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           La puerta del cuarto de Beatriz estaba completamente abierta cuando su mamá bajó a preparar el desayuno para su hermano antes de ir a la escuela. Eran las seis de la mañana y por nada de este mundo su hija estaría fuera de la cama, menos con el frío que hacía. El baño estaba vacío, su cama tendida. Más encima de ella encontró algo curioso.








"Escribo esto para hacerles saber que estoy bien y que no necesitan reportarme en ningún lado o pegar mis peores fotos en los postes. Mi efectivo está repartido en los DVDs de Jurassic Park y mis tarjetas en mi mochila para que mis hijas no pasen un solo día sin croquetas. Estoy con Peter.
Si alguna vez necesitan algo y los Vengadores nunca aparecen estaré al otro lado de la línea en esto. Los quiero :)"







—Esta niña está loca—dijo negando al terminar de leer la hoja de libreta ignorando por completo el dispositivo grisáceo sobre la cama.







Salió de la habitación de Beatriz para tomar su celular del comedor y marcar su contacto. ¿Pero y ella? Peter le daba un pequeño tour de la Milano a kilómetros de distancia, en medio de un campo vacío.







Le había mostrado dónde Rocket guardaba sus explosivos, el lugar secreto de Drax para esconder su comida de Mantis, el baúl lleno de armas extravagantes de Gamora, las diferentes pantallas en las que recibían llamadas de auxilio y su pequeño cuarto donde apenas cabía una cama metálica pero que logró hacer cómodo con los años.







Entonces el característico sonido del celular les hizo detenerse frente a la mesa. Beatriz quitó de sus hombros la mochila para buscar dentro el dispositivo. El nombre de su mamá apareció en la pantalla. Y por primera vez en su vida se cuestionó el contestar o apagar el teléfono...suspiró como quitándose un peso de encima al mantener presionado el botón de bloqueo hasta que la pantalla se volviera negra. Lo único que quería era correr muy lejos y si era junto a Peter Quill mucho mejor.







—¿Lista?—ella asintió—ven, esto te va a encantar.







Dejó la mochila allí mismo para seguirle a la cabina delantera donde varios asientos apuntaban al gran cristal con vista al exterior.







—Rocket por lo regular se sienta allí pero quizá las cosas cambien—le señaló con la mirada el lugar del copiloto.







No tuvo que decirle dos veces para que tomara dicho asiento. Él fue al suyo con una sonrisa en el rostro. En cuestión de segundos la nave fue encendida y Fooled Around And Fell In Love inundó el interior de la nave.







Entonces Peter hizo que comenzaran a elevarse. Beatriz miraba fascinada como es que los árboles a su alrededor se veían cada vez más pequeños y a cierta altura pudo observar la ciudad entera cubierta de la neblina mañanera con un cielo iluminándose segundo a segundo. Pero si esa era una buena vista, su boca se abrió de la impresión al salir de la atmósfera. El color oscuro —entre morado y azul oscuro—hacía resaltar a cada una de las motas blancas brillantes.







—¿Qué tal?






—Peter—comenzó aún sin poder creer lo que tenía enfrente suyo—no sé de quién estoy enamorada más, si de ti o de esto.







—De mi...espero.







Beatriz despegó la mirada del universo para ver a Peter con una sonrisa.







El viaje no duró tanto como ella quisiera pero no dejaba de tener ese brillo en sus ojos cuando aparcaron dentro de la estructura metálica que según le había explicado, se trataba de una parte de la antigua base de los Devastadores que dirigía Yondu. Llevaban viviendo unas semanas allí siendo sus cuarteles generales. Le parecían igual de fascinantes que el espacio mismo.







—¡Yo soy Groot!—exclamó el pequeño corriendo hacia el par con emoción.







—¡Betty! Me sorprende que hayas aceptado venir con Star-Tonto y...—Beatriz descolgó de su hombro la mochila para poder entregarle una bolsa jumbo de Ruffles—como sea, espero que tu decisión dure toda la vida. ¡Vivan los novios!







—Ojalá hubiera sabido desde antes que así de fácil se podía mantener callado—murmuró una vez que Rocket desapareció de vuelta en los pasillos oxidados. Ella rió ante su comentario siguiéndole—por allá está la cabina principal que maneja todo esto. Si sigues a Rocket por la derecha están los cuartos. El mío es el más grande, tiene una excelente vista y está al fondo. Puedes quedarte allí hasta que pensemos en algo.







—No quiero quitarte tu cuarto—él se detuvo para mirarla—con una almohada junto a Rocket me conformo. No ocupo mucho espacio.







—Si...eso no está a discusión—le tomó de la mano para caminar juntos hacia la sala principal donde pasaban la mayor parte del tiempo y esa vez no era la excepción—¡oigan! Beatriz llegó.








La mencionada saludó con la mano libre y una sonrisa. Reconocía a todos sentidos alrededor de la mesa menos a dos quienes supuso eran de quienes Peter le había hablado en sus tantas llamadas. La mujer de piel verde se puso de pie acercándose a los dos. Su cabello negro y magenta junto a la ropa que usaba...si hubiese llegado en vez de Peter a la Tierra hubiera tenido el mismo efecto en ella.








—Es muy pequeña—le recorrió de pies a cabeza cruzándose de brazos. Beatriz enarcó una ceja ante el comentario. Tenían la misma estatura pero las botas de Gamora eran ligeramente más altas—¿sabe pelear?








—Gamora podrías-







Beatriz no supo ni cómo pero al segundo siguiente Gamora intentó tirarla al suelo. Si, intentó porque de manera milagrosa reaccionó lo suficientemente rápido para hacer que ella fuese la que cayera.







—No sabía que podías hacer eso—dijo Peter fascinado por encima de las risas de Drax y la sorpresa de todos los presentes.







—Ni yo—aún sorprendida se acercó a Gamora para ofrecerle su mano pero se negó al levantarse sola—de verdad lo siento. Fueron mis reflejos que decidieron aparecer hasta ahora.







—Es el mejor día de mi vida—dijo la de piel azul con una amplia sonrisa.







Gamora salió molesta del lugar no sin antes mirar de la peor manera a Peter.








—Ahora me odia ¿verdad?







—Odia a todos—le respondió despreocupado—ya se le pasará. Ella es Nebula.







—No te preocupes, yo no trataré de matarte—hizo una pequeña pausa—aún.







—Son hermanas—añadió Rocket ante la expresión de Beatriz, mordiendo una papita.







Tras pasar unos minutos más recorriendo el lugar —porque al parecer Peter amaba contarle anécdotas sobre cada detalle y ella escucharlo— terminaron en la habitación más grande. El espacio podía verse en el gran ventanal frente a la cama y varias pantallas cubrían una de las paredes junto a un escritorio con su desorden. Beatriz dejó su mochila en la silla que daba vueltas para admirar la vista con que Peter Quill se levantaba diario.







—Entiendo que no llegué a buena hora así que te dejo para que duermas un poco.







—¡No!—exclamó y se dio vuelta para detenerlo antes de irse. Le miró confundido. Con voz más tranquila continuó—no quiero dormir.







—Has bostezado más veces que Drax escuchándome decir un plan—caminó lentamente hacia ella—sé que mi cama no es...







—No se trata de eso—le detuvo cruzándose de brazos—es que en verdad no quiero dormir. No puedo.







—Creo que sé a lo que te refieres...—le sonrió a medias, tranquilizándole—me quedaré contigo entonces. No sé si ayude pero por lo menos no estarás sola.







Desde la pérdida de su tío, no había tenido una sola noche de sueño completo. Funcionaba a base de dos horas diarias en las que siempre se levantaba con un sofocante ataque de ansiedad que no le permitía volver a cerrar los ojos y café. Tanto frappuchino de caramelo estaba a nada de darle diabetes y no sabía cómo pedir ayuda.







—¿Harías eso por mi?







—Por supuesto. Entra en los beneficios de ser tu novio—se dio media vuelta para comenzar a ordenar las cobijas de la cama pero se detuvo—espera, si soy tu novio ¿cierto?







—Pues eso le dije a mi mamá...







—Cool—sonrió de nuevo.







Beatriz ni siquiera recordaba la última vez que le habían sostenido en brazos sin que fuese por pena. Tampoco cuando había estado tan cerca de alguien como lo estaba con Peter en aquel momento. Podía escuchar los latidos de su corazón, sentir el calor de su pecho y apreciar las caricias que dejaba su pulgar en su brazo al estar recostada con él, perdiéndose poco a poco en los colores que le brindaba la galaxia como si le estuviese arrullando. Por fin había encontrado su lugar.

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