Han Solo y Mara Jade
Mara Jade estaba sentada en la cantina de un bar en una parte perdida de la galaxia. No había misiones aquel día, y Vader parecía tener todo bajo control, eso significaba que ella, la mano del emperador solo sobraba. Pronto no sería así, pronto ella ocuparía el lugar de Vader al lado del emperador, pronto ella tendría el lugar que realmente se merecía.
Observo con desagrado como a su lado llegaba un hombre que pedía una copa, parecía un sinvergüenza desaliñado, y había tenido el descaro de sentarse justo a su lado.
- Preciosa, sé que te parezco interesante, pero no es necesario que me mires así- dijo Han Solo observando a Mara Jade
- ¿Crees que alguien como yo tendría tiempo para mirarte a ti?- preguntó Mara casi con asco
- Oh cariño, me mirarías por horas si realmente me lo propusiera- dijo Han demasiado confiado en sí mismo
- Solo desaparece de mi lado- dijo Mara empujándolo y haciéndolo caer a lo que él se puso de pie ofendido.
- ¿Puedo invitarte una copa al menos?- preguntó Han y Mara gruñó molesta ¿Es que ni siquiera cuando quería embriagarse podía estar tranquila sin tener que matar a alguien?
- Woo preciosa no me mates- dijo Han observando como Mara sacaba su sable de luz de color púrpura- ¿Estás molesta porque el emperador no te valora?
- ¿Cómo demonios sabes quién soy y sigues vivo?- preguntó Mara presionando su sable de luz contra la garganta de Han.
-Preciosa, soy Han Solo, hay pocas cosas en la galaxia que yo no sepa- dijo Han y Mara sonrió, aceptando aquella copa.
Ambos se usaron para sacarse información, Mara obtuvo interesante información sobre Jabba el Hutt, tal vez él fuera un buen aliado para el imperio él o sus contrabandistas, y Han supo que tal vez aliarse con el imperio un par de veces no fuera del todo malo, solamente tendría que vender mercancía de Jabba y ya después saldaría su deuda con Jabba. O tal vez no.
Cuando ambos estaban lo suficientemente bebidos, el alcohol comenzó a hacer efecto en ellos, y Mara lo miró sugerentemente.
- Dijiste que lo sabías todo ¿Sabes cómo complacer a una mujer?- preguntó Mara con una sonrisa sugerente, habían pasado días desde la última vez que había tenido sexo y realmente lo necesitaba.
- Preciosa, ni siquiera tienes que preguntarlo- dijo Han abrazándola por la cintura.
Llegaron a tropiezos hasta un rincón vació del bar, no importaba si alguien los veía, no era extraño ver a dos amantes borrachos teniendo sexo por los rincones, y ellos no eran pudorosos tampoco.
Mara no era como las amantes estúpidas que había tenido Han antes, ella sabía lo que quería y cuando lo quería, y en ese minuto ese estúpido contrabandista era lo que quería, era mucho mayor que ella, y se notaba que sabía lo que hacía por la forma en que la tocaba.
Mara rompió la camisa de Han y él no se quejó solo mordió su cuello con pasión, haciéndola sonreír. Se besaron con pasión hasta que Han simplemente quitó los pantalones de Mara de forma seductora, besando su pierna en el proceso haciéndola sonreír y arquear su espalda de placer. Cuando Han subió nuevamente a sus labios, Mara simplemente bajó los pantalones de Han, y enrolló una de sus piernas en la cintura del contrabandista.
- No preguntaré si estás segura- dijo Han sonriendo mientras la besaba.
- Solo hazlo ya y deja de decir estupideces- dijo Mara besando el cuello de Han sintiéndolo enterrarse profundamente en ella haciendo que ambos jadearan.
Ambos gemían y disfrutaban del cuerpo del otro, no era una danza de dos amantes, de dos personas que se amaban, era el acto de dos personas que disfrutaban del cuerpo del otro hasta saciarse, y para suerte o mala suerte de ambos, ninguno de los dos parecía cansarse demasiado rápido.
- Más rápido- pidió Mara con ambas piernas enrolladas en la cintura de Han, que la follaba fuertemente mientras gemía en su cuello.
- Como ordenes preciosa- dijo Han follandola con fuerza, disfrutando de sus gritos, que eran ahogados por la música sugerente del bar.
Ambos alcanzaron el clímax con un grito ahogado y se sonrieron, besándose con pasión, esa noche no había terminado.
Tuvieron sexo en tantos lados como pudieron, sin importarles si alguien los veía.
Al otro día Mara despertó completamente desnuda, en una nave que claramente no era la suya.
- ¿Dónde demonios estoy?- preguntó levantándose con dificulta, preguntándose que había hecho anoche, el dolor placentero en su cuerpo la hizo recordarlo, eso y el que faltaba su ropa, y la del contrabandista que comenzaba a despertar a su lado también.
- Veo que despiertas tarde- dijo Mara mirando al hombre- Pero otras partes de tu cuerpo no- sonrió sugerentemente
- Solo ven y bésame- pidió Han y para su propia sorpresa Mara se encontró totalmente dispuesta a tener sexo una última vez montando a ese hombre que le había dado una de las mejores noches de su vida.
- Eres una diosa- dijo Han mientras Mara lo montaba con pasión, haciendo círculos con sus caderas que los hacían jadear a ambos.
- Soy más que eso cariño- dijo Mara tomando el cabello de Han mientras subía y bajaba, sintiendo su clímax cerca.
Pero eran dos personas completamente liberales, y sin ninguna cosa que hacer ese día, por lo que la noche de pasión, también termino en un día lleno de sexo en el halcón milenario de Han.
Sorprendentemente, la vez que Mara se sintió más excitada fue cuando ambos follaron en el asiento del piloto de la nave.
No hubo besos de despedidas, tampoco hubo remordimientos ni promesas de amor, solo un guiño sugerente que les prometía que se encontrarían otra vez. Y así fue, por muchas semanas y meses en los que ninguno de ellos, se limitaron a tomar a otros amantes, incluso más de una vez compartieron su pasión con otra persona en la nave.
Eso fue hasta que ambos conocieron el amor, primero fue Han, que se enamoró de la princesa Leia, una hermosa mujer que hizo cambiar por completo al contrabandista.
Y años después, Mara aceptó su amor por Luke Skywalker, casándose con él en una bella ceremonia.
Solo Mara y Han sabían lo que habían compartido, y lo placentero que había sido, y ambos se preguntaban si aquellos trucos sexuales aprendidos, los usaban en la cama con sus nuevas parejas. Probablemente sí.
Aunque cada uno recordaría con diversión, y secretamente placer, que aquella aventura de meses, fue la aventura más placentera de sus vidas.
Bueno chicos algo cortita, porque estoy escribiéndola del cel, pero finalmente aquí esta jejeje.
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