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Y justo cuando Beatriz pensó que se encontraría con Peter donde sea que estuviese, una luz iluminó su rostro. Era aquella heroína de la que tanto había llegado a escuchar en bares de mala muerte alrededor de la galaxia: la Capitana Marvel.
No es que no estuviese feliz de que les ayudara a volver a la Tierra pero el asunto era que ya no tenía absolutamente nada por lo qué seguir. Se sentía muerta en vida y era un asunto más allá de los días sin comer.
Tony necesitó ayuda de Nebula para poder bajar de la nave con esa desesperación que ella conocía a la perfección, era lo que sentía cada que se separaba de Peter en medio de una misión peligrosa. Era ese hormigueo por volver a los brazos de la persona que más amas en el universo.
Ella les siguió a paso lento ansiando poder sentir la brisa de aire del planeta al que no volvía en cuatro años, quizá eso le haría sentir algo que no fuera vacío por lo menos por un segundo. Se detuvo antes de bajar la rampa sosteniéndose de la Milano ante el dolor de sus músculos entumecidos y desnutridos.
—¿Betty?
Sus ojos se abrieron de par en par. Bien podía ser una alucinación pero era mejor imaginar a Rocket yendo hacia ella que nada. Sin saber de dónde sacó la fuerza necesaria tocó el pasto verde de la base de los Vengadores tropezándose a momentos cayendo finalmente de rodillas estando a escasos centímetros de su mejor amigo.
Ninguno de los dos dudó en refugiarse en los brazos del otro, en probar que no era una ilusión.
—Rocket—dijo Beatriz, su garganta ardía pero necesitaba pronunciar su nombre para que terminase de creérselo.
Hundía su rostro en el pequeño hombro de su amigo mientras le sostenía con toda la fuerza que quedaba en sus débiles brazos. Y es que a él no le importó mucho lo delgada, demacrada y rota que se veía. Ya se encargaría de eso luego. Lo importante era tenerla allí luego de haberse dado por vencido al intentar contactar la Milano.
—Ay, Betty...—el mapache se detuvo acicalándose contra su perfil. Suspiró separándose un poco para ver su rostro. Nunca pensó que llegara el día en que la vería así de apagada y por eso mismo odiaba ser quien le diría lo siguiente—hay algo que debes saber. Ninguno me contestaba así que decidí ir a México esperando verlos allí pero cuando toqué la puerta no había nadie en casa.
Ella negó frunciendo el ceño. Había dejado de llorar días antes como si se le hubieran terminado las lágrimas pero en ese momento parecieron volver a surgir. Rocket mantenía las patitas en sus hombros temiendo que si la dejaba de tocar se esfumaría al igual que Groot. Al igual que todos los demás.
—Lo siento mucho—decía con un pesar que no sentía en años.
Beatriz cerró los ojos por un instante antes de soltar un sollozo de lo más profundo de su ser. Sin Peter, sin sus hermanos. Sin su hogar, sin su familia.
Rocket intentó atraerla hacia sí mismo una vez más pero dicho gesto pasó de ser un abrazo a intentar sostenerla. Se había desvanecido y caía lentamente. No quería soltarla aunque el peso le hizo tambalearse un poco.
Steve Rogers fue quien se acercó con prisa para auxiliarle, quitándosela de encima para poder tomarla él. Le dio una mirada a Rocket pidiéndole permiso para llevarla dentro. Asintió acomodando su mano sobre su pecho evitando que colgara.
Giró la cabeza hacia atrás topándose con Nebula observando la escena. Le agradeció con un gesto de cabeza antes de seguir al Capitán América.
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