
Capítulo 44
Mirando a ese precioso ser diminuto, Jungkook sentía su corazón inundado de amor y asombro; no podía apartar la vista de aquel rostro que, de alguna forma, parecía tanto a él y, al mismo tiempo, evocaba la esencia de Jimin.
Deseaba con todas sus fuerzas que Jimin estuviera ahí, que pudiera ver el tesoro que había dejado atrás, el milagro de su amor.
SeokJin nervioso, caminaba de un lado a otro por el laboratorio, lanzando miradas de asombro al bebé y tratando de entender cómo era posible todo lo que estaba pasando, ni siquiera el como científico encontraba una explicación logica.
Y tras unos momentos de reflexión, se volvió hacia Jungkook y, con voz suave pero decidida, le dijo—Necesito hacerle algunas pruebas al bebé, Jungkook—
Jungkook levantó la vista, sus ojos serios y protectores —¿Qué clase de pruebas? —preguntó, su tono dejando claro que no iba a permitir nada que pudiera poner en riesgo a su bebé.
—Primero, las de salud. Solo quiero asegurarme de que esté bien —dijo Seokjin, suavizando su voz—. Necesitamos saber cómo está, hacerle un estudio básico para un bebé recién nacido. Y… también quisiera comprender qué tan humano es. Es el primer bebé simbionte que nace, y, especialmente, entender por qué se parece tanto a ti si nació de un fragmento de Jimin—
Jungkook dudó. La idea de que el pequeño fuera sometido a cualquier clase de prueba lo incomodaba profundamente, apretó al bebé un poco más cerca de su pecho, con una expresión firme y desconfiada.
SeokJin se acercó y puso una mano en su hombro, mirándolo con seriedad—Te lo juro, Jeon, no pasará nada que pueda lastimarlo. Solo quiero entender… por mi vida, te prometo que nada le hará daño—
Jungkook miró a SeokJin en silencio durante unos segundos y, al final asintió lentamente.
En ese momento, la puerta del laboratorio se abrió, y Hoseok entró con los brazos cargados de cosas para un bebé, siguiendo la misteriosa instrucción le había dado Jungkook sin hacer preguntas, pero al ver al niño en sus brazos, sus ojos se abrieron con asombro y confusión.
—¿Comandante, que significa esto? —murmuró, buscando una explicación en el rostro de Jungkook, el bebé en sus brazos… era la viva imagen de él.
—Hoseok… él nació del fragmento de Jimin —explicó Jungkook, con voz suave y una emoción contenida que hizo que la voz le temblara.
El rostro de Hoseok se quedó en shock un momento, casi sin poder creerlo y sin dejar de mirar al niño, sintió sus propios ojos llenarse de lágrimas.
Lentamente, se acercó para observarlo mejor, como si temiera que el bebé fuera a desvanecerse. El pequeño abrió sus ojos oscuros y redondos, y cuando vio a Hoseok, le dedicó una sonrisa suave y cálida, cargada de esa inocencia que solo un bebé podía tener.
Hoseok sollozó, llevándose una mano al pecho, y en voz baja, con un nudo en la garganta, le susurró —Hola, pequeñito… soy el tío Hobi—
En ese instante, todos los sentimientos y recuerdos de Jimin parecieron llenar la sala. Era un momento de confusión y de lágrimas, pero también de algo más fuerte: esperanza y amor.
Mirando a Hoseok, luego a Seokjin y finalmente al bebé, Jungkook entendió, con un dolor suave pero constante, que Jimin, de alguna manera, había vuelto a él.
—Es precioso — Susurró Hoseok limpiándose las lágrimas —Hay que ponerle ropa darle de comer —
Jungkook asintió, aunque no tenía ni idea de que hacer con un bebé.
Hoseok se acercó al niño con una pequeña prenda y le explicó a Jungkook, de la manera más simple posible, cómo ponerle un pañal y luego como debía prepararle el biberón.
Para un comandante del ejército como Jungkook, que estaba más acostumbrado a cargar armas y a la dureza del campo de batalla, la idea de cambiar un pañal o preparar leche se sentía extrañamente intimidante, su expresión concentrada y ligeramente nerviosa hacía que Hoseok sonriera con un toque de nostalgia.
—Tranquilo, comandante Jeon. Tiene que doblarlo así —le mostró Hoseok el pañal pacientemente.
Jungkook intentaba imitarlo, pero se sentía torpe con sus grandes manos tratando de ajustarlo suavemente, Una vez que terminó, el bebé le sonrió y pataleó, como si aprobara el esfuerzo de su padre.
Jungkook suspiró aliviado y, con cuidado, cargó y le ofreció el biberón, El pequeño lo aceptó con gusto, y Jungkook no podía apartar los ojos de él mientras bebía, moviendo sus ojitos con curiosidad por el laboratorio, observando cada rincón, la ternura y la fragilidad del bebé lo envolvieron, y sintió un calor en el pecho que lo hizo sonreír.
—Parece ser un bebé muy tranquilo —comentó Hoseok, mirando al pequeño con ternura—Y sus reflejos y movimientos parecen mas agiles que los de un recién nacido —
En ese instante, Seokjin regresó con expresión asombrada. Se quedó un momento en silencio, como si no supiera por dónde empezar, y luego finalmente explicó —Jungkook, las pruebas salieron perfectas. Este bebé está en condiciones de salud óptimas… y, según los resultados, tiene los mismos genes de Jimin—
Jungkook asintió, con una ligera sonrisa en sus labios, pero entonces Seokjin continuó con un tono que mostraba la profundidad de su asombro.
—Y también tiene tus genes, Jungkook. —Respiró hondo, como si no pudiera asimilarlo del todo— Es tu hijo biológico—
La revelación hizo que Jungkook sintiera un temblor en sus manos, miró al pequeño, sorprendido, tratando de comprender lo que eso significaba. Su mente giraba en círculos, buscando una explicación lógica.
—¿Cómo… cómo es eso posible? —murmuró, casi incrédulo, sin apartar la mirada del bebé.
Seokjin hizo una pausa, y luego intentó explicarse a sí mismo también:
—No lo entiendo del todo. Esto parece ser una especie de reproducción por fragmentación, pero ese tipo de reproducción normalmente es asexual. Sin embargo… aquí están tus genes, mezclados con los de Jimin. —Sacudió la cabeza, claramente frustrado por no poder entenderlo— De alguna manera, él es genéticamente hijo de ambos—
En ese momento, Seokjin lanzó una mirada ligeramente pensativa hacia Jungkook, evaluando si debía preguntar —¿Llegaste a tener relaciones sexuales con Jimin? —
El rostro de Jungkook se puso de un rojo intenso, sintiéndose un poco avergonzado por la pregunta tan directa—Bueno… sí, pero usé protección—
Seokjin negó con la cabeza y suspiró, mientras le daba una mirada cargada de resignación—Jungkook, debes saber que al menos tres de cada diez condones que les proporcionan a los soldados están rotos a propósito. La humanidad necesitaba desesperadamente reproducirse, ¿recuerdas? —
Jungkook lo miró, sin saber como sentirse, y luego bajó la vista al bebé en sus brazos, era inesperado y, sin embargo, tenía sentido de una manera extraña y mágica. Este pequeño milagro era el último regalo de Jimin, una mezcla de ambos, una nueva vida que era la prueba del amor que compartieron.
Seokjin se frotó la sien, luchando por procesar la situación, y finalmente soltó una risa leve y algo nerviosa —Esto es una locura, Jungkook. Todo se sale de la lógica… pero considerando que Jimin no era un humano como nosotros, tiene sentido que su biología vaya más allá de nuestra comprensión. —Suspiró, entre incrédulo y fascinado—.Después de todo, él era un ser extraterrestre, y su naturaleza es mucho más compleja que cualquier cosa que hayamos estudiado—
Jungkook bajó la vista al bebé en sus brazos, susurrando con una mezcla de adoración y ternura —Es mi hijo…—
Seokjin asintió, su expresión suavizándose mientras veía la conexión entre Jungkook y el pequeño—Sí, Jungkook, es tu hijo—Hizo una pausa, pensativo— Si lo piensas, en el fondo, el universo mismo está lleno de paradojas y misterios. Como decía Carl Sagan, “somos polvo de estrellas”. Todas las formas de vida están hechas de lo mismo, partículas elementales que se formaron en las estrellas—
Seokjin miró al bebé, y luego a Jungkook, como si en ese momento estuviera viendo algo más profundo y fundamental que las pruebas científicas —Cada átomo en nuestros cuerpos, en este bebé, en ti, en mí… viene de antiguas estrellas que explotaron hace miles de millones de años. Todo en el universo está conectado, de alguna manera. Así que, si lo vemos desde ese punto, tiene cierto sentido que Jimin, aunque fuera un ser de otro mundo, compartiera una esencia contigo. Ambos forman parte de este cosmos… —dijo, con una sonrisa pensativa—. Tal vez Jimin simplemente hizo lo que ya estaba escrito en las estrellas—
Jungkook observó al bebé —Mi bebé viene de las estrellas, como su padre—
—Es raro que un científico diga algo así, pero este pequeño es un verdadero milagro— Seokjin asintió, ahora con un brillo especial en los ojos, como si estuviera a punto de explorar una teoría aún más profunda —Si miramos desde una perspectiva más espiritual… —dijo en un tono suave—, podríamos pensar que todo esto es obra de algo más grande. Llámalo destino, o quizás, los designios de los dioses. Muchas culturas creen que los dioses son quienes crean y entrelazan los destinos de todos, y que de una forma u otra estamos conectados, ya sea por medio de ellos o de una energía superior—
Jungkook suspiro, su corazón invadido por una mezcla de gratitud y un amor tan inmenso que casi le resultaba abrumador.
—Entonces, este pequeño… —susurró— es un milagro, ya sea por los dioses, por las estrellas, o por el universo mismo—
Seokjin sonrió, colocando una mano en el hombro de Jungkook—De cualquier forma, su existencia tiene un propósito, Jungkook. Este bebé es la prueba de que todos en el universo estamos conectados—
Hoseok los miró con asombro y preocupación—¿Qué hará ahora, comandante Jeon? Tiene un cargo importante en el ejército, y ser padre… —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—Ser padre es una gran responsabilidad, tiene un hijo, suyo y de Jimin. Este pequeñito depende de usted—
Jungkook bajó la mirada hacia el bebé en sus brazos. Sus ojos reflejaban una ternura que no se había visto en él en mucho tiempo. Acarició con suavidad la pequeña mejilla del bebé, y al sentir el calor en sus manos, se dio cuenta de algo que había estado buscando por tanto tiempo sin saberlo: un propósito claro.
Suspiró profundamente y miró a Hoseok, sus ojos llenos de determinación —Sé lo que quiero hacer. No tengo dudas —Su voz era firme, sin un atisbo de duda—. Voy a criar a este pequeño, protegerlo y darle el mundo que Jimin y yo soñamos juntos. No puedo cambiar lo que pasó, pero puedo asegurarme de que este niño crezca en un lugar seguro, lleno de amor. Jimin me dejó lo más valioso que podía darme, y voy a honrar ese regalo—
Hoseok sonrió, conmovido, mientras asentía —Sabe que no estarás solo en esto, comandante. Tiene a los chicos. Cuenta con nosotros—
Jungkook le devolvió la sonrisa, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que su camino estaba claro. Tenía un hijo que proteger, una misión que cumplir… y, sobre todo, un motivo para seguir adelante.
💫
Cuando Jungkook llegó a la oficina del Comandante Supremo al día seguiente, todo el peso de lo que iba a decir le revolvía el pecho.
La puerta se cerró detrás de él con un chasquido final, y ahí estaba su padre, Jeon Gongyoo, concentrado en sus reportes, como siempre. Parecía inmerso en su propio mundo.
Gongyoo levantó la vista, y su mirada era tan impasible y distante como de costumbre, con esa frialdad que siempre lo había hecho sentir más subordinado que hijo, pero Jungkook notó una breve sombra de curiosidad en sus ojos, tal vez una señal de que el Comandante se daba cuenta de que algo fuera de lo común estaba ocurriendo.
—¿Qué te trae por aquí, comandante Jeon? —preguntó Gongyoo en tono firme, más una orden que una pregunta—. ¿Algún informe nuevo? —
Jungkook respiró hondo. En ese instante, todas las palabras que había preparado parecían detenerse en su garganta, pero no podía retroceder. Cerró los ojos un segundo, dejando que el recuerdo de Jimin le diera fuerzas.
—No… no estoy aquí como comandante —dijo finalmente, sintiendo el peso de esas palabras en el aire—. Estoy aquí como tu hijo, padre—
Ese “padre” dejó a Gongyoo en silencio. Era la primera vez en tantos años que Jungkook usaba esa palabra, y el Comandante Supremo se quedó mirándolo, con los ojos sorprendidos, como si apenas reconociera al hombre frente a él.
—He dedicado toda mi vida al ejército. Desde los 8 años, hice todo lo que se me pidió —la voz de Jungkook tembló— Jimin mi esposo… él fue quien salvó a la humanidad. Dio su vida para darnos la paz que hoy tenemos, lo perdí—
Gongyoo sostuvo la mirada, sin interrumpir. Hubo un destello de algo en sus ojos, quizás un de pizca de comprensión. Él también había visto la devastación de Jungkook después de la perdida de Jimin, cómo había vuelto a las filas, cumpliendo sus deberes sin jamás mostrar una grieta, sin jamás hablar de lo que había perdido.
Jungkook respiró hondo —Hoy vengo a pedirte algo…—dijo, su voz volviéndose un susurro decidido— Quiero mi baja del ejército. Quiero… una vida tranquila—
Gongyoo frunció el ceño, asimilando esas palabras, como si fueran inconcebibles —¿Razón? —preguntó, como si estuviera lidiando con un subordinado— Eres uno de los activos más valiosos que tenemos, no solo para el ejército, sino para toda la humanidad—
Jungkook asintió, como si también fuera un hecho innegable para él mismo. Pero ahora, por primera vez, había algo que significaba aún más—Tengo un hijo ahora, es lo unico que me queda, quiero cuidarlo, ser un padre presente y criarlo con tranquilidad y amor, se que no es lo que tú quisieras, pero jamas he estado interesado en gobernar, y nunca te he pedido nada papá, ¿Podrías ayudarme?—
Gongyoo se quedó en silencio, observándolo con una mezcla de sorpresa e incredulidad, y algo más difícil de leer, no hizo ninguna pregunta sobre el origen del niño, Tal vez, aunque fuera solo por un segundo, lograba ver a su propio hijo en lugar de su comandante, ver el dolor y el amor que lo habían impulsado a tomar esta decisión.
Tras un largo momento, Gongyoo asintió, aunque su expresión no era menos rígida—Bien —dijo finalmente, su tono más suave, aunque aún cargado de autoridad— Tendrás tu baja… con una condición—
Jungkook lo miró sin pestañear, listo para cualquier cosa.
—Si algo pone en riesgo esta paz, regresarás a tu puesto. No importa cuándo, ni en qué situación estés—
Jungkook asintió, comprendiendo que, si ese día llegara, no dudaría en proteger lo que amaba. Por primera vez, sintió que había encontrado su verdadera misión, una que iba más allá del deber militar.
—Entiendo —murmuró—. Haré todo lo que sea necesario—
Se dio la vuelta, dejando atrás la frialdad de esa oficina, la vida que conocía, y todo lo que había sido hasta ese momento. Había ganado una nueva razón para vivir, un nuevo propósito, y con el recuerdo de Jimin en su corazón, Jungkook estaba decidido a construir una vida donde el sacrificio de su esposo tuviera sentido.
🌟
Jungkook, antes de poner en marcha sus planes para una vida nueva, decidió que era el momento de informar a su escuadrón su decisión de dejar Cerbero.
Después de tantos años siendo una figura de autoridad en el ejército, su partida iba a ser un cambio importante, no solo para él, sino también para aquellos que habían estado a su lado bajo su mando, a los chicos, a Hoseok, Seokjin en una sala privada de la base, y con su hijo en brazos, comenzó a hablar.
—Quiero que sepan esto, antes de que se haga oficial —dijo con una voz firme pero con un matiz de tristeza—. Voy a dejar Cerbero y será definitivo. Mi baja del ejército está por llegar—
Namjoon lo miró con una mezcla de respeto y sorpresa, percibiendo la solemnidad en la mirada de Jungkook.
—Namjoon, confío plenamente en ti —le dijo Jungkook, su voz firme pero llena de sinceridad— Sé que serás un gran líder, uno que este mundo necesita. A partir de ahora, tú serás el nuevo comandante de Cerbero—
Namjoon asintió, intentando procesar lo que significaba aquel traspaso de poder, esto lo ponía en la línea de sucesión a comandante supremo, tragó grueso.
Jungkook se volvió hacia Taehyung, quien lo miraba con los ojos llenos de emoción—TaeHyung, tú serás el vicecomandante. He visto tu valor y tu compromiso—
—Haré lo mejor, Comandante—le respondió Taehyung, visiblemente conmovido.
Luego, Jungkook miró al resto de su equipo, su familia en el campo de batalla. Soobin, Changbin, Hyunjin y Félix, que lo miraban con ojos firmes y decididos.
—Gracias a cada uno —dijo, su voz ahora más suave, casi cargada de nostalgia—Sin ustedes, no habría llegado hasta aquí. La seguridad del mundo no podría estar en mejores manos. Confío en ustedes, y sé que lo que sea que pase en el futuro, este equipo será el pilar que mantendrá la paz—
—Gracias a usted por darnos un propósito para vivir— Murmuro Félix sus ojos acuosos.
Todos asintieron ocultando una mezcla de emoción y tristeza. Sabían que estaban diciendo adiós a su comandante, pero también entendían que Jungkook había hallado algo más importante que el deber.
Jungkook sonrió y exclamó —¡Somos Cerbero, guardianes eternos…
...Nosotros caemos, pero la humanidad prevalece!— Terminaron todos al unísono.
💫
Después de que la noticia fuera oficial y el comandante Jeon fuera dado de baja con honores, no hubo preguntas, no hubo oposición, todo fue manejado con un protocolo estricto y Jungkook suponía que su padre habría sabido manejar la situación y apaciguar al consejo, después de todo se lo debía.
Entonces empezó su entrenamiento.
Uno único y especial, su entrenamiento como papá, aprendió a cambiar pañales en tiempo récord, a preparar el biberón, bañarlo, y dormirlo aunque le daba un poco de miedo dormir con el bebé, no quería aplastarlo.
Después de un mes de prácticas,
era todo un experto, además el bebé ponía de su parte, por eso decidió salir a dar un paseo, era hora de pensar en donde iniciaría su nueva vida junto a su pequeño.
Jungkook se adentró en el bosque con todo lo necesario para el cuidado del bebé, buscando ese claro donde había compartido sus momentos más preciados con Jimin. El pequeño en sus brazos apenas se movía, sus ojos grandes y curiosos miraban todo a su alrededor, como si ya supiera que este lugar era especial.
Al llegar al claro, se detuvo, observando el cielo abierto que dejaba entrar la luz del sol de manera tan suave que parecía acariciar todo a su paso. Inhaló profundamente, sintiendo el aroma fresco del bosque, y sintió una especie de paz que hacía mucho no experimentaba.
Organizó una manta con sus cosas e hijo en el porta bebés, y sacó el biberón. Mientras el bebé se alimentaba, Jungkook le acariciaba la cabecita con ternura, sintiendo cómo el amor se le desbordaba en el pecho.
—¿Sabes? A tu papi le encantaba este lugar —murmuró en voz baja— Aquí, decidimos estar juntos —
Su mente comenzó a proyectar un futuro en ese mismo lugar —Podríamos construir una cabaña aquí, hacer un huerto, plantar el manzano que tu papi quería —hizo una pausa, sonriendo al imaginar el árbol lleno de frutos, con su hijo correteando bajo las ramas—. También voy a poner paneles solares, para que tengas luz en la noche y puedas leer cuando seas más grande. Y una cerca, para que estemos seguros, para que nada te haga daño—
El bebé lo miraba mientras tomaba su biberón, y Jungkook sintió que, de alguna manera, esa mirada le daba fuerzas y lo llenaba de esperanza.
—Te prometo que aquí estarás a salvo —susurró, con la voz un poco rota—. Y cuando seas más grande, construiremos una casa en el árbol, o un patio de juegos… todo lo que desees —
Este rincón del bosque, lejos del ruido y el dolor del pasado, sería donde él y su hijo construirían su hogar.
Mientras su pequeño se terminaba el biberón, Jungkook sintió que su brazalete se activaba, y en la pantalla holográfica apareció una señal que le hizo fruncir el ceño.
Al ver de qué se trataba, su corazón se detuvo un instante. La señal era baja pero provenía de otro brazalete, el compañero de este… el de Jimin.
Por un momento, se quedó congelado, tratando de procesar lo que estaba viendo. Pero entonces, la posibilidad de que aquello fuera real lo hizo reaccionar.
Con el corazón latiendo tan fuerte que casi dolía, aseguró al niño en el porta bebés, sus manos temblorosas al ajustarlo con cuidado. Miró la pantalla y, con pasos rápidos, comenzó a seguir la señal.
El rastreo lo guió a través del bosque, cruzando un pequeño arroyo hasta una pradera cubierta de flores azules que parecían brillar bajo el sol.
Cuando se acercó con el bebé, las enredaderas de un arbusto, que estaban enredadas como si formaran un capullo protector, de inmediato empezaron a abrirse.
Y justo allí en medio de todo una esfera brillaba suavemente, similar a la que había traído a su bebé al mundo.
Jungkook sintió cómo su corazón volvía a latir con fuerza, sus respiraciones entrecortadas mientras trataba de comprender el milagro que tenía frente a él.
De repente, el cuerpo del bebé comenzó a emitir una suave luz. Antes de que pudiera reaccionar, el pequeño se transformó en una motita de algodón brillante que revoloteó hacia la esfera y se posó sobre ella.
Jungkook observó, su alma atrapada entre la incredulidad y la esperanza, mientras una luz blanca y brillante envolvía la esfera, iluminando el bosque. Era una mezcla de destellos que parecían formar un halo protector, hasta que finalmente la luz se fue suavizando, revelando algo en su interior.
Ante sus ojos, un milagro se hizo realidad. Allí, en el centro de las suaves enredaderas, estaba Jimin, su expresión pacífica, su piel luminosa como siempre la había recordado, sus ojos hermosos, llenos de confusión y curiosidad.
Y junto a él, su bebé, ahora vuelto a su forma humana, sonreía con la misma alegría inocente de antes, tocando suavemente la mano de su papá como si supiera que aquel era el lugar al que pertenecía.
¿Esto era real?, ¿O estaba soñando?
Jungkook cayó de rodillas, sin poder creerlo, no había explicación, para esto, para todo lo que sentía, incapaz de contener las lágrimas, observando el milagro de tener a su amor y a su hijo juntos, toda la tristeza, el vacío, y el dolor que había sentido parecían desvanecerse en aquel momento.
Se llevó una mano al pecho, sintiendo cómo su corazón, destrozado tantas veces, comenzaba a sanar al ver aquella escena que solo en sus sueños había estado.
—Jimin… —murmuró entre lágrimas, la voz quebrada, sin poder contener el torrente de emociones. Sentía que su vida, que había sido arrebatada, se le devolvía de una forma tan pura que apenas podía creer que fuera real.
—Jungkook…— Jimin parpadeó lentamente, como si apenas se acostumbrara a la luz, su mirada estaba llena de una mezcla de ternura e inocencia.
—Bienvenido a casa, mi amor —susurró Jungkook con sus ojos llenos de lágrimas acercándose para tomar la mano de su amado y a su bebé, en ese claro en el bosque, su familia había encontrado el camino de regreso, unida en el milagro de un amor inmortal.
Hola mis amores, Aquí estoy de vuelta, junto con nuestra motita ☁️ 💫
¿A poco creyeron que yo su escritora corazón de pollo sería capaz de no traerlo de vuelta?
Todos mis movimientos estaban fríamente calculados, y no contaban con mi astucia, jajaja.
Los amo espero les haya gustado, está de más decir que estos son los capitulos finales, ya estamos por despedirnos de esta historia.
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