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XVI

“¿Podemos vernos?”

Jungkook quedó sorprendido al recibir aquel mensaje tan inesperado, a la vez que había enviado el suyo. Podía ser una broma, algo irreal, una ilusión óptica u otra imagen formada en su cabeza por la ansiedad que sentía. Decidió quitarse las dudas y llamarla para confirmar. No merecía hablar con ella, pero no podía evitar sentirse desesperado, por lo que mandó todo a la mierda sólo por escuchar su voz confirmando que quería encontrarse con él.

Timbre.. timbre.. timbre.. hasta que finalmente..

—¿Sí, Jungkook?

Una corriente invadió su cuerpo causándole escalofríos al escuchar su voz tan seca e inexpresiva, era verdaderamente algo que le dolía, luego de haber escuchado tantas veces en las que lo llamaba alegremente como si fuera parte de su felicidad. No era culpa de Yeji, en lo absoluto, no estaba enojado con ella, no podía. El enojo era con sí mismo. Tragó saliva antes de contestar.

—¿Podemos...?

Sí.

—¿Cuándo?

Mañana, al atardecer, será rápido, sólo te escucharé y me marcharé, para que no pienses nada extraño— fue clara con él.

—Lo sé ¿Dónde?

¿Recuerdas aquel parque donde te dije que me gustaba ir?

¿Allí?

.

—Está bien, nos vemos mañana entonces.

.

—Oye, Yeji— se apura antes de que colgara.

¿Qué pasa?— su voz no podía sonar tan fría, tanto que hasta dudó si continuar.

Que te quiero, eso pasa.

—Nada, mañana hablamos— se retracta.

—Ok.

Cuelga ella la llamada.

• 살아있어 •

—¿Al mismo tiempo?— interroga sin creerle una palabra a su amiga.

—Como oyes.

—No puede ser— niega sin creerlo.

—Sí, también me pareció algo inusual.

Lisa sonríe traviesa.

—¿Ahora qué, Manoban?

Están destinados— canturrea divertida mientras hace una pirueta.

—Eres tonta, en serio— expresa seriamente.

La pelirroja se detiene y la observa de mal modo.

—Y tú eres una amargada, Seo.

—No, es que no me río de tus inmadureces.

—Y como soy tan inmadura me ofendo y me voy corriendo a deprimirme— comenta sarcásticamente, y ambas no pueden contener la risa.

—Te quiero, estúpida.

—Yo más. Espero que mañana todo salga bien, y obvio, no dejes escapar al bombón idiota

—¡¡Lisa!!

• 살아있어 •

18:00; Hora del reencuentro.

Jungkook se observa una vez más frente al espejo, y reza una última vez que las cosas salgan bien, o que al menos la chica lo escuche.

Prefiere ir caminando, posee pasos agigantados y rápidos, por lo que no demoraría mucho.

Yeji por su parte, ya se encuentra llegando. Toma asiento en uno de los bancos, y respira profundo. Extrañamente, no siente la paz que siempre cuando viene al parque, y no lo entiende, era algo que nunca le había pasado antes, además de que el lugar se encontraba vacío.

¿Será acaso por su reencuentro?

Sintiendo pasos acercarse detrás de ella, decide no voltearse y seguir viendo los pájaros volar y descansar sobre los árboles. Estaba confiada en que era el pelinegro, difícilmente alguien tomaba asiento en ese lugar aparte de ella.

De reojo observa cómo toma asiento a su lado sin decir una palabra, y con temor a verla. Ella espera pacientemente a escuchar alguna palabra por su parte, pero parece no querer dar el primer paso, aunque como hombre equivocado, debía hacerlo.

Como si la coincidencia estuviese de su lado, en el momento que ella quiso mirarlo, casualmente, el también lo hizo. Lo cual generó sorpresa en ambos casos y tuvieron que desviar nuevamente sus miradas, cual película de romance adolescentes, donde en su primera cita no saben cuál debería romper el hielo.

—Tú...

—¿Yo?

—¿Te..te sientes bien?— pregunta torpemente.

—Sí, Jungkook ¿Tú?

Da una media sonrisa, no podía seguir mintiendo. Si decía que se encontraba bien no sería verdad, pero si mencionaba que se encontraba mal sería un gesto dramático para él. Por lo que mantuvo silencio y dejó sus expresiones faciales delatarlo.

—Vale— desvía su mirada.

Sin aguantarlo ni un segundo más, vuelve a hablar.

—Yeji..

—Te escucho.

—Mírame.

Ella hace caso a su petición y lo observa. No puede evitar sentirse atraída por esa mirada tan profunda y expresiva. Se siente como idiota al no tener el control sobre sus emociones pero sí sus pensamientos, ojalá fuese al revés.

—¿Qué puedo hacer para que me perdones?

—Te pido que, aunque me duela, me cuentes todo, seas sincero conmigo, qué quieres y no quieres, qué deseas que pase y qué no. No guardes silencio y déjame todo jodidamente claro.

Asintió rápidamente.

—No puedo creer lo que estoy a punto de hacer— susurra para sí mismo— Yeji, yo te conocía de antes.

—¿De antes?

—Sí, te había visto mucho antes de conversar en la cafetería.

—¿Cómo nunca te había visto yo a tí?

—No llamo la atención al parecer.

—Bien, ¿Por qué te acercaste?

—Acercándome a tí, me facilitaba acercarme a alguien más.

—¿Me usaste para darle celos a alguna exnovia tuya?

—¿Me crees tan bajo, Yeji?— se ofende, lo cual causa una risita por parte de la pelinegra.

—Entonces, me usaste ¿pero para llegar a quién?

—A una persona que es cercana a tí.

—Seguro es Lisa, por eso la conocías y eso. Dime ¿te gusta ella?

—¿Qué? No. No me gusta Lisa, la conocía por nombre nada más, ya superen aquello, por favor— habla frustrado— me acercaría a alguien más.

—¿De qué te serviría acercarte a esa persona?

—Quería arruinarla, debilitarla, acercándome a tí podía destruirla en parte.

Yeji está tan confundida que no quiere seguir preguntando porque siente que se volverá loca.

—No estoy entendiendo nada, pero honestamente, no es el caso, eso es cosa tuya, Jungkook. Ahora, mi pregunta es ¿qué quieres de mí?

—Quiero volver a empezar de cero, Yeji. Eso quiero. Disculparme por haber sido un egoísta al cual no le importaban tus sentimientos, sólo acercarme a esa persona que desprecio tanto y arruinarlo. Luego de varios encuentros no pude evitar comenzar a sentir algo raro dentro de mí. Sé que te parecerá algo rápido, pero sería mentira si lo negara. No sé qué es exactamente. Es algo que no puedo explicar con palabras, no son suficientes. Eres alguien que podría sacarme de mi oscuridad, algo que solo entiendo yo. Ahora mismo, siento demasiada atracción por tí, como si estuviésemos unidos por lazos, no puedo sacarte de mi mente, siento que me estoy volviendo loco. Pensarás que todo lo que estoy diciendo es irreal, y que me estoy entendiendo, pero te juro que cada palabra es real. De todas maneras, entenderé si no me crees, realmente es algo ines–

—Te creo— interrumpe sus palabras, afirmando que creía casa cosa que decía.

En el interior de Yeji, había un diablo susurrándole que mentía, que todas esas palabras eran falsas y que volvería a lastimarla. A la vez, un pequeño ángel le decía que percibía sinceridad en las palabras del varón. Se encontraba en medio de una indecisión sobre qué creer. Pero finalmente, hizo lo que verdaderamente deseaba. Aunque volviera a salir lastimada en un futuro tenía que intentarlo.

Le daría una segunda oportunidad.

—¿Qué?

—Te creo, sí— lo observa— no sé porqué, pero te creo.

Una sonrisa de alivio no puede evitar salir de los labios del chico.

—Agradezco que me creas, Yeji— toma sus manos— prometo, prometo no volver a cometer un error así. No lastimaría mi única esperanza de poder vivir una vida feliz, junto a la persona que podría hacerme feliz.

Yeji percibe un comportamiento extraño por parte del varón, pero aún así, decidió ignorarlo, porque sentía cómo volvía a derretirse por ese hombre que llamó su atención desde el primer momento en que se conocieron.

Era una sensación extraña e inexplicable que raramente tenían en común. Como si se encontraran verdaderamente necesitados uno del otro, la dependencia era tanta que se olvidaban de su propio orgullo y amor propio. No les importa nada, ni nadie, sólo quieren olvidar lo ocurrido, empezar de cero y ser felices hasta donde el amor llegue. Están tan concentrados en ellos, que al pelinegro no le importa volver a obsesionarse con una chica, porque esta vez siente que no se estaría equivocando.

—Te quiero— susurra cerca de su oído.

—También te quiero— afirma ella, mientras lo observa fijamente a los ojos los cuales siente que desbordan sinceridad.

No saben qué carajos están a punto de hacer, pero mientras sientan felicidad en los brazos del otro, están dispuestos a enviar su orgullo a la basura y fundirse en uno sólo.

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