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➺ 74


       Apenas tres meses habían pasado desde que Thor se había unido. No es que lo odiaran, no. Podía llegar a ser muy útil pero también todo lo contrario en especial al estar en su fase deprimida. Volvía poco a poco a su forma anterior con cada pelea y entrenamiento cada que descansaban en algún lugar restregándole a los demás la bendición que era tener genes de Dios.





Algo en especial que estaba volviendo loca a la pareja de su extraño comportamiento a bordo era la manera en que interrumpía sus momentos románticos. ¿Cena a solas en algún lujoso lugar de la galaxia? Aparecía con botella en mano brindando por ellos entre sollozos porque claramente merecían el amor que tenían pero él no merecía nada. ¿Un simple beso en la cabina? Se soltaba a llorar ruidosamente. Era increíble la cantidad de veces que Peter tuvo que guardar el anillo de vuelta por el rubio tirando la mesa durante su torpe discurso.





—Recuérdame de nuevo porqué no podemos aprovechar esto y huir dejándolo aquí como padres irresponsables a su hijo en un supermercado—dijo Beatriz deteniéndose apenas respirando de las docenas de escaleras que subían rumbo al monte.





Ese día en específico se encontraban en el fuego cruzado con una banda que claramente les sobrepasaba en cantidad pero que ante la insistencia de Thor terminaron aceptando dicha misión todo para que él desapareciera y terminara reflexionando tranquilamente al atardecer. Peter se dio la media vuelta al estar dos escalones más arriba que ella.





—Porque somos buenas personas y debemos ayudar—hizo una pausa para pensar un poco lo que dijo—creo...mira, ya casi llegamos.





—Eso dijiste hace un kilómetro—se quejó mirándolo fijamente, sin tener de otra más que seguirlo.





Se cruzó de brazos enarcando una ceja al verle reposando tan cómodo mientras abajo iban perdiendo. Más no decía nada, Peter se encargaría porque él era el líder —eso y que si hablaba terminaría lanzándolo por el risco que tenían enfrente—.





—¡Thor!—le habló en un intento fallido pues ni siquiera abría los ojos. Miró a su novia quien se encogió de hombros. Acto seguido pasó su mano frente a él esperando a que eso funcionara—Thor.





—Hola, Guardianes.





—Hola, amigo. ¿Puedes abrir los ojos?





—Mis días de superhéroe terminaron—seguía sin abrirlos.





Peter rodó los suyos suspirando. Entonces Thor comenzó a hacer un ruido parecido al que se hace cuando meditan sólo que mil veces más fastidioso. Beatriz y Peter se miraron sabiendo exactamente lo que pensaban. Ese sonido se convirtió en un "ah" prolongado, muy prolongado. La paciencia de la mujer se terminaba y podía notarse en su rostro.





—¡Oye!—exclamó Peter—odio tener que interrumpir lo que sea que estes haciendo pero necesitamos tu ayuda para ganar.





—Estoy ayudando.





—Nena, noquéalo para llevarlo cargando...o arrastrando. Sería más rápido—esa orden fue más que suficiente para que saliera de su trance abriendo los ojos y poniendo ambas manos para defenderse—o pensándolo bien, mejor vámonos. No vale la pena.





Sabiendo exactamente lo que pretendía Peter con aquellas palabras le siguió dándose media vuelta yendo por donde recién llegaron.





—Es mejor, así construirán una estatua tuya cuando los salvemos. Tendrán una mucho mejor vista...





—¡Oigan! Pensándolo bien—ambos se giraron para verlo arrancar su hacha del suelo donde ya estaba echando raíces—hay gente inocente que salvar. Vamos, Rompe-Tormentas.





A Beatriz ni siquiera le sorprendió cuando usó su arma cuál bruja una escoba y se lanzó del precipicio. Sólo miró las escaleras de piedra frunciendo el ceño con pesar.





Abajo, en el campo de batalla se encontraba el resto del equipo: Drax y Nebula disparando como locos, Rocket y Groot escondidos observando sus movimientos y Mantis ayudaba a los heridos. Los disparos acompañados del característico sonido y expresiones desesperadas de la gente era lo que recibió a la pareja cuando alcanzaron a Thor quien aún seguía con aquella sábana blanca encima suyo en modo Zen.





—Miren quien llegó—habló Rocket mirándolo.





—¿Cómo va todo aquí?—tenía las manos extendidas abriéndose paso entre el fuego cruzado.





—¡Terrible!—Drax habló ocultándose tras una roca—todos vamos a morir.





—Dijiste que este planeta era como irse de vacaciones—el pequeño mapache brincó entre los escombros hasta llegar a refugiarse junto a Beatriz con arma en patas.





—Dije que era algo cercano a irse de vacaciones—giró hacia los varios soles en el cielo—mira nada más este paisajito. Los tres soles de Saturno ¿hay algo más romántico que esto, eh, Betty?





La mencionada le miró de manera tan intensa que llegó a temer por su vida. Cualquier cosa era automáticamente anti-romance con Thor deprimido cerca.





—¡Cualquier cosa menos estar a punto de morir a manos de muppets mal cocidos!—le respondió saliendo al mismo tiempo que Rocket para disparar.





—Ay, no seas negativa, amiga.




La última palabra en un español demasiado cutre le distrajo de lo que hacía. Fue allí donde un rayo láser enemigo rozó su brazo quemando la chaqueta que usaba. Al instante soltó el arma quejándose del ardor.





—¡Nena!—gritó Peter mirándola asustado. Ella levantó el pulgar soplándole al humo que desprendía el cuero. Aliviado de que no pasó a mayores volvió a lo suyo ahora con más motivación—¡mueran booskanas idiotas!





No podía escuchar la conversación entre Thor y el rey de dicho planeta pero entendió todo cuando su compañero se alejó con la misma expresión que hacía cada vez que estaba por lucirse.





—Rey Yakan, cuéntele a su gente lo qué pasó aquí hoy. Cuénteles de la vez en que Thor y su caótico grupo de forajidos inadaptados, guerreros incansables—los Guardianes se miraban entre ellos con suma confusión—cambiaron el curso de la batalla y grabaron sus nombres en la historia. Tal vez la lucha esté en nuestra contra pero les diré esto una sola vez. ¡Esto acaba aquí y ahora!





Aprovechando el momento, Peter se acercó a donde Beatriz y Rocket para observar al Dios del Trueno y su hacha en mano hacer algo por fin. Todo iba bien pero como era Thor tenía que hacerlo de una manera exagerada para lucirse provocando más de una negación y desde luego, preocupación por los daños. Una vez que el campo entero se quedó en silencio volvió a posarse sobre la piedra más alta para terminar su discurso.





—¡Bien hecho amigos míos!—el grupo de héroes se acercó a los azulados habitantes—todos podemos darnos el crédito por eso porque fuimos un equipo. Con nuestros corazones y mentes derrotamos al enemigo con mínimos daños colaterales.





Y como si la última oración fuera un hechizo, el castillo de cristal a sus espaldas se derrumbó. Beatriz se pegó a Peter encogida de hombros ante el estruendoso cristal colapsando.





De vuelta en la nave colgó su chaqueta junto a la de su novio cerca de las armas que aún seguían tibias por la acción. Él besó su mejilla pasándole de largo en dirección a la mesa donde poco después le alcanzó. Ni siquiera pudieron entablar conversación ante los gritos agudos del par de cabras que subía Thor en compañía de Korg.





Podía ser muy ruda en varias cosas pero los ruidos fuertes eran de las cosas que más sensibilidad le causaban por lo que se tapó los oídos al instante entrecerrando los ojos. Peter, quien sabía eso a la perfección, se paró detrás suyo poniendo las manos encima de las suyas. No es que ayudada mucho a evitar el sonido pero actuaba más por instinto protector.





—¡Thor, cállalas!—exclamaba tratando de llamar su atención.





—¡No puedes controlar a la naturaleza, hermano!





—Controlarla no pero ¡sí hacerlas birria!—gritó Rocket brincando a la mesa apuntándoles con su arma bien cargada.





—¡NO!






Thor se paró enfrente de ellas tratando de detenerlo más el par de animales se encargaron de patear el mueble lanzándolo al otro lado de la nave. Por suerte los reflejos de Rocket le ayudaron a saltar antes.





—¡Drax, llévatelas de aquí!





El destructor obedeció arrastrándolas con dificultad a la parte trasera disminuyendo el ruido. Poco a poco Peter quitó sus manos asegurándose de que su novia estuviera bien. La pantalla se encendió robándose la atención de los presentes que se acercaron a ver las llamadas de auxilio, el buzón estaba lleno y los mensajes decían casi lo mismo.





—Qué cantidad de dioses muertos...





Murmuró el rubio mientras Peter pasaba las imágenes con una mano y la otra descansando en la espalda baja de Beatriz quien seguía aturdida, tanto que apenas podía prestar atención a las súplicas.





—Espera ¿qué fue eso?—una vez más el asgardiano habló—Quill, regresa.





Se trataba de un mensaje dedicado especialmente a él. Era su amiga Sif.





—Mi amiga está en peligro. Hay que ayudarla—comenzaba a ponerse de nuevo su chaleco rockero—¡echen a andar la nave!





Y entonces Star-Lord vio a su novia cruzada de brazos recuperándose del malestar, la rasgadura en su playera y su dedo sin anillo aún. Había llegado a su límite.





—Quizá es mejor que nos separemos—dijo girando en su dirección notando justo a tiempo su reacción.





Momentos después le alcanzó debajo de la nave junto a la rampa mientras los demás regresaban por las últimas provisiones que habían bajado. Era obvio que no quería ir por su cuenta pero sería lo mejor para todos.





—¿Estarás bien?—preguntó deteniéndose a su lado.





—Admiro la gran devoción que se tienen. Es hermoso, Quill. Temo que jamás sabré lo que es.





—Amigo, si me permites...





—Dime.





—Has vivido miles de años y todavía no sabes quién eres—el de cabello largo mantenía su mirada lejos de la de Peter—yo también estuve perdido pero encontré un porqué, encontré amor. A mi preciosa chica estrella que cura mis heridas de batalla y me lee en español antes de dormir. Espero que algún día encuentres algo muy especial que te haga sentir así.





—Ya me enamoré una vez y no funcionó—sonaba molesto al girarse por un momento—o terminan muriendo espantosamente o te dejan con una carta. No sé cuál es peor por eso mantengo mi distancia con los demás.





Estiró su mano hasta tocar el pecho de Quill, escena con la que se encontró Beatriz de regreso. Frunció el ceño muy confundida deteniéndose.





—¿Qué haces tocando a mi hombre?—preguntó levantando una ceja. Su novio le miró y con eso lo decía todo.





—¡Agh! Están demasiado encariñados—el dramatismo en su voz no ayudaba a responder su pregunta—sabía que esto pasaría. Tienen que irse. Yo buscaré a Sif. Atiendan las llamadas, la galaxia necesita a sus Guardianes.





—Cool, si, ya nos estábamos-





—¡Ya sé que duele! Pero es mejor así. Confíen en mi—miró a Beatriz avanzando hacia la estructura metálica —para calmar el dolor ¿porqué no toman esta nave como regalo para que se paseen de manera romántica por la galaxia?





—Ah, estás regalándome mi nave...—Peter ladeó la cabeza—que ya usamos para eso y mucho más.





—Ajá, es tuya. Espero hagan tantos recuerdos en ella como yo.





Beatriz negó ante su ocurrencia mientras los demás subían pasándole de largo.





—Te espero arriba—dijo continuando su camino subiendo la rampa.





La despedida fue prolongada un minuto más por parte de Thor y sus saludos extraños, mismos que detuvo al notar que Star-Lord no estaba muy dispuesto a seguirle el juego.





—Sólo recuerda lo que te dije. Si te sientes perdido—puso las manos en su cadera con la vista en dirección a la rampa donde le esperaba Beatriz junto al resto de Guardianes—solo mira los ojos de las personas a las que amas. Ellos te dirán quien eres.





La castaña le sonrió de vuelta pero el momento fue interrumpido —como siempre— al mover la cabeza frente esperando a que la frase lo incluyera también a él.





—Okay, bye—le dio una palmada en el hombro alejándose.





—¡Oigan! ¡Esperaré mi invitación para la boda!—gritaba aún viendo la rampa subir poco a poco—¡también hago unas despedidas de soltero muy...!





El sonido de la nave cerrándose por completo hizo suspirar de alivio a Peter Quill. Ahora ni siquiera el Dios del Trueno arruinaría su plan.

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