.
Podía estar seguro de que era su arte, mas no estaba seguro de lo que estaba haciendo. Estaba concentrado, por supuesto que lo estaba porque todos los días quería hacer algo mejor y algo nuevo que incluso él mismo se sorprendiera de lo que hacía.
Jimin le estaba abriendo los ojos para ver lo que de verdad estaba haciendo.
—Un arte no sólo implica una copia barata, significa transmitir algún significado o dejar algo en claro sin tener que hablar —explicó.
—¿Y qué estás haciendo ahora mismo? ¿Sientes algo cuando ves lo que estás haciendo?
Quedó sin saber qué contestarle. Lo pensaba mejor y Jimin tenía razón.
—¿Estás bien?
Estaba bien, o eso quería él creer que lo estaba cuando mentalmente se sentía cansado hasta el punto de dejar que su mente le hiciera creer cosas, como por ejemplo: sentirse en el limbo y sus manos crear algo que él nunca pensaría hacer. Y su mente le hacía creer una y otra vez que estaba bien.
Pero este solo elevó sus hombros en modo de un simple 'no lo sé'.
—No te tomes tan enserio las cosas. Y no es por ofender, pero eso —señaló a la obra de Tae— apesta horriblemente.
La verdad siempre duele, y esta vez, era una verdad que para él no le dolía.
¿Por qué?
{...}
Tae y el pelirosa entraron al club y Jimin fue donde Jin animadamente para contarle varias cosas. Mientras, Tae se sentó frente al escenario, pero un poco alejado de todos. ¿Razón? Solo acompañaba a Jimin porque él lo pidió y no por su querer.
—¡Taehyung, no deberías de alejarte de todos de esa manera! —expresó Jimin de lejos.
Igualmente fue ignorado totalmente. No estaba enojado con Jimin, solo se sentía enojado con él mismo por no poder hacer las cosas que quería hacer y bien hechas.
En su mente todo era un bucle en donde solo existía él y nada más que él. Ningún pensamiento hacia otros al igual que ningún pensamiento sobre su arte existía. Porque, estaba tan concentrado en sus pensamientos en blanco que a la hora de recapacitar se había asustado al escuchar un fuerte golpe en su mesa.
—¿En qué planeta estabas? ¿En Plutón?
Jungkook, quien llegó para invadir los pensamientos de Tae, fue sentándose frente a este para hacerle compañía.
Desgraciadamente debía admitir que agradecía a que él llegara ahora, estaba cansado de pensar tanto y era incontrolable no poder hacerlo.
El peliazul sacó su cuaderno de bocetos, pero a la hora de coger el lápiz y hacer un círculo, su mente nuevamente quedó en blanco.
Un sumidero muy blanco.
Un agujero negro donde las ideas no existían.
Una mente maestra que ya no servía.
Se encontraba en una situación de cuatro paredes y sin salida. Con una espada entrando y saliendo de estas, porque debía de escapar antes de ser acabado por aquella afilada y temible espada.
Jungkook lo miraba con atención, veía como la punta de su lápiz tocaba repetidas veces el papel, haciendo pequeños puntos. Tae colocó su mano en su frente para reposar su cabeza y soltó un exhaustivo suspiro.
—¿Don inspiración no llega? —preguntó tratando de aguantarse la risa.
—Aun teniendo una base de inspiración, siempre falla, por si no lo sabías.
—Soy músico, obviamente sé que siempre falla.
—¿Constantemente?
Jungkook se reclinó hacia atrás en su silla, cruzando los brazos y mordiendo su labio exterior. No solía hablar de sí mismo con otros, apenas y sus amigos saben que clase de persona es porque se conocen de hace tiempo.
Las experiencias dejan huellas que al final, temes volver a salir lastimado de tan solo hablar.
Pero veía a Taehyung y en lo único que podía pensar era: "No creo que sea esa clase de persona. Es un chico muy serio."
Puso las manos encima de la mesa y le entregaría su total confianza a él.
—Últimamente no soy de tener tanta inspiración. En verdad, me cuesta desde hace un par de meses. Y es muy molestoso eso —expresó—. Supongo que algún día llegará.
—No todo es para siempre. ¿Cuál fue tu razón?
—¿No es obvio?
—Te dije que no soy adivino por más que lo pienses.
Por supuesto que sabía la respuesta, y era la misma persona que es su compañero de clase, lo llamaba amigo, y no menos importante; es el ex de Jungkook.
Tienen algo en común que únicamente Taehyung sabía: ambos habían perdido la inspiración por un ser querido, y ambos trataban de remediar aquel dolor entre ellos mismos.
Al mismo tiempo y como si fuera un hilo que juntara a dos personas, Taehyung giró y ahí mismo fue cuando Jimin se cayó de la silla situada al lado de Yoongi. La caída hizo tal estruendo que le causó preocupación al peliazul.
—¿Estás bien? —preguntó.
—No te preocupes, su trasero es a prueba de caídas —dijo Yoongi mientras ayudaba al pelirosa.
—Si fuera a pruebas de caídas no me hubiera dolido el golpe —rodó los ojos.
Tae volvió a girarse para quedar frente a Jungkook, y este se levantó de donde estaba sentado y fue donde sus mayores para conversar algo.
Notó algo bastante impresionante en la mesa, que lo dejó mirando a todos lados para ver si encontraba al de mechas azules, pero no fue así.
Era un pequeño dibujo de él mismo versión chibi, con orejitas de tigre y las mejillas con un poco de difuminación, haciendo aparentar que era un sonrojo. Al igual que unos pequeños pero a la misma vez largos bigotes.
Un dibujo tierno al igual que muy elaborado. Entonces pensó:
Sus manos no solo sirven para hacer música, sino para hacer arte.
Un arte que él no veía muy en claro y un arte que Taehyung no sabía ya como expresar. Un arte que Jungkook empezaba a encontrar el significado nuevamente, y un arte que para Taehyung seguía por experimentar.
Estaban tan lejos de la realidad pero a la misma vez tan cerca, que a la hora de la verdad, ninguno de los dos sabía si el arte era la unión de ambos o sólo por el compromiso.
El hilo rojo del destino era una cuerda muy gruesa que no se sabía si en el futuro llegaría a ser muy fina.
Porque aquel hilo rojo lograba unir a personas que con poca o mucha probabilidad, no sabían si fuera posible.
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