Narra John

No. No otra vez.

El verlo salir por es puerta, el mirarlo alejarse de mí, me dejó destrozado.

¿Por qué no le dijiste cuánto lo necesitas?

Rápidamente vienen a mi mente imágenes de mi madre y mi padre discutiendo, de Julian llorando mientras Cynthia y yo nos gritábamos cosas horribles el uno al otro. Es como si todo el dolor que ese pobre niño sintió por mi culpa debiera pagarlo con la partida de Paul.

Ya aguanté muchas perdidas como para tener que cargar con la de él, no quiero hacerlo, no lo soportaría.

Yoko entró a la habitación, su cabello contrasta increíblemente con el blanco de la puerta.
Se acercó rápido a mí y limpió con su pulgar una de las lágrimas que no pude mantener dentro de mis ojos.

-Me dejó otra vez...-mustié entre el dolor físico y emocional.

-Debiste decírmelo, John. Yo...lo hubiera entendido.-Dijo como si supiera todo lo que había pasado, aunque yo sabía que no era así.

Alejé un poco a la japonesa para enmarcar su pequeño rostro con mis manos.

-Tengo miedo, Yoko.- mi esposa frunció el ceño-sé que no soportaré perderlo a él también.

Por alguna razón los dos estábamos llorando, no quería hacer sufrir a Yoko, pero si no lo decía, moriría.

-Lo amo, lo amo y lo necesito.

Yoko me abrazó, acarició cuidadosamente mi pecho y sollozó conmigo. Después de tantos años había confirmado sus sospechas, por fin lo sabía; John Lennon estaba enamorado de Paul McCartney.

-Eran muy obvios, John. ¿Piensas que nunca noté las miradas que se regalaban el uno al otro en el estudio de grabación?-para mi sorpresa, la mujer se alejó de mí y sonrió.-Jamás había visto miradas con tanto amor.-Tomó mi mano-tus ojos me dicen cuánto lo necesitas. Cuando hablas de él lo haces con tanta admiración y respeto que es imposible ocultar que lo quieres.

-Pero él se ha ido, y no volverá.

-Te conozco perfectamente, John, y nunca te ha importado que las cosas no se te den, tú vas y las consigues. Está claro que Paul no es una cosa, pero si es la única persona que puede hacerte feliz. ¿Vas a rendirte tan rápido?

Sonreí un poco y estiré la mano para acariciar su rostro.
Yoko, mi pedazo de cielo en la tierra. Hay tantas cosas buenas que la gente no ve de ella,están ciegos, y esa es la razón por la que la detestan. No odies lo que no entiendes.

-Gracias.-asintió

-Llamaré a Mimi y le diré que ya estás mejor.

Mi esposa salió del cuarto.
Aunque sabía que no quería que prácticamente la dejara por Paul, era demasiado buena como para alejarme por completo de él.