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Capítulo 9

El rugido constante del motor del camión resonaba en el silencio mientras el comandante Jeon avanzaba por la carretera polvorienta.

El paisaje de esta área algo desértica se extendía sin fin, pero su mente estaba en otra parte. Los soldados a su alrededor, concentrados en la misión hacia el yacimiento de karhozanium, no sabían nada de lo que realmente ocupaba los pensamientos del comandante.

Jimin, el brazalete que le había dado no era una protección, sino un dispositivo para mantenerlo bajo su monitoreo, dejarlo en el complejo militar le había parecido lo más sensato: allí, rodeado de soldados y con el sargento Kim vigilándolo de cerca, sería más fácil controlarlo si llegaba a mostrar signos de mutación.

El viento frío del desierto se filtraba por la ventana del camión, pero el comandante apenas lo notaba. “Si se transforma…” pensó, sus dedos apretándose alrededor del volante, “Kim sabe qué hacer.”

El sargento era uno de los mejores en su equipo. Sabía detectar cualquier anomalía y no titubearía si tuviera que poner fin a la vida de Jimin. Esa era la mejor opción para la sociedad, incluso si Jeon sentía una punzada incómoda en el fondo de su pecho al pensar en ello.

Algunos infectados, apenas daban señales de estarlo horas o un par de días después, pero cuando mutaban, la transformación era rápida y devastadora.

Jeon sabía que Jimin podría estar caminando por una delgada línea entre ser humano y convertirse en uno de esos monstruos.

Apretó los dientes, intentando convencerse de que estaba haciendo lo correcto. “Si es necesario… darlo de baja será lo mejor,” se dijo, aunque las palabras se sentían como plomo en su mente.

No podía permitirse el lujo de sentimentalismos. No en este mundo donde los simbiontes habían destruido a tantos. Aun así, había algo en Jimin que lo hacía dudar, esa fragilidad que no encajaba con la imagen de una amenaza, pero Jeon no podía dejarse engañar por las apariencias.

El convoy se alejó cada vez más y Jeon miró hacia el horizonte, donde la ciudad apenas era visible. “Jimin está mejor en el complejo militar,” pensó, tratando de convencerse de nuevo, lejos de los civiles, vigilado de cerca.

Jeon trató de enfocar su mente en la misión. El karhozanium era esencial para la lucha contra los simbiontes, y su extracción debía continuar sin interrupciones. Pero a medida que el convoy avanzaba, no podía evitar pensar en lo que pasaría si sus sospechas sobre Jimin se confirmaban.

Con cada kilómetro que avanzaban hacia el yacimiento, el peso de su decisión crecía más grande en su conciencia. Sabía que, si Jimin resultaba estar infectado, no tendría más opción que actuar con frialdad.

Por el bien de todos.

                                  ⭐

El sargento Kim avanzaba por las calles del complejo militar, el eco de sus pasos acompañando el peso de la misión en su mente.

Las órdenes del comandante Jeon resonaban con claridad: "Vigila a Park Jimin. No te alejes demasiado y mantén los ojos bien abiertos." Pero ero había algo extraño en todo eso. Kim estaba acostumbrado a las misiones de vigilancia, pero esta era diferente.

 ¿Por qué Jimin?

Park Jimin, el único sobreviviente del incidente en las afueras. Nada parecía destacar en él más allá de eso, pero de algún modo, el comandante Jeon había decidido que necesitaba ser vigilado de cerca.

 ¿Ese chico era una amenaza? El sargento Kim había tratado de encontrar alguna pista en la mirada del comandante, pero Jeon no le había dado más información. Las órdenes eran claras y directas, como siempre: Hazlo.

Sin embargo, algo no cuadraba —No me dijo exactamente por qué— Murmuró TaeHyung, mientras seguía caminando hacia la casa del comandante.

 Era una sensación extraña, no tener toda la información necesaria, ¿Jimin estaba infectado? Esa era una posibilidad que había descartado, si así lo fuera el comandante ya le hubiera puesto una bala en la frente.

Aparentemente Jimin, era solo un chico frágil y silencioso, aún en shock por lo que había vivido. Pero entonces, ¿por qué Jeon estaba tan preocupado? ¿Por qué tanta precaución?

TaeHyung apretó los puños, sintiendo la tensión en su pecho. El comandante no era alguien que se tomara las cosas a la ligera, lo que significaba que algo había visto en Jimin, algo que no había compartido con él— Debe haber más detrás de esto —pensó el sargento, desconcertado por la falta de detalles.

Tal vez el comandante sabía más de lo que estaba diciendo, o tal vez solo estaba tomando precauciones por alguna razón, y  TaeHyung no estaba en posición de asumir riesgos, tenía que seguir las órdenes, vigilar de cerca al chico y estar preparado para cualquier eventualidad, actuar rápido y sin dudar.

Finalmente, llegó a la puerta de la casa del comandante. Se detuvo un momento, no sabía exactamente qué esperaba encontrar al vigilar a Jimin, pero algo en su instinto le decía que debía estar alerta.

                           💫

Después de darse un baño, y colocarse la ropa de Hoonie que le había entregado Bang, Jimin se tumbó boca abajo en el sofá de la pequeña sala, balanceando sus piernas en el aire con la despreocupación de un niño, su barbilla apoyada sobre el suave cojín, tenía los ojos fijos en el brazalete que el comandante le había puesto.

Sus dedos gorditos recorrían con delicadeza la superficie metálica, trazando las luces azules que parpadeaban suavemente.

—Qué raro... — murmuró, un poco fascinado y curioso, las luces, que brillaban como diminutas estrellas, lo hipnotizaban mientras movía su muñeca de un lado a otro para ver cómo cambiaban los reflejos.

Sus dedos tamborilearon con suavidad sobre los pequeños botones, aunque no se atrevió a presionarlos, solo los tocaba con la punta de los dedos como si fueran misteriosos secretos que todavía no estaba listo para descubrir.

Jimin giró el brazalete, encontrándose de nuevo con el símbolo del escuadrón Cerbero, lo miró con el ceño fruncido, —Un lobo de tres cabezas... es un poco aterrador— pensó, nunca había visto uno de esos mientras vivía de sus huéspedes animales.

Jimin pasó sus dedos sobre el emblema con cuidado, y por un segundo, su mente se llenó de la imagen de un lobo imponente, protegiendo algo o alguien importante, la idea le resultaba intrigante y hasta emocionante. —¿Quizá esto es para protegerme?—dijo para si mismo,  aunque no podía confiarse demasiado.

El comandante parecía alguien muy impredecible, a veces parecía que quiera eliminarlo en el acto y otras que podría protegerlo, humanos…

Con curiosidad intentó quitarse el brazalete, y su sorpresa fue inmediata, lo jaló suavemente, frunciendo el ceño cuando se dio cuenta de que no se movía ni un poquito, si el comandante Jeon lo puso tan fácil, ¿Por qué no lo podía quitar?, Tiró otra vez, un poco más fuerte, pero el brazalete permaneció inmóvil en su muñeca.

Jimin parpadeó, confundido  —¿Por qué no se quita?— susurró, inflando sus mejillas en un gesto de ligera frustración.

Jimin apoyó la frente contra el cojín, soltando un suave suspiro mientras miraba nuevamente las luces azules, este era completamente diferente al de los recuerdos de Hoonie.

Dejó salir un suspiro y cambió de posición acostándose poca arriba, se suponía que debía esperar al sargento Kim, el le mostraría el lugar y también lo llevaría a desayunar.

Esperaba que fuera pronto, su estómago empezaba a gruñir.

En ese momento alguien tocó la puerta y Jimin se levantó para abrir, frente ella estaba el sargento, un hombre alto de cabello castaño y mandíbula firme, aunque su rostro se veía bastante juvenil, Jimin suponía que no debía ser mucho mayor que el, o mejor dicho mayor que el cuerpo de Hoonie, el cual ocupaba.

—Buenos días,  soy el sargento Kim TaeHyung, no nos conocíamos oficialmente— Murmuró de forma amable.

Jimin le sonrió y levantó la mano moviéndola en saludo —Hola, soy Jimin, Park Jimin —

En ese instante los ojos del sargento cayeron en su mano y su mirada se agrandó, como si acaba de ver algo que lo sorprendió.

—Imposible... —murmuró, sus ojos alternando entre el brazalete en la muñeca del joven y la imagen clara del mismo en la muñeca del comandante.

Entonces, una chispa de entendimiento lo golpeó, la sorpresa dio paso a una sonrisa cómplice y pícara —Así que... por eso me pidió que cuidara de él— pensó, con una ligera risa en su garganta.

—¿Qué? — Jimin, lo observaba confundido, parecía ajeno a la revelación que acababa de tener.

TaeHyung nunca imaginó que el frío y distante comandante pudiera enamorarse de alguien tan delicado y aparentemente frágil como este chico, Pero ahí estaba la prueba, el brazalete, un símbolo que solo se compartía con alguien realmente especial.

Tae aún guardaba el suyo, no había encontrado a ese alguien aún, al parecer el comandante Jeon le llevaba la delantera.

Sin decir una palabra, TaeHyung mantuvo la sonrisa en su rostro, decidido a seguir la instrucción de su superior, pero no podía evitar pensar que tal vez, algún día, tendría que bromear al respecto. ¿Quién lo habría pensado? El comandante enamorado... y de un chico como Jimin.

—Es hora de desayunar, vamos—TaeHyung, todavía sonriendo para sí mismo por el descubrimiento del brazalete, guió a Jimin por los pasillos del complejo militar.

El ambiente era frío y monótono, con soldados moviéndose de un lado a otro, enfocados en sus tareas, sin embargo, a medida que caminaban, Jimin comenzó a sentir el peso de las miradas, no eran miradas de simple curiosidad; parecían cargadas de preguntas, dudas, y en algunos casos, hasta incomodidad.

Jimin, aún desorientado y nervioso, trató de mantenerse cerca del sargento, quien caminaba con pasos firmes e indiferente a las miradas que les lanzaban.

Pero Jimin no podía evitar sentirse vulnerable, expuesto, cada vez que pasaba junto a un grupo de soldados, notaba cómo las conversaciones se detenían y cómo los ojos se centraban en él.

Al llegar a la entrada del comedor, un guardia se interpuso en su camino, con una postura rígida y seria.

—Alto. ¿Identificación? —dijo el guardia con voz firme, clavando sus ojos en Jimin.

Jimin abrió la boca para responder, pero el sargento Kim fue más rápido.

—Está conmigo —dijo con tono autoritario, aunque sin perder su habitual sonrisa.

—Sargento, el civil debe identificarse, es el protocolo—añadió el guardia, mirando a Jimin— Muéstreme su brazalete—

Jimin, aún confuso, levantó lentamente su muñeca, donde el brazalete del comandante descansaba.

Los ojos del guardia se fijaron en el y durante un segundo, su rostro pasó de la confusión al asombro, y se quedó inmóvil, procesando lo que veía,  tragó saliva, claramente sorprendido, y su postura cambió de inmediato.

—Yo... disculpe, señor —dijo en un tono completamente distinto, lleno de respeto y sorpresa, asintió bruscamente, abriéndose paso y permitiéndoles entrar al comedor—Puede pasar—

Jimin, aún más confundido que antes, se quedó inmóvil por un momento, mirando al guardia mientras éste mantenía la cabeza gacha.

El sargento Kim dejó escapar una leve risa mientras empujaba suavemente a Jimin para que siguiera caminando.

—No te preocupes, ya te acostumbrarás —murmuró TaeHyung con una sonrisa cómplice, sin dar más explicaciones.

A medida que avanzaban por el comedor, el murmullo de los soldados se hizo más fuerte, Jimin podía sentir cómo las miradas no se apartaban de él, y no entendía del todo lo que estaba sucediendo.

El sargento le dio una charola y le dijo que podía elegir lo que quisiera comer, Jimin tomó lo que más le llamo la atención y al final solo colocó el brazalete sobre un pequeño lector como le indicaron y una luz lo escaneo y al parecer así pagaba la comida.

Y con un poco de timidez, se sentó en una de las mesas junto al sargento, en silencio, observando el bullicio a su alrededor mientras trataba de pasar desapercibido.

En ese momento un rostro conocido apareció, el doctor Kim, siempre con su aire relajado y una sonrisa juguetona, se acercó a la mesa donde Jimin estaba sentado, con una bandeja de comida en la mano.

—Buenos días chicos— Saludo sonriente, su mirada fija en el sargento —¿Donde está tu guapo de hermano, mi vicecomandante? — canto con interés.

—Fue junto al comandante Jeon, a la misión de extracción de mineral — Contestó el sargento sonriendo.

—Es una pena — SeokJin suspiró — Quería ver sus adorables hoyuelos —

—Estarán aquí dentro de un mes, no se preocupe doctor Kim—Lo ánimo TaeHyung.

—Eso es mucho tiempo, ¿Verdad Jimin? — Murmuró— Espera… ¿Tu que haces en esta áre… —sus ojos inmediatamente posándose en el brazalete de Jimin.

—Vaya, Jimin, ese brazalete te queda bastante bien —comentó el doctor, con un tono cargado de insinuación—. ¿Te lo dio el comandante antes de irse? —

Jimin asintió, sin comprender por qué el doctor parecía tan interesado en el brazalete. —Sí, me lo prestó temporalmente, se lo devolveré cuando me den el mío —

Kim soltó una risa suave y se inclinó hacia él. —Claro, claro, se lo devolverás…

—Así es, como ya no puedo trabajar por comida, necesito tengo que encontrar un nuevo trabajo donde me paguen con dinero, y necesito el brazalete, tampoco tengo dónde quedarme, por eso el comandante Jeon me dejó estar en su casa — Explicó Jimin llevándose una cucharada a la boca.

Seokjin levantó una ceja —Es típico del comandante ser tan altruista y protector —

—También me dejó encargado de su seguridad —Murmuró TaeHyung compartiendo mirada con el doctor.

—Vaya, no a cualquiera le deja el sargento Kim como escolta personal, ¿sabes? — Comentó el doctor Kim.

Jimin parpadeó, confundido por la forma en que ellos hablaban —Supongo que es porque yo no soy militar, y tampoco conozco bien el complejo —

—Oh, seguro —dijo Kim, entrelazando los dedos y apoyando los codos en la mesa— Pero, vamos, Jimin, sabemos que hay algo más aquí, el comandante no deja a alguien tan bien cuidado solo por ser amable. ¿No te has dado cuenta de que te echó el ojo? —

Jimin lo miró con el ceño fruncido, claramente perdido. —¿Echado el ojo? No entiendo, él me dio el brazalete porque quiere ayudarme solamente—

El doctor Kim soltó una carcajada, divertida por la inocencia de Jimin. —Ay, chico, ¿de verdad no lo ves? El comandante te dejó protegido de una manera muy... personal. No cualquiera recibe esta clase de atención—

Jimin miró el brazalete y luego al sargento Kim, quien permanecía en silencio, atento como siempre y con una mirada divertida —¿Atención personal? —preguntó, aún sin comprender el doble sentido.

—Exacto —respondió Kim, con una sonrisa pícara—. Digamos que el comandante tiene un interés especial en ti. No solo te dejó este lindo brazalete, sino que además te puso al sargento Kim para que no te pierdas ni un segundo de su protección. Eso no lo hace por cualquiera—

Jimin seguía sin entender completamente. —¿Interés especial? Yo solo estoy aquí porque no tengo otro lugar a donde ir. Es parte de su trabajo, ayudar a los civiles ¿no? —

—Sí, claro, parte de su trabajo —Kim bajó la voz, casi en tono confidencial—. Pero también hay algo más, el comandante es conocido por ser implacable, pero contigo, bueno, digamos que su preocupación es algo más… afectuosa—

Jimin lo miró confundido. No entendía captaba el porqué de tanta insinuación —No veo qué tiene de afectuoso —

—Ah, Jimin… —el doctor Kim rió de nuevo y le dio una palmada en el brazo— Eres demasiado inocente para tu propio bien, no te preocupes, lo entenderás a medida que pase el tiempo. Solo te diré que no cualquiera tiene la suerte de estar bajo el ala del comandante, y menos con tanta atención—

Jimin miró de nuevo el brazalete, aún sin entender del todo lo que el doctor Kim quería insinuar.

—Bueno, disfruten su comida, ustedes dos. —Kim se levantó, con una sonrisa traviesa en los labios—. Y Jimin, no te preocupes demasiado por lo que dije. Lo irás entendiendo poco a poco—

Jimin asintió lentamente, pero mientras observaba al doctor alejarse, no podía dejar de preguntarse si había algo más detrás de esas palabras.

Pero, como siempre, las sutilezas humanas se le escapaban.

Hola mis amores aquí tenemos a Jimin más confundido que nunca, tal parece que la intenciones de nuestra comandante son totalmente distintas a la que piensan los demás.

¿Ustedes que creen?

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