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Cap. 28 - Medidas Desesperadas

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Audiolibro disponible en YouTube:

https://youtu.be/oqHlfcDgZFU

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Sin embargo, tal tarea de infiltración por el laberinto rocoso no iba a ser tarea sencilla. No por la presencia de fuerzas enemigas, ya que estas estaban concentradas en el punto de desembarco tal como habían predicho, sino por las catástrofes que tuvieron que ver sus ojos. 

Mientras más cerca se encontraban de las posiciones enemigas, más frecuente era divisar las lanzaderas LAAT/i derribadas. Los sobrevivientes a duras penas alcanzaban una docena, y la mayoría presentaba heridas graves, los cuales les hacía imposible continuar su marcha. Eso sin contar el daño psicológico del que algunos nunca serían capaz de recuperarse.

Fracturas, contusiones, perforaciones por objetos punzantes, amputaciones. La macabra vista de las consecuencias de la guerra era un duro golpe para la moral del grupo. Gritos de agonía que solo podían ser clamados por morfina o somníferos muy fuertes, pero incluso al único médico de campaña sobreviviente le temblaba la mano a la hora de trata a los heridos. Siguiendo adelante, incluso cuando dos de ellos murieron en sus propias manos. 

El teniente Nine no podía esconder su preocupación por el joven padawan. Puede que Roy se mostrase sereno a pesar de lo que sus ojos le mostraban, manteniendo la mente fría y la respiración calmada. Pero incluso a alguien que era capaz de controlar sus emociones como él, le sudaba la mano daba un minuto de silencio por los caídos. 

Por desgracia, esto supuso un fuerte impedimento. Roy tuvo que dejar a varios de sus hombres atrás para cuidar de los heridos, los cuales se instalaron en una pequeña caverna que les serviría de protección hasta que pudiesen regresar por ellos. 

Lamentablemente, el padawan y aquellos que siguieron adelante, solo podían rezarle a la Fuerza por el bienestar de aquellos que dejaban atrás, pues de la misión que cargaban sobre sus hombros dependía la supervivencia de muchos de sus semejantes. Ahora, contando con apenas ocho hombres, incluyendo los dos técnicos de demolición y el teniente Nine, el joven Padawan se acercaba cada vez más y más a su destino. 

Lamentablemente, la situación en el punto de desembarco era tan catastrófica como en cualquier otro lado. 

Incapaces de saber que estaba pasando más allá de lo que veían sus ojos, desconociendo la situación de las fuerzas enemigas y la de sus tropas propias, el comandante Tukk lideraba una resistencia desespera en las inmediaciones de las instalaciones genosianas. 

El irregular terreno le permitía a los clones encontrar algo de cobertura, pero el fuego enemigo era tan pesada, que avanzar tan siquiera un paso era casi imposible. Reducidos a la mitad, y tras perder la única unidad blindada que tenían a su disposición, la legión 194th había llegado a un punto muerto muy desventajoso, a mercer de las tropas separatistas que conocían el terreno como la palma de su mano.

Hammer: - ¡TUKK...! ¡LOS ESCUADRONES 11 Y 5 HAN SIDO MASACRADOS! ¡Y LA UNIDAD DE KOVAL A PERDIDO A MÁS DE LA MITAD DE SUS HOMBRES. - Gritaba entre la confusión y el retumbar de los blásteres. 

Tukk: - ¡Debemos... ! - Sus comando fue interrumpido por una explosión que se escuchó peligrosamente cerca.

Hammer: - ¿¡QUE!? -

Tukk: - ¡DÓNDE DIABLOS ESTÁ EL GENERAL! -

Hammer: - ¡NO SABEMOS! ¡CREEMOS QUE NO LLEGÓ AL PUNTO DE DESEMBARCO! -

Tukk: - ¡LO QUE FALTABA!... ¡DEBEMOS SALIR DE AQUÍ! ¡ESTAMOS MUY EXPUESTOS! ¡HAS SABIDO ALGO DE DOSS! -

Hammer: - ¡NEGATIVO! ¡NI DE LA UNIDAD DE RIGO NI DE LA DE CASSIAN! -

Tukk: - ¡DEMONIOS! ¡TENEMOS...! ¡TENEMOS...! -

El capitán Hammer lo sintió... Lo sintió en las palabras de su comandante. Ese miedo. Esa impotencia. Ese terror que Geonosis dejó en su corazón aún lo machacaba y lo dejaba paralizado. Tukk veía a sus hombres caer uno por uno frente a sus ojos, y no podía hacer nada al respecto. Se sentía igual de asustadizo que aquel novato que pisó aquellas funestas arenas hace poco más de un año. 

Hammer: - ¡TUKK! - 

El llamado y la sacudida que su capitán y amigo más cercano le dió lo regresó a la realidad. Lo había llamado en más de tres ocasiones, y este parecía simplemente haberse petrificado. 

Ahora, Tukk miraba el casco de Hammer, pero podía sentir a través de ese visor negro el rostro de alguien que suplicaba por que volviese a la realidad. Alguien que le pedía en silencio que tomase una decisión de una vez por todas. Cualquier cosa que no fuese quedarse en ese lugar a morir. 

Tukk salió del estado en que se encontraba. Sus hombres dependían de él, y no podía darse el lujo de perder la compostura. ¿¡Qué clase de comandante sería si lo hiciera!? ¨No... No morirían allí hoy.¨ Se decía a si mismo. 

El comandante analizó el campo de batalla por unos largos segundos, lo suficiente para saber que tan vulnerable se encontraban, y la respuesta a sus dudas no era nada alentadoras. 

Justo al frente. se encontraba un baluarte de cavernas, desde donde los disparos de blaster enemigos caían sobre ellos como la lluvia ácida de Taul. A la izquierda, un formasión rocosa que parecía brindar una buena covertura, pero para llegar a ella debían atravesa un campo traviesa de unos cien metros o poco menos. Pero ante tal fuego pesado sería un suicidio. 

A la derecha, más cavernas desde donde los enemigos intentaban flanquearlos, pero su número parecía ser mucho menor. Aunque bien podría ser una trampa. Y finalmente, a sus espaldas, un campo abierto donde se convertirían en blanco fácil para cualquier tirador. La retirada no era una opción. Aún así:

Tukk: - ¡NO TENEMOS OPCIÓN! -

Hammer: - ¿¡SEÑOR!? -

Tukk: - ¡HAMMER, CUANDO SEA EL MOMENTO, CORRERÁ CON SU PELOTÓN HACIA LA IZUQIERDA! -

Hammer: - ¿¡SEÑOR!? - Exclamó consciente que ese sería un suicidio. 

Tukk: - ¡NO TENEMOS OPCIÓN! ¡SI NOS QUEDAMOS AQUÍ... TODOS MORIREMOS! -

Hammer: - Pero... Pero... -

Tukk: - ¡COAPITÁN HAMMER! - La voz de su comandante lo sacó de su negativa. - ¿Puede hacerlo? -

Hammer suspiró profundamente y lo mandó todo al diablo. Habían tomado decisiones peligrosas durante toda esta guerra, pero esa era por mucho una de las más descabelladas. Aún así, opciones era lo único que no tenía. 

Hammer: - ¡SEÑOR, SI SEÑOR! -

Tukk: - ¡BIEN! ¡ESPERE MI SEÑAL Y CORRA SI MIRAR ATRÁS! -

Hammer: - ¿¡SEÑAL!? ¿¡CUÁL SEÑAL!? -

Tukk: - ¡LO SABRÁS CUANDO SEA EL MOMENTO! -

El capitán no pudo hacer más que mirar confundido como su comandante, se alzaba lo suficiente para que cada clon presente pudiese verlo. Aquellos más cercanos a él, ya estuviesen agachados o acostados sobre las arenas ardientes, vieron a su comandante, e inmediatamente sabían que algo se avecinaba. Algo grande. Entonces:

Tukk: - ¡COMPAÑÍA NEPTUNE! ¡SEGUIDME! -

Y así, poco menos de la mitad de las tropas se puso de pie, siguiendo a su comandante hacia una desesperada carga contra las posiciones enemigas hacia la derecha de su posición. Una marea de armaduras blancas que abandonaron la seguridad de las duras rocas, y se abalanzaron sobre las cavernas donde solo podían esperar la incertidumbre. Era una apuesta de todo... O nada. 

Entonces, Hammer lo vió. Su comandante atravesando el peligro y desafiando a la muerte mientras decenas de blaster se abalanzaban sobre aquellos que corrían sin paragón hasta las cavernas hacia su flanco, vaciando sus cargadores aún cuando no eran siquiera capaces de ver a sus enemigos. Entonces, el capitán supo que, el momento había llegado. 

Hammer: - ¡AL RESTO, CONMIGO! -

El plan del comandante Tukk se presentó ante el capitán como un remanso de agua cristalina. Su descabellado movimiento hacia la derecha, atrajo casi el ochenta porciento del fuego enemigo, dándole a su grupo la apertura necesaria para hacer tan disparato plan. 

El resto de clones se alzaron de entre la arena y los cadáveres de sus camaradas. Unos cien metros los separaban de una zona segura, pero el medio era un corredor de la muerte. Cientos de armaduras blancas se lanzaron a la carrera hacia la izquierda, siguiendo al capitán sin disparar, sin hacer nada más que correr sin mirar atrás. 

El margen de tiempo era mínimo, y todos lo sabían. Apenas estaban llegando los primeros, cuando el fuego de blaster regresó hacia ellos. Los separatistas no demoraron en notar tal maniobra, y aquellos poco afortunados que no llegaron a tiempo, o tuvieron la tan mala suerte de tropezarse por el camino, encontraron una muerte rápida e indolora ante la oleada de disparos provenientes del bando enemigo. Una vez más, Geonosis reclamaba la vida de aquellos que osasen a invadir sus letales desiertos. 

Una decisión demasiado arriesgada sin lugar a dudas, y Tukk era perfectamente consiente de eso. El comandante fue capaz de adentrarse en el sistema de cavernas junto a sus hombres, pero su grupo había recibido bajas importantes. Por ahora estaban a salvo, pero reordenas a las tropas y remplazar a los oficiales caídos no era tarea para nada sencilla. 

Ahora, la 194th estaba más dividida que nunca, y el comandante no tenía conocimiento alguno del estado del grupo de la izquierda. Tenía la esperanza de que el capitán Hammer lo hubiese conseguido, pero con las comunicaciones interrumpidas no tenía forma de comprobarlo. No podía simplemente jugar con la suerte. Tenía que seguir avanzando, con la esperanza que, pudiese toparse con los suyos más adelante. Pero eso sería como lanzar un dado apostando todo a uno de las seis caras. 

Collin: - ¡ENEMIGOS AL FRENTE! -

Tukk: - ¡A CUBIERTO! -

Los genocianos, acompañados por su numeroso ejército de droides, no demoraron en aparecen frente al grupo del comandante, cortándoles el paso en el interior de las cavernas. Los dos ejércitos se enfrentaron en una brutal batalla subterránea, donde los clones se encontraban en total desventaja. 

Aún con sus visores térmicos, las fuentes de calor eran tan abrumadoras que definir a un enemigo era casi imposible. Mucho menos saber si se trataba de un aliado o no. Los genocianos estaban perfectamente capacitados para ese ambiente, y sus ojos eran perfectamente capaces de ver en la oscuridad, y sus alas le permitían abatir a los clones desde arriba, donde las coberturas no le servían de nada. 

Collin: - ¡COMANDANTE! ¡NO PODEMOS AVANZAR! ¡HAY UNA FORTALEZA JUSTO DELANTE! -

Tukk: - ¿¡UNA FORTALEZA!? -

Collin: - ¡ES EL RELIEVE, SEÑOR! ¡UNA FORMACIÓN ROCOSA LES ESTÁ BRINDANDO COVERTURA Y NO PODEMOS ABATIRLOS! -

Tukk: - ¿¡DÓNDE ESTÁ EL RESTO!? -

Collin: - ¡IMPOSIBLE SABERLO! ¡NOS DIVIDIMOS AL ENTRAR AQUÍ ABAJO! -

Tukk: - ¡MALDITO PLANETA! ¡TENEMOS QUE...! -

Clon: - ¡MISIL! ¡A CUBIERTO! -

Las palabras del clon retumbaron en las oscuras cavernas. Un poderoso misil balístico se abrió paso por los estrechos corredores con una asombrosa precisión. Un misil que surcó los oscuros pasajes con su deslumbrante luz. Un misil que venía desde la retaguardia de las fuerzas de la República. 

La fortaleza natural que antes mantenía a los genosainos a salvo, estalló en mil pedazos, lanzando fragmentos de rocas en todas direcciones, y levantando una gran cortina de polvo. Cosa que no afectaba los visores térmicos en lo más mínimo. Tukk, Collin, y muchos de los clones presentes se dieron la vuelta , solo para ver con asombro y júbilo a quien llegaba a sus espaldas. 

Tukk: - ¡GENERAL! -

Pablo: - Perdón por la demora caballeros. Mi lanzadera se estrelló alejados de la zona de aterrizaje tras perder uno de los motores. -

Collin: - Son el resto de la 194th. Han sobrevivido. -

Pablo: - Me alegro ver que ustedes también. ¿Y el teniente Roy? ¿Y el capitán Hammer? -

Tukk: - Nos separamos, señor. La lanzadera del teniente fue abatida antes de llegar a la zona de aterrizaje. -

La noticia cayó como un balde de agua fría sobre el general. Confiaba en Roy y en sus habilidades, pero algo así puede que incluso halla sido capaz de superar a su padawan. Por desgracia, no tenía tiempo para preocuparse por su alumno, cuando un clon comando se acercó a él.

Clon Comando: - General, las defensas enemigas han sido abatidas. Debemos continuar. -

Pablo: - Entendido. Comandante Tukk, tome un tercio de los hombres y cubran los pasillos superiores. Yo iré con por el centro. Comandante Boss. Ya sabe que hacer. -

Boss: - Si, general. Escuadrón Delta, en marcha. -




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