i. wallace family
CAPÍTULO UNO
Wallace family.
Una madrugada de 18 de marzo del 1948 nace Jules Wallace en Bradford, ciudad de Yorkshire del Oeste de Inglaterra. Hija de Alessandra Jenkins quien fue una destacada periodista que trabajó en revistas de espectáculos y variedades con una carrera intachable, y Darco Wallace, un experimentado escritor de novelas de misterio que se convirtieron en un éxito. El matrimonio solo tuvo dos hijos.
JAMES WALLACE (hermano mayor de Jules): Jules siempre fue una chica fascinante. Ella nació cuando tenía cinco años y no creo recordar un día más emocionante de mi infancia, todavía me acuerdo la primera vez que la vi, sus mejillas redondas coloradas, demasiado pequeña no me dejaban tomarla en brazos y tenía el lloriqueo más molesto, estresaba a mis padres lo que me parecía gracioso porque los volvía locos.
Nuestras vidas cambiaron cuando ella llegó, ese es el efecto de Jules en las personas, era extrovertida, traviesa, más de una vez me arrastró en travesuras y como yo era el hermano mayor terminaba llevándome el mayor castigo. Pasamos por todas las fases, hubo un tiempo que me parecía insoportable y les pedí que devolviéramos a Jules a la cigüeña que la había traído. La pelea más grande que tuvimos fue cuando me rompió un portarretrato en la cabeza.
JULES WALLACE (periodista, fotógrafa y escritora): Me dijo que era adoptada y que esa no era mi familia, por eso me tenía que ir de la casa. Tenía unos siete años y me hizo sentir muy mal, pero nunca más me lo volvió a repetir.
JAMES: Fue la primera vez que me encontré de frente con su carácter.
JULES: Sigo pidiéndole perdón cada vez que me lo recuerda.
JAMES: Mi hermana nunca dio problemas, siempre fue inteligente como mamá y graciosa como papá, una mezcla que los reflejaba a los dos. Destacó en sus clases, llegaba con diplomas mientras que yo me enfoqué en los deportes, iba a los entrenamientos con papá mientras que Jules caminaba de la mano con mamá que le enseñó a usar la cámara fotográfica y nunca más la soltó, oh, no exagero, iba a todas partes con esa cámara con la excusa de que quería fotografiar todo lo que se le cruzara.
Me parece que por eso es tan observadora y estúpidamente detallista.
JULES: La cámara colgando del cuello y mi madre enseñándome cómo enfocar es el resumen de mi infancia.
Me gustaba cuando me explicaba para qué servía cada botón, la manera de obtener una toma clara, la importancia de las iluminaciones y la perspectiva. Podía pasar horas revelando fotos, pero siempre terminaba encontrando un error porque las de mamá eran simplemente perfectas.
Alessandra Jenkis, periodista, fiel esposa y madre devota, lamentablemente fallece cuando Jules cumple quince años en un fatal accidente que deja a una familia destrozada. Razón por la cual Darco Wallace toma la decisión de mudarse con sus dos hijos a la cuidad de Los Angeles, lugar donde Jules pasa su adolescencia, comenzando una nueva vida de la mano de su hermano y bajo la sobreprotección de su padre.
Cuando ella se va de nuestras vidas es el golpe más duro que nos podrían haber dado. Todavía sigue siendo un tema que no me acomoda hablar, solo que la recuerdo con amor y que me su sonrisa me llena el corazón hasta el día de hoy.
cruza su camino con una banda emergente con pocas posibilidades de sobresalir, convirtiéndose su llegada a la vida de los hermanos Dunne en un evento fundamental para el estrellato de Daisy Jones & The Six.
JAMES: Ninguno de nosotros volvió a ser el mismo. Jules perdió su sonrisa, la emoción por su futuro, dejó de ser esa niña habladora y soñadora.
Perdió el interés por la fotografía
JULES: Entré a la carrera de periodismo en la Universidad Estatal de California. Fue un sueño extraño. No sé si fue realmente mío o si simplemente quería que lo fuera. Mi mamá siempre decía que la educación era la herramienta más poderosa que podías tener, y quizás, imitar sus pasos fue mi manera de seguir su consejo... o de aferrarme a ella.
Ella era periodista, una de las buenas. De esas que podían contar una historia con tal claridad y valentía que te hacía ver el mundo de manera diferente. Incluso ahora, después de todo este tiempo, todavía escucho a la gente hablar de su trabajo como si hubiera sido ayer. Y eso me enorgullece, claro, pero también me aterraba.
Más de una vez me pregunté, ¿qué pasa si no soy suficiente? ¿Si nunca estoy a la altura de lo que mi madre fue? Cada vez que entraba a un salón de clases, cada vez que abría un libro o escribía un ensayo, sentía esa presión sobre mis hombros. Quiero creer que estoy aquí porque lo elegí, porque quiero hacer algo significativo con mi vida, pero a veces todavía me pregunto si no estoy simplemente intentando evitar deshonrar su nombre.
Lo que más miedo me daba no era fallar, una mala calificación o reprobar. Era darme cuenta de que todo esto nunca fue realmente mío, que todo este esfuerzo es solo una sombra de lo que Alessandra Jenkis dejó atrás en vida. Pero entonces recuerdo lo que ella siempre me decía: 'Las historias importantes nunca son fáciles de contar, pero eso no significa que no deban contarse.'
Tal vez estoy aquí para encontrar mi propia historia. O tal vez sigo buscando un poco más de ella en mí.
Al ingresar a la Universidad Estatal de California, Jules Wallace dejó atrás su hogar para mudarse a una modesta residencia universitaria. Sin un apoyo económico estable tuvo que convertirse en su propio sostén, trabajaba largas horas en una cafetería a dos manzanas para mantenerse mientras enfrentaba una vida marcada por el estudio y el estrés.
La rutina era implacable: trabajo, clases, noches sin descanso y repetir. Aunque el agotamiento la seguía de cerca, Jules encontraba en el caos la motivación para seguir adelante, impulsada por el deseo de construir un futuro, incluso mientras luchaba por descubrir si realmente era el suyo.
GREG MACGUINESS (antiguo conserje del edificio Crown East, donde vivía Jules): Oh, por supuesto recuerdo a Jules, la señorita Wallace parecía vivir en un hotel siempre entrando y saliendo del edificio más de tres veces al día como mínimo. Iba cargada de papeles, libros y después se cambiaba de ropa para trabajar como camarera en una cafetería. No conocía persona más hiperactiva que la joven Jules.
DAISY JONES (cantante, Daisy Jones & The Six): Jules era la persona con más ideas, me parecía muy injusto el verla trabajar como mesera.
Admito que jamás hubiese podido lidiar con los clientes en la misma forma que Jules, ella era responsable, amable, paciente, hermosa, carismática. Y, claro, los hombres deseaban que ella los atendiera, estoy segura de que nunca le gustó ninguno de los que les dejaba su número escrito en servilletas que terminaba tirando a la basura cuando los veía salir por la puerta, sin embargo, le dejaban unas propinas fuera de todo sentido.
JULES: Aunque no me crean, me encantaba trabajar en esa cafetería, iba poca gente y tenía el tiempo suficiente para ordenar las ideas que se me ocurrían en el turno. Además, conocí a Daisy, ella era la entretención que necesitaba para sobrevivir a la explotación laboral por un sueldo mínimo, todo por unos cuantos dólares.
Obviamente ser camarera no era mi vocación, pero necesitaba el dinero para pagar mis estudios. Tenía una beca que me ayudaba, lo que era un alivio hasta cierto punto. Gracias una compañera de clase que me dijo acerca un nuevo local que buscaba gente fue que llegué a solicitar ese empleo. Daisy estaba ahí en mi primer día, fue amable y empática con una agotada universitaria que se creyó capaz de llevar dos trabajos con una carrera a los hombros.
Tuve que renunciar a la lavandería porque los horarios no calzaban, y no sabía la importancia de dormir hasta que casi me desmayo en el bus. Fui ingresada de urgencia... un desastre, el punto es que tuve que obligarme a controlar las ganas de hacer todo.
CILLIAN ROY (profesor de la Universidad Estatal de California): Wallace destacó desde el principio, no era una genio, lo que la diferenciaba del resto era su constancia y visión. Sus informes eran dignos de ser leídos más de una vez encontrando detalles en los detalles, la recuerdo quedándose de las últimas anotando en un cuaderno. Sus calificaciones reflejaban esfuerzo, preguntaba sin temor, tenía la chispa de aprender, daba gusto enseñar.
JULES: Entré a estudiar periodismo por mi madre.
Creo que ese fue mi primer error, estaba demasiado cegada en cumplir un legado que nadie me pidió, pero que asumí como propio.
DAISY: A veces me hablaba sobre sus materias, no entendía nada.
JULES: Daisy era mi alumna, ella no lo sabía.
CILLIAN: El último semestre estaba a pocos meses de terminar, sin dudas, esos eran las semanas más pesadas. Todos los años la actividad final era la misma para todos los grupos a punto de egresar con tal de poner a prueba y en práctica las lecciones se le pide a cada alumno el buscar una noticia a libre elección. Todo el año se esperaba ese momento, algunos comenzaban a trabajar desde antes en su proyecto final con tal de esmerarse en el resultado.
La gran motivación era la siguiente, el mejor artículo llegaba al periódico de California. El artículo tenía que tener todo lo necesario, una buena base llamativa desde el principio, un desarrollo atrapante que logre conectar con las personas, no un público específico. Cautivar a jóvenes, adultos, ancianos sin nada que hacer con un periódico en sus manos esperando enterarse de algo nuevo e interesante.
JULES: Leer tu nombre en un artículo que tú mismo habías escrito era un sueño, todos querían eso. No mentiré, yo también, caí en esa ola de ansiedad y ambición por conseguir esa plaza.
Estaba dispuesta a todo por ganar.
DARCO WALLACE (padre de Jules): Mi hija siempre fue una mujer prometedora con un futuro brillante por delante. Desde que nació su madre y yo quería que llegara más lejos que nosotros, creo que ese es el sueño de todo padre. Jules iba a llegar lejos, siempre lo supe.
Lo único que le advertí era que tuviese cuidado, las personas son el mayor apoyo, pero si uno no sabe elegir su círculo se convierten en una perdición y aprendí que no podía cuidar de mi hija todo el tiempo.
Ahora sé que estoy viejo, pero va a ser mi niña hasta el día que me vaya con mi esposa.
JULES: Sabía que esa era una oportunidad única. Muchos necesitan de años para ganar un lugar en cualquier medio, tenía que encontrar algo único y nuevo que ofrecer.
Estuve meses pensando en las posibilidades, si conseguía que una noticia escrita por mí llegara a la edición significaba que un editor iba a leer el artículo. Fantaseaba, sí, pero no pueden culparme. No gozaba del beneficio de los contactos como mis compañeros de clases, yo sabía que me iba a costar el doble desde el inicio. Ese era el verdadero reto, bastantes maestros comentaban lo complicado que era ser tomado en cuenta y ganar me daría una ventaja única.
Me lo merecía, trabajé duro por años, ese era el último esfuerzo.
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