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💚Ina-Tae💚

Mire los edificios distorsionándose por el movimiento del taxi andando, iba algo inmersa en pensamientos aleatorios mientras por los auriculares sonaba Graveyard de Halsey, pude sentir la vibración de mi móvil en mis muslos, aún así la canción seguía reproduciéndose.

Saque de mi pequeño bolso el aparato vislumbrando en la pantalla al dueño de aquella llamada. Rodé los ojos intentando no sonreír, pero me era inevitable siendo él.

—Dije que estaré en unos minutos, deja de llamar.

Trate de sonar lo más seria y firme posible que podía, más solo escuché silencio del otro y luego toser bruscamente.

Exagerado.

—Ok —su voz sonaba más ronca de lo normal y bastante cabizbaja. Luego la llamada se cortó.

Suspiré y comencé a buscar el número de uno de sus amigos, o alguien de su familia. Tuve que dejar la sesión de fotos a medio terminar por el bombardeo de mensajes que recibí de parte de varios de los chicos contándome que el señorito necesitaba mi presencia urgentemente.

Una vez llegue a mi destino y pague el servicio, baje acomodando mis lentes de sol sobre mi rostro al igual que mi sombrero boina tapando mi rostro para entrar al enorme complejo de edificios privados. Una vez me hube presentado en la portería, caminé hasta entrar al edificio donde una vez subí al ascensor marque el piso.

Coloqué el código en el tablero y la enorme puerta de caoba reluciente se abrió dándome acceso al interior del departamento, me descalce acomodando los lentes, gorro y bolso a un costado, y encontrándome con el panorama más gracioso y tierno de la vida.

El metro ochenta de este lindo chico tapado en una enorme frazada color beige, sus pies en pantuflas del mismo color, su pijama de tata, su cabello castaño revuelto y despeinado, encorvado como un abuelito de 90 años. Reprimí la risa de verlo así, estaba enternecida.

—Oh, ya llegaste —sorbió por la nariz dando toques con un pañuelo de papel sobre este, su sonrisa cuadrada fue lo primero que me mostró cuando se acercó trotando a mi con claras intenciones de abrazarme.

—¡NO! —lo detuve con mis manos en alto— ni se te ocurra bolsa de gérmenes.

Su semblante alegre cambio a uno serio, dio media vuelta hasta detenerse en medio del salón, volteo mostrándome un puchero.

—Uno aquí todo enfermo necesitando mimos y vienen a maltratarme —su voz gangosa me daba mucha ternura, su aspecto igual, pero debía ponerme firme.

—¿Qué haces levantado, Tae? Deberías estar en la cama.

—Ya voy, ya voy.

Sus pasos perezosos daban gracia, una vez llegamos a la habitación se tiró a la cama cuál bolsa de papa, suspirando, poniéndose en forma fetal, simulando chuchos de frío. Me coloque un cubrebocas descartable, lo arrope una vez se acomodo mejor y tome el termómetro para colocarlo en su boca, todo bajo su atenta mirada.

37 y medio. Pobrecito mi Tae-ssi.

—Deberías de darte un baño, tal vez eso baje un poco la temperatura.

Me dispuse a salir de la habitación pero su mano sobre mi muñeca me detuvo en el acto.

—¿A dónde vas? —pregunto como si fuera a escaparme, rodé los ojos.

—Iré a buscar una jarra de agua y un vaso por si te da sed más tarde, y veré algo así comes —volví a levantarme de la cama, ya que me había sentado, pero su mano volvió a jalarme.

—NO, ve después, no me dejes solito —bufe ante su berrinche con puchero y todo incluido— ¡oye! ¿No te da pena?, estoy enfermo y necesito atención.

—Iré a buscar algunas cosas, tú deberías dormir mientras tanto.

—¿Y si me muero mientras tú no estás? —me interrumpió haciendo que me carcajee ruidosamente por su pregunta más que exagerada en tono muy dramático.

—Perdón —su rostro totalmente serio mientras sus ojitos rasgados de mirada penetrante más que miedo me daba más gracia.

—Serás la causante del sufrimiento de miles de Armys en el mundo entero si me llegó a morir por querer ir a buscar una jarra y dejarme solito —jugaba con sus dedos como cual chiquillo regañado— ¿serías capaz de tal bajeza?

Puse mi mejor puchero (aunque él no podía verme), mire al techo como pensando la respuesta, entrecerrado mis ojos, de soslayo veía que él hacía puchero con sus labios mientras sus ojos estaban cristalizados.

—Mmm, puedo sobrevivir a ello.

Abrió su boca indignado ante la sorpresa de mi respuesta causandome que riera con ganas, volteo dándome la espalda y tapándose hasta el cuello. Me acerque a él recostándome a su lado destapándole un poco más el volvía a taparse.

—TaeHyung deja de hacer berrinches, estoy aquí, deje a mitad mi trabajo por ti, ¿Eso no basta?

Silencio mientras escuchaba su respiración achacosa, volteo lentamente mirándome con sus ojitos de cachorro.

—No me siento bien Ina —murmuro mientras acomodaba su cabeza sobre mis piernas.

—Lo se corazón, por eso estoy aquí, yo te cuidare.

—Quédate esta noche conmigo, Ina.

Sonreí jugando con las hebras de su cabello, baje apenas mi barbijo para depositar un par de besos en su cabeza y mejillas, más él se acurruco abrazando mi cintura. Sería una larga noche donde estaría pendiente de mi niño pequeño no tan pequeño para que se curase.

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