Cada movimiento que su cuerpo hacía era con ímpetu, marcando el ritmo de aquella movida canción. Sus ojos concentrados en el espejo que lo reflejaban. Verlo bailar era mi escape a todo, lo hacía con sentimiento y eso denotaba que en su alma destilaba la belleza. Era un sol.

La canción termino y él cayó en cuenta de que lo miraba. Frunció su ceño extrañado de verme, abrió sus ojos como platos y giro hasta la puerta del salón, saco su cabeza para mirar afuera, acto seguido cerro con seguro, para acercarse a mi rápidamente.

—Effie ¿Qué haces aquí? —se agachó hasta quedar a mi altura, estaba sentada en forma indio.

—Solo te extrañaba mi Hobi —acaricie su mejilla, el beso la palma de mi mano tomándola luego entre las suyas, suspiro.

Se que no debería estar aquí, pero el querer pudo más conmigo. Últimamente me estoy tomando atribuciones que no debería, últimamente estoy desobedeciendo a todo pero él era quien me hacía feliz.

—Volviste a pelear con tu padre —esa no fue pregunta, su cabeza ahora reposaba en mis piernas, peinaba sus cabellos en tiernas caricias, cerro sus ojos disfrutándolo, asentí afirmando con mi garganta. Volvió a mirarme, sonrió dejando ver toda su dentadura, se levantó velozmente y me tendió su mano.

—¿Qué haces?

—Se que puede distraerte de todo. Anda, toma mi mano. Confía en mí.

Lo hice, tomé su mano, porque desde que lo conocí ha sido mi lugar seguro, uno en el cual he sido yo misma y con el cual puedo compartir mi más grande pasión.

Bailar.

Me llevo hasta el medio del salón donde la banda suele practicar, soltó mi mano sonriéndome, volteo sobre sus talones y troto hasta su móvil que se encontraba encima de la mesa junto al equipo de música, tocó un par de veces la pantalla y por los parlantes comenzó una canción que erizo mi piel.

Él ya se encontraba a mi lado en segundos, nos miramos y asentimos, el espejo reflejándonos y el primer movimiento se dio, llevándonos a una danza dónde nuestras almas se sentían más alegres, dónde rodábamos, girábamos, saltábamos y nos abrazábamos.

Dónde dejábamos todo tipo de inquietudes, dónde la maldad no existía, dónde el baile era lo único que nos ataba y los amaba.

Saltamos los dos al mismo tiempo para caer de rodillas en el suelo, impulsándonos luego hasta estar de pie para girar en sentidos contrarios, nuestros brazos moviéndose al compás de la música mientras volvíamos al centro de la pista. Improvise y me deje caer un poco para atrás para luego volver a girar y terminar en sus brazos.

Reímos extasiados, felices y algo sudorosos. Más no me importo y fui la que inicio. Lo atraje con mis manos en su cuello a mis labios, sus ojos abiertos por la sorpresa, supongo. Pero a los segundos sentí sus brazos rodear mi cintura y nos fundimos en un beso que aceleró mi corazón, esperaba que el suyo también.

Me separé un poco sintiendo mis mejillas arder, no quise mirarlo, me estaba muriendo de la vergüenza, oí su típica risa por lo bajo, me arriesgue a verlo y su sonrisa de oreja a oreja solo me decía que hice bien.

Me sorprendió algo cuando me robó un beso, aún seguía atrapada en sus brazos. El silencio se hizo unos segundos entre nosotros.

—Effie, quédate está noche conmigo, ¿si?

Me sorprendió de sobremanera su petición, pero dado que he roto las reglas y él también. Que más daba. Asentí y sin dejar de mirarnos bailamos lentamente abrazados.