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Steve llevaba su mano apoyada sobre el hombro de su amigo mientras caminaban hasta su habitación, guiándole por los pasillos del centro. No era la primera vez que Bucky pasaba por allí pero Steve no quería arriesgarse a que le pasara algo malo. Sabía que estaba exagerando pero su miedo a perderle de nuevo era mucho más grande que la coherencia. Una vez dentro, Steve echó el pestillo y señaló a Bucky el camino hasta el cuarto de baño. Dejó las toallas y la ropa limpia al lado del lavabo y volvió a la habitación, sentándose en la cama. Se echaría un rato y esperaría a que Bucky se duchara con tranquilidad.

"¿Estás seguro de que está terminado?," preguntó Bucky señalando su brazo, mientras dejaba que el agua se calentara.

Había ciertas cosas que Steve adoraba y una de ellas era cuando la voz de Bucky sonaba como cuando tenía 13 años. Igual de inocente, igual de infantil. Podía escuchar todo el día su voz sin cansarse. Era como una adicción, y más después de tanto tiempo. Era como haber estado en abstinencia y recaer. Pero era una recaída dulce, apacible y dolorosa, porque a veces Steve sentía que adorar a Bucky dolía de la intensidad con que lo hacía.

"Tony ha dicho que sí," respondió.

"¿Lo puedo meter en agua?" Steve se encogió de hombros.

"Supongo."

"No me gustaría quedarme sin brazo de nuevo." Bucky se mostraba indeciso, verdaderamente preocupado.

"Si quieres puedo llamar a T'Challa y..."

"¡No!" Exclamó antes de que el rubio pudiera continuar. "Es igual. Si Stark ha dicho que estaba terminado, lo estará." Steve asintió y Bucky se metió en la ducha sin decir nada más, cerrando la puerta.

Steve se quedó sentado al borde de la cama, mirando por la ventana las maravillosas vistas de Wakanda, dándole la espalda a la puerta del baño, escuchando el choque del agua contra el suelo y el cuerpo de Bucky.

Bucky.

Que por fin estaba de vuelta. Por fin.

Steve exhaló un gran suspiro, despojándose de todas las emociones que se habían arremolinado en su interior desde que se había despertado aquella mañana. Bucky había despertado de la criogenización como el soldado de invierno pero, ¿por qué? No le habían activado, nadie había hurgado en su mente. No tenía sentido. Más tarde, cuando se encontrara a Wanda, le daría las gracias. Sin ella, Dios sabe qué hubiera pasado con su amigo. Al menos habían descubierto que ella era capaz de controlar su mente y sacar al soldado de invierno del cuerpo de Bucky Barnes. Sin embargo, eso no quería decir que estuviera curado. Ni de lejos. No lo estaba y Steve temía que quisieran volver a meterle en esa cápsula.

Habría despertado cómo soldado de invierno pero nadie le había encomendado una misión. ¿Cómo era el soldado de invierno sin misión? ¿Cómo se hubiera comportado? ¿Les habría reconocido? ¿Habría querido matarles? El soldado de invierno no tenía emociones pero era capaz de reconocer a personas, ¿verdad? Steve necesitaba respuestas. Puede que tuviera a Bucky consigo pero quería traer de vuelta a James Buchanan Barnes en toda su complejidad.

El agua de la ducha se detuvo y pocos minutos después, Bucky salió del baño, dejando atrás una cortina de vapor. Steve se giró y descubrió que llevaba el torso desnudo. Su cuerpo estaba repleto de cicatrices y marcas, unas más grandes que otras, y unas tan profundas que a Steve le vinieron a la mente los experimentos que Zola tendría que haber hecho con él. Era una de las primeras veces que podía apreciar su piel a la luz del día. Desde que lo había recuperado en Bucarest, no había tenido tiempo de verle de este modo, con cada imperfección resaltando la tersidad de su pálida piel. Bucky le miraba sin pestañear, siendo consciente de lo que estaba contemplando Steve en su cuerpo. Se aclaró la garganta y el rubio hizo un esfuerzo por alzar la vista y mirarle a los ojos. Su pelo largo caía mojado por su rostro.

"¿Me dejas una camiseta?," preguntó con un pequeño hilo de voz, su voz grave y áspera, recordándole a Steve que ya no era un niño de 13 años. Era un hombre. Un hombre al cual Steve apreciaba de forma especial.

"¿No te han dado una?" Steve frunció el ceño, levantándose, sin poder creer que se hubieran olvidado darle una camiseta de repuesto. Antes de que pudiera hacer nada, Bucky volvió a hablar.

"Sí. Es solo que prefiero una tuya." Steve le miró con curiosidad y acabó encontrando sinceridad en sus labios. Esa sinceridad le produjo una apabullante felicidad. Se acercó al armario y sacó una de las camisetas que se había estado poniendo estos meses, regalo de T'Challa. De hecho, todo lo que llevaba puesto había sido cortesía del rey.

"¿Por qué?," preguntó Steve mientras se la ofrecía. Bucky la cogió y la sujetó con fuerza entre sus manos, sosteniéndola durante unos segundos.

"Porque huele a ti. Y, aunque no recuerde cómo era ese lugar, tu olor me hace sentir como en casa.

Una oleada de una emoción que Steve no conocía, recorrió todo su cuerpo y, de alguna forma, se sintió completo. Las palabras de Bucky le habían hecho sentirse íntegro, la forma en que Bucky le miraba le había llenado el alma, y Steve en ese momento solo sentía amor por ese chico que no recordaba quién era ni de dónde venía, pero que recordaba que Steve había formado parte de él.

Bucky se puso la camiseta y Steve sonrió mientras él no podía verlo.

"¿Quieres que bajemos al comedor? Supongo que tendrás hambre," comentó Steve.

"Sí. Pero me gustaría echarme un rato antes," Bucky señaló la cama. "Y, por favor, no trates de hacer ningún comentario gracioso acerca de que me he pasado los últimos meses dormido." Steve se mordió la lengua para no reírse.

"Cómo quieras." Se acercó a la puerta.

"¿No te vas a quedar?" Bucky sonó decepcionado. Steve se rascó la nuca, odiándose a sí mismo, descubriendo que le costaba mucho decir las siguientes palabras porque él de verdad quería quedarse allí con él.

"Tengo que ir a hablar con Tony, Buck."

"Oh, sí, claro..."

Bucky se giró y se tumbó directamente sobre la cama. Steve se sentía mal, quería mandarlo todo a la mierda y quedarse con su mejor amigo, pero Tony también le necesitaba. Después de eso no se despegaría de Bucky. Abrió la puerta y se marchó, dejándole dormir. Bajó las escaleras y por el pasillo, yendo hacia la sala de invitados, se encontró de frente con T'Challa.

"¿Dónde está Barnes?," preguntó el rey con el ceño fruncido.

"Le he dejado durmiendo en mi habitación." T'Challa no parecía estar muy agradado por esa respuesta pero tampoco puso pegas. "Si no le importa, voy a hablar con Stark."

Su alteza asintió levemente y Steve siguió hacia delante. Cuando entró a la sala descubrió a Tony y Natasha hablando ligeramente alterados. En cuanto le vieron, se callaron abruptamente y se separaron. El pelo rojo de Natasha se complementaba con sus mejillas coloradas por la agitación de la discusión.

"Steve," habló la chica como si le estuviera preguntando por el tiempo, ni un rastro de exaltación en su voz.

"¿Podrías dejarnos solos, Nat?" Ella asintió y se marchó, no sin antes mirar una última vez a Tony. Steve arqueó las cejas e inclinó la cabeza hacia dónde se había ido la pelirroja.

"Está enfadada," le explicó Stark, suspirando. "Por haber metido al resto de tu equipo en la cárcel y haberlos convertido en fugitivos. Concretamente a Clint. Ya sabes la devoción que se tienen."

"Clint ha estado mal estos meses," comentó Steve, acercándose a él. "Ha vuelto a abandonar a su familia. Su hijo acababa de nacer." Se hizo un silencio entre ellos que sepultó toda la habitación. Esta conversación no iba a ser fácil y Steve no tenía ni idea de por dónde le iba a salir el empresario.

"¿De verdad crees que si no pudiera hacer nada para arreglarlo, no lo haría?," masculló, molesto. Estaba agotado de que todo el mundo le tratara como el malo de la película. Él nunca había sido un villano. Un poco cabrón puede, pero nunca un villano.

"Eres Tony Stark. ¡Claro que puedes hacer algo!" Steve le miró a los ojos, tratando de que Tony pudiera ver la sinceridad que él trataba de transmitirle. "Únete a nosotros." Tony le miró atónito, pero no dijo nada. En vez de eso agachó la cabeza y cerró los párpados, posando una de sus manos sobre su cadera. "Sé que lo has pasado mal, Tony," comenzó a decir Steve. "Sé que lo que pasó en Nueva York te dejó secuelas." Alzó la cabeza por un segundo, sorprendido. "No necesitaba que me lo dijeras, yo mismo sentí algo parecido cuando desperté del hielo. También tuve secuelas, y lo siento si no te he prestado la suficiente atención todo este tiempo. Eras Tony Stark, y tenía fe en que salieras airoso de una situación de esa magnitud. Siempre pensé que eras más fuerte que yo."

"Pues te equivocas." Steve suspiró, queriendo volver atrás en el tiempo y ayudarle, darle consejos, estar ahí para él.

"También sé que no confías en mucha gente," continuó. "Puede que incluso yo te haya dado motivos para que desconfiaras de mí, pero nunca he querido hacerte daño."

Había muchas cosas que Steve había dicho que Tony había creído, o tratado de comprender, pero de todas ellas, esa fue la que más le extrañó. "¿Por qué? Ni siquiera te caigo bien." Steve sonrió ante ese comentario.

"Reconozco que al principio no eras de mi agrado, demasiado... moderno, para mi gusto, pero tras la batalla en el helitransporte, cuando Loki mató a Coulson, descubrí que tal vez nuestras personalidades no eran acordes, pero llevábamos la misma armadura alrededor de nuestros corazones." Tony se llevó una mano al pecho.

"Qué romántico, Rogers."

"Sabes que no lo soy. Lo que digo es verdad, Tony." El moreno frunció el ceño.

"Me describes como a un soldado y no lo soy."

"Tienes razón. Eres un hombre. Y puede que no seas un héroe, ni siquiera yo lo soy, pero el día del ataque de los Chitauri, te portaste como tal. Dejaste de ser un simple hombre, te convertiste en un hombre magnífico. Y puedo decir eso de muy poca gente."

Steve estaba seguro de que Tony le conocía lo suficiente para saber cuándo mentía y cuándo decía la verdad, pero aún así, el capitán estaba desquiciado porque quería demostrar a Tony lo mucho que le apreciaba. No quería dejar nada a la imaginación, quería dejar las cartas sobre la mesa y que no hubiera más confusiones. Lo hecho, hecho estaba, y no podían cambiar el pasado, pero sí podían mejorar el presente. Y sabía que la única forma de hacerlo era juntos.

"Vale," habló Tony después de un rato. "Puede que romántico no sea un termino de tu agrado, pero no me niegues que eres muy ñoño." El ingeniero parecía tener las mejillas sonrosadas a pesar de que trataba de mostrar indiferencia ante las palabras del rubio.

"Las cosas bonitas son ñoñas... Al menos en este siglo," comentó Steve sin demasiado aprecio.

"¿En tu siglo no?"

"Antes decir cosas bonitas no era sinónimo de ser ñoño. Ahora a la mínima te tachan de serlo."

"¿Ah, sí?" Tony estaba jugando con él, pero Steve no se daba cuenta.

"Sí. En este siglo es más bonito decir 'eres un idiota' que 'te aprecio'. Nunca lo entenderé."

El moreno esbozó una sonrisa y una ligera carcajada se escapó de sus labios. Esa reacción pilló desprevenido a Steve pero se alegró de haberla causado.

"La forma en la que te ríes es igual a la de tu padre." Tras esa confesión, Tony se puso serio. Steve sintió que la había cagado pero no había podido impedir que el comentario saliera de su boca. "Él era amigo mío," admitió, tratando de arreglar la situación, volver a hacerle sonreír. "Sé que vuestra relación era complicada per-"

"Complicada no creo que sea la palabra," le interrumpió Tony con voz grave. "Para que lo entiendas mejor... Te quería más a ti que a mí, y habías muerto —en teoría— años antes de que yo naciera. ¿Cómo llamarías a eso?" Steve resopló.

"Los Starks siempre me han ayudado-"

"Oh, vaya... ¡Benditos sean-"

"No solo hablo de tus antepasados," Steve dio un paso hacia delante. "Tú también me has ayudado. Me salvaste la vida en Nueva York. A mí y a toda la población de este mundo." Posó una mano sobre su hombro. "Cuando he dicho que puedes cambiar las cosas, es que puedes hacerlo. Sé que Tony Stark no confía en mucha gente, pero deja que Iron Man confíe en los que siempre han sido sus compañeros de equipo. Confía en nosotros. Confía en los vengadores."

Los ojos de Tony se tornaron cristalinos, como nunca antes Steve los había visto. Una fina cascada parecía cubrir cada una de las orbes, ocultando sus más profundos deseos, expuestos a la luz del sol por las pequeñas ventanas que formaban las pupilas. Tony tomó una bocanada de aire y habló.

"Ha sido un discurso muy bonito, Rogers, pero aunque tú pienses así, no creo que el resto del equipo esté de acuerdo. Ni siquiera Romanoff está contenta conmigo."

"¡Pues ayúdalos! Cambia las cosas. Habla con Ross y..."

Pero no pudo acabar la frase. Los cristales de las ventanas estallaron en mil pedazos, al igual que los de los pasillos. Steve cubrió su cuerpo y el de Tony con uno de sus brazos para esquivarlos. Cuando todos hubieron caído, Steve levantó la cabeza y vio cómo hombres vestidos con trajes negros comenzaron a entrar en el edificio a un par de salas de distancia de ellos. Iban cargados con pistolas y metralletas. Parecían que llevaban uniformes militares de algún tipo. Steve no entendía nada, no sabía lo que estaba pasando, no sabía quién eran. Solo sabía una cosa.

"¡Corre!," gritó.

Cogió el brazo de Tony con fuerza y le arrastró hasta el pasillo, corriendo a la máxima velocidad que las piernas de Tony le permitían. Los cristales seguían rompiéndose a sus espaldas y comenzaban a escucharse los golpes de los hombres entrando por todas partes. Desde el pasillo, echaron a correr en dirección contraria a los hombres que les estaban invadiendo.

"¡Nos ha traicionado!" Steve escuchó cómo alguien gritaba desde otra parte del pasillo y gracias al techo de cristal, pudo ver a Sam corriendo por el piso de arriba, a la par que ellos.

"¡Stark es un cebo! ¡Esto es una trampa!" Esta vez era Clint el que gritaba conforme corría, por el pasillo de al lado, arco y flechas ya en mano. Las paredes, el suelo de cristal y el gran hueco que abría el pasillo y conectaba todas las plantas, hacían posible que se viera todo lo que pasaba a su alrededor. Steve se giró para mirar a Tony y la expresión de dolor y temor que había reflejada en su rostro confirmaban que él no había planeado nada de lo que estaba ocurriendo.

"¡Nos han metido en una ratonera!" Exclamó Sam de nuevo, completamente malhumorado.

"¡Stark no ha tenido nada que ver!" Gritó Steve. No quería que volvieran a confundir al verdadero enemigo. El verdadero enemigo eran los hombres de negro, no Tony.

"¡Sí, claro! ¿Cómo puedes fiarte de él?" Steve no sabía dónde estaba pero era la voz de Scott la que habló esa vez.

"¡Porque Stark es de fiar!" No sabía de dónde había salido, pero Natasha se había unido a ellos y corría a su lado, esquivando cristales. "¡Han tendido una trampa a Stark!" Gritó la chica mirándoles a ambos con la tranquilidad que tanto la identificaba. Natasha asintió a Steve, tratando de convencerle a él también. Sin embargo, ella no sabía que él no necesitaba ser convencido. Él sabía perfectamente que Tony no era el responsable de esto.

Steve miro al resto de sus compañeros y pudo ver cómo, al otro lado del pasillo, Clint cambiaba de opinión, su ceño fruncido. Se giró a mirarlos mientras corría con una expresión totalmente distinta porque, si en alguien confiaba Barton, era en Natasha.

"Pero, ¿quién?" Exclamó Steve.

"¡Ross! ¡Llevan el uniforme de la unidad de servicios especiales!"

"Maldito hijo de puta," escuchó gritar a Sam desde el piso de arriba.

Steve no necesitó más información. La mente del capitán comenzó a trazar un plan de huída a toda velocidad para sacar de allí a todo el equipo, sanos y salvos. Había dos posibilidades. Una, arriesgarse a salir por una ventana y correr todo lo que pudieran por la selva o dos, bajar todos juntos a la última planta, dónde se encontraba todo el material y luchar hasta que pudieran escapar. La primera opción le parecía un suicidio. Escapar sin armas significaba una captura asegurada, pero la segunda les dejaría atrapados en una especie de búnker. Ninguna de las dos le gustaba especialmente, pero tras sopesar todas las opciones en menos de tres segundos, supo que tenían que bajar sí o sí al sótano para coger armamento.

Un problema más se sumaba a la lista. No sabía dónde estaba T'Challa y sin él estaban perdidos. Él conocía este lugar como la palma de su mano pero con este jaleo era imposible encontrarle, y no iba a dejar al equipo solo para ir en su busca.

"¡Clint!" Gritó Steve. "¡Busca a Wanda y llévala al laboratorio!" El espía asintió y salió corriendo en otra dirección. "¡El resto! ¡Id al laboratorio y recoged vuestros trajes! ¡Tenemos que coger munición y salir de aquí!"

No pudo ver sus reacciones pero esperaba que le hubieran entendido. Una vez que todos tuvieran sus trajes, tendrían más posibilidades de escapar. Sam podría volar y si a Scott le daba tiempo de ponerse el suyo, sería el que más posibilidades tendría de no ser visto. Los trajes más algunas armas les supondrían la victoria. El capitán confiaba a en sus compañeros. Eran los vengadores y podían con un par de hombres vestidos con uniformes. Iban a llegar a las escaleras cuando de repente Steve se paró de golpe, provocando que las otras dos personas se chocaran con él.

"Bucky."

Steve miró a Natasha y a Tony aterrado, con los ojos abiertos de par en par. Un escalofrío recorrió toda su espalda y sintió una gota de sudor frío caer por su nuca. La tranquilidad que había tratado de cosechar pensando en el plan de huída se había esfumado en cuanto el recuerdo de su amigo se había instalado en su mente.

"¿Tienes la armadura?" Steve preguntó a Tony y éste negó con la cabeza. El rubio maldijo por lo bajo. Prefería que no se hubiera tomado lo de ir en son de paz tan en serio.

"No te preocupes, yo me quedo con él," prometió Natasha y cogió a Tony del brazo, guiándole por las escaleras. El hombre no se detuvo ni un momento y dejó que la espía rusa le guiara. Confiaba en ella plenamente.

Steve miró hacia atrás, viendo cómo el pelotón de hombres se hacía paso por el centro y salió corriendo, escaleras arriba, yendo mucho más rápido que antes. Cuando llegó a su habitación suspiró aliviado. Lo que no esperaba era que, al abrir la puerta, estuviera vacía. Miró en el baño y en el armario, incluso debajo de la cama, pero su amigo no estaba por ningún lado. Steve volvió a maldecir, esta vez con más fuerza y cogió su escudo, el cual yacía en una esquina del cuarto. Estaba hiperventilando. Rara vez lo hacía, pero pensar que Bucky estaba ahí fuera, en peligro, le hacía perder la cabeza. Escudo en mano, volvió a echar a correr, sin embargo, al llegar al pasillo, se dio cuenta de que no sabía a dónde ir. Lo más posible era que su amigo hubiera salido apresurado, huyendo de las explosiones pero él, al igual que el capitán, estaba en terreno desconocido y no sabía hacia dónde podría haber ido.

"¡Bucky!" Gritó con todas sus fuerzas, desesperado, comenzando a ver una tragedia pasar ante sus ojos. Se imaginaba cómo se llevaban a Bucky retenido, cómo le torturaban, cómo le asesinaban por crímenes que no había cometido, y las dos pupilas de Steve se encendieron como llamas, tomando el control de su cuerpo. Iba a emprender una rápida carrera hasta la salida más próxima cuando lo escuchó.

"¡Steve!" Se detuvo en seco y miró a su alrededor. Era la voz de Bucky.

"¿Bucky?" Chilló, hasta que por uno de los pasillos apareció corriendo el chico, con el pelo mojado aún sobre su rostro. Steve fue a su encuentro y, en cuanto estuvo tan cerca como para ver el color azul de sus ojos, tomó su brazo y respiró, esta vez sí, aliviado. "Tenemos que ir al laboratorio," le explicó rápidamente y Bucky asintió, sin necesidad de que le dijeran más.

Steve sabía que la pelea era inminente. Sabía que la planta principal estaría tomada ya por el ejército de hombres. Pero él estaba relajado, sabía lo que tenía que hacer, y había pasado muchos meses preparándose, ansiando algo así. Una lucha. Bucky estaba a su lado y, aunque no fuera el Bucky que había combatido junto a él contra los nazis, sabía que él también estaba listo para el combate.

En cuanto los dos soldados llegaron al final de las escaleras, cinco hombres se abalanzaron sobre ellos de golpe, pillándoles desprevenidos. Steve lanzó el escudo y dio a dos de ellos en el pecho, derribándolos de un golpe. Otro se había echado sobre Bucky y mantenía una pelea cuerpo a cuerpo con él, y los otros dos restantes se disponían a dispararlos, pero antes de que pudieran apretar el gatillo, Steve derrumbó a uno de ellos y Bucky llegó a tiempo para coger al otro del cuello con su brazo de metal, apretando hasta el punto de asfixia.

Los dos se miraron mutuamente y, antes de que pudieran llegar hasta ellos más hombres, salieron corriendo escaleras abajo.

Solo les había dado tiempo a bajar una planta cuando algo negro y rabioso cayó delante de ellos con una increíble elegancia y majestuosidad. Era T'Challa metido en el traje de Black Panther. Levantó la especia de visera que se había instalado en el casco para que pudieran verle el rostro y habló.

"¿Dónde está el resto?"

"En el laboratorio," aclaró Steve.

"Hay que sacarlos de allí," explicó T'Challa. "Existen unos pasadizos subterráneos, una especie de túneles, que tienen salida a la selva. Tenemos que ir hasta ellos," dijo y se escuchó cómo más cristales se rompían. "Y ahora."


Comentadme qué os parece. ¿Os está gustando cómo va la historia? ¿Cuál es vuestro personaje favorito? Hay algo que no os guste? Si leéis y no opináis no sé si voy bien o no :(
Pd: votad, por fis xx

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