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◜🖇️ .00 ━━ end of beginning

🖇️ CAPÍTULO 00:
el final del comienzo.


Ginny Hopper le tenía aprecio a pocas cosas o personas en el mundo. Apreciaba los jueves de helados 2x1 que ofrecía la heladería a unas calles de su casa, amaba nadar en la bahía luego de la escuela, le tenía un cariño especial al pequeño yorkie -perteneciente a la mujer mayor del otro lado de la acera- que le daba la patita cada vez que lo alimentaba con carne, y sin duda, amaba con todo el corazón a su hermana Sarah.

En cada cumpleaños, navidad o día de acción de gracias era costumbre que al poner la mesa o envolver los regalos, Ginny pusiera un plato en el asiento vacío a su lado y dejara bajo el árbol un regalo con el nombre de su hermanita. Era una manera de decirle que dónde quiera que estuviese allá arriba, observando, ahí abajo todavía tenía alguien que la recordaba, extrañaba y amaba.

Nunca fue problema para su madre o -en las escasas ocasiones que fue a visitarlo- para su padre que la rubia hiciera tal cosa, cada uno lidiaba con la pérdida de diferentes formas, no dañaba a nadie, así que la dejaron.

Entonces, si ninguno de sus padres tuvo algo para decir al respecto de tal hábito, ¿por qué Ginny iba hacerle caso al idiota, pobre intento de hombre que su mamá escogió como segundo marido, sobre lo que era normal o no?

━━ Ginny.

━━ ¿Disculpa? ¿Qué dijiste?

La rubia no se molestó en mirar a ninguno de los adultos, siguió masticando los huevos revueltos desabridos, subiendo por debajo de la mesa el volumen del walkman para aislarse del llanto afónico del bebé proveniente desde la sala de estar. La música siguió perforándole los tímpanos por unos segundos más, hasta que la diadema de los audífonos fue jalada bruscamente hacia abajo.

━━ Bill estaba hablando contigo, Ginny ━. Su madre sostenía la diadema con fuerza, el fastidio dentro de la nombrada creció al pensar en la posibilidad de que la rompiera.

━━ Sí, y yo no quiero hablar con él. Suelta los audífonos, Diane.

Un bufido de indignación fue soltado por la rubia mayor, negó en silencio con la cabeza e hizo realidad el pensamiento de su hija, tiró de los audífonos hacia atrás, rompiendo el cable que los unía al walkman.

Silencio. Hubo silencio antes de que la pelea explotara, de que Ginny explotara. La silla en la que estaba sentada chirrió al ser movida con brusquedad hacia atrás y luego, la lluvia de cerámica y comida empezó. Si su madre rompió algo que sabía que apreciaba, bien, al carajo, ella haría lo mismo.

Plato tras plato fue quitado de la mesa al son del llanto del bebé, estrellándose contra el suelo de madera, reduciéndose a pedazos. Diane intentó detenerla, agarrándola por ambos brazos, jalando de la ropa, del cabello, de lo que pudiera aferrarse. Pero no tuvo sentido, Ginny paró hasta que la mesa quedó vacía.

━━ ¡¿Qué te pasa, eh?! ━ Le gritó a la cara Diane, sacudiéndola por los hombros ━━. ¡¿Qué está mal contigo, niña?!

━━ Diane ━ Bill, el esposo de su madre habló, parado en el otro extremo de la mesa observándolas con una expresión culpable que Ginny no creyó ━━. Déjalo estar, sigamos desayunando y...

━━ ¿Ahora sí quieres desayunar, Bill? ━ El nombre fue escupido con amargura, en tono irónico ━━. ¿Quieres seguir como si nada? ¿Después de la mierda que causaste?

Dos parpadeos en dirección al hombre y luego el sonido de una bofetada se escuchó, la mejilla rojiza de Ginny siendo la prueba de que no fue algo que los tres imaginaron. Fue abofeteada.

━━ Dessi, hija...

Ignorando el diminutivo de su segundo nombre, Ginny empujó lejos de ella a su madre e intentó retirarse.

━━ Tu madre lo siente, Ginny, quédate para que podamos hablarlo.

Pospuso la huida al escuchar a Bill y se giró de nuevo hacia ambos, los dos se veían preocupados, culpables. Le dio gusto, quería que se retorcieran de dolor, de arrepentimiento por la escena innecesaria que tuvieron que crear tan temprano un lunes por la mañana.

━━ No vamos a hablar, nunca hablamos nada. Los dos fingen que mi opinión les importa, preguntan solo por cortesía para sentir que son considerados cuando son lo contrario ━. Se dijo a sí misma internamente que se guardara las lágrimas para otro momento a solas, era capaz de pelear sin soltarse a llorar, pero estaba al límite ya ━━. Si tomaran en cuenta mi opinión, no se habrían casado, ese niño que llora en la sala ni siquiera existiría y tú, Bill, no habrías pedido que quitara el plato del asiento a mi lado.

━━ Guinevere, tú dijiste que querías un hermanito, que...

━━ ¡¿Cuándo dije eso?! ━ Adiós a su esfuerzo por no llorar ━━ Eras tú la que quería otro hijo. Yo no quería otro hermano y ese niño que está en la sala no es nada mío.

El dolor se reflejó en los ojos ambarinos de Diane, el corazón de Ginny se apretujó en reconocimiento, una pizca de culpabilidad en su conciencia por exteriorizar lo que mantuvo guardado desde que se enteró de que su madre estaba embarazada. Pero era la verdad.

━━ Deja de decir cosas de las que después vas arrepentirte, Guinevere ━ murmuró entre dientes la mayor.

━━ De lo que me arrepiento es de haberte elegido a ti por encima de papá.

Se retiró escaleras arriba después. Lloró hasta que los párpados se le hincharon, el maquillaje que aplicó diligentemente luego de la ducha, se corrió y el pecho le dolió.

Las peleas con su madre eran una constante, pero fueron subiendo de intensidad en cuanto Bill entró a la vida de ambas. Ginny reconocía ser egoísta, y sabía que, al principio de la relación entre él y su madre, fue insoportable. Encarnó la perfecta hija adolescente odiosa, haciendo preguntas incómodas, comentarios fuera de lugar, siendo grosera en cada oportunidad que tuviera. Estaba a la defensiva, se dio cuenta con el tiempo.

Bill podía ser torpe, aburrido si le preguntaran a ella, pero se daba cuenta de la mirada que le daba a su madre. En comparación a la bola de imbéciles con los que Diane tuvo relaciones fugaces luego del divorcio, Ginny reconoció que Bill, muy a su pesar, era decente. Tenía trabajo estable, ahorros en el banco, ninguna deuda o problema obvio con las apuestas o drogas. Comenzó a aceptarlo de a poco, y luego, antes de que siquiera terminara de asimilar el hecho de que ese hombre se iría a vivir con ellas, le dieron la noticia de que se casarían y que un bebé estaba en camino.

Las peleas se volvieron más agresivas verbalmente, y el resentimiento creció de a poco en el interior de Ginny. A la bomba se le agotó el tiempo esa mañana al escuchar la estúpida charla de Bill, intentó explicarle, como si fuera idiota, lo que el duelo conlleva y lo que, según su nula experiencia teniendo hermanas fallecidas, debería durar o hacerse en el transcurso. Poner un plato en la mesa o dejar regalos en navidad para las personas que ya no estaban, según él, dejaba de ser sano al pasar cierto tiempo.

Estaba cansada de pelear, harta de deberle respeto a un hombre que quería ser visto como figura paterna. El escozor en su mejilla fue lo que necesitó para decidirse: Abandonaría San Diego e iría a Hawkins, con su padre. Nada peor podría pasarle allá, ¿verdad?

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