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05

Salió de casa despidiéndose de su madre. Se puso los zapatos y continúo su camino hacia la universidad. Cruzó las calles necesarias y tomó un autobus para llegar más rápido. Se sentó en un asiento solitario casi a la par de la puerta trasera y resopló.

Estaba llegando tarde. Claro, si siempre llegabas una hora antes y ahora va a llegar media hora antes.

Pero había una razón para todo.

En esta ocasión se encontraría con Hatsume Mei. Ella le había pedido una "cita" en el starbucks de la esquina de la universidad dos horas antes de sus clases de ellos. Ella quería que pensaran que en serio tenían una relación para que se fijaran en ella y sus proyectos.

Le prometió que cuando los rumores de él terminaran, ellos no volverían a hacer eso. Decía que tenía a alguien realmente le gusta y no quería seguir por mucho tiempo con esa farsa.

Izuku se levantó de su asiento acercándose a la puerta de bajada. Bajó en la siguiente parada.

Siguió con su camino a paso apresurado logrando chocar con varias personas en el trayecto, a quienes pidió disculpas, hasta que al fin llegó a su destino.

El Starbucks.

Abrió la puerta del lugar sintiendo el aire acondicionado llenar sus fosas nasales y revolver más su despeinado cabello.

Fue a caja y pidió una promoción de desayuno que le dieron minutos después y se dirigió una mesa de dos que había en un rincón del café.

Aprovechó el poco tiempo que tenía y se puso a chequear su celular buscando algo nuevo con lo que distraerse.

Pasó un largo rato de media hora cuando una pelirrosa de ojos verdes limón que, con una súper visión, logró ver la melena enmarañada en una esquina más recóndita del café.

—¡Midoriya! —gritó ella escandalosa logrando llamar la atención de muchos de los chicos y chicas que estaban en el lugar.

Él volteó a verla con más nerviosismo que de costumbre. Ella siempre era muy vivaz y buena amiga, siempre era entretenida y las charlas igual —aunque a veces lo asustaba—. Procedió a saludarla con un ademán de mano.

—Hola, Hatsume-san.

Ella llegó a él y se sentó.

—Bueno, ¿para que me citaste aquí?

—Es que... tengo que pedirte un pequeño favor con un trabajo con respecto al diseño ¿Me ayudas? De paso que los demás piensan qué estamos en una cita antes de clases.

Izuku aceptó y se puso a ayudar a su amiga con su nueva idea de "Baby".

A pesar de estudiar Literatura como segunda carrera —la primera fue diseño gráfico— y trabajar como maestro de kinder, era alguien cooperativo y siempre ayudaba a sus amigos en lo que sea. Era un genio en la mayoría de los ámbitos, el estudio siempre fue su prioridad. Su padre y madre se lo inculcaron de pequeño y haberse graduado de su primera carrera a los 17 años era algo que lo volvía un genio en la gran Universidad Teikyou y en Japón.

Sus amigos fueron su apoyo al igual que su familia aun en los momentos más duros. No pudo pedir más.

—Este es un mejor diseño para dar una apariencia más cómoda para el usuario, además de ser llamativa sin ser excesiva— explicó con su lapiz sobre los bocetos de una máquina extraña para ayudar a potenciar algo que no entendió muy bien que era—. Entonces ya está.

—¡Gracias Midoriya! No hubiera podido decidir como construir a mi Baby sin tu ayuda ¡ahora llamaré la atención de las grandes empresas! —ella se levanta—. Vamos, te compraré algo para agradecerte, elije lo que quieras.

El trató de negarse pero la pelirrosa insistido mucho, por lo que no le quedó de otra que aceptar. Empezó a ver las bebidas, realmente no se le antojaba nada. Miró los postres y pensó en unas galletas podrían serle de ayuda horas más tarde. Le dijo esto a Mei, ella que aceptó gustosa. Ambos fueron a comprar. Tan rápido como tuvieran su pedido, irían a su universidad.

—Por cierto, Midoriya.

—¿Qué sucede Hatsume-san?

—Lo del gran Yagi-sama... ¿es verdad? ¿es tu familiar? —preguntó más calmada de lo normal pues buscaba un par de yenes para pagar todo—. Nunca me dijiste si era verdad o mentira.

Se puso nervioso de un momento a otro. No quería que nadie supiera que el prodigio era hijo del número de todo el país —por no decir del mundo— con sus múltiples empresas de todo tipo.

Iba a responder con una excusa que se crearía al paso, pero a lo lejos. En la puerta vio a una chica de cabellos largos y negros entrando a la cafetería. Todo en ella era normal de no ser que a su lado juró haber visto una cabellera bicolor despedirse de aquella linda joven.

Estaba pasmado y no estaba seguro si lo que vio estaba bien. Algo extraño sintió que le estaba pasando y no sabía que era lo que le traía muy distraído desde hace unos días.

—¡Midoriya! —le llamó la inventora sacándolo de trance.

—¿Q-Qué pasa? —agitó la cabeza a los lados tratando de calmarse.

—Te he estado llamando pero no me respondías, te dejé parado un rato, pero toma —le dio una bolsita. Vio dentro de ella las galletas que quería—. Ya las compré y debemos irnos o llegaremos tarde a clases.

Miró de reojo a la azabache que estaba pidiendo algo y se concentró e que debía llegar temprano a la universidad. No podía distraerse más.

No debía pensar en "invierano".

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