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Capítulo # 10: La despedida.

Loki sintió una presión en el estómago, clavando los dedos en el tapizado de aquel sillón, se quedó en silencio.

Las pestañas de Alexa bailaban nerviosas, húmedas; sin embargo ninguna lágrima rodó por sus mejillas. La chica supo que aquello que estaba haciendo podía costarle la vida, pero conocía al dios, por lo menos al que imaginó humano, y en su interior también tenía la certeza que no podría hacerle daño.

Si era verdad el amor que le tenía, no le haría daño.

Y si a cambio la castigaba... Ningún castigo podría asemejarse al de no ser correspondida en sentimiento.

—Las he dejado en mi habitación, pero si prefiere...

—¿Y quién eres tú para decidir eso? —Interrumpió con furia, dolido por las palabras de su "esclava", aunque algo en su interior le gritaba que ya no era solo eso para él, ahora existía algo más en su interior que gritaba por salir y quejarse de la situación.

Eso era, si aquello hubiese ocurrido en su infancia, lo más probable es que en ese mismo momento estaría llorando y quejándose en los brazos de su madre; o porque no, en los de ella. Pero ese era el Loki del pasado, ahora ni siquiera sabía cómo llamarse a sí mismo.

¡Qué difícil es ser un dios!

—Soy solo una humana —respondió—. Por lo tanto viviré como tal...

—¿En dónde?... —por un momento hubo algo más cálido en su voz, pero fue tan fugaz que Alexa se cuestiono la idea de un Loki más amable ante ella. Él era un dios, seguramente solo fue su falsa esperanza queriéndola quebrar para quedarse a su lado. No, eso no ocurriría. Nuevamente el dios hablo y Alexa tuvo que utilizar todas sus fuerzas para no sucumbir ante su corazón anhelante, porque asi era, ella anhelaba a su salvador— ...¿Si se puede saber? —había cierto desprecio en sus palabras y fuego en sus ojos, tal como Alexa imagino, era imposible que él la viera como algo más que un objeto.

—No lo sé. Quizás Londres o tal vez Paris... —el porte de Alexa siguió siendo recto, sin embargo sus piernas comenzaban a flaquear.

Sus piernas y todo su ser.

—Te vuelvo a repetir: ¿Tú quién eres para decidir si puedes o no dejar de ser una esclava?... Soy un dios y...

—Lo sé... —interrumpió Alexa elevando la voz. Eso había sido peligroso e impropio de ella— Lo sé, pero... de todos modos me iré... —ya no tenía poder sobre ella—. Loki... me iré. Te guste o no. Lo quieras o no. Abandono el edificio... —suspiró—. Si quieres matarme por tal osadía... hazlo —desafió.

Loki tragó saliva para intentar hacer desaparecer ese nudo en su garganta. Se quedó en silencio.

¡Maldición!

Qué hábil había resultado Alexa, si en su lugar estuviese cualquier humano no lo hubiera dudado un instante y ya lo habría castigado por tal ofensa pero... a ella no... Con Alexa no podía, ni podría jamás. Incluso, ni siquiera era una humana del todo.

Y ya la había herido lo suficiente.

En cambio ella sintió que había llegado el momento de marchar. La de cabello castaño dio la media vuelta y comenzó a caminar hasta la amplia puerta. El dios reacciono frente a esta nueva actitud y se puso de pie. Entendía que si no hacia algo, jamás la volvería a ver.

Eso al menos pudo leer en las pupilas de su ahora ex sirvienta.

—¡Alexa, espera! —su respiración era acelerada, sentía que su corazón helado se saldría en cualquier momento o peor, se rompería en miles de fragmentos de cristal— ¡¿Por qué haces esto?!

La aludida no volteó, no quiso que la viera en ese estado tan vulnerable, apenas atinó a girar la cabeza por sobre su hombro e intentar hablar lo más claro posible; pero era difícil.

—Te lo dije, Loki... hoy.... Te dije que si... —tomó aire, para ella aquellos actos eran más que simple sexo. Siempre le entrego su amor en esos pequeños momentos, solo que él siempre lo rechazo— que si hacías eso... me perderías para siempre.

—¡Por Odin! ¡Alexa! ¡Soy un dios! —exclamó Loki, enojado e impotente.

—Y yo una humana. Lo sé... —terció con una amarga sonrisa—; pero no le estoy hablando al dios Loki, si no al humano Thomas... de quien me enamoré.

Alexa emprendió la marcha, esta vez con lentitud, como a la espera de algo más, alguna reacción de parte de Loki que la detuviera y le pidiera quedarse a su lado, pero nada... el dios la dejó marcharse.

Congelado ante sus palabras, herido ante sus acciones, perdido en sus sentimientos confusos e inexplicables, Loki la observo marcharse. Jamás sintió algo como eso, ni siquiera con Frigga que dominaba gran parte de sus deseos y pensamientos; pero claro estaba en que Frigga siempre sería su madre y ella, en cambio seria su ángel.

Esa tarde Alexa dejo el edificio con todos sus vecinos más que sorprendidos, incluyendo a su hermana a la cual ni siquiera le conto a donde iría. Como odiaba Alma haber permitido que ese ser engatusara y quebrara el alma de su hermana.

...

Había pasado un mes desde todo lo ocurrido, la ausencia de Alexa había vuelto a Loki más cerrado y triste que antes. Seguía sin comprender el mensaje que su madre le envió a decir con Odín, pero poco le daba vuelta a el mismo, jamás comprendería las ideas románticas y dulce de su madre, era toda una novelista.

En esos momentos solo buscaba una forma de aliviar su dolor.

¡¿Por qué tuvo que ocurrir eso?! ¡¿Por qué forzó al ángel a amarlo?!

Sabía la respuesta.

Solo de esa forma alguien se quedaría a su lado.

¡Qué equivocado estaba!

Solía sentarse cada noche en su balcón a mirar las estrellas, pero ellas no poseían el mismo brillo de cuando estaba junto a Alexa.

La extrañaba.

Extrañaba su sonrisa cuando le pedía algo, extrañaba sus lagrimas debajo de su cuerpo cuando la hacía suya, extrañaba su rostro serio mientras le relataba para que servía cada objeto que necesitaba, extrañaba sus poderes cada vez que la tocaba, extrañaba esos ojos azules que le miraban con amor en cualquier momento del día, o de noche.

¡¿Cómo no lo pudo ver antes?!

Loki la extrañaba y era razón suficiente para sentirse perdido.

Suspiro cansado y se tomo la tarea de leer algo, no podría dormir, y no era raro para ese entonces. Desde que ella se fue necesitaba de sus dulces melodías para conciliar el sueño.

—Loki voy a salir –Dijo Thor del otro lado de la puerta— ¿Necesitas algo?

—Sí. Que no regreses nunca más –Le dijo con poco humor.

Thor no quiso responder, sabia la dura situación que atravesaba el dios. Le dolía verlo vagar por toda la casa sin conseguir calma. Y es que Alexa se había vuelto parte fundamental de su existencia.

Cuando el dios se marcho Loki sintió una presencia en el balcón de Alexa, giro su rostro esperando verla a ella pero sus deseos no fueron cumplidos.

Alma le miraba con atención del otro lado del balcón.

—¿Si tanto la amas porque no vas por ella? A mí no me dijo donde iba pero estoy segura de que tu si lo sabes.

—No me interesa perseguir humanos arrogantes... —fue interrumpido.

—¿Arrogante? Si quien la uso y desecho a su antojo sin importarle sus verdaderos sentimientos fuiste tú. Ella solo se canso de ser usada, ella sabe que sin ti no es nada y estoy más que segura que muere lentamente sin tu presencia.

—No iré tras de ella, soy un dios –aclaro su situación.

—No, no eres un dios. Puedo ver tu aura, y el de tu hermano. Ambos comparten vínculos de amor más no de sangre. Tu mismo sabes que no eres un dios.

—No puedo amarla, ella pronto partirá y yo...

—¿Esa es la escusa? Ella morirá primero que tu y por eso temes amarla para no sufrir ¿En cambio ella que vivirá menos si puede morir de amor antes de tiempo?

—Ella no... —Loki no quería decirlo en voz alta.

—¡Ella está muriendo! Puedo sentirla día a día desfallecer... —su voz se quebró.

—Alexa no puede... —claramente sabía que si podía, él mismo se lo recordaba todos los días con sus actos egoístas.

—Ella es humana y morirá como uno y lo sabes mejor que nadie. Ni los nefilim somos inmortales como tú.


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