don't you see the starlight?
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DON'T YOU SEE THE STARLIGHT?
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En la primera hora de la mañana del lunes, la casa de los Wegner sufrió una ola de frío provocada por Brid y sus incontrolables nervios. La rubia trató de detener la nube helada, pero fue en vano. Sus poderes tendían a descontrolarse cuando estaba nerviosa.
¿La razón? El primer día de preparatoria.
¿O acaso existe algo más aterrador que el instituto?
—Brida, cielo... —Jeannette Wegner entró en la habitación de la chica luciendo más pálida que un papel en blanco. Sobre sus hombros cargaba una gruesa manta de lana y entre sus manos una taza de té caliente. Todo aquello para combatir el clima que Brid provocaba en el interior de la casa. —¿T-todo bien?— balbuceó a causa de la nieve. Sus dientes castañearon inevitablemente y sus labios adquirieron un tono púrpura. — ¿Estás nerviosa por tu primer día de escuela, cariño?
Brid asintió repetidas veces con la cabeza.
Sus tíos eran las personas más comprensivas del planeta. Tanto así que cuando su hijo mayor y primo de Brid, Gabe, terminó su educación en la escuela de héroes decidió no convertirse en uno como todos los demás lo esperaban, sino que más bien, el jóven se decantó por algo normal. Ahora Gabe ocupaba un trabajo tranquilo y corriente en un restaurante de la ciudad y sus padres le apoyaban incondicionalmente. En cambio con su otra hija Sunny, quién poseía la misma edad que Brid, nunca la habían presionado a usar sus poderes a pesar de saber que estaban ahí, esto porque sabían que a ella no le gustaba mostrarlos en público.
—Todo estará bien, al menos no empezarás sola. —le recordó Jeanette regalándole una sonrisa reconfortante.
Aquel pequeño gesto funcionó.
Brid asintió un poco menos intranquila. La ola de frío empezó a transformarse nuevamente en calor y los copos de nieve decidieron evaporarse en el olvido. Sin embargo, recordó que Sunny ni siquiera se había levantado de la cama aún. Lo que despertó una vez más su necesidad de tenerlo todo controlado. Nada podía ir mal aquel día. Eso implicaba llegar a tiempo con su mejor amiga. Se calzó las zapatillas y corrió a aporrearle la puerta.
—Es inútil. —le susurró el señor Wegner junto a las escaleras. —Ya intenté levantarla, duerme como un oso en período invernal.
La rubia no estaba dispuesta a llegar tarde el primer día, menos a salir de la casa sin su mejor amiga. Así que apuntó sus manos a la puerta y se concentró en helar el interior del cuarto.
Dos minutos después una morena de bucles rebeldes salió temblando con gesto de sueño.
—¿Pero qué-
—No hay tiempo para que te quejes, ahora ve a vestirte. —demandó, su mejor amiga bostezó procesando aún el trauma de haberse levantado.— Por favor.
Sunny no era capaz de enfadarse con nadie, menos con Brid. Entendió su manía de querer ser responsable y todas las razones por las que estaba tan ansiosa y se metió en el baño sin rechistar.
La rubia ya estaba lista, naturalmente, tenía puesto una blusa azul marino de tirantes bastante bonita y sus jeans favoritos. Decidió dejarse el cabello suelto solo por ser el primer día.
Sin embargo todos emitieron un gritito de sorpresa al ver a la otra chica. Sunny salió del lavabo de buen humor. Su colorido estilo siempre chocaba cuando la veías por primera vez. La morena tenía sus rizos sueltos y sujetados con un brillante lazo rosa, una blusa blanca un poco holgada con algún mensaje cursi en letra legible que Brid no se detuvo a leer y un overol de mezclilla clara.
—¿Vas a ir así?— le preguntó su hermano mayor Gabe.
—¿Así cómo?— Sunny buscó alguna mancha de puntura en su cara o ropa sin saber bien a qué se refería.
Brid rodó los ojos. Estaba bien. Sunny era Sunny, no iban a cambiarla a estas alturas. Era rosada y colorida y lo seguiría siendo por y para siempre. Se despidieron y salieron de la casa para debían llegar a la parada del autobús antes de que los nervios de Brid alcanzaran un punto más alto y terminaran congelando a Sunny.
—Estoy nerviosa... no quiero hacer el ridículo. —confesó en un hito.
—No lo harás.
—¿Y si nos separan?¿Y si una es héroe y la otra ayudante?— la rubia casi podía escuchar su corazón latir desbocado en el borde de su garganta.
—Da igual, vives conmigo no podrías distanciarte de mí ni aunque quisieras.— la morena bostezó deseando estar otra vez en su calentita cama. —Somos amigas, Brid, ¿Crees que una tonta escuela va a romper eso?
No le respondió, en ese momento un autobús amarillo se detuvo frente a ellas abriendo sus puertas.
Justo unos segundos luego otros dos chicos saludaron a Sunny.
—¿Layla?¿Will?— sonrió de manera inevitable.
—¿Ustedes también?— preguntó el castaño con un tono nervioso.
Ser hijos de padres héroes no era algo que se iba divulgando por ahí. Por eso a la morena le sorprendió coincidir con sus viejos amigos.
—Pues sí.— se encogió de hombros y subieron al autobús.
—¿La súper escuela de héroes?— preguntó Will un poco desubicado.
—¡Shhhhh! —chistó el conductor.— ¿Acaso quieres que todos se enteren de nuestra ubicación?
—No, señor.
—¿Nombre?
—Stronghold, Will Stronghold.
Él lo miró sorprendido y comenzó a elogiar al castaño solo por ser hijo de tan grandes superhéroes. Brid hizo una mueca. No era la mayor fan del Comandante y Jetstream. Mientras tanto, las demás chicas se desesperaban por tomar asiento. Layla blanqueó los ojos en un momento de la conversación en que Will negó que ella era su novia. Incluso Sunny frunció el ceño pues ella también creía que eran novios.
Una vez que se sentaron detrás de Will, la morena no tardó en apoyar la cabeza en el hombro de Brid y rendirse al sueño una vez más.
—Soy Zach.— se presentó otro de los amigos de Will, uno que tenía el cabello blanco y ropas llamativas.
—Yo soy Brid, ella es mi prima Sunny pero...— la chica soltó una respiración profunda que dió a entender que estaba dormida.— bueno... en fin.
Layla rió entendieno la situación
—Sí la conozco. Solo Sun podría tomarse una siesta en el autobús. Solíamos ir juntas antes a la escuela y siempre fue así... ¿Y tú? ¿Llevas mucho tiempo en la ciudad o te mudaste con Sunny hace poco?
—Más o menos, desde el verano pasado. —Brid se tomó una pausa para explicar su historia. —Mis... mis padres tuvieron un accidente así que me mudé con mis tíos. —No quería profundizar mucho en ese tema. — ¿Y... todos ustedes se conocen?
—Algo así. — dijo Will.
—Yo me llamo Ethan.— se presentó otro chico, este era bajito y traía lentes y a Brid le pareció muy amable cuando le extendió su mano.
—Un gusto. —sonrió la rubia.
—Magenta. —soltó escuetamente la de mechones morados y ropas a juego. No parecía muy entusiasmada, aún así a Brid le cayó genial.
Los chicos continuaron hablando hasta que notaron que la ruta del autobús doblaba por un camino sin terminar. Unos conos naranjas y carteles de advertencia aparecieron a ambos lados de la carretera.
Los nervios se les dispararon, pero nada en comparación con los gritos de pánico que soltaron todos cuando dejaron de tocar tierra.
Estaban cayendo en picada.
—Novatos. —suspiró Ron Wilson, el chófer, antes de hacer desplegar las alas del autobús y elevarse hacia las nubes.
Oficialmente estaban en camino a la escuela de héroes.
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