
Cap. 24 - Contrareloj
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Audiolibro disponible en YouTube:
https://youtu.be/hBk3epGOmYU
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Hammer escuchó la pregunta de Roy, pero no quiso responderle. Aun era muy joven para eso. El capitán, el clon más cercano al padawan lo había apreciado desde que lo conoción en su primera batalla. Intrépido, valiente. Algo tonto a veces, pero siempre por que él creía era una buena cuasa. Pero Hammer más que nadie notaba como esa maldita guerra lo estaba consumiendo.
Puede que sea un Jedy en entrenamiento. Puede que sea un temerario. Puede que sea de esos que se lanza de frente contra el enemigo. Pero seguía siendo un maldito adolescente. No importa que su cuerpo fuese mayormente metal y cables. Su mente aún tenía dieciseis años. Dieciseis malditos años. ¿Qué joven de esa edad debería estar en la más sangrienta guerra que estos tiempos hallan visto? No importa que justificación quisieran darle, jamás sería suficiente.
Hammer: - Haz hecho suficiente. Quédate en la retaguardia y descanza. -
Roy: - No... Aún puedo... luchar...
Hammer: - Es una orden... teniente. -
No había forma de refutar esa orden. Puede que en términos de poder y respeto Roy tuviese la ventaja, pero Hammer seguía siendo su superior, y al mencionar su rango se lo dejó bien en claro. Esa era una decisión que no podía siquiera refutar.
Roy no pudo hacer más que apretar los dientes mientras el capitán se adentraba al interior de la Lucrehulk, dejando a un puñado de cien hombres para custodiar el hangar en caso de necesitar retirarse o ante un posible intento separatista de recuperar terreno. De hecho, ni siquiera dejó a Roy a cargo, sino a otro teniente de su grupo. No por falta de confianza en Roy, sino porque sabía que el joven no estaba en condiciones de dirigir a ningún grupo.
Y sin nada que pudiese hacer, Roy simplemente se sentó a reparar los pequeños daños que su droide R6 sufrió. En silencio.
Mientras tanto, la batalla en el interior de las Lucrehulk era despiadada. Miles de droides se interponían entre los clones y la victoria, pues no por nada eran las naves Separatistas con mayor capacidad de transporte de tropas.
Las batallas en los largos pasillos se hicieron interminables. Los escudo de los clones resistían gracias a su aliación que permitía la disipación de los disparos de blasters, pero eso no evitaba la fuerza que el brazo de los clones tenía que soportar. Los portadores de los escudos debían rotarse para evitar la fatiga, pues esa fuerza sería capaz de dislocar un hombro si muchos disparos se concentraban al mismo tiempo.
El la Lucrehulk de la izquierda, el comandante Tukk dirigía a sus hombres en la cabeza, barriendo con las incontables hordas de droides que intentaban detenerlo pero en vano. bajo su mando, los chicos del 194th no conocían el miedo, y luchaban con una fiereza excepcional.
En la Lucrehulk del medio, el general Pablo había recorrido ya la mitad del camino hacia su destino cuando el avance de las otras naves apenas había llegado a dar sus primeros pasos. La presencia de un maestro jedi sin lugar a dudas era un gran ventaja tactica, haciendo del avance por los interminables pasajes de la nave mucho más sencillos.
Sin embargo, la tercera Lucrehulk no tuvo la misma suerte.
Por azares del la Fuerza, esta nave Separatista se había quedado en la reserva de la flota, como una fuerza de emergencia, por tanto, en su interior se encontraban todas las divisiones de droides que transportaban que aún no habían sido desplegadas. El avance de Hammer se vio severamente afectado, pues los droides eran tantos, que no solo superarlos era un problema, sino que tantos cuerpos metálicos destruidos creaban una barrera que los escudos no podían cruzas con tanta facilidad producto a su propio peso.
Mientras tanto, sin pocer hacer más que contener su impotencia, Roy y el resto de clones no podía hacer más que escuchar por el canal común las dificultades que el grupo de la avanzadilla estaba sufriendo. Cada segundo que pasaba, el padawan se contenía a si mismo para no desobedecer la orden de su capitán y unirse a la batalla. El otro teniente a cargo era un clon apodado Nine, por su numero de serie, CT-9999, un soldado tranquilo, que seguro seguriría las órdenes de Roy si este decidiera ir al frente, pero que tampoco podía haver mucho en esa situación. Solo escuhar... y esperar.
De pronto, una violenta explosión sacudió la atmósfera de Ryloth. La nave Lucrehulk del medió explotó súbitamente, iluminando los cielos del planeta y el espacio exterior de las cercanías. Aquellos que no fueron testigos de lo ocurrido, sufrieron un escalofriante silencio, a la espera de que una voz por el comunicador les diera una buena noticia. Y tras cinco lasrgos y agónicos segundos, esa voz por fin fue escuchada.
Pablo: - Atención a todas las unidades. El escuadrón principal reporta misión exitosa. ¿Cual es la situación? - Hablaba por el comunicador.
Tukk: - Las bombas están colocadas en el reactor de la nave. El brazo izquierdo se está retirando hacia los hangares. Espero que esta nave explote tan magníficamente como la de usted. -
Pablo: - Tambien lo espero, comandante. Capitán Hammer. ¿Cual es la situación? - Pero no hubo respuesta. - ¿Capitán Hammer? -
Por unos segundos la sengre de aquellos que estaban a la escucha se heló, pero las noticias podrían ser peores que la realidad.
Clon: - General. Hemos perdido contacto con la avanzadilla del brazo derecho. - Comentó el clon ingeniero en comunicaciones que estaba a pocos metros de Roy.
Pablo: - Esto no me gusta. ¿Quién está a cargo? -
Por un momento, todos en el hangar de la Lucrehulk intercambiaron miradas entre el teniente Nine y Roy, como esperando a ver que pasaba. Nina no estaba seguro que hacer, pues supuestamente en esta decisión apresurada, él tenía el mando, pero eso no quitaba la importancia del propio Roy allí presente. Sin embargo, fue gracias a un gesto del propio Roy que este respondió la llamada.
Nine: - Habla el teniete Nine. Nuestro hombres están a la espera en el hangar de la nave. El capitán Hammer se adentró con el grueso de las fuerzas por los corredores hace no más de diez minutos. -
Pablo: - Entendido. ¿Y donde está Roy? - Eso era algo a lo que no podía esconderse.
Roy: - Aquí estoy, maestro. - Se anunció mientras se dejaba ver por el holo-proyectos.
Pablo: - ¿Teniente? Es raro verlo en la retaguardia. -
Roy: - Pasaron algunas cosas, general. -
Pablo: - Ya veo... Espero que más tarde me explique todo con más detalles. De moemnto explíqueme la situación de su unidad. -
Si realgo realmente sorprendió tanto al general Pablo como al clon, fue cuando Roy giró su cabeza hacia Nine, un claro gesto diciendo que él era el responsable de dar esa información. Después de todo, era el clon quien estaba a cargo. Pero después de un segundo de duda, este habló.
Nine: - Nuestros tecnicos están intentando restablecer las comunicaciones con el grupo de avanzada. De momento, el capitá Hammer nos ordenó mantener posición y asegurar la ruta de escape. -
Pablo: - Entiendo. Pensé que en este punto ya deberían estar en retirada. -
Nine: - La resistencia que encontramos era muy superior a la esperada... Al parecer las fuerzas en el interior de esta Lucrehulk aún permanecían en reserva. -
Pablo: - Entendido. El grupo principal se dirigirá a su posición para brincarles... - El general jedi dejó de hablar de pronto, al parecer, un mensaje proviniete del puesto de mando del venator. - ¡Teniente! ¡Nos informan de un aumento en la potencias de los motores de la nave Lucrehulk! -
No había que dar más explicaciones. Todo tenía sentido. Ya Ryloth era una batalla perdida para los separatistas, sobre todo después de la caída de la ciudad capital. Las bajas sufridas no tenían ningún sentido, y las naves restantes del bloqueo separatistas se tenían que replegar. Por supuesto, estas no esperarían a que los clones pudiesen retirarse...
Nine: - ¡Teniente! ¡Teniente! ¡Roy! ¡Diablos! -
Pablo: - ¿¡Que ocurre!? -
Nine: - Es Roy, señor. Se adentró al interior de la nave. -
Era tal como había mencionado el clon. Tan pronto Roy escuchó la información del puesto de mando, se lanzó somo un disparo de blaster a buscar a Hammer y al resto. Si es que estaban aún con vida, claro está, pero eso era algo que el joven Padawan se negaba a aceptar.
Si bien la Lucrehulk era enorme, Roy podía seguir el rumbo sin perderse, pues la estela dejada de cuerpos de droides y cadáveres de sus compañeros era facil de seguir. No había tiempo para llorar por los caídos. Debía apurarse y encontrar la avanzada o no habría esperanza. Quien sabe hacia donde saltaría la nave separatista. Puede que incluso fuese al núcleo de la Alianza, donde no tendría la más mínima posibilidad de escapar con vida. Tenía que correr como nunca antes había hecho.
Incluso en su carrera, Roy pudo determinar a duras penas el motivo de que se cortaran las comunicaciones. Los ingenieros clon y los equipos para amplificar las señales estaban abatidos a un lado de los pasillos. Extraño, pues estos se suponen que debían estar en la retaguardia y no al frente, pero no era el momento para hacerse esas preguntas. Y cuando pudo escuchar los disparos en la distancia, pudo sentir un gran alivio.
Los clones de la retaguardia de la avanzada alzaron sus armas al ver la sombra que se acercaba al gran velocidad, pero al ver que era su teniente mostraron un gran asombro, sobre todo cuando este les pasó por al lado sin decir una palabra y con una velocidad abrumadora. Ver a Roy empujando a los clones para llegar al frente era muy extraño, pero aquellos a sus espaldas no tardaron en entender que algo no andaba bien. Definitivamente el teniente no acturía así, y grande fue la sorpresa del propio Hammer cuando lo vió acercarse de pronto.
Hammer: - ¡Roy! ¿¡Qué rayos haces...!? -
Roy: - ¡No hay tiempo, capitán! - Lo interrumpió de golpe, algo que también era poco común. - ¡La Lucrehulk va a saltar al hiperespacio! -
Hammer: - ¡Demonios! ¡A todas las unidades! ¡Retirada! ¡Dejad los escudos! ¡Ya! ¡Ya! ¡Muévance! -
No hubo que repetir la orden. Los clones se lanzaron a la carrera, en una retirada como nunca antes la 194th había experimentado. Centenares de soldados en desvandada hacia el hangar, abordando las lanzaredas para apresurar el despegue y permitir que los otros LAAT/i pudiesen ingresar para recoger a más tropas.
Roy y Hammer eran los últimos del grupo, los cuales se quedaron atrás protegiendo la retirada en sus inicios. Roy usando sus sables para esquibar los disparos de blaster de los droides, Hammer para asegurarse que el padawan no cometiera ninguna estupidez como quedarse atrás ni nada similar. Lo que afortunadamente nunca sucedió.
Una vez se alejaron lo suficiente, pudieron retirarse junto al resto. Después de todo, los droides B1 y B2, los cuales eran el grueso de las fuerzas defensivas no podía seguirles el paso, pues no eran lo suficientemente rápidos.
Para cuando capitán y teniente llegaron al hangar, el grupo principal al mando del general Pablo ya había llegado, metiendo en las lanzaderas a todos los clones posibles aunque se apiñaran como saldinas en una lata. Después de todo, las LAAT/i estaban diseñadas para veinte pasajeros, pero en este caso debía cargar a cincuenta si enra necesario.
El tiempo se acababa. El sonido de los motores de la lucrehulk cada vez se hacía más fuerte. Ya todas las lanzaderas estaban despegando, siendo la última aquella que esperaba por la llegada de Roy y Hammer, el cual tuvo que dejar atrás a su preciada Z-6 para cargar a uno de sus hermanos sobre sus hombros.
Roy se subió al interior de la lanzadera de un salto, para luego ayudar junto a otros clones a subir a su camarada herido, para acto seguido agarrar a Hammer de los hombros para lo subía a la fuerza mientras la propia lanzadera desprendía. Los segundos eran contados, y la lanzadera apenas pudo cerrar y presurizar el interior antes de salir de los hangares de la Lucrehulk. Un segundo antes que la propia nave capital separatista diera el salto.
El vacio creado por una masa tan gigantesca como una Lucrehulk es abrumador. Tan pronto la nave separatista dió el salto, una fuerza descomunal atrapó a la lanzadera donde iban Roy y el capitán Hammer, junto a otras don lanzareas más que aún no habían podido alejarse lo suficiente. Las LAAT/i fuerron arrastradas hacia atrás, dando violentos giros que parecían capaces de romperles el fuselaje en cualquier momento.
Aquellos que desde la distancia no podían hacer más que ver con temor los transportes girar, apretaban sus puños y sus dientes antes la amarga expectativa. Rogándole a la fuerza porque nada malo pasara. Las lanzaderas parecían hacer lo posible por detener su sofocante giro, aunque sus motores no respondían tan bien como lo esperado, y cuando lograron medianamente estabilizarse, esperaron a que se pusieran en marcha y se unieran al resto... Pero eso no sucedió.
Pablo: - ¿Teniente Roy? ¿Capitán Hammer? ¿Me reciben? - Llamó por su comunicador. - ¿Roy? ¿Hammer? - Pero no huvo respuesta.
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