Minatozaki Sana - 13 de agosto de 2022.

Luego de aquel beso todo quedó en completo silencio y no hablamos más del tema, de hecho cada vez que nos veíamos después de eso ni siquiera éramos capaces de mirarnos directamente a los ojos y es que todo lo que pasó fue tan repentino que ninguna de las dos ha tenido una respuesta clara de lo acontecido, me sorprende el hecho de que eso ya ha pasado y sobre todo que lo hayamos tomado de esa forma.

Porque no parece que a ninguna de las dos nos haya disgustado el acercamiento, es como si no pasara nada.

Pero que a su vez hay miles de preguntas que tenemos en la cabeza las cuales no han podido ser respondidas debido a que ninguna de las dos hemos llegado a tener la suficiente valentía como para poder hacerlo, me agobia el hecho de no poder hablar, siempre ha sido una persona que busca respuestas a cada una de las preguntas que tiene.

— ¿Por qué ahora no soy capaz de eso? —. Me hago la pregunta mientras miro hacia la puerta de mi casa y mis ojos casi se salen cuando esta comienza a sonar, una parte de mí sabe muy bien de quién se trata y no puedo evitar sentir como mi corazón late con rapidez.

No es como que me haya enamorado de ella o algo por el estilo, pero no puedo evitar decir que hace un tiempo atrás después del problema que tuvimos en el cual dije algo que no tenía que decir, la he visto de otra forma más humana, más que dos personas que solamente estaban haciendo su trabajo.

Al caminar a la puerta siente un fuerte dolor en el pecho que me hace saber que estoy sumamente nerviosa y eso crece cuando al abrirla me doy cuenta de que es ella.

— ¿Quien te dijo donde vivía? —. Le pregunto y no me responde, simplemente pasa de mi cómo si se tratara de su casa y al entrar me mira a los ojos, ¿Desde cuándo tienen ese efecto en mi?

— Necesito hablar contigo del beso que te dí —. Se sienta y yo hago lo mismo, una frente al otro sin decir nada pero con miradas que guardan todo.

— De seguro es porque soy irresistible —. Ahora sí le he dado respuesta a esa pregunta que tenía hace un tiempo, si le gustan las chicas y lo comprobé por mi misma. — Te entiendo, no es necesario que me expliques, si yo fuera tu también me besaría —. Sigo hablando, creo que los nervios se están apoderando de mi.

— He tenido muchas cosas en la cabeza y... —. Suspira y se rasca la nuca. — Me caes horrible pero no puedo evitar verte y querer... —. No hay palabras ni nada más que tenga que ver con comunicación verbal.

Sus labios se posan sobre los míos como la primera vez solo que en esta yo me tomo el atrevimiento de empujarla contra el mueble.

No puedo creer que estoy unida en un beso que va más allá de todo con una chica que se supone que me cae mal y que ahora mismo tengo encima de mi repartiendo besos por todo mi cuello hasta llegar a mi abdomen.

¿Cómo mierda llegamos a este momento?

Antes estábamos en una posición donde jodernos la vida era más importante que todo y ahora parece que lo más importante es ver qué tenemos debajo de la ropa, que es lo que tanto ocultamos y el por qué nuestros cuerpos irradian calor con cada toque que nos damos.

Tal vez la razón por la que nos odiabamos tanto es porque sabíamos que queríamos estar así, probando nuestros cuerpos y que no éramos capaces porque el ego era más fuerte y más grande que cualquier otra cosa.

Su dedo recorre mi vientre y se desplaza por este como si estuviera tocando un instrumento, no puedo evitar sonreir, dejándome llevar por mis deseos más profundos y carnales que puede llegar a tener una persona.

¿Estaba mal hacer esto con la que se supone es mi enemiga?

Aunque sienta que está mal, no quiero escapar de esta carcel llena de besos y ese deseo que albergamos por tanto tiempo.

No quiero huir de esto.

Quiero sentir como entra dentro de mí y lo que puede llegar a hacer una chica que tantas veces he dicho que es inútil.

Relamo mis labios y un gemido sale de estos cuando siento el primer roce de sus dedos en mi intimidad, provoca en mí lo que nunca nadie antes había hecho y me frustra porque no quiero ser la dominada en este momento.

Pero me es inevitable no esperar a que haga algo y yo ser quien lo sienta en cada momento que pasa.

Nuestros labios se rozan y no puedo evitar jadear cuando me besa, supongo que aquel resentimiento que nos teníamos y que ha estado dentro de nuestras cabezas por tanto tiempo se ha convertido en la pasión que dos personas pueden llegar a compartir.

— ¿Por qué estamos haciendo esto? —. Pregúntame otra vez el cuello y la verdad es que no tengo una respuesta clara para lo que me está preguntando, solo me quedó en silencio y espero que entienda que yo tampoco tengo explicaciones. — Estoy jodida —. Me rio y no puedo evitar las tantas veces que me ha dicho que nunca iba a estar con una chica como yo por las tantas personas con las que he estado.

Tal vez aquellos recuerdos puedan apaciguar el momento que estamos viviendo y me causa gracia porque al final sí lo hizo.

Cuando le veo los ojos puedo ver una persona que por más que esté confundida quiere hacer lo que está haciendo y yo también me siento así entonces hay que dejar que las cosas fluyan como deben.

— Estamos jodidas —. Le digo cuando siento que estoy a punto de llegar al orgasmo.

Porque la verdad es que estamos tan jodidas que ahora mismo no tengo la menor idea de lo que podemos hacer más adelante, ni siquiera sé cómo vamos a poder abordar este tema después de todo lo que estamos pasando y estoy confundida porque se supone que la odio.

Pero se siente tan bien lo que está haciendo que creo que el odio que le tenía ha estado reduciendo.

Y la verdad es que estoy disfrutando como nunca antes lo había hecho.