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lista de parejas para juntar











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All American Boy, como se presentó el profesor para la clase de los asistentes. Estaba vestiendo los mismos colores que el Comandante, el papá de Will, una figura admirable para todos. Pasado un rato, estaba respondiéndole a Zach algo sobre los trajes y nombres que escogen los asistentes al final del curso cuando la pared de la pizarra estalló.

  Todos gritaron asustados hasta que el profesor Médula apareció entre la nube de humo y escombros. Su aspecto era el de un señor de cabeza místicamente grande y bata de laboratorio, además del gesto serio y la sonrisa de superioridad que aparecía en su rostro cada vez que miraba a los estudiantes.

Sunny dió un brinquito sintiendo la risa de Magenta.

—Já. Qué gracioso. Zach sí brilla. — Magenta soltó una escueta carcajada mirando a su amigo resplandeciente.

La explosión había apagado las luces y dejando el aula a oscuras. La oportunidad perfecta de Zach para brillar

—Les dije.

 Literalmente.

El de los cabellos blancos estaba envuelto en una luz verde neón y una sonrisa orgullosa.

Algo había salido mal en su clase —la clase de los héroes— y por eso la explosión repercutió en el otro salón. Ambos profesores intercambiaron palabras acerca de lo ocurrido mientras los alumnos los miraban atentos.

—Bueno iré por la enfermera si es que sigue bien.

Justo entonces sonó la campana cortando el momento y los chicos salieron a la cafetería.

—Me encantaría que me enseñaran a hacer explosiones así. —comentó Sunny una vez en el pasillo.

—¿Para? —le preguntó de vuelta Ethan.

—Tengo un hermano. —se encogió de hombros. Era una buena justificación. —Nos gusta molestarnos.

Los demás emitieron un «aah» entendiendo a que se refería. Leyla y ella siguieron con el tema, charlando animadas hasta que cierta castaña vestida de rosa apareció en su camino.

—¡Hola, Will! —Gwen mostró una de sus perfectas sonrisas.

Will le sonrío bobamente y le devolvió el saludo con una voz tonta.

—Nosotras nos adelantamos. —dijo Sunny impaciente por llegar a la cafetería. No eran tonta, sabía que Gwen no se había acercado para verlas a ellas por lo que Will estaría bien. Pero por otro lado se atrevió a sonsacar a su otra amiga, Leyla. Así que susurró en su oído a medida que se alejaban. —No creas que no vi esa mueca.

Esta se sonrojó al ser descubierta y comenzó a tartamudear.

—¿Qué?¿Yo?¿De qué hablas?

—Ay, Ley, he creído que tú y Will salían desde sexto.— la del cabello rizado levantó una ceja en dirección a la pelirroja preguntándose como podía ser tan mala mentirosa. —¿Ya le dijiste a Will que te gusta? ¿O estás esperando a que esa chica Gwen se te adelante?

Leyla quedó en silencio unos minutos. No se le hacía fácil hablar del tema. Pero Sunny no lo dejaría estar.

—Pues... pues no.

—Hazlo. No me obligues a meterlos en mi lista de parejas para juntar.

La pelirroja alzó una ceja divertida. Sí, definitivamente esa era su amiga. La misma que hacía enamorar a dos personas como si de un proyecto se tratase. Sunny era toda una experta jugando a ser Cupido, Leyla lo había visto antes.

—¿Y a quiénes más vas a juntar si se puede saber? —levantó las manos fingiendo rendirse. Sunny rió en respuesta. — Solo quiero saber quiénes son las otras víctimas

No le contestó sino que esbozó una enigmática sonrisa y continuó caminando.

(...)

—Si todos ustedes están aquí... ¿Quién está afuera salvando al mundo? —el padre de Will, el Comandante, entró en la sala ganándose la admiración de los presentes.

Los chicos estaban reunidos en casa de Stronghold aquella noche para terminar unas tareas. La mayor parte la estaban haciendo Brid y Leyla, el resto solo copiaba disimuladamente a la par que ellas les explicaban sus dudas y algunos ejercicios.

—Enseguida regreso. —Will se levantó tras su padre y el salón quedó en completo silencio.

Pudieron escuchar algunas cosas, bastante incómodas por cierto, como que Will finalmente admitió ser asistente y las palabras decepcionadas de su padre. Ninguno vió la reacción del Comandante pero sí se sintieron orgullosos de su compañero por decirle la verdad. Cargaba con una presión enorme ocultándolo.

—Ey, ya nos tenemos que ir.— recordó Brid revisando la hora en el reloj en su muñeca y poniéndose de pie.

—¿Qué?¿Por qué tan rápido? —Leyla frunció el ceño mira.do hacia la rubia.

—Es que nuestros padres regresarán pronto y aún no hacemos la cena. Cosa que, por cierto, nos ordenaron hacer. —Y era cierto, solo les habían encargado ocuparse de eso y con todo lo que habían hecho aquella tarde lo olvidaron, entre el estudio y pasar la tarde con sus amigos el tiempo se les voló.

Por suerte Sunny tenía un plan de respaldo.

A medio camino, la de los cabellos rizados le sugirió comprar la cena en algún restaurante de camino a la casa. Brid concordó con su mejor amiga en que era una buena idea y así se detuvieron frente al primer restaurante medianamente vacío que vieron.

—Pero es comida china. —Sunny arrugó la nariz.

—¿Cómo lo sabes? —la de cabellos rizados sonrió señalando el letrero del local, dónde se leía "el Papel de Arroz", Brid asintió tras un encogimiento de hombros y decidieron entrar.

Mientras Brid observaba con curiosidad el local, Sunny ladeó una sonrisa rápida al divisar primero al tan famoso Peace al fondo del lugar. Su conciencia formuló un plan inmediato, el par de veces que lo había visto con Brid le sugería que entre ambos saltaban las chispas de la química. El que todos sus amigos lo tildaran de hijo de un supervillano le daba igual. En ese momento su cabeza solo le repetía que se inventara alguna excusa para irse y dejarlos solos.

—Oh, tengo que adelantarme a casa... ¿Te molesta si me voy? Creo que Gabe me está llamando... —se excusó pensando en su hermano mayor.

Brid la observó con una ceja alzada.

—¿Qué? Ni siquiera tienes tu teléfono... —confundida, Brid vió como su amiga le sonrió torpemente saliendo de allí tan apurada como si en su casa estuviese comenzando un incendio y ella fuese a apagarlo.

¿Qué le sucede? Se preguntó para sí.

Pero pronto esa pregunta fue sustituida por la sorpresa. Bastó girar para ver la figura de Warren.

—¿Qué haces tú aquí? —le preguntó un tanto nerviosa. Verlo fuera del instituto era inesperado.

Para Brid las coincidencias comenzaban a ser muchas.

—¿No debería preguntarte lo mismo? —la miró con su seriedad habitual. — Ya sabes mi nombre, sabes dónde trabajo... ¿Me estás acosando?

La pobre chica no pudo sino sonrojarse y formular millones de planes de asesinar a su amiga por dejarla sola en aquella situación. Además de desear ser tragada por la tierra, se armó de valor para explicarle que no lo estaba siguiendo como parecía.

—¡Claro que no! —negó recuperando su capacidad de hablar. Había algo en él, tal vez era que le resultaba atractivo y eso la ponía nerviosa.

—Lo que tú digas, acosadora.— le dijo este con una nota de burla volviéndo a sus tareas habituales.

Sus mejillas se quedaron encendidas en rojo, y de sus manos brotaba un azul frío que tuvo que controlar.

Warren había descubierto que molestar a esa chica rubia no solo era fácil, sino que también le resultaba divertido.

Brid había descubierto, por su parte, que debía asesinar a Sunny una vez que la alcanzara en casa por abandonarla a su suerte en el Papel de Arroz.

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