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Acto 6: Trabajo en Equipo

Talnivarr Cyanfire sintió la oscuridad que le envolvía. Se sintió cansado, mareado e inesperadamente adolorido.

—¿Morlam, hermano; cuanta dosis usaron?

—Es un niño Jedi, así que le dimos una dosis un poco más fuerte o se hubiera despertado en la nave de camino aquí.

—¡Estúpido... La sobredosis le esta envenenando...! Debo llevarlo rápido a... —Tal no despertó aun, pero escucho brevemente un par de voces masculinas cercanas. No oyó nada más, pero sintió que un par de brazos le alzaron en voladas y como una sensación fría penetraba su cuerpo.
No oyó ni escucho nada más.

Su alma, dejo su cuerpo.


—Talnivarr Cyanfire... ¿Me oyes?

No respondió, aunque quiso hacerlo. Todo era oscuridad, pero si escucho esa voz masculina. Trato de responder de nuevo, y de distinguir algo entre las tinieblas; no lo logro.

—Entiendo. No puedes ver ni hablar ¿Cierto?

Tal intento responder sin lograrlo, pero de haberlo logrado hubiera dicho "Sí". La voz respondió con una risa suave, no era una risa burlesca, sino la risa de una persona que comprende algo.

—Bien, te daré una mano... ¿Así está bien?

Tal recupero la visión, el habla y el movimiento en un instante. Se sorprendió al reconocer ese bosque de árboles y plantas de cristal viviente, era el mismo lugar en donde había visto a esos 2 dioses, la Hija y el Hijo.
Pero, ahora ante él había un hombre alto y delgado, de piel color violeta pálido, larga barba blanca y ojos color turquesa. El anciano usaba un tocado a juego con una túnica gris con matices entre verde y azul.

—Gracias... —Murmuro torpemente, se sentía raro, vacío, era una sensación desagradable. Alzo sus manos y sin poderlo evitar un grito corto de sorpresa emergió de sus labios.

Sus manos eran transparentes, podía ver a través de ellas, bajo la mirada y de ser posible, se hubiera desmallado. No tenía pies, piernas, ni vientre. Solo podía distinguirse vagamente la forma de su torso, pectoral, hombros, brazos y manos. Cuando tanteo su rostro para gracia del anciano suspiro ligeramente, pero seguía sorprendido.

—¿Qué le ha pasado a mi cuerpo?

—No te asustes, pequeño. Digamos que estas en un inicio.

—Todos los inicios, son oscuros. —Recito Talnivarr el anciano asintió sonriendo ligeramente.

—Si quieres una explicación clara, ahora mismo, estas agonizando.

—¿Qué? ¿Estoy muriendo?

El anciano asintió nuevamente, y alzo la mano para indicarle que guardara silencio cuando el niño abrió la boca para hablar. En sus manos, con un destello blanco, de la nada apareció un ánfora ornamentada y ante ambos un pedestal blanco con un cuenco.

Con elegancia, el anciano vacío el contenido del ánfora en el recipiente. Las aguas cristalinas instantáneamente se volvieron negras como la obsidiana. Tal se acercó ante la indicación silenciosa y vio su reflejo por unos instantes, todo su cuerpo parecía estar hecho de luz dorada.

La superficie del agua arremolino en diversos destellos de colores, y cuando sus aguas se quedaron quietas pudo ver a un Zabrak cargándolo en brazos y como le dejo en una camilla de un ala medica que no reconoció. A la izquierda del Zabrak un par de droides médicos se acercaron y comenzaron a examinarlo.

—Cómo puedes ver, estas entre la vida y la muerte, pequeño.

—¿Voy a morir? —Grito Tal, sabía que los Jedis tenían el riesgo de morir en todo momento, pues ejercían como emisarios, mediadores, guardaespaldas al servicio del senado, y no todas las especies de la galaxia veían con buenos ojos a la orden Jedi. —¿Mi vida solo duro 9 años?


El anciano le miro de forma indiferente y para sorpresa de Tal, puso su mano sobre su cabeza. Una sensación de sueño casi lo venció en un instante, aunque no estaba seguro si un fantasma o espíritu podía dormir. Miro al anciano cuando este aparto su mano.

—Dormir es morir un poco. —Dijo con calma. —Aunque tu vida peligra, no; no estás muerto; ahora, tú estás ahora mismo una situación conocida como "Muerte aparente" o como lo llaman los que dicen llamarse sanadores: en "Coma".

—Pero... ¿Podría...?

—Sí, podrías morir... Por eso te he traído hasta aquí. Permíteme presentarme, soy el Padre y se bienvenido de manera más humilde a Mortis. —El Padre abrió los brazos y de algún modo Tal sintió que su espíritu estaba en un planeta que el desconocía.

—¿Mortis? ¿Dónde queda este planeta? ¿Es usted un dios?

—¿Yo soy un dios? Hace poco, un par de eones a mí y mis hijos en Lothal y otros mundos, nos veneraron como a dioses... Pero podría decirse que sí y no.

Tal no dijo nada ante esas palabras tan confusas y noto que el Padre evadió sus otras preguntas.

—¿Por qué estoy aquí, señor?

—Curiosidad, más que nada. —Respondió el anciano. —Cuando mis hijos dejaron el Monasterio donde vivimos, salieron a escondidas para que no me enterara, pero en realidad si me percate de su... escapada. —Sonrió. —Les seguí sin que se dieran cuenta y fui testigo del breve encuentro que tuvieron contigo, pero no intervine porque supuse tenían sus motivos. —Explico. —Veraz, pequeño. Mi Hija y mi Hijo, muy rara vez están de acuerdo en algo. Y hace pocos días, sentí una ligera onda en la Fuerza y me percaté de que ambos sonreían, esa era una sonrisa de complicidad. Percibí vagamente tu aura y es por ello que hoy intervine.

—Perdón, pero... ¿Qué quiso decir con mi aura?

—Todas las almas tienen un aura y esta rebosa en un color único, algo así como las armas que ustedes llevan, aunque hay casos de auras de diversos colores. Tú, pequeño tienes un aura Dorada la cual es la más rara de todas las que existen.

—Pero... las hojas de mi Lightsaber son de color Bronce...

—No te confundas, pequeño. —Respondió el Padre con una sonrisa tranquila. —El color de un lightsaber refleja el poder de la persona y de su potencial en la Fuerza. Y el color del Aura es el color de un alma. 2 cosas muy distintas aunque van de la mano. En tu caso tienes 2 colores metálicos y ambos son los más hermosos y raros que he visto.

—Eh... gracias.


No dijeron nada por un momento, en primera porque Tal no estaba seguro de los motivos del dios ante él.

—Disculpe... ¿Qué pasara conmigo? —pregunto Tal mirando al dios. —No es que... que no acepte la muerte, pero de poder elegir, me hubiera gustado...

—¿Vivir mucho más tiempo?

—No, señor. Me gustaría poder despedirme de mis amigos. Estoy seguro de que ellos, llorarían mi muerte y yo solo quiero pedirles que no lloren por mí. No creo que lo valga. —Las palabras de Tal eran sinceras, algo de lo que el dios advirtió.

El padre no dijo nada, porque parecía estar pensando en algo y Tal no se atrevió a romper el silencio.

—El motivo, por el que mis hijos fueron a verte. Fue porque hubo alguien en nuestro pasado, que queríamos mucho, quien al igual que tú, tenía un aura dorada. Pero, tu aura es mucho más brillante, más hermosa y más pura. No es imposible usar la Fuerza para devolver la vida a un difunto. Y en tu caso, no estás muerto, aunque tu vida, pende de un hilo... Te ayudare, pero debes saber que cuando despiertes, estarás cercano al peligro. Es una advertencia.

—¿Qué clase de peligro? —¿Cómo no tomar en cuenta la advertencia de un dios? Además era consciente de que fue secuestrado pero que ahora estuviera con un pie en la tumba fue un error.

—¿Pequeño. Es que no comprendes que la Fuerza te está poniendo a prueba? En todo caso, te daré algo. Un regalo, por tener el aura más radiante y hermosa que he visto.

Tal no dijo nada pues las palabras del dios le tomaron por sorpresa, una parte de él quiso preguntar, pero desecho su duda porque supuso que si le preguntaba el Padre no se lo diría, y solo reacciono cuando sintió la mano del dios sobre su cabeza.

—Vuelve a tu cuerpo y ten cuidado, si la muerte te reclama, no intervendré de nuevo.


* * * * * *


Davia Altali tenía a su cuidado 2 ciudades de gran tamaño, la más pequeña solo tenía 350. 462. 409 de habitantes; sus deberes como uno de los Magnates Negros, ella los había heredado de su difunto padre, y no era una labor sencilla, pero había obtenido poder, riqueza y estabilidad con diferencia de los otros 4 señores del crimen.

Acostumbrada a recibir todo tipo de noticias y avisos; recibió un "ultimátum" que no le gusto; y dado esto fue que decidió ir a la enfermería.

—Morlam, te advierto que si muere, me lo cobrare contigo... —Murmuro, para sí mientras recorría su lujosa mansión para detenerse ante un par de Zabraks hermanos.

Los Zabrak, son una especie humanoide que, aunque en muchos aspectos son similares a los humanos, pero es fácil identificarlos por sus características cornamentas; que es un rasgo presente en todos los miembros de esta raza; se trata de una serie de cuernos rudimentarios que crecen en su cabeza; estos se desarrollan en la pubertad y crecen en patrones al azar.
Por lo general eran independientes y dada su notable tolerancia al dolor se les daba bien labores de riesgo y obreras, de ahí que muchos se dedicaran a ser contrabandistas, cazarrecompensas, criminales, piratas y matones.

Morlam era bajo en estatura pero muy musculoso con 8 cuernos que le salían de la cabeza, un rasgo característico de los integrantes de su raza, aunque la cantidad de cuernos cortos eran al azar.

Ellis su hermano era un poco más alto y delgado pero fornido, con solo 6 cuernos cortos, de piel castaña clara, en contraste con la piel oscura de su hermano mayor.

Hermanos ambos de la misma edad, pero no eran gemelos o mellizos, pues eran hijos del mismo padre, con diferente prostituta.


—Morlam, Ellis. —Les llamo la mujer mirándolos e interrumpiendo lo que parecía ser una discusión que comenzaba a subirse de tono entre los 2. No era raro que discutieran. —¿Qué quieres decir con que el niño fue envenenado?

—Aparentemente el niño es alérgico al sedante que emplearon antes de traerlo aquí... —Respondió Ellis dirigiéndole a su hermano una mirada de advertencia que oportunamente la dama no vio, pues miraba a la habitación como el niño jedi que habían secuestrado era atendido por los droides médicos. —Hay personas que tienen cierta alegría a medicamentos u otros productos, y...

—¿Sobrevivirá?

Antes de que uno de los 2 hermanos respondiera, el cuerpo del niño jedi emitió suavemente una luz dorada-bronceada. Alzo una mano lentamente, y al hacerlo la presencia en la Fuerza en toda la mansión cayó como un rayo en una noche de tormenta.

Abrió los ojos color cian y suspiro antes de volver a recostarse en la cama después de quitarse la mascarilla de oxígeno.

Davia Altali estaba sorprendida, ella como sensible a la Fuerza por unos instantes sintió temor, sintió una energía poderosa tras ese niño pero todo fue tan instantáneo que no reacciono cuando el niño miro hacia su dirección y lentamente comenzó a incorporarse ignorando a los droides médicos.

Talnivarr no reacciono asustado, nervioso o agresivo, porque de hecho, su rostro no tenía expresión. Los ojos verdes de la dama se mantuvieron fijos en los ojos color cian del niño; fue un duelo de miradas sin hostilidad ni sentimiento alguno muy largo y solo cuando la mujer parpadeo es que el niño desvió la mirada para observar la enfermería donde estaba.

El niño se palpo los hombros desnudos, puesto que los droides le habían quitado el calzado, el chaleco y la camisa por lo que tenía el pecho descubierto, Altali así como los hermanos Zabrak vieron que pese a que el niño no era mayor a los 9 o 10 años tenía un físico magro y vigoroso, comenzando a adquirir un poco de tonificación muscular.


—¿Cómo te sientes? —Pregunto la mujer amablemente acercándose al niño y en respuesta, éste cerró los ojos mientras sonreía gentilmente, su mirada era tan inocente y tan pura, que fue sorpresiva.

—Hola... Yo... me siento algo cansado pero... ¿Dónde estamos?

—Estas en la enfermería. Estabas grave y te trajeron aquí. —Respondió, pero el niño no daba muestras de sorpresa, confusión o desespero, sus ojos no tenían signo alguno de reconocimiento, sospecha o cautela.

—T-tu... ¿Eres mi madre? —Pregunto con una inocencia que era imposible fuera fingida.

Los hermanos Zabrak intercambiaron una mirada de asombro, Lady Altali como toda mujer era muy sensible a que mencionaran su edad, pero ciertamente tenía la edad suficiente para ser la madre de un niño correspondiente a los 9 o 10 años, pese a que en apariencia se veía joven.

—¿Por qué preguntas eso? —Aunque tomada por sorpresa la mente de la mujer trabajaba a prisa, y llego a una conclusión que le gustaba, pero, tenía que hacer las preguntas correctas. —¿Es que acaso, no te reconoces a ti mismo? ¿No recuerdas, quién eres?

El niño parpadeo, miro a sus lados pero en realidad no miraba la habitación, cuando alzo la mirada por segunda vez desde que despertó demostró una emoción: confusión, pues al preguntarle a esa mujer si era su madre había demostrado su primer emoción: inocencia.

—No... —Murmuro. La mujer puso su mano sobre el mentón y la otra en el cuello del niño para que alzara la mirada.

—¿No recuerdas tu nombre? —Le pregunto, aunque podía considerarse que ella posara sus manos sobre el mentón y el cuello del niño, como un gesto amable, ella en realidad estaba revisando su pulso cardiaco.

El niño cerró los ojos, su expresión era una mueca de confusión.

—No. —Respondió con un gemido —No sé quién soy... yo... —No termino sus palabras pues inesperadamente la mujer lo abrazo. Los 2 Zabraks intercambiaron una mirada incluso los droides médicos no se esperaban esa reacción.

—Xenan —Dijo la mujer. —Tu nombre es Xenan, te llamas así en honor a mi difunta hermana: Xena; y si, tesoro; yo soy tu madre...

Davia Altali era una criminal, una mujer de una sola voz y una asesina despiadada, no dudaría siquiera en asesinar a una mujer embarazada y de hecho ella misma había abortado a 2 hijos no deseados en diferentes ocasiones. Pero eso, no significaba que no pudiera usar su encanto femenino y demostrar emociones cálidas y gentiles, como esa ocasión.

El niño correspondió inocentemente a su abrazo. La dama sonrió. Un niño jedi que perdió la memoria.
No puede ser tan fácil.

¿O sí?


* * * * * *


—Maestro Windu alterarse no debe. —Dijo el Maestro Yoda mirando al humano quien se levantó después de varios intentos fallidos por despejar su mente meditando.

—Con todo respeto, Maestro Yoda. No puedo evitar sentirme intranquilo... Usted mismo tampoco es capaz de sentir la presencia en la Fuerza de mi padawan.

El alienígena verde asintió en silencio. Tomo su bastón y se levantó del sillón (de su tamaño). La expresión de ambos maestros era una mezcla de intranquilidad así como confusión.

5 días atrás, mientras ayudaban a las víctimas del incidente, Talnivarr Cyanfire había desaparecido en ausencia de su Maestro.

Ambos se habían separado para ayudar en la zona de desastre, la última vez que Mace Windu había visto al chico, fue cuando le dejo ayudando en un hospital improvisado. Tal se adaptó bien a la situación, ayudo en diversos rescates, consoló a diversas personas sin distinción alguna, ayudo a diversas personas heridas y en alguna que otra ocasión asumió el mando de los heridos.

Tenía que admitirlo, al elegirlo como a su padawan literalmente había encontrado un diamante en bruto, el chico tenía un aura de mando y de liderazgo, a la par de una gran humildad y se había comportado muy bien, algo de lo que Windu podía sentirse orgulloso, tomando en cuenta que Tal, era un niño.

Pero.

Había desaparecido.


Cuando diversos Jedis se presentaron ante él para ayudar no encontraron rastro alguno de su padawan. En un inicio, Windu no le dio demasiada importancia pues aún eran necesarios en los rescates de derrumbes y había mucha gente herida, por lo que supuso que Tal había dejado el centro médico improvisado para ayudar.

Pasadas un par de horas, el Maestro Jedi comenzó a preocuparse ante la ausencia de su padawan, no había señal de comlinkdata, porque una de las torres de comunicaciones se había derrumbado por lo que intento buscarlo con la Fuerza; no tuvo resultados.

Cuando 2 jedis, inician su entrenamiento como Maestro y Aprendiz desarrollan un vínculo en la Fuerza, y eso le permite sentir las emociones y sentimientos uno del otro y en ciertos casos, comunicarse telepáticamente de forma breve, no más de 3 a 7 palabras; no era mucho pero era una comunicación a fin de cuentas.

Lo llamo, pero Talnivarr no respondió. Se concentró en la Fuerza y se llevó una gran sorpresa, pues la presencia de Talnivarr en la Fuerza parecía haberse desvanecido.

Pregunto entre las personas que estaban en ese centro médico improvisado y diversas personas le respondieron casi lo mismo, que el niño jedi les había ayudado a muchos pero se había marchado.

Una niña a quien Tal rescato de un derrumbe, le dijo a Windu que vio cuando una mujer muy hermosa de cabello color cobre llego casi cargando a un Zabrak de 8 cuernos y que Tal se acercó para ayudarles, y después la mujer se llevó a Tal porque quería que él le ayudara. Pero que no recordaba nada más.

2 personas más concordaban con esto, y lo más extraño es que según palabras de una de estas personas, el zabrak se puso de pie unos momentos después de que el niño jedi se marchó y salió caminando sin ninguna herida visible.


El Maestro Jedi no se quedó de brazos cruzados, y después de solicitar un permiso especial logro acceder a diversas cámaras de seguridad que funcionaban en el área de desastre. Solo en un breve holovideo se veía a Tal caminando junto a esa mujer pero la grabación era de muy mala calidad dado el humo y que la cámara se había dañado cuando parte del edificio y la pared donde estaba se derrumbó.

No sabían quién era esa mujer pues en el video no se alcanzaba a ver su rostro más allá del mentón.

«Talnivarr Cyanfire... ¿Dónde estás?» —Se cuestionó el Maestro Jedi, avanzando hacia la puerta y casi se tropezó con los 2 niños amigos de su padawan, Uboraan y Jak'zin. —¿Se les ofrece algo? —Pregunto notando que otro de los condiscípulos de Tal se acercaba por el pasillo: Deimos.

—Maestro Windu. —Hablo Jak'zin primero porque no sabía si el Maestro Jedi podría entender a Uboraan. —¿Saben algo de Tal?

El hombre solo suspiro.

—Aun nada, pero encontraremos a su amigo y...

—Maestro Windu. —Deimos se acercó mirándolo a los ojos con cierta osadía. —En caso de que Tal este muerto... ¿Va a elegir a otro padawan? —Con su pregunta puso ambas manos en sus caderas alzando el pecho en una pose que le hacía resaltar un poco, pero con arrogancia. Windu no era ningún estúpido, entendió las intenciones de ese niño mandaloriano y por eso su expresión se tornó severa e intimidante.

—Deimos Fir. Debes saber que mi padawan es irremplazable y no dejare de buscarlo. —Respondió con un énfasis en la palabra "irremplazable" —Y si está muerto, cosa de la que yo dudo, no tomare ningún padawan nunca más; lo juro por la Fuerza misma.


* * * * * *


—¿Ella es mi tía Xena?

—Sí, cielo. La llamaban: Xena la Princesa Guerrera...

—Mamá... la tía Xena es una mujer muy bonita... pero da un poco de miedo...

Davia Altali su "madre" soltó una risita sin poder evitarlo; estaba de acuerdo con su "hijo" y sonrió ante la holopantalla donde se veía a una mujer de cabellera negra empuñar una espada mientras vencía a base de esgrima, puñetazos, golpes de revés, patadas y saltos acrobáticos mientras daba una especie de grito de guerra a un tropa de hombres armados.

"Un poco" era quedarse muy corto.

Xena fue una mujer hermosa, elegante con un cuerpo escultural y distinguido no solo por su sorprendente belleza sino por su inteligencia. Pero eso solo era a ojos vista, pues Xena era una mujer temperamental, estratégica y aguerrida.

—No tienes idea... —Respondió antes de tomar las armas de entrenamiento.

4 días habían pasado desde el conocido: Desastre del Fuego en la ciudad capital de coruscant. Talnivarr Cyanfire ahora respondía a otro nombre e identidad: Xenan Altali.

Estuvo un día completo en la enfermería, y 2 días más en observación pese a que su recuperación era cercana a describirse como: milagrosa.

Esos 3 días no fueron ociosos para la señora del crimen. Le tomo solo 2 horas tener en sus manos documentos oficiales del nacimiento, registro civil, estudiantil y otros menesteres de la existencia e identidad de su "hijo".

La mansión Altali no era inferior en belleza y tamaño a la famosa mansión Valorum; por lo que en solo unas horas, adaptar una de las muchas habitaciones para que un niño la tomara como a su habitación personal fue absurdamente fácil, obtener ropas de su talla tampoco fue un problema.

Lady Altali incluso se tomó la molestia de ordenar a sus sirvientes trataran al niño jedi, como si le conocieran de toda la vida, e incluso mando editar digitalmente diversas fotografías y retratos que fueron puestos en diversos corredores y las habitaciones.

Retratos falsos de la dama y su "hijo" o de la difunta hermana mayor: Xena Altali en compañía de su "sobrino".


Lo que en un principio preocupo a la dama, fue que el niño hubiera olvidado como luchar y emplear la Fuerza; lo cual parecía ser el caso en un inicio, pero esa preocupación desapareció cuando el niño salió de la enfermería y uno de sus sirvientes lo llevo ante su presencia, pues la dama ordeno que hicieran esto, y ella en ese momento estaba entrenando.

Fue inesperado como el niño, mas guiado por instinto que curiosidad tomo (después de pedir permiso) una de las espadas de practica y el modo de sostenerla, su postura e incluso respiración eran los indicados para la esgrima.

Mas por curiosidad que otra cosa, la dama tomo otra espada de practica y le reto inocentemente en un duelo.

Davia Altali era una asesina entrenada, todos los días en las mañanas entrenaba en diversos estilos de artes marciales con las manos desnudas o con diversas armas. Ella y su hermana, habían sido estrictamente entrenadas desde los 4 años, Davia podía manejar diversas armas e incluso atrapar un cuchillo con los dientes; por eso, ella misma se sorprendió cuando el niño la acorralo.

Ella había estudiado los informes médicos de los droides de la enfermería. Según el informe médico que le permitió saber su edad, el niño estaba en excelentes condiciones físicas, las cuales eran notables y bien desarrolladas para su joven edad. Era fuerte, veloz y ágil; y sin necesidad de usar la Fuerza para mejorar sus capacidades físicas, casi la venció.

Casi.

Solo Xena; solo la Princesa Guerrera, la había acorralado de ese modo. ¿Y quién era la segunda persona que había logrado esa hazaña?
Un niño sin memoria.


—Disculpe, Lady Altali...

—¿Sí, Ellis? —Respondió amablemente la dama. El zabrak trago saliva disimuladamente. Ella les había dejado en claro a todos los sirvientes de la mansión que no les interrumpieran más que por algo importante. Trabajaba para esa señora del crimen muchos años y sabía bien que solo empleaba ese tono amable y tranquilo no era buena señal.

—Uno de los líderes de la compañía, el señor Hilagol Foot llamo, avisando que llegaría en 2 horas, le recuerdo que él está invitado a comer, junto con otros de los integrantes de la mesa directiva.

—Ah claro. —Respondió la mujer levantándose y apagando el holovideo. —Vamos, cielo, ve con Ellis a darte un baño y debes vestirte bien, llegaran invitados importantes y debes estar presentable.

—Si, madre. —Respondió el niño de forma obediente. La mujer se inclinó hacia a él y le dio un beso en la frente antes de que el niño se marchara acompañado del Zabrak.

Los integrantes de la mesa directiva, eran líderes de diversos negocios criminales, a sus órdenes. Ya les había avisado de la situación del Torneo y del ultimo integrante del equipo, y brevemente les explico la situación, para que no cometiera algún desliz.

Hoy, por primera vez se reunirían también, los 5 niños que formarían su grupo. Por lo que estaba un poco ansiosa pese a que lo disimulaba muy bien. De hecho, había invitado también a Hego Damask, y aunque no esperaba nada, el Muun respondió a su invitación confirmando que el también asistiría esa tarde a comer.

Se dirigió a su alcoba y sonrió como toda mujer maligna. Las cosas iban de acuerdo a sus planes; y pobre de aquel que interfiriera.

Talnivarr/Xenan miro su reflejo sin reconocerse. Pues no recordaba nada de su pasado aunque ahora, en su memoria estaban los nombres de Davia Altali y sus familiares.

Por más que se esforzaba, no podía recordar convivir con esa hermosa mujer que amablemente le había hecho compañía en diversas noches.
Desde que despertó en la enfermería, le visitaba constantemente, le llevaba retratos y le hablaba por horas de su familia. Y aunque la escucho con mucha atención, no tenía recuerdos de esas personas.

¿Desconfiaba de las palabras de esa mujer? No.

Confiaba en ella.

Ella era su madre, y él sería un hijo ejemplar.


Uno de los sirvientes de la mansión, (de los pocos que no eran droides) era un Zabrak de nombre Ellis que por algún motivo que Xenan, no podía explicarse siempre le miraba con algo de tristeza, como si quisiera decirle algo pero que no se atrevía a hacerlo.

El Zabrak le ayudo a vestirse; con un fino traje de color negro a juego con una camisa color malva que hacia resaltar sus ojos color cian.

—Disculpa, Ellis. —Dijo el niño mirando al Zabrak mientras avanzaban al comedor. —¿Quiénes son los invitados de mi madre?

—Personas de negocios. —Respondió el Zabrak con una mirada evasiva. —Con las que tu señora madre suele trabajar. —Agrego.

Xenan no hizo ninguna pregunta más y cuando entro al comedor saludo con una reverencia. Había 8 humanos de ambos géneros, 2 Cereanos masculinos, 3 Abednedos, uno de ellos tuerto y finalmente una Bivall que hablaba con un Muun algo apartados de los demás.

Lo que tomo a Xenan de sorpresa, fue que en una mesa apartada distinguía unas siluetas de niños y una chica sentados.

—Amigos míos. —Lady Altali se acercó a su hijo y con la diestra en su hombro. —Permítanme presentarles, a mi hijo, Xenan Altali y el capitán del equipo.

—¿Eh? —Dudo Xenan, pero antes de que preguntara a su madre, fue interrumpido por una joven voz femenina y furiosa.

—¡Yo iba a ser la capitana!

Xenan así como los demás ahí presentes se giraron para ver a una jovencita humana, quizás debía rondar los 14 o 15 años; de largo cabello castaño atado en una cola de caballo y ojos marrones, luciendo una figura atlética y elástica; usaba un traje ceñido negro con rojo. Tenía, un rostro bonito, pero su expresión cambio a enemistad y recelo cuando vio a Xenan al lado de Lady Altali.

—Davia... —Dijo la chica en modo insolente.

—Silencio, Darne. Mi hijo será el capitán y tú la segunda al mando, y no está a discusión. —Dijo la dama mirando a la chica con frialdad —Y no te atrevas a llamarme por mi nombre tan casualmente de nuevo, soy y siempre seré lady Altali para ti. Y te doy permiso de retirarte. —Agrego al ver que la chica quería decir algo. Pero era demasiado obvio que Lady Altali la había despachado, por lo que la chica aparto la mirada aunque aún tenía una expresión furiosa en sus ojos y se retiró hacia un rincón murmurando entre dientes.

—Madre. —Dijo el niño mirando a la dama. —¿De qué equipo hablas?

—Es una competencia, cielo. Tú mismo me insististe en que querías participar, eso antes de tu accidente, claro.

Xenan no dijo nada, porque era algo nuevo para él. Miro a su alrededor tratando de hacer memoria pero fue en vano y de algún modo se sintió frustrado.

«No tener recuerdos de mi pasado, es muy complicado.» —Pensó con algo de amargura. —¿Tengo que competir por algo? —Se preguntó pero más para sí mismo que para su madre.


—Se trata de una serie de desafíos, joven Xenan. —Dijo uno de los Abednedos acercándose, era aparentemente el líder de su grupo y Xenan tuvo el suficientemente autocontrol para no sobresaltarse ante el Abednedo, pues tenía un ojo cibernético escarlata que le daba una apariencia inquietante. —Permíteme presentarme. —Dijo pomposamente mientras sonreía un poco. —Soy Hilagol Foot. —Le ofreció la mano a Xenan quien la estrecho con una sonrisa educada, mientras escuchaba como el alienígena presentaba a todos los demás ahí presentes.

Parecía que quería decir algo más pero uno de los suyos le hablo y después comenzaron a hablar con los Cereanos en privado. Después de esperar unos momentos, Xenan, tuvo la impresión de que habían perdido el interés en hablar con él.

El ultimo alienígena que se acercó, para saludar a la dama, fue un Muun inusualmente alto que pese al aire festivo en la sala, llevaba una capucha puesta najo una elegante túnica de colores negro y morado. Llamado Hego Damask. Ambos se miraron solo un instante y Xenan aparto la mirada sintiéndose intimidado, algo que el Muun noto y pareció complacido por ello.

—Xenan, el Torneo de la Marca, como dijo el Señor Foot, es un evento que se lleva a cabo cada año, son diferentes desafíos de lógica, destreza marcial, acertijos y diferentes retos que deben superarse en grupo para avanzar a la siguiente ronda. —Dijo Lady Altali dirigiéndole una mirada de advertencia a esa joven que parecía dispuesta a interrumpirla para decir algo. —Tú complementas la parte belicista junto con Darne.

—¿Voy a luchar?

—Sí, cielo. ¿Te asusta?

—No.

La mujer solo miro a su hijo y advirtió que Hego Damask le hacia una señal disimulada.

—Si me disculpas, cielo. Debo hablar con el Señor Damask, deberías conocer al resto del equipo.

—Sí, madre. —Respondió su hijo, acercándose a la mesa. La chica solo se usó de pie y ni siquiera se presentó, aunque esto a Xenan no le importo, ya conocía su nombre: Darne y que sería compañera de lucha. Aunque no entendía del todo este concepto.


En una silla apartada Xenan primero creyó que sería un trapo viejo, que alguien había puesto sobre dicho mueble; pero se percató de que era un niño, el cual estaba en cuclillas en la silla, abrazando sus rodillas; tenía cabello rubio pálido como un hueso al sol, que le caía desordenadamente sobre la cara, sus hombros y pecho estaban cubiertos por una capa marrón sucia como las que usan los temerarios del desierto. Hubiera jurado que estaba dormido, de no ser por el brillo de cautela en sus ojos verdes apenas visibles entre su cabello. Debía tener entre 10 a 12 años.

Un Mon Calamari de ojos amarillos, de piel gris oscuro aunque el mentón y cuello eran blancos; usaba un traje color negro y azul turquesa estaba más atento a una holoconsola informática en sus manos y no levanto la mirada hasta que termino de teclear un par de cosas en esta para después levantar una especie de instrumento parecido a una Y que emitió una chispa eléctrica.
Parecía tener la misma edad de la muchacha virago que no dejaba de mirar con hostilidad mal disimulada al "hijo" de lady Altali al lado de otro de los sirvientes de la mansión, un Zabrak musculoso de 8 cuernos que según Xenan tenía entendido se llamaba Morlam, pero casi no había hablado con él.

Talnivarr/Xenan miro al último integrante del equipo y se sorprendió un poco al ver que ese niño le miraba directamente, como estudiándolo; con un interés profundo y reflexivo que el "hijo" no supo comprender.

Era un niño humano, quizás el más joven de todos ellos, era bajo de piel clara casi marmórea, de una corta cabellera roja como la sangre, mismo color que tenían sus ojos, usaba una gastada camisa de mangas largas color verde oliva y pantalón y calzado negro. A Xenan no le pasó inadvertido que el chico tenía un parche de bacta en la mejilla y otro sobre la nariz y que tenía la mano derecha vendada.

—Mi nombre, es Xenan Altali, tengo 9 y tal parece, debo ser su capitán. —Se presento. El chico de cabello níveo solo asintió y no dijo nada, seguía sentado de ese modo tan raro, y miraba a su alrededor con curiosidad o cautela.

—Me llamo, Neos. —Dijo tímidamente el niño pelirrojo. Y en un susurro agrego. —Tengo 8.

—Mi nombre y mi edad no necesitan saberlo. —El niño de cabello blanco fue el siguiente en hablar. Cuando alzo la mirada, Xenan vio que tenía un rostro de piel morena clara que resaltaban sus ojos verdes. —Solo llámenme, Z.

Xenan miro al Mon Calamari quien seguía trabajando en su consola, y no pareció percatarse de que los demás lo miraban hasta que Xenan le puso la mano en el hombro. El alienígena levanto la mirada con una expresión un tanto perpleja.

—Disculpa por interrumpirte, pero estábamos presentándonos. Ellos son Neos y Z y yo, Xenan.

—Ah... claro... —Dijo mirando a su alrededor. —Me llamo Tardra, tengo 14 y mi IQ es de 556. Soy especialista en sistemas informáticos... De hecho, estaba hackeando los archivos del Senado Galáctico... —Dicho esto volvió a enfocarse en la pantalla de su holoconsola y ya no levanto la vista.

Xenan intercambio una mirada perpleja con los otros 2 chicos, y miro al anfibio, que de vez en cuando murmuraba cosas como: "¿A esto llaman máxima seguridad?"


—¿Tienen idea de que va esto del torneo? —Pregunto el niño pelirrojo. —Me tuvieron en una casa lujosa, pero no me dijeron nada, solo que era algo importante.

—Lo siento, no sé nada yo tampoco... —Respondió el muchacho sentándose —¿Quién te tenía en esa casa? —Pregunto Xenan.

—El señor Ob'Hub —Respondió, señalando a uno de los Cereanos que hablaba con su compañero y alzaba la mano pidiéndole a uno de los meseros le llevara una botella con licor. —Solo hablo conmigo un par de veces; y aunque me cuidaron bien, pero... no sé si sea una buena persona...

Xenan miro a los Cereanos.

Los Cereanos eran una raza humanoide fácilmente reconocible por sus cráneos cónicos con cerebros binarios, su inteligencia era incuestionable y muy difíciles de embaucar; aunque también eran conocidos por tener 2 corazones.

—¿Qué hay de ti? —Pregunto Xenan al Mon Calamari, pero el alienígena anfibio no pareció oírlo, muy atento a su holoconsola informática. Xenan aparto la mirada para ver al chico peliblanco. —¿Y tú, Z?

—Yo conocí a tu madre. —Respondió después de un momento. —Se le callo su monedero y como soy un niño bueno, se lo devolví. —Xenan decidió ignorar el tono sarcástico de ese chico. —Ella me invito a comer y después, sentí un pinchazo en el cuello, y desperté en la casa de esa mujer. —Señalo con la cabeza a la Bivall que en esos momentos se había sentado sola en una mesa y estaba comiendo un tipo de pasta. —Su nombre es Mazka Druhaff. Ella también me cuido mucho, me dio ropa nueva, algunos juguetes y eso, pero sabía desde un principio que algo quería de mí. Esto del torneo... —Bajo los hombros. —No sé nada tampoco, al poco tiempo, tu madre me dijo que era una competencia importante donde iban a participar niños de otras ciudades y que si ganábamos, tendríamos muchas ganancias. —Con estas últimas palabras sonrió, a Xenan le pareció una sonrisa muy codiciosa.


Sin que Xenan lo supiera, al mismo tiempo en que se sentaba con los otros niños en la mesa, ocurrieron 2 conversaciones distintas donde él, era el tema de dichas conversaciones. Curiosamente eran 2 féminas y 2 alienígenas quienes tenían esas charlas privadas.

Darne salió a uno de los balcones del comedor con el Zabrak a la saga, quien cerró las puertas de cristal a su espalda aunque aún podía verse el comedor.

—No es justo. ¡Yo merezco ser la líder! —Darne, la muchacha virago mascullo muchas groserías en voz baja mirando a Xenan sentarse con los otros niños. —¡¡Ella me dijo que yo sería la líder!!

—Hubo un cambio de planes, Darne. —Respondió el Zabrak, mirando a su jefa hablar en privado con el Muun. —La señora, ya tomo su decisión y no creo quiera retractarse de sus palabras...

—¡Pero no es justo! Yo ya estoy harta de esos estúpidos y todavía me quito el liderazgo...

—¡Ey! ¡No saltes sobre mi cuello! —Le respondió el Zabrak con una inesperada violencia. La muchacha sintió el golpe de su cabeza con la pared cuando el Zabrak la sujeto violentamente por los hombros para apartarla de un empujón después de abofetearla.

Era cierto que al responderle repentinamente dio un paso hacia a él. Y esa era su respuesta.

Bufo furiosa. Y dio un paso firma hacia adelante, el Zabrak reacciono a tiempo dando un paso hacia la izquierda evitando una fina y afilada cuchilla que apareció de la manga de la chica.

Un Katars o también llamado "Hoja Oculta" que de no haberla esquivado se le hubiera hundido en las entrañas. Antes de que la virago atacara de nuevo, el Zabrak la sujeto con violencia de sus muñecas y la azoto contra la pared con un golpe sordo.

La chica jadeo.

Inesperadamente, el musculoso Zabrak la atrajo hacia a su cuerpo y la abrazo con una inesperada gentileza, antes de besarla.

No le importo que él tuviera 30 años y ella 14.

Darne era prostituta, hija de una prostituta y Morlam era quien administraba uno de los puteros de Grodam pertenecientes a Lady Altali. Y, para ambos, su relación toxica era mejor si antes intercambiaban actos de violencia (e intentos de asesinato) uno contra el otro.

—Morlam...

—Calma, muchacha. —La alzo en voladas. —Esto será solo temporal, aun así.... Si tienes oportunidad ese día, en la arena. Mátalo; y el liderazgo será tuyo.

—¿Matarlo? —La joven dudo y miro a su alrededor, había otros 2 balcones a los lados, si alguien les hubiera oído. O peor si la propia Davia Altali les hubiera escuchado, estaba segura de que ambos acabarían en un féretro para enterrarlos vivos. —¿Estás loco? Es el hijo de...

—No es su hijo... —Le interrumpió mientras la bajaba suavemente y entre susurros le explicaba lo ocurrido. La muchacha le escucho y después sonrió maliciosamente, tomando al Zabrak por una mano, dejaron la fiesta atrás y lo guio a su habitación para estar más cómodos.


Hego Damask era su nombre público; y eran pocas las personas de la galaxia que no conocían dicho nombre. Pero para sí mismo, para su difunto maestro, Darth Tenebrous y ahora para su discípulo, Darth Sidious tenía otro nombre: Darth Plagueis.

El, en su visita anterior le sugirió conseguir a algunos niños sensibles a la Fuerza, y ella había seguido su consejo; de algún lugar rapto a 2 niños estaban sentados en esa mesa, algo que podía admitir le tomó por sorpresa.
Miro al niño que Lady Altali presento como a su hijo.
Ese niño tenía un poder en la Fuerza que le impresiono; le superaba a él, e incluso a Sidious; y pese a su expresión estoica realmente estaba ansioso.
Estaba conteniéndose, porque quería encender su lightsaber rojo, matar a todos los ahí presentes y llevarse a ambos niños, uno en específico.

Pero se contuvo.

—¿Está disfrutando la velada, Magistrado?

—Sí. —Respondió con honestidad el Muun quitándose al fin la capucha mientras aceptaba una copa con licor que le ofreció la dama. —Da la casualidad que quería encontrarme con algunos de sus invitados.

Esta respuesta, tomo desprevenida a la dama, y tuvo la suficiente lógica para no hacer preguntas.

—¿Qué le parecen los chicos de mi equipo?

—La chica, es muy temperamental.

—Pero es hábil en combate, sabe cuidar de sí misma, y si... no se preocupe me encargare de disciplinarla.

—El chico de cabello blanco... —Agrego el Muun —Aunque aún es un niño, parece del tipo de persona que quiere sacar provecho de otros mediante artimañas.

La dama asintió y de nuevo se guardó un comentario, pues ese chico de hecho había intentado robarle la billetera en un momento de descuido y no lo degolló porque sus habilidades de latrocinio le sorprendieron.

—El Mom Calamari, es un genio informático. Programas, escudos digitales, virus... Puede evadir defensas digitales con gran facilidad, es un genio. —Dijo la dama con orgullo.

—¿Y los otros 2? El pelirrojo se ve escuálido. Y su hijo... Perdone pero... no sabía que tenía un hijo.

—Nunca pregunto. —Fue la respuesta cortes y cortante de la mujer. El Muun simplemente tomo una copa con licor y la bebió lentamente.

—¿Cuándo se llevara a cabo el torneo? Mi agenda está casi llena.

—En 4 días. A partir de hoy me dedicare a entrenarlos yo misma aquí en la mansión. No tengo dudas de su trabajo, en equipo.

—... Temo que no podrá asistir a la inauguración. Pero... Hay un joven que puede asistir en mi nombre.

—¿Alguien a quien conozca?

—Digamos que... Su identidad debe quedar en el misterio, Lady Altali. —La mujer entendió la indirecta, y bebió también de una copa mirando a la mesa donde estaban los niños conversando entre ellos.


Los camareros dejaron en las mesas diferentes bandejas a rebosar de comidas apetitosas, exóticas, y obviamente comida fina y costosa; de fragancias y olores tentadores y extraños. Xenan comió en silencio sintiéndose un poco incómodo por la mirada de Neos, quien estaba sentado a su izquierda.

—¿Pasa algo? —Pregunto cortésmente, pese a que no le gustaba que le interrumpieran cuando comía.

—¿Eh? Bueno... —El niño pelirrojo bajo la mirada. —Me preguntaba qué pasaría... —Se quedó en silencio un momento jugando con la cuchara entre sus dedos. Xenan como Z miraron al niño hasta que levanto la mirada. —¿Qué pasaría si nos negamos a participar en este torneo?

Xenan giro la mirada para ver a su madre que se había sentado con algunos de sus socios en una mesa apartada. Hasta donde sabia, su madre no aceptaba las negativas.

—¿Crees que todos estos lujos son gratis? —Contesto el chico peliblanco en tono sarcástico. —Desde el momento en que pusiste pie en esta casa estas obligado, quieras o no. —Respondió cortantemente y se puso a comer en silencio aunque lanzándole miradas severas al pelirrojo quien comía en silencio con la mirada baja, de hecho parecía que se resistía a llorar.

—Tranquilo, Neos. —Respondió con amabilidad —De seguro, es una competencia amistosa, donde se ponen a prueba diversos talentos.

—¿Tu crees eso?

—Sí.

—Eres un idealista, Xenan. —Respondió Z pero ya no dijo nada más. Xenan suspiro internamente.

—De seguro saber hacer algo que ninguno de los otros puede hacer. —Señalo con la cabeza al Mon Calamari que aun miraba su consola, pero inesperadamente olfateo un poco en el aire y tomo con una mano libre un trozo de carne y comenzó a comérselo sin advertirlo. —Ya sabemos lo que Tardra es un genio con las computadoras, por ejemplo.

—Yo puedo... flotar... —Respondió el pelirrojo ruborizándose un poco.

—¿Eh?

El niño dudo pero después de un instante se puso de pie y retrocedió un par de pasos, cerró los ojos y antes de que Xenan o Z dijeran algo; Neos se elevó en el aire casi un metro antes de dejarse caer de nuevo en el suelo.

—¿Cómo hiciste eso? —Se le adelanto Z.

El niño pelirrojo volvió a sentarse, esta vez su rostro tímido tenía una ligera sonrisa de satisfacción.

—Hace unas semanas, en Carida, estaba lloviendo y yo, salí a jugar en la lluvia con mi impermeable amarillo; para jugar con mis amigos. Cuando volvía a casa, vi en la coladera de la calle un payaso que me dijo:

«Todos flotan... Y tú también flotaras»


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¿Puedes confiar en alguien que acabas de conocer?

Podrías, si es que estas en una situación fuera de tu control.

Pero. ¿Qué hacer cuando ese desconocido, no confía en sus propias capacidades?

O. Si no quiere ayudar...

El próximo capítulo se titula: ¡Que Ardan las Hogueras! 

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