[Maratón 2/2]

—Y así niños, es como se suma.

El timbre del recreo sonó diciendo que era momento de irse. Los niños que veían a su maestro dejaron de prestar atención y empezaron a guardar sus cosas.

—No se olviden que mañana deben traer cosas para hacer sus trabajos finales sobre su familia —recordó sentándose en su escritorio también guardando sus cosas.

—Izuku-sensei —llamó una niña.

—¿Qué sucede, Chieko-chan?

—¿Puedo traer brillantina?

—¡Por supuesto! —dijo emocionado—. Pueden traer colores, crayolas, pinturas, todo lo que quieran y no se preocupen por si no saben hacer algo, yo los ayudaré.

—¡Hasta mañana, Izuku-sensei! —empezaron a despedirse el grupo de veinte niños con dirección a su maestro que los abrazaba, revolvía el cabello o les daba un beso en la frente.

Una chica apareció por la puerta del aula sonriendo de forma tranquila.

—Seina-san los llevará a todos con sus padres que vienen a recogerlos —y así los niños la siguieron.

Cuando todos se fueron se quitó el delantal que tenía como uniforme. Iba a hacer un pequeño reporte de su día para la directora pero una niña de cabellos celestes con mechas blancas y ojos grises apareció por la puerta.

—¿Shiro-chan? ¿Qué pasó? ¿Te olvidaste algo?

—No, Izuku-sensei —negó con su cabecita. Fue corriendo a la pecera del salón, tomó el pequeño frasco de alimentos de los peces a un lado de esta y les tiró un poco—. Hoy era mi turno de alimentar a Rio y Nanami, casi lo olvido —sonrió viendo al pecoso.

—Eres muy buena, Shiro-chan.

—Sensei... —llamó.

—¿Ahora qué pasa? —se dobló sonriéndole a la niña.

—¿P-Puedo ponerlo a usted en mi familia? —susurró la niña con un sonrojo.

—¿Uh? ¿Por qué? Yo no soy de tu familia.

—¡Pe-Pero! ¡Yo quiero a sensei... e-en mi familia!

Midoriya notó el esfuerzo de la niña por decir sus sentimientos y sonrió con ternura. No era algo correspondido, pero trataría de subirle los ánimos.

—¿Quién sabe? Tal vez algún día sea parte de tu familia.

La niña lo vio con ojos como platos y rió tapando su boca con sus manos.

Un timbre sonó en la mesa e Izuku fue a ver quién le llamaba. Era Tenya.

—¿Tenya?

—¿Estás con ella? No la veo afuera.

—Se le olvidó algo, ahora salgo con ella -la llamada colgó—. ¿Vamos? Tu tío ha venido a recogerte —le extendió la mano a Shiro.

La pequeña aceptó y salieron de la escuela entre infantes que esperaban, jugaban o saludaban a sus padres. Entre un pequeño grupo de adultos estaba su mejor amigo con una mirada seria y una sonrisa.

—¡Tío Tenya!

Y así la niña fue corriendo con una gran velocidad a su tío que se quedó helado. Izuku y él hablaron un rato sobre que Tensei estaba en una terapia para volver a caminar—por un accidente automovilístico—con su esposa en el hospital.

Se despidieron sin que antes el muchacho de cabello azul le dijera sobre que Ochako quería verlos en dos días en el salón de siempre.

Izuku asintió diciendo adiós a la niña y a su mejor amigo. Volvió al aula, escribió su reporte que dejó con Seina. Ella era una de las maestras que apoya a los maestros primerizos de los más pequeños y era una gran amiga.

Tomó sus cosas y emprendió camino a casa. Sus padres lo recibieron con brazos abiertos y cenaron juntos entre risas.

Cuando esta terminó quiso salir un rato, le avisó a sus padres, se abrigó lo necesario y dio un paseo hasta llegar a un parque.
Se fue a la zona de niños donde no había nadie y se sentó en un columpio para sentir la brisa.

Observó el cielo oscuro y los destellos brillantes de las estrellas. En el celular escribió lo primero que se le vino a la mente.

"Callada y danzarina
Reza e implora
Sea tuya, sea mía

Extiende la mano
Tócalo con cuidado
Siente su calor
Déjalo de lado

Que brille, que se apague
Que no exista
Que sea amable

Siente su mano dulce
Sus cabellos obscuros
Fría mirada y "

—Es extraño encontrarte fuera de starbucks.

Escuchó y giró su cabeza de forma rapida por el susto. Sus ojos chocaron y una pequeña sonrisa que él no sentía resplandeció.

—Shouto...