Después de esa segunda vez que lo encontró, se volvieron a encontrar en nueve ocasiones más.

Algo que dejaba extrañado al pequeño peliverde.
Se preguntaba que era lo que hacía para que de las veintiséis veces que había ido a la cafetería se habían visto once.

—¿No crees que es extraño?

—En realidad no, Deku-kun —habló Ochako del otro lado de la cámara. Ella estaba pintándose las uñas mientras hablaba con sus amigos.

—¿Por qué?

—No eres el único que tiene horarios para ir a ciertos lugares ¿sabías? —intervino Tenya quien estaba en su laptop haciendo un gráficos y tablas en Excel.

—Lo sé, pero es extraño. Topa conmigo la mayoría de veces en estos últimos casi tres meses —añadió el pecoso echado en su cama con su bitácora y lapiz a la mano.

Uno de los pasatiempos más queridos por Izuku era el dibujar y pintar. En este caso al haber entregado su último trabajo no tenía nada que hacer y decidió dibujar por un rato, pero no podía pensar en otra cosa que en el extraño que se ha estado encontrando.

—Deku-kun, déjalo —intervino la castaña—. Si se encuentran es porque es una casualidad, una bonita casualidad.

—¿Bonita? —cuestionaron los dos chicos al unísono.

—Pues sí. Deku-kun, dijiste que era un chico de apariencia peculiar ¿no?

—Em... Sí, ¿Por qué? —preguntó.

—Creo que ya sé a lo que se refiere Ochako —intervino Tenya.

—¿Eh? —enserio el pequeño Midoriya no entendía nada de lo que hablaban sus dos mejores amigos.

—Dime, Izuku —habló Ochako poniendo más atención a la cámara con una sonrisa socarrona acompañado de un tono coqueto que asustó al nombrado además de la mención de su nombre de pila—. ¿Era un chico guapo?

—¿EH? ¿C-Cómo?

—Pues, tus gustos son algo extraños.

—No sé a que te refieres, Ochako.

—Mejor déjaselo claro con ejemplos —volvió a interrumpir Iida.

—Primero, tu extraño gusto por Bakugou —inició la cuenta la chica.

—Ochako, él fue una ilusión de niños nada más. Mi gusto por él no duró más de un año, además, ahora sale con Kirishima.

En su mente no pudo evitar pensar en la extraña relación que llevaban esos dos, uno gritando por todo y el otro calmándolo de todo, aunque tenía que admitir que eran una linda pareja.

—Segundo, tus escapaditas con Shinso —continuó el peliazul.

—No eran escapadas, teníamos que ir ambos porque nos tocó en varios equipos de trabajo juntos y dejamos todo para el último momento e hicimos todo entre esas "escapaditas", sin olvidar que está desinteresado en las relaciones amorosas y nos acabábamos de conocer.

Realmente le gustó el pelimorado pero sabía que no tenía oportunidad alguna con él. Ahora era un muy buen amigo suyo.

—Tercero, tu relación de tres meses con Tsu-chan —continuó Uraraka.

—Ahora somos amigos, admitámoslo, es demasiado linda y adorable —levanto las manos el pecoso.

Todos sabían que ellos lo intentaron, hacían una pareja funcional, pero no pasaron de esos meses. Aunque aún llevan una amistad muy fuerte.

—¿Conforme, Tenya?

—Conforme —bromearon pero el de lentes continuó—. Aunque faltan tus citas con Hatsume.

—Hasta ahora no entiendo porqué saliste con esa chica de la facultad de ingeniería —continuó la castaña recordando a la pelirosa que le caía algo mal por lo imperactiva que era.

—Me lo pidió de favor, ¿recuerdan que habían rumores de que yo tenía una relación familiar con Toshinori?

«Cosa que es verdad pero no sé quien inicio ese rumor» pensó en quién pudo descubrir que el gran empresario de All Might: One for all era su padre.

Los dos amigos asistieron.

—Al notar que me estaba volviendo conocido por esos rumores me pidió ayuda para que todos se fijaran en ella y sus "babys", ya saben como es Hatsume-san.

—Yo escuché que ella se te declaró de verdad y por eso dejaron de "salir" —añadió Uraraka.

—Pero mira que me salieron chismosos —sonrió diverto Izuku.

—Y tú nos saliste casanova.

—Oye, no soy ningún casanova.

—Claro que lo eres.

—Silencio Ochako, o Izuku nos cortará —alertó Tenya.

—Demasiado tarde, adiós —y con un click en su teclado los rostros de sus dos amigos desaparecieron de la pantalla.

Apagó y cerró la laptop. Lo mismo planeaba hacer con la bitácora cuando se percató de su dibujo...

Era aquel chico.

Se le quedó observando por un rato sin saber qué pensar.

El dibujo no era nada malo. Observó los detalles que le puso en sus ojos y cabellos de, en este caso, dos tonalidades diferentes de lápiz.

Se le quedó viendo embelesado.

Era un chico extraño.

Reaccionó luego de un rato, apagó las luces del cuarto, cerró y guardó la bitácora en su maleta —pues mañana iría a la cafetería— aún con pensamientos yendo y viniendo se acostó en su cama.