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➺ 75




         Knowhere era uno de esos lugares de los que Beatriz nunca se cansaba de visitar. Habían estado allí varias veces en el transcurso del año por distintas razones y motivaciones pero eso no le quitaba la emoción que seguía sintiendo hacia las aventuras junto a sus amigos. Esta vez era un poco diferente pues no pisaba su metálico suelo desde lo de Thanos.


—Creo que debemos tener un plan antes de llegar y destruirle sus juguetitos a Tivan—dijo Rocket por encima del ruido de cierres y armas alistándose.


—¿Qué te hace pensar que no tengo un plan?—Peter preguntó frunciendo el ceño mientras el cuello de su chaqueta era acomodado por Beatriz.


—¿Quizá el hecho de que no lo has compartido?


Los demás estaban preparándose para lo peor. La llamada no decía mucho pero sí lo suficiente: Taneleer Tivan, el Coleccionista, buscaba adueñarse por completo del lugar para expandirse sin importar cómo lo lograse. Era allí donde debían entrar los Guardianes.



—Sólo confíen en mí.



Nebula, Mantis, Drax, Rocket y el adolescente de Groot miraron a Beatriz esperando nuevas órdenes. Como era de esperarse, Peter abrió la boca ofendido ante su reacción.



—¿Qué?—amarraba su cabello largo en una coleta alta—él es su capitán. Escúchenlo.



—Lo escuchamos, pero hacerle caso es diferente—respondió Mantis por todos.



Esa simple oración fue la chispa que hizo a Peter quejarse todo el camino. Sabían que estaban más cerca de donde el Coleccionista cuando la luz se tornó más artificial que de costumbre y un silencio reinaba. Era verdad que durante el tiempo de Thanos nadie se había preocupado por arreglar el desastre que dejó cosa que estaba aprovechando para su egoísmo.

—¡Los Guardianes de la Galaxia!—exclamó con su acento tan teatral de siempre, apareciendo de entre los escombros a su izquierda—¿a qué debo su prestigiosa presencia?


—Tus halagos no te llevarán lejos esta vez—Rocket le apuntó con su nueva arma saltando sobre una caja metálica para ganar altura—aunque quizá una pequeña donación...


—Rocket—le reprendió Peter.


—¿Qué crees que hacíamos cuando no estaban? Una chica, una loca azul y su increíble e inteligente mejor amigo tienen sus hobbies.


Antes de que la discusión siguiera, el mismísimo Taneleer se acercó señalando la espada retraída en el cinto de Beatriz.


—Ni siquiera lo pienses—se interpuso Nebula de brazos cruzados y voz harta.


—Si no están aquí para ofrecerme un artículo para mi colección ¿entonces para qué?


—¿Yo soy Groot?—añadió el adolescente rodando los ojos con obviedad.


—Te recordaba más...alto.


—Cosas pasan, vamos al punto—Peter se llevó una mano a la cintura—no puedes adueñarte del lugar y correr a las personas solo porque si.


—¿Ves a alguien más preocupándose por arreglar este basurero? Deberían agradecerme.


—En ese caso, ¿cuánto por largarte de aquí?


—¿Disculpa?—habló el de cabello alborotado.


—Me escuchaste. Y tú mismo lo dijiste, es un basurero.


—¿Acaso Quill está tratando de comprarle Knowhere?—murmuró Rocket.


—Eso parece—le dio la razón Drax viendo la escena igual de incrédulo que él.


—Que use su parte entonces. No pienso darle mi dinero a ese idiota y...


Peter estrechó la mano del extravagante hombre quien les dio una sonrisa algo retorcida a los demás. Su líder volvía satisfecho y Beatriz parecía estar perdida en sus pensamientos observando de brazos cruzados los escombros a su costado. Tan así que se perdió la explicación que fue dada a su equipo y la parte donde parecían haber huido a la cantina más cercana.


—¿Estás bien?—habló con voz tranquila para evitar asustarla. Ella le devolvió la mirada saliendo del trance asintiendo con una pequeña sonrisa.


—Solo estaba pensando.


—Por lo menos alguien en el equipo lo hace—Beatriz fue contagiada por su actitud divertida como siempre ante el comentario—¿pensamientos confidenciales o...?


—Ni siquiera es tan importante.


—A mí siempre me importará lo que piense la súper híper mega increíble Star-Girl.


¿Cómo le explicaba que seguía en un limbo de pensamientos que combinaba a los Vengadores, las noches sin dormir anhelando sus brazos y filtros rojos de la sangre que derramó?


Se limitó a mirar sus ojos claros que bajo las luces neones brillaban de manera singular antes de refugiarse en su pecho al rodearle con sus brazos. Peter la recibió con gusto pero algo confundido ante su reacción.


—¿Y los demás?—preguntó ante el silencio separándose un poco para ver alrededor.


—Ya los encontraremos.


La caminata comenzó sin rumbo fijo —o eso es lo que Beatriz creía— por los largos callejones de Knowhere. No era como lo recordaba con todos los letreros bien puestos en las fachadas y la gente yendo y viniendo si no que parecía más una ciudad fantasma. Aunque eso no deterioró los encantos que tenía la cabeza del Celestial.


—Entonces ahora todo esto le pertenece a los Guardianes de la Galaxia.


—¿Alguna vez lo imaginaste?


Ambos se habían detenido frente al barandal que les separaba de la grandiosa vista de la galaxia que se colaba por el ojo de la cabeza. La combinación de colores nunca cansaba a Beatriz.


—Uy. Por supuesto. Era lo único en que pensaba a los cinco, salvar la cabeza de un ser galáctico que la gente usa como hogar de un tipo que se cree Lady Gaga comprándola con el dinero que a mí y a mi grupo de amigos nos pagan por pegarles a otros aliens malos.


—Pues la Bea de cinco años puede tachar eso de su lista ahora—la suave risa de la mexicana hizo a Peter sonreír al instante—pero hablando más en serio, creo que podemos convertir este lugar en nuestro cuartel. Temporal, por supuesto.


—Un cuartel—repitió con curiosidad posando el brazo sobre el barandal metálico.


—Así podemos dormir en una cama que no nos tire en plena siesta ante las malas maniobras de Rocket...también en donde entrenar y ese tipo de cosas. Como el de los Vengadores en la Tierra.


—¿Fue lo que pensaste mientras le ofrecías nuestros ahorros?


—Pff. Obviamente—ella negó sonriente.


Tenía a la galaxia y sus colores brillantes enfrente, la tenía a ella luciendo tan bonita sin siquiera intentarlo y un plan que apenas iniciaba ¿qué otro momento tan perfecto necesitaba? Era como la primera vez.


—¿Recuerdas nuestro primer beso?


—Era lo único en lo que pensé por meses—confesó sintiendo sus mejillas arder.


—¿Acaso estás...?—dijo entre risas de ternura por la reacción—así que mi Bea sigue siendo mi Bea ¿eh? Sabía que eso de la mujer más letal de la galaxia era solo para los desconocidos.


—¿Cómo estás tan seguro de que no te traje a un lugar vacío para destriparte y lanzarte por allá?—dijo señalando el espacio abierto.


—Porque, en primera y la más obvia te gusto demasiado para que siquiera pienses en descuartizar cuando estamos a solas.


—¿Y la segunda?—le miró siguiéndole el juego. Estaban frente a frente, solo ellos dos.


—Que yo te traje aquí sin que lo notaras.


—¿Y cómo sabes que no dejé que creyeras eso?


—Porque yo sé muchas cosas de ti, nena—acarició suavemente su mejilla sin poder evitarlo—por ejemplo, sé que a veces en medio de peleas imitas al Karate Kid con tus movimientos. Sé que tu color favorito es el verde y no el negro como todos piensan. Y...sé que usas el apellido de tu mamá porque no te gusta el primero, entonces se me ocurría que quizá pudieras cambiarlo por el mío...—metió una de sus manos al bolsillo de la chaqueta para mostrar el mismo anillo que colgó de su cuello durante su ausencia—Bea, ¿te casarías conmigo?


Esas tres simples palabras hicieron que el corazón de la castaña pareciera detenerse por un momento. El hecho de que alguien quisiera pasar el resto de su vida junto a ella era una cosa que nunca pensó que fuera posible. Su pecho se sentía cálido y sus ojos se perdían en los de Peter.


Quizá era hora de que Beatriz Ramírez dejara entrar la luz a su vida.

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