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Capítulo # 13: El encuentro (Parte I)

Coloco en la pantalla una dirección programada como si conociera aquel mapa de memoria y se acerco a su hermano.

—Lo que haría con el poder que fluye por esas venas.

Dijo el moreno en un susurro para no atormentar más el dolor que sentía la chica mientras descansaba. Se veía enferma e incluso podía calcular la poca vida que le quedaba en su cuerpo, aquello la consumía por completo pero la chica parecía soportarlo como toda una guerrera, como Alexa soportaba sus castigos y maldiciones con tal de verlo tranquilo.

—Y ese poder te consumiría —menciono Thor con desaliento.

Aquello no era nada grato de ver para él.

—Pues ella lo está resistiendo —Loki observo de reojo el mal semblante de la chica que ahora dormía a un lado de la nave— Por ahora.

Thor se sentó a unos escasos centímetros de Loki para intentar rescatar la poca hermandad que aun quedaban en ellos dos.

—Es fuerte en formas que no entenderías —el rubio se veía con esperanzas a lo que Loki suspiro con desgana, claro que lo entendía lo había comprobado en las acciones de Alexa y por eso no olvidaba un pequeño detalle que lo mataba lentamente.

¿A dónde se había ido?

—Dile adiós, hermano.

—No será este día —Thor desvió su mirada, reconocía el rumbo de aquella conversación y no le gustaba para nada.

—Hoy, mañana o cien años... ¡No son nada! —el rencor en la voz de Loki era personal, Thor sabía que sufría. Le miro levantarse y contener el aliento por la desesperación de no saber nada de su Alexa— ¡Es un respiro! Tú nunca vas a estar listo.

Ni él lo estaría.

Si no lograba conseguirla, pasaría los días en desdicha preguntándose cuando moriría su amada.

—La única mujer cuyo amor haz atesorado te será arrebatada —le recordó de forma cruel lo que él mismo se debatía por haberse enamorado de una mortal.

—¿Y con eso estarás satisfecho? —la voz de Thor perdió aliento, miro de forma retadora al Loki que se mostraba molesto por aquella cualidad humana.

—La satisfacción no está en mi naturaleza —aprovecho la oportunidad para reprocharle el hecho de que su padre; el que años atrás el mismo llamo padre, le había arrebatado la posibilidad de saber la verdad sobre su persona, el porqué todos en Asgard eran tan distintos a él.

—Y rendirme no está en la mía —ni por cerquita comprendió el comentario venenoso de su hermano.

Ambos se miraron expectantes y Loki dio su último golpe.

—El hijo de Odín...

—No —Thor lo detuvo en sus palabras, no permitiría que siguiera lanzando sus sátiras— No solo de Odín.

Loki soltó el respiro que mantenía cautivo en su garganta. La tormenta se aproximaba, podía sentir los vientos huracanados.

—¿Crees que madre solo a ti te amaba? —Loki sonrió ante aquella mención pero lo que dijo Thor después lo desarmo. Aquello era personal, muy personal— Te dio a ti su magia pero yo tenía su confianza.

—¿Confianza? —los ojos de Loki se dilataron ante aquella mención, su respiración se perdió por completo en aquel abismo que se había creado cuando supo de su muerte, jamás le perdonaría a Thor el haber abandonado de esa forma a su madre en medio de una guerra, si el hubiera estado en Asgard nada de eso hubiese ocurrido— ¿Fue lo que su cara reflejo antes de morir?

Thor entrecejo sus ojos al no comprender a donde iba el menor con aquello.

—¿Confianza? Cuando murió ante ti —la cara de Loki reflejaba todo el dolor que había estado guardando.

Tantas cosas entrelazadas en una red maldita que asechaba su débil corazón.

—¿Y tu como la ayudaste en tu destierro? —ahora era el momento de Thor de reprochar, no se quedaría con aquella espina hiriente que lastimaba su corazón al punto de desangrarlo lentamente.

—¿Quién me desterró? —la voz de Loki fue un susurro que poco a poco se volvió un grito por modo en que las decía—¿¡Quién me desterró!?

—Tú sabes muy bien —le recordó sus acciones malvadas, cada vida que había menguado con su sed de venganza— ¡Sabes muy bien quien lo hizo!

La mano derecha de Thor se levanto con brusquedad mientras que con la izquierda empujaba a Loki a los controles, ambos se miraron expectantes de lo siguiente que ocurriría. Loki con sus manos presas en aquellas esposas y Thor con su ritmo cardiaco violento y temeroso.

Aquello estaba mal.

El rubio libero con pesar y vergüenza el cuerpo de su hermano dejándolo algo descolocado. Se arrimo un poco a su derecha suspirando con dolor, deseando que aquello fuera un sueño.

—Ella no desearía esta pelea —hablo el mayor recordando los deseos de su amada madre, el menor le miro con asombro y dejo entrever una sonrisa melancólica.

Por una muy extraña razón recordó esa época en donde corría por los pasillos del palacio huyendo por las travesuras que le jugaba a su hermano mayor, y luego las peleas inocentes que ambos tenían diariamente. En todas ella irrumpía su madre recordándoles que ambos eran hermanos y que se amaban. Su madre... Cómo si ella no supiera que aquello era imposible, siempre discutirían porque su personalidad así se los pedía, uno agresivo y el otro persuasivo, uno era agua y el otro aceite.

—Aunque tampoco le sorprendería —hizo todo lo posible por hacer un chiste pero aquello sonó más a un lamento.

Ambos se irguieron para luego dedicarse una sonrisa triste, los dos hermanos la amaban y lamentaban su perdida.

—Como quisiera poder confiar en ti —las palabras de Thor hirieron por completo al de los ojos verdes, el cual lo observo alejarse para acercarse a su mortal.

No dijo nada en segundos, aquello se repetía en su mente una y otra vez.

¿Qué más tenía que hacer para que todos vieran su cambio?

—Confía en mi ira —dijo al fin el mago cuando recobro las palabras.

*

Unos ojos violetas se abrieron con sorpresa ante lo que había presenciado.

—El Aeter se ha alejado —hablo una mujer hermosa con un extraño velo y cabello plateado, los tres que estaban en aquella sala dirigieron su mirada a su inesperada predicción, la vidente se toco las manos para jugar con sus delgados dedos dejando a un lado su oráculo— Están en Svartalfheim.

—¿Qué hace allí? —pregunto una segunda chica distinta a las demás, tenía las orejas puntiagudas como todos los que presenciaban con sorpresa la premonición de aquella sacerdotisa pero su color de piel no era gris pálido, sino más bien blanca como la de un humanos.

—Los hijos de Odín lo han transportado hasta ese lugar Anna, desean vengar la muerte de su madre —respondió la mujer que veía la discusión de ambos dioses en su mente como si fuera una película mal sincronizada— Pero... Entre ellos no parece haber alguna relación familiar.

—No importa lo que hagan, iremos por ellos —dijo la tercera elfa con armadura escarlata, se le veía inquietad por aquella noticia.

—¡Haz silencio por una vez Ariel! ¡No me dejas pensar! —el único hombre que había allí hablo con estrés— Runa dime ¿Cuánto son?

—Tres mi señor —respondió inquieta la nombrada— Un asgardiano, un jotun y una humana.

La sonrisa en aquel chico de cabello plateado se extendió como un fuego que corre detrás de un rastro de pólvora.

—¿Iremos hasta allí? —la dulce voz de Anna se hizo presente con temor.

—Por supuesto —la decisión de la guerrera Ariel era inquebrantable, su armadura escarlata resonaba con cada movimiento que hacia debido a la ansiedad que les transmitía— Danos la orden Alanhim y lucharemos para ti.

—Me cuesta decirlo pero Ariel tiene razón, iremos a Svartalfheim —agrego aquel conocido como hijo de Malekith.

—¡Por la gloria! —grito con júbilo la nombrada.

—Ese no es el camino —dijo Runa preocupada por el futuro de su rey.

—La oscuridad dejara de ser nuestra guarida, dejaremos de huir por los pecados de nuestros ancestros —agrego Alanhim emocionado— ¡Por nuestra descendencia!

—Escúchenme por favor, Anna haz que tu esposo me escuche por un momento —reprendió la vidente.

—Lo intentare —respondió preocupada la reina de aquella rasa casi extinta— Alanhim creo que Runa tiene razón, existen otras alternativas —debatió por un momento la muchacha pero al verse aniquilada con la mirada de Ariel y Alanhim agrego sin mucho ánimos— Por nuestra libertad...

Corrieron donde descansaban sus armas y se dirigieron a su escaso ejercito el cual era conformado por el mismo pueblo que huía de la mirada de heimdall y la furia de Odín.

—Elfos oscuros el día a llegado —dijo eufórico su rey— La hora de ser libre por nuestras propias manos es ahora.

—Cobraremos venganza por la muerte de nuestros rey y gritaremos victoria cuando los hijos de aquel ser que nos aisló de nuestro mundo perezcan —menciono la segunda al mando; Ariel.

Los súbditos de Alanhim gritaron emocionados a creer que aquella seria su oportunidad de ser libres, la algarabía se extendió entre los mil elfos que ya no dependerían de una profecía para ser libres, no creían en ella.

—Alanhim... —susurro Anna al ver como todos comenzaban a armarse, el nombrado se dio la vuelta para mirarla junto a Runa.

Se acerco a ella con delicadeza y poso sus labios sobre los de ella reclamándola como suya públicamente.

—Todo está bien amor —sonrió con confianza.

Pero Runa no lo veía de esa manera por lo que se quejo.

—Eso no está bien... —observo nuevamente a aquellos seres para ver como seguían viajando en aquella nave.

—Cuando seamos libres tendrás que retractarte. No ves el futuro como tal así que no sabes si estoy o no equivocado —le advirtió su rey para dejar en claro que no quería tenerla por su ejército repartiendo su mal augurio— Sonríe Runa, y déjame gobernar como lo hizo mi padre.

La vidente suspiro con dolor, su rey no solo actuaba con inmadurez y desespero si no también movido por el odio que le tenía a los Asgardianos, esbozo la sonrisa más falsa que tenia mientras se permitía evaluar a aquellos que tenía el Aeter en su poder, el rubio parecía alentado por el amor que profesaba a su amada y el moreno, no podía definir sus acciones pero la mirada decidida que tenia aquel mago impaciente la tentó y entonces algo más ilumino su rostro descompuesto por la tragedia— Eso podría ayudar...

Susurro para ella misma, no podía hacer nada por impedir aquella batalla porque Alanhim no la escucharía pero al menos extendería sus oraciones a aquellos ángeles capaces de devolverle la vida a aquellos que tocaban y que su profecía tanto esperanzaba, porque aunque su rey dejara en claro que los ángeles no existían ella seguía creyendo en ellos.

—No los vi antes y ya no creía en su llegada, pero ese hombre... Ese gigante de hielo me lo mostro —cerro sus ojos elevando sus manos al cielo de las cuales emano una cálida luz blanca— Si han transformado aquel corazón oscuro, por favor... Salven a nuestro regente... A nuestro único libertador. Denle la paz que merece para que pueda guiarnos a la libertad deseada, no permitan que más sangre inocente sea derramada.

Libero aquella energía llena de su bondad y rezos al cielo donde se perdió ante la vista de Anna, no se acerco a molestar a Runa pero tampoco le dijo a su esposo lo que sus ojos vieron, confiaba en ella y creía que de alguna manera lograría rescatar la mente de su amado.

—Misericordia, por favor...

*

Thor y Loki desviaron su mirada al sentir el movimiento inconsciente que había realizado la mortal. Thor quiso acercarse a ella pero Loki lo detuvo señalándole la nave extraña que descendía desde el oscuro cielo. Jane lo observaba anhelante, deseosa de conseguir algún contacto con ellos.

La magia la llamaba.

—Jane —le pidió Thor con desconsuelo para que volviera a ser ella misma lográndolo a medias.

Aquella energía parecía tener cada vez más control sobre ella.

—Son ellos. Han llegado —les informo la científica.


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