stay for christmas
Seungmin y Changbin se iban a Jeju, Jeongin volvería a Busan para estar con su familia y Jisung viajaría a quién sabe que ciudad junto a su novio.
¿Y Felix? Él solo pensaba cuál sería la mejor película para ver en su soledad.
La navidad en Corea, era una época para compartir en familia o con amigos pero sobretodo era una fecha especial para pasarla en pareja, semejante a un segundo día de San Valentín, donde cada rincón desbordaba una atmósfera romántica y dulce. Lee estaba muy consiente de eso a pesar de ser su primera navidad en el país asiático, pero no tenía el dinero suficiente como para volver a Australia, su familia tampoco había podido hacerle una visita y su novio estaba tan ocupado que no había alcanzado boletos para las fechas, haciendo que esta fuera la primera navidad que el rubio pasaría solo.
Invitaciones no le habían faltado, sus amigos en serio habían intentado incluirlo en sus planes en diversas ocasiones, pero él no quería sentirse fuera de lugar, no creía que fuera buena idea unirse a un viaje de pareja o llegar de imprevisto a una cena familiar de una familia que no era la suya, así que amablemente había declinado todas las ofertas con una amable sonrisa.
Aunque sentía cierta nostalgia por encontrarse solo lejos de su país natal, Felix se negaba a deprimirse en nochebuena.
Observó las bolsas que acababa de traer del supermercado, colocadas desordenadamente sobre el mesón de su pequeño apartamento alquilado, dentro de estas se encontraban todos los ingredientes necesarios para preparar unas deliciosas galletas de vainilla y chocolate, porque si había algo que a Felix le llenaba el corazón ese algo sin dudas era hornear galletas, así que ese era su plan para esa noche.
Quitó sus zapatos, la bufanda que envolvía su cuello y antes de quitarse el abrigo se acercó a la mesita al lado de la puerta, tomando la maceta donde se encontraba su preciado bonsái, cambiandolo de lugar a la estantería en un rincón más cálido de la casa.
—No pienses en morir ¿okay? Asegúrate de sobrevivir porque esta noche será fría —le habló como si la planta pudiese responderle y acarició una de sus hojitas, que se mantenía de un color verde muy saludable.
Ese hermoso bonsai fue el último regalo que recibió de su novio antes de que dejara el país a principios de ese año, era una versión en miniatura de un sicomoro, su árbol favorito, Chris siempre había sido un novio detallista, recordaba su mirada llena de ilusión mientras le entregaba el arbolito en el aeropuerto, diciéndole que esperaba que encontrara consuelo en la planta cada que lo extrañara, por ello lo cuidaba con mucha dedicación. Y sobretodo en ese momento que sentía que a su corazón le faltaba su otra mitad.
Luego de asegurarse de que el lugar era perfecto para su hija planta, se deshizo de su abrigo y se dirigió al baño para tomar una ducha antes de que las temperaturas bajaran aún más, en menos de una hora haría una videollamada con su novio, Chris había prometido que lo llamaría cada semana y nunca le había fallado.
Felix miró por la ventana de su habitación, estaba oscureciendo, a pesar de que aún quedaba un poco de la luz del sol, las calles comenzaban a iluminarse por los faroles y luces navideñas, niños jugaban en la nieve y parejitas caminaban tomadas de la mano vistiendo ropa a juego, o mejor dicho, abrigos que parecían ser pesados.
El rubio retiró la toalla que estaba enrrollada en su cabeza, sacudiendo su cabello mojado, a pesar del clima, necesitaba lavarse el cabello esa noche, suspirando por la linda imagen de personas divirtiéndose, haciendo un pequeño puchero lamentándose, había dicho que no se deprimiría, pero al ver a través del cristal no pudo evitar sentir un poco de envidia.
Dejó la toalla a un lado y se acostó panza abajo en su cama, tomando su teléfono, no tuvo que esperar ni siquiera dos minutos cuando apareció la llamada emergente, que contestó con rapidez. La pantalla se llenó con la imagen de su novio, como siempre vestido con su hoodie negro, y una linda sonrisa con hoyuelos se estampó en su cara cuando lo vió.
—Hola, encanto —saludó con aquél apodo que siempre usaba con él —. Veo que estabas esperando, contestaste enseguida. Oh, Feliz nochebuena.
Felix asintió, ni siquiera tenía sentido decir que no.
—Feliz nochebuena, amor.
— ¿Te hice esperar mucho? —preguntó entre risas, contagiando también al rubio.
—No, solo un minuto —respondió este.
—Tienes el cabello mojado —dijo cambiando el tema de la nada —. Felix es invierno, ¿quieres resfriarte?
El rubio negó várias veces con rapidez, haciendo que gotas salieran disparadas de sus cabellos.
—Tengo la calefacción encendida, por favor no me regañes, no hoy —pidió con una carita suplicante —. Siempre te extraño, pero hoy siento que me falta una parte de mí, hoy no es un buen día para regaños.
Chris suspiró, sonriendo timidamente.
—Así me siento todos los días desde que te fuiste —confesó el mayor —. ¿Te sientes muy solo hoy?
—Sí —admitió —. Los chicos deben estar muy ocupados con sus planes, no quiero molestarlos por eso no hemos hablado hoy.
—Estoy seguro de que no los molestas, son inventos de tu cabecita terca —le dijo el castaño —. Pero aquí estoy yo para tí, quisiera poder estar ahí para dormír abrazados todo el día, lamentablemente tendremos que conformarnos por vernos a través de la pantalla esta vez.
Felix hizo un pequeño puchero inconsciente, esta era la primera navidad que pasaba lejos de Chris desde que empezaron su relación hace cuatro años atrás.
—Eso no me consuela lo suficiente —se quejó el menor —. Compré para hacer galletas, sabes que hornear me distrae, pero es tan aburrido no tener con quién compartirlas.
— ¿Por qué no le ofreces a tu vecina? dijiste que era una ancianita muy dulce, seguro le encantarán—Felix se quejó sonoramente, arrancándole una carcajada al chico, que se divertía al verlo actuar de esa forma —. ¿Qué? mi amor, no sé que quieres que diga para consolarte.
—Solo dime que me amas, porque de resto no hay nada que me suba los ánimos hoy.
—Te adoro, te amo, te extraño, te pienso todos los días —dijo su novio —. Adoro verte aunque sea de esta forma, estar lejos de tí solo me ha hecho darme cuenta de que eres mi único encanto.
Las palabras de Christopher le llegaron al corazón, haciendole que unas inmensas ganas de llorar se acumularan en sus ojos, pero sin dejar escapar alguna lágrima para no preocupar al mayor. Sin dudas Bang era el hombre de su vida.
—Christopher Bang, no puedes decirme algo así estando tan lejos de mí —casi lloriqueó el rubio —. ¿Sabes que también te amo y te extraño? Mucho, mucho, cada día. Ni siquiera debería ser un día tan importante, pero me está pesando más de la cuenta no tenerte aquí.
—Creo que las fechas nos pusieron más cursis de lo normal —intentó bromear el chico —. Esta videollamada navideña va a terminar siendo una declaración de amor eterno de cuatro horas si seguimos así.
Felix rio bajito, pero se vió interrumpido por un sonido que Chris identificó como pequeños maullidos, el rubio casi tiró el teléfono sobre la cama, dejando al mayor desconsertado mientras este se estiraba sobre la cama.
— ¿Qué fue es... ¡¿Tenemos un hijo?! —dijo así que Felix apareció de nuevo en cámara frente a él, con un gatito entre sus brazos.
—Planeaba decírtelo hoy, estaba durmiendo pero veo que despertó —explicó el rubio, pasando su cara por el pelo suavecito —. La fui a buscar ayer al refugio, mira.
El menor tomó su teléfono, acercando un poco más a la gatita, mostrándole a su novio el pequeño detalle, le faltaba una orejita.
—Oww —se lamentó el castaño, en parte enternecido por lo adorable que se veía a pesar de todo —. ¿Tiene nombre? ¡Ni siquiera me contaste que pensabas adoptar un gato!
Felix alejó un poco el teléfono negando, dejando un beso en la cabeza de su gato, que se acomodaba para tomar una siesta de nuevo pero esta vez en su cama.
—Es hembra, es una floja, esperaba que pudiéramos nombrarla hoy juntos —dijo el chico —. No pensaba adoptar, pero acompañé a Minho hyung al refugio estos días, cuando la ví fue un flechazo instantáneo. El encargado nos dijo que no había sido adoptada y que suponía que era por su oreja, no tuve más remedio Chris, tenía que traerla a casa conmigo.
Cristopher le sonrió sin mostrar los dientes, sabía que Felix era de corazón muy blandito.
—Está bien, Lix, hiciste algo bueno, ahora tienes una amiga, ya no estás solo.
—Solo faltas tú, para que seamos la familia completa —le comentó acariciando a la gatita que caía de nuevo en un profundo y relajante sueño.
El castaño suspiró nostálgico.
—Espero que pronto. Más temprano que tarde.
—Yo seguiré esperando, amor —contestó Felix dulcemente.
Y eso salió del fondo de su corazón, lo extrañaba demasiado, pero él podía esperar el tiempo que fuera si se trataba de Chris.
—Estaba planeando ver alguna película más tarde —habló de nuevo Felix —. ¿Crees que podamos verla juntos? Podemos usar rave o cualquier otra app.
—Claro que puedo, encanto, tú solo dime que quieres ver.
—Dame opciones —pidió el rubio.
—Mmmm que tal... ¿Deadpool? Creo que es muy navideña, ¿no lo crees?
Felix rio, su novio siempre encontraba la manera de ver la misma película con diferentes excusas.
El agradable olor de galletas recién horneadas abrazaba el hogar de Felix, mientras este se dedicaba a limpiar el mesón lleno de harina.
Las galletas habían estado listas desde hace unos minutos atrás, ya unas se encontraban en un topper y las restantes en la bandeja, cuando creyó que su mesón estaba lo suficientemente limpio dejó el trapo a un lado y tomó el recipiente, le haría caso a la sugerencia que Chris le había dado unas dos horas atrás en la videollamada.
Salió de su casa, solo dio unos cuantos pasos hasta estar en la puerta del frente, tocando sin mucha fuerza con dos de sus dedos, después recordó el timbre, burlándose de sí mismo mentalmente y tocando el timbre una única vez. No tardó mucho en abrirse la puerta y detrás de esta, apareció una anciana de baja estatura.
—Oh, Lix cariño —saludó, grata de verlo ahí.
—Hola, señora Bae —correspondió el saludo con una sonrisa, escuchaba música en volumen bajo y también unos pasos apresurados, cuando bajó la vista notó a una pequeña abrazada a la pierna de la señora —. Disculpe las molestias.
—No te preocupes querido, no molestas, mis hijos vinieron a pasar nochebuena aquí —le dijo la anciana con voz calma, podía notar la alegría en sus palabras —. Esta es mi nieta, Sarang.
Felix le sonrió, pero la niña se escondió ocultando su rostro tras la pierna de su abuela.
—Sarang, que lindo nombre —halagó en un intento de hacer sentir comoda a la pequeña —. No le robo su tiempo, señora Bae, hice algunas galletas pero son demasidas para mí, así que les traje algunas, no sabía que tenía compañía, quizás no sea de su agrado.
La señora de edad mayor sonrió en grande, tomando el envase que le ofrecía el rubio.
—Ah, nada de eso, vamos a disfrutarlas mucho, ¿recuerdas el brownie que me diste la otra vez? ¡Mi nieto se comió la mitad! Seguro amarán tus galletas —le contó con efusividad —. ¿Estás solo, cariño? ¿no quieres entrar?
Felix observó lo poco que podía ver a través de la puerta, notaba el claro ambiente familiar, de nuevo pensó en que no quería entrometerse.
—No, no, no se preocupe...
—Espero que no estés negándote a mi invitación por vergüenza, Lix —le advirtió la señora, apuntandolo con su bastón, haciendo reír a Felix —. Todos estaríamos encantados con tu presencia.
—No se preocupe señora Bae, tengo planes con Chris, haremos una llamada y veremos una película juntos —explicó el rubio.
La anciana le sonrió sincera, Felix le había contado un par de veces sobre Chris, hasta le había mostrado algunas fotos con las que la señora Bae quedó encantada, diciendo que era más guapo que su fallecido esposo en su juventud.
—Oh, Chris el guapo —dijo la mujer casi en un suspiro —. Está bien, yo también rechazaría cualquier invitación si me voy a ver con semejante bombón.
Eso definitivamente le sacó una carcajada sonora a Felix
—Pero si te arrepientes mi puerta siempre está abierta para tí —le recordó —. Gracias por las galletas, mañana te devolvemos el embase, comeremos bien.
—No es nada, disfruten su nochebuena.
—Espera, Felix, agáchate un poco — le pidió, extrañando al muchacho pero que accedió sin pensarlo mucho, la anciana acercó sus manos temblorosas a su rostro, quitando algo sobre su mejilla y sobre su nariz —. Tenías harina.
Felix la miró un poco apenados, llevando su mano a dónde antes estaba la de la señora. Para ser un experto en galletas todavía era un poco desastroso.
—Gracias —respondió el menor, haciendo una reverencia y despidiéndose de la pequeña Sarang con la mano.
—Halmoni, ¡quiero de esas galletas preparadas por un príncipe! — fue lo último que escuchó antes de cerrar la puerta del apartamento donde vivía.
Rió entrecerrando uno de sus ojos, de repente se le había subido el ego.
Pero no demora mucho en correr hacia su habitación y tirarse sobre su cama, tomando el teléfono, apenas encendió vio que tenía un mensaje de su novio.
Mi amor 💙
Encanto, lo lamento, mamá vino por mí de sorpresa para que llevarme a la reunión familiar en casa de mi abuela, no podremos ver la película juntos hoy.
de verdad lo sientoo~~
te la debo, en serio espero que no estés triste, te prometo que te lo compensaré :)
Fue lo que leyó, y a pesar de que no quería si se sintió un poco triste, pero entendió completamente la razón, Chris necesitaba pasar el mayor tiempo posible con su familia, porque según lo que tenían planeado para su relación ambos vivirían juntos en Corea apartir del próximo año.
Pensando en ello, pudo convencerse de que luego tendrían mucho tiempo para ver películas juntos, las que quisieran.
No te preocupes, amor, disfruta mucho y saluda a todos de mi parte
Sobretodo a la abuela, dile que la extraño a ella y a su pie de limón 😊
Envió el mensaje, lanzando su celular de nuevo a la cama, bien, entonces solo comería algunas galletas y despues dormiría bajo sus calidas sábanas, abrazado a su gatita.
Su mente reprodujo la imagen de la señora Bae y su familia, pensó en sus amigos y en su propia familia. A pesar de que se supone que era un día como cualquier otro, la soledad no se sentía igual que siempre. Negó con la cabeza, tratando de dispersar los pensamientos, después de todo solo era una noche, no había nada demás.
Terminó de cepillar sus dientes y observó su reflejo en el espejo, examinando que no hubiese quedado sin ningún residuo, satisfecho limpió su boca con una toalla y salió del baño, dispuesto a echarse en su cama para dormir toda la noche.
Primero acostó a su gata en el lado derecho y la arropó con la sábana que había comprado para ella, seguidamente se metió entre sus propias sábanas, y cuando se disponía a buscar una posición más cómoda escuchó el timbre de su apartamento. Extrañado encargó su ceja, sentandose de repente.
—Deben ser cosas de mi cabeza —murmuró, volviéndose a acostar, pero el timbre volvió a sonar —. ¿A esta hora?
¿Quién llamaría a su puerta a esa hora? ¿Podría ser la señora Bae? No conocía a más nadie, sus unicos amigos no estaban en la ciudad, eso solo lo hacía más extraño, aquel pensamiento le infundio algo de miedo.
Salió de la cama, colocándose las pantuflas que siempre dejaba a un lado, caminando hasta la sala con cautela y encendiendo la luz, pero sin acercarse a la puerta. Entonces de nuevo sonó el timbre, desesperandolo, caminó hasta su puerta y colocó su ojo sobre el mirador de la puerta, no dando crédito a lo que veía.
Se separó un poco y frotó los ojos, pensando en que sería producto del sueño y se volvió a asomar.
— ¿Abrirás la puerta, encanto? ¿O tendré que pedirle alojamiento a la vecina de en frente? —la voz grave, con ese acento australiano lo hizo saltar sorprendido —. Puedo sentir tu presencia a través de la puerta.
¿A caso era una especie de medium para decir cosas como esa?
El corazón de Felix se disparó dentro de su pecho, totalmente sorprendido y a la vez emocionado, apresurandose a abrir la puerta, encontrándose a su novio totalmente abrigado y con una maleta a su lado, casi gritó lanzandose a sus brazos.
—¡Chris! ¡Mi amor! ¿Cómo es que estás aquí? —dijo emocionado mientras subía sus piernas a las caderas del mayor, que intentaba tomarlo en sus brazos para evitar que cayera.
—Sorpresa —dijo como pudo, por los brazos del rubio aprisionando su cuello —. Los renos de santa me hicieron el favor y me trajeron hasta tu hogar para hacerte compañía, ¿qué te parece?
—¡Tonto! ¡Estúpido! —Christopher rió por solo recibir insultos por parte de su novio pero vio en sus ojos como se acumulaban algunas lágrimas —. ¡Me dijiste que no había boletos! No, ¡Háblamos hace unas horas y ni siquiera se te ocurrió mencionar una sola palabra! ¡Y estabas en tu casa!
—Se llama sorpresa, Lix —bromeó el mayor —. Quería sorprenderte hoy, no puedo creer que pensaras que iba a dejarte solo en navidad. Por supuesto que no.
Bajó a su novio, dejándolo frente a él.
El labio inferior del menor tembló y una lagrimita se le escapó, una que Bang no dudó en limpiar con su pulgar.
—Hey, hey, no vine de tan lejos para hacerte llorar —dijo, y se acercó a la cara del menor, teniendo más de cerca esas pequitas que lo volvían loco y que no dudó en besar —. Traía un muerdago pero me lo confiscaron en el aeropuerto, ¿puedes creerlo? ¡Acabaron con el romanticismo!
Felix rio por lo dicho, limpiando la otra lágrima que bajaba por su mejilla con el dorso de su mano.
—Es difícil entrar con plantas, ya me sucedió, aunque afortunadamente encontré una forma para que me dejaran pasar —respondió el rubio.
—Como sea, nosotros no necesitamos la excusa del muerdago para que me des mi bienvenida ¿no?
La respuesta de Felix fue tomar la cara de su novio y acercar sus labios de imprevisto, juntandolos en un lindo beso, el primero después de tanto tiempo separados. Chris acercó a su novio, tirando de él por sus caderas y de inmediato abrazando su pequeña cintura, el rubio paseó sus manos de sus mejillas a sus hombros, terminando con sus brazos enrrollados en el cuello del mayor como en un abrazo. Sus labios se separaron y juntaron varias veces de varias formas, disfrutando y delineado cada detalle del otro.
Se habían necesitado tanto, de todas las maneras posibles, no querían más que disfrutar la presencia del otro.
Hasta que se separaron cuando Christopher metió sus manos frías dentro del sueter del menor, haciéndolo dar un saltito.
—Te extrañé —le susurró el de cabello castaño dandole un pequeño beso luego —. Mucho.
—Yo también, mi amor —respondió Felix de la misma manera, tratando limpiar sus lágrimas, de las cuales Chris se encargó dejando varios besitos.
Felix tiró de su brazo para que finalmente entrara a la casa, lo primero que hizo el mayor fue despojarse de sus zapatos y abrigos, quedando en una pijama que le sacó una sonrisa al más jóven.
Chris tomó su maleta y juntos entraron, cerrando la puerta detrás de ellos. El mayor observó el hogar de su novio, se veía un poco más grande que en las videollamadas, además estaba calentito, la mesa tenía un mantel de color rojo con diseños de santa, paseando su mirada sonrió genuinamente cuando observó el lindo bonsai de sicomoro en una esquina, con una esfera roja adornandolo.
—Todavía está hermoso, como el día que lo compré —le dijo, apuntando hacia la planta.
—Por supuesto, lo he cuidado con mi corazón —respondió el rubio —. Me recuerda a nosotros dos. Se parece mucho a ese que estaba cerca de mi casa.
—Lo sé —respondió el mayor, dejando su maleta en medio de la sala, para acercarse a mirar de cerca el pequeño árbol —. Desde niño te gustaba sentarte en sus raíces en días soleados, amabas su sombra y el aire fresco que proporcionaba.
Felix sonrió, sabía que Chris le prestaba demasiada atención cada que le hablaba sobre cualquier cosa. Hablando de ese modo pareciera que se conocieran de toda la vida.
—Me gustaba más cuando nos sentabamos ahí juntos —confesó el rubio, recibiendo a cambio una sonrisa con hoyuelos del contrario.
—Si fuese posible, plantaria un sicomoro con mis propias manos en frente de este edificio, solo para tí, bueno, para nosotros —desvió su vista hasta su maleta en medio de la sala —. Oh, te traje regalos y también traje algunos sn... —no pudo terminar de hablar porque Felix lo había empujado para que cayera sobre el sofá, subiendose sobre él a horacajadas, el mayor lo miró levantando una de sus cejas.
El rubio lo abrazó de nuevo, reposando su cabeza sobre su pecho. Chris sintió su calidez, pasando sus manos sobre su espalda, acariciandolo con lentitud.
—¿Cómo dices algo así y luego cambias de tema como si nada? —le dijo con su voz siendo amortiguada por el pecho del castaño —. El mejor regalo es tenerte aquí conmigo.
Bang besó su cabeza repetidas veces, sintiendo el aroma a coco del shampoo que usaba el menor.
—Pero eres un tonto, en serio pensé que estabas ocupado, de verdad te creí.
El mayor rio aún acariciando la espalda de su amado.
— ¿No te gustó la sorpresa?
—¡Sí! —se apresuró a decir el menor — Pero jugaste con mis sentimientos, eres un buen mentiroso.
—Pero fue por una buena causa, amor.
El chico asintió, levantando su cabeza para volver a unir sus labios en un beso, lleno del más puro amor que una pareja puede tener, terminando con un juego, frotando sus narices entre sí.
— ¿Crees que esto compensa el que haya cancelado nuestra cita para ver la película? —bromeó el mayor.
—Mm, no, creo que todavía hay tiempo para que veamos algo —le siguió el juego el menor —. Aún hay galletas y si quieres también hay chocolate, puedo hacer chocolate caliente.
El mayor se acercó robándoles un pico de sus labios.
—Ahora no puedo pensar en comer otra cosa —le dijo, ganandose un golpecito del menor en el pecho.
Y hubiesen seguido en la misma posición de no ser por el estruendoso ruido de los fuegos artificiales, que los asustó en un principio. Observaron el reflejo colorido en las cortinas del apartamento.
—Feliz navidad —fue el mayor el primero en decirlo y Felix movió sus manos para abrazar su cuello.
—Feliz navidad, amor —contestó el rubio, besando cortamente sus labios y separandose de forma abrupta, como si hubiese recordado algo de repente.
Se levantó de las piernas de Chris y corrió, a donde le mayor suponía que estabas su habitación, sin pensarlo lo siguió, encontrándose con el menor tomando a su gatita que al parecer había estado durmiendo en su cama. La gatita parecía confundida, mirando a todos lados mientras su dueño lo acariciaba y mecía con mucho cariño, con miedo de que su pequeña se asustara.
—Su audición no es igual a los otros gatos por obvias razones, pero aún puede oír —le explicó el chico. Chris se acercó al menor, también acariciando a la gatita.
—No pasa nada pequeño, tus papás están aquí contigo —le susurró el castaño, recibiendo un pequeño maullido como respuesta y frotando su cabecita contra su dedo
— ¿Mm? Creo que se enamoro de ti a primera vista.
—Igual que tú —molestó el mayor, recibiendo un bufido por parte de su novio.
—Ese eres tú —contratacó el menor haciendo reír al castaño.
—Si hubiese sabido de su existencia ayer le hubiese traído algo —dijo, refiriéndose a la gata —. Ahora parezco un padre irresponsable.
—No te preocupes, hay mucha tiempo para que la consientas —le dijo el menor.
El mayor se alejó un poco, con dirección a la cama de su novio, apartando las sábanas.
— ¿Qué tal si nos acostamos los tres juntos? —sugirió.
Felix asintió repetidas veces, acortando la distancia y entrando a la cama, siendo seguido por Chris, dejando a la gata en medio de ambos, la cual no dudó en acurrucarse contra el rubio.
— Ah, déjame tomar mi laptop —dijo el rubio, apartando con cuidado a su mascota, tratando de no exaltarla, tomó su laptop sobre el escritorio y volvió —. Deadpool, dijiste ¿no?
Chris rio mientras acariciaba la cabecita de la gata, que se estiraba con comodidad.
—Era broma —aclaró —. Yo creo que deberíamos ver "Mi primer amor" ¿Qué opinas?
Felix se sentó en la cama y abrió su laptop con una sonrisa por la sugerencia, era una de las películas que más le gustaban y una que había visto con su novio en diversas ocasiones, solo porque le gustaba la escena final, de la cual Chris como siempre estaba al tanto.
— ¿Seguro?
—Claro, precioso, hace mucho que no la vemos juntos ¿no? —respondió con seguridad.
El rubio asintió, inclinandose para besar el rostro del mayor repetidas veces y por todos lados.
—Aún no me creo que estés aquí —le dijo separandose unos segundos.
—Pues creelo, porque vine listo para pasar una buena temporada aquí, espero que no le moleste que invada su casa señor Lee.g
—Quiero vivir contigo lo que me resta de vida —confesó de forma repentina el menor, Chris extendió su mano para acariciar el hermoso rostro al natural de su novio.
—Mi hogar es donde tú estés, así que cuenta con eso, mi encanto.
Y así terminó esa noche, los tres ofreciéndose calor mutuamente, viendo una película que se sabían de memória, pero prestándole más atención a la presencia del otro, con las luces artificiales colándose por la ventana y los suaves ronroneos de la gatita, como una hermosa familia.
Al despertar, Felix parpadeó várias veces intentando acostumbrarse a la luz de la mañana, enseguida notando que había dormido toda la noche con la cabeza en el pecho de su novio, que aún dormía, suspiró complacido de ver su rostro, de que no fuese un sueño. Vió a la gatita dormida en la almohada de al lado, como si fuese la suya y con una pequeña sonrisa volvió acurrucarse ahí, sintiendo los fuertes brazos de Chris abrazarlo para mantenerlo lo más cerca posible.
Definitivamente esperaba despertar en esos brazos la próxima navidad... No, mejor esperaba hacerlo cada día de su vida.
Con su gatita, sicomoros y muchas galletas caseras.
Feliz navidad 🎄
gracias a mi amiga Lu, que hizo la portada, la cual fue la razón para hacer esta historia<3
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