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iv

Tony llevaba las manos ligeramente mojadas. Acababa de salir del cuarto de baño que había en medio del pasillo. Steve apenas sintió su mirada sobre él, se dirigió directamente a su amigo, imperturbable. Lo que sí sintió fue cómo Bucky se tensaba bajo su tacto. Sus músculos se contrajeron bajo la intensa mirada de Stark. Steve dio un paso hacia delante en un acto reflejo, situándose en una especie de posición de protección.


"Tony," murmuró Steve, con un tono cubierto de súplica. No estaba planeado que él y Bucky se encontraran tan pronto después de despertarle, tan de repente, sin que ninguno estuviera preparado. El capitán era consciente de que esto podía tomar un camino muy negro para sus dos amigos si no medía sus palabras.

"Tranquilo, Rogers," intervino Tony, levantando las manos y sorprendiéndoles. "Te dije que venía en son de paz y pretendo mantenerlo."


Bucky seguía inseguro, escondiéndose detrás de Steve, usando su cuerpo como escudo. Estaba arrepentido y se odiaba a sí mismo por lo ocurrido con los padres del multimillonario. Le daba vergüenza dar la cara. Fue entonces cuando Tony inclinó la cabeza, tratando de mirar pasado el capitán.


"Hola, Barnes." Bucky no respondió por temor a hacerlo de forma inadecuada y ofender a Tony. Su mirada seguía siendo impasible. Steve no estaba muy seguro de qué se le estaría pasando por la cabeza en ese momento. La última vez que estuvieron cara a cara no pudo contener las fuertes emociones y embistió contra el sargento. "No tienes brazo," observó, al ver que no recibía contestación.

"Tú me lo cortaste," respondió Bucky con una voz oscura, saliendo de detrás de Steve y creando contacto visual con él.

"Y tú mataste a mis padres."


Steve estaba a punto de tirarse de los pelos hasta arrancárselos todos de cuajo. Esto estaba siendo un completo desastre.

Bucky había bajado la cabeza de nuevo, su pelo cubría su rostro, avergonzado. Steve sabía por qué. Sentía todo su pesar en su propio interior. Lo que le dolía a Bucky, le dolía a él también. Los tormentosos recuerdos de las misiones le hundían al rincón más profundo de las montañas.


"Yo..." comenzó pero no supo continuar, seguramente porque mil emociones se arremolinaban en su interior y su lengua absorbía todas las palabras. "Lo siento."


Bucky no pudo alzar la cabeza, contemplaba la punta de sus zapatos, humillado. Era en esos momentos cuando más sabía que no había perdón para lo que había hecho. Daba igual si hubiera sido el soldado de invierno, era ese cuerpo, esa mano, la que había cometido todos esos crímenes. Era un asesino y nadie le quitaría de encima el peso de sus víctimas.


"Tú le conociste, ¿verdad?," habló Tony al cabo de un rato. Su rostro estaba roto, lleno de dolor. Steve conocía a Tony y, aunque no lo hiciera, había conocido a Howard en su juventud, y eran iguales; muchas veces les seguía confundiendo. La muerte de sus padres había sido uno de los peores acontecimientos que había pasado Tony en su vida, y tener a su asesino delante le revolvía las entrañas. Le recordaba esos días turbios del pasado y, en ese momento, él se encontraba en su momento más vulnerable. Habían pasado muchas cosas en estos años que le habían torturado. Steve sabía que tenían que ser muy cuidadosos con lo que decían o Tony lo interpretaría de forma equivocada.

"Sí," musitó Bucky, aún sin mirarle.


Bucky y Howard se conocieron en Italia, después de que Steve rescatara a Bucky de las instalaciones de Hydra junto a los comandos aulladores. Howard le había ayudado a llegar con una de sus avionetas hasta a Austria, el lugar dónde les tenían retenidos, y una vez que regresaron al campamento, viajaron los tres juntos de vuelta a Inglaterra.


"¿Y no le reconociste?," preguntó Tony con un rayo de esperanza brillando en su voz, como si hubiera posibilidad de traer a su padre de vuelta. "¿No supiste quién era?," demandó Stark.

Sin embargo, Bucky no tenía una respuesta para aquello. "Era mi misión."


En cuanto las palabras abandonaron la boca del soldado, Tony dio un puñetazo cargado de rabia contra la pared. Sus puños no dejaron rastro en el muro pero el muro sí que dañó sus nudillos.

Steve se dio cuenta ahí de lo frágil que era Tony. Había construido una armadura alrededor de su cuerpo, literalmente, para que nada le afectara, para no volver a sentir dolor. Pero dentro de ella seguía estando el cuerpo de un niño, delicado, y que lo único que pedía era ser comprendido y amado.


"Había pasado mucho tiempo," intervino Bucky. "No era la misma persona. Su aspecto físico había cambiado, era más mayor. No era el Howard que un día conocí."


Steve no estaba del todo seguro de que su amigo estuviera diciendo toda la verdad. Más bien parecía que estaba tratando de decir lo que a Tony le gustaría escuchar, para no hacerle más daño. Bucky reconoció a Steve en el helitransporte en Washington, y aún así estuvo a punto de matarle porque era su misión.

Bucky podría reconocer a personas, ligeramente, pero su mente torturada le hacía imposible detenerse si tenía una orden que cumplir.

Aún así, nada de eso quería decir que Bucky no se sintiera culpable. Se sentía como una mierda. De hecho, era el que peor se sentía de todos los que estaban allí presentes. Tenía la sensación de que había traicionado a todos los que un día conoció: Steve, Howard, Peggy... Siempre le acompañaría esa tortura.


"Maldita sea," masculló Tony, cerrando los ojos, consternado.

"Tony," Bucky trató de acercarse a él pero Steve saltó rápidamente y se inclinó hacia su amigo, tratando de detenerle, como si aproximarse fuera una terrible idea. Bucky miró a su amigo y debió de ver que el capitán se arrepentía de su instintiva acción porque siguió caminando hacia Tony. "Si estuviera en mis manos la opción de traerle de vuelta, moriría intentándolo."


Y Steve sabía que Bucky nunca había sido tan sincero al establecer un hecho. Ni siquiera cuando decía que su helado favorito era el de vainilla. Steve había descubierto su deseo de restablecer el orden en las vidas de todos a los que había hecho daño desde que miró a los ojos de James Barnes por primera vez después de que dejara de ser el solado de invierno, en el pequeño piso en el que vivía en Bucarest.


"A veces, la intención es lo que cuenta, Tony," dijo Steve, con un tono suave y delicado.


Sin embargo, a Tony la intención le importaba una mierda. Era de sus padres de los que estaban hablando aquí, y sentía una incontrolable rabia que le era muy difícil de apaciguar. La única forma que tenía de calmarla era que en el fondo, muy, muy, muy en el fondo, sabía que James Barnes no había cometido esos crímenes en su sano juicio. Tal vez T'Challa tuviera razón, y tanto sus padres como el soldado habían sido víctimas de algo mucho mayor que ellos. Aunque eso seguía sin consolar a Tony. Nunca nada conseguiría consolarle. Pero ya se había hecho a la idea hacía mucho.


"No tienes brazo," volvió a repetir. Esta vez, su tono era distinto, no había maldad en él, tan solo estaba estableciendo un hecho. Eso confundió a Bucky, el cual no se esperaba esa clase de suavidad. "¿Vas a estar así mucho tiempo?"

Bucky se había quedado sin palabras, anonadado, y tuvo que ser Steve el que hablara. "De hecho, T'Challa le ha construido un nuevo en estos meses."



Bucky le miró más sorprendido aún, entusiasmado. Él no sabía nada de eso y Steve no había tenido tiempo de comunicárselo todavía. Iba a hacerlo después de que se duchara pero suponía que tenía que hacer un cambio de planes tras lo ocurrido.


"¿De vibranium?," preguntó Tony, ignorando la charla visual que estaban teniendo el capitán y el soldado a su lado. Steve asintió. "¿Puedo verlo?" El rubio miró a Bucky, buscando su aprobación y él asintió, con ganas de verlo también.


Que Tony hubiera tomado la iniciativa en algo así sorprendía a Steve, para bien. Una de las cosas que más quería en el mundo era que estos dos hombres fueran felices.

Se sorprendió de que no se hubieran encontrado a nadie de camino al laboratorio. Le había ordenado a T'Challa que no hubiera nadie en los alrededores, pero no se esperaba no encontrarse a nadie a kilómetros. Entraron en el laboratorio y descubrieron que también estaba vacío. El capitán había pasado allí mucho tiempo, viendo cómo construían el nuevo brazo metálico de su amigo. No tenía mucho que hacer en esas instalaciones y ver cómo trabajaban con el vibranium le entretenía. Se dirigió a la mesa de trabajo donde lo guardaban, Bucky y Tony pisándole los talones. Levantó la sábana que lo tapaba y lo desveló.

Era prácticamente idéntico al anterior, incluso le habían pintado la estrella roja que llevaba en el hombro. Bucky lo miró maravillado, ilusionado. A Steve se le dibujó una pequeña sonrisa en los labios pero la supo apagar antes de que alguno de los otros dos se diera cuenta. Tony se adelantó y lo tomó entre sus manos, inspeccionándolo, admirando cada detalle. "Está terminado," señaló y Steve asintió, confirmándolo. "¿Quieres que te lo ponga?"


Bucky abrió los ojos de par en par, sorprendido, viendo cómo Tony hablaba con sinceridad, cómo intentaba cerrar ese agujero negro que había entre los dos. Sus ojos oscuros trataban de traspasar los azules del soldado. Quería llegar a su esencia y conectarla con la suya porque era verídico, y tal vez pudieran hacer hasta un buen equipo. Sin embargo, Bucky sintió un huracán que removía sus entrañas de la forma más perturbadora ante sus muestras de benevolencia.


"No merezco tu amabilidad," susurró Bucky. Tony le miró desconcertado. "No tienes por qué ofrecerme nada más. Con que no quieras matarme, me conformo."

"¿Qué estás diciendo, Buck?," intervino Steve, incrédulo. Tony había dado un paso hacia delante en esta relación y Bucky acababa de dar cinco para atrás. Pero Bucky no le contestó, se quedó callado, perdido en su mundo.

"Barnes... Ese brazo te lo corté yo. Lo mejor es que sea yo quién te lo vuelva a colocar."

"No es necesario que..."

"No me has entendido," le interrumpió Tony, esta vez sonando un poco más serio. "No es una pregunta," dijo acercándose a Bucky y retirándole la especie de prótesis que cubría su brazo amputado. El soldado no se alejó ante el contacto físico, por lo que Tony comenzó a recoger herramientas para instalarle el brazo metálico de nuevo en su hombro.

"¿Estás seguro de que estás autorizado a hacer esto?," preguntó Bucky. El chico no quería hacer enfadar a Tony después de todo lo que se había ofrecido a hacerle, pero sabía que T'Challa era el que daba todas las órdenes en este centro y nada se hacía sin su autorización. Sin embargo, la mirada de superioridad que le echó Tony fue suficiente para no volver a abrir la boca.

Steve tampoco estaba seguro de que Tony estuviera autorizado pero no iba a ponerse tiquismiquis con las reglas cuando era el brazo de su mejor amigo lo que se estaba discutiendo aquí. Simplemente, estaba feliz de que Tony hubiera tomado la iniciativa de colocárselo y de que Bucky pudiera contar de nuevo con su extremidad.

El mecánico estuvo trabajando en él durante más de media hora mientras Steve observaba cada paso con los brazos cruzados, apoyado en una de las mesas. Afortunadamente, ningún científico se pasó por el laboratorio en todo el tiempo que llevaban ahí, lo cual fue un alivio. Steve no quería que les interrumpieran en medio del proceso. Después de un rato, Tony se separó de Bucky y Steve pudo descubrir que ya había terminado. Su amigo se miraba asombrado el brazo metálico mientras lo movía con delicadeza, sin hacer movimientos bruscos.


"¿Qué tal?," preguntó Tony.

Bucky lo miró y movió de todas las formas posibles hasta que respondió. "Muy bien." Tony dejó a la vista una pequeña sonrisa de satisfacción. "Gracias," musitó Bucky.


Aunque él seguía pensando que no tenía por qué haberlo hecho. No tenía por qué haberle ayudado. Sí, era cierto que él le había cortado el brazo meses atrás en la pelea, pero ese mismo brazo había sido el que había matado a sus padres. No se lo merecía.


"Gracias, Tony," dijo Steve también, separándose de la mesa y acercándose a ellos. Descruzó los brazos y apoyó uno de ellos en el hombro del mecánico.


Steve podría no estar de acuerdo en algunos temas con Tony, pero siempre tendría un cariño especial hacia él. Era su compañero de batalla en este siglo y, además, era el hijo de Howard, y él siempre se había portado de forma extraordinaria con el capitán. También sabía que Tony no era una mala persona, solo que en algunos casos actuaba sin cabeza por miedo a perder a sus seres queridos, como le pasaba a todo el mundo. No por ello había que juzgarle más que a los demás.


"¿Creéis que deberíamos subir? ¿Ir a comer algo? Supongo que Barnes estará hambriento después de haber pasado tantos meses en hibernación," comentó Tony, rompiendo el desagradable silencio que se había formado entre ellos y Steve pudo comprobar que el hombre de verdad lo estaba intentando. Se pasó el dedo por una de sus cejas mientras respondía.

"En verdad, estaba llevando a Bucky a que se diera una ducha antes de que nos encontráramos contigo."

"¡Ah! Claro, claro."

"Después podemos reunirnos en el comedor, con todos," añadió Steve. Él también quería pasar tiempo con Tony.

"Oh, sí. Eso será divertido. Veamos quién de todos los allí presentes me pega un puñetazo primero," sonrió, con gran ironía.

"Ninguno de ellos lo hará. No les dejaremos," aseguró Steve, partiendo hacia la puerta, empujando suavemente a Bucky por la espalda.

"¿Siguen a tus órdenes, capitán?" Poco a poco, Steve veía cómo Tony volvía a portarse como el Tony de antes, el que siempre había conocido, y dejaba la murria de lado. Sonrió ligeramente, negando con la cabeza.

"Siempre han sido libres de hacer lo que quisieran. Si siguen a mis órdenes no es porque yo se lo haya pedido."

Tony se detuvo y eso hizo que los pies de Steve se pararan también, preguntándose qué había hecho que el ingeniero se parase. Tony parecía pensativo, su ceño fruncido. "Siempre me he preguntado por qué te apoyaban, si estabas yendo en contra de la ley; por qué mostraban esa devoción por ti; por qué algunos me traicionaban por ti," susurró, recordando a Natasha. Steve sintió cómo su boca se secaba, sin saber cómo contestar. Él nunca quiso que nada de eso pasara.

"Porque es un líder," respondió Bucky, sorprendiéndoles a los dos. "Va más allá de las acciones que alguien haya cometido, llega a su esencia. Mira por las personas, por los inocentes, les deja elegir. Moriría por salvar la vida de unos pocos. Y puede que no sea un soldado perfecto, pero es un buen hombre." El mejor, quiso añadir.


Sus ojos habían conectado con los de Bucky desde que el muchacho había comenzado a hablar y no se habían despegado de él ni siquiera ahora.

Bucky era la única persona que le hacía sentir como un buen hombre, porque era el único que le veía como tal; como un hombre, y no como un súper soldado. Él le miraba como Steve Rogers y no como el Capitán América, y Steve hacía mucho tiempo que no se veía reflejado de ese modo en los ojos de otra persona.


"Tal vez," dijo Tony después, sin mirar a ninguno de los dos en particular y salió del laboratorio. Él se retiró a la sala dónde le había llevado Natasha, y Steve y Bucky se retiraron hacia la habitación del capitán.



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