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Capítulo 42

Mientras Seokjin lo guiaba al interior del edificio, Jungkook caminaba como un fantasma, vacío y en shock. Su cuerpo avanzaba por pura inercia, pero su mente estaba atrapada en un limbo oscuro. Sentía el peso del mundo aplastándolo, el dolor abrumador de haber perdido a la persona que amaba más que a su propia vida.

A su alrededor, soldados y personal pasaban de un lado a otro, aturdidos, con miradas de incredulidad y respeto al verlo. Pero Jungkook apenas registraba sus rostros, todo era un borrón de voces y figuras sin forma.

Seokjin le hablaba en voz baja, tratando de transmitirle palabras de consuelo, pero las palabras rebotaban en su mente sin encontrar un lugar donde asentarse. Todo se sentía distante y borroso, como si estuviera atrapado detrás de un velo de cristal empañado por el dolor.

Fue entonces cuando un soldado se acercó, con el rostro pálido, y le entregó a Seokjin un monitor portátil. La imagen en la pantalla mostró la atmósfera del planeta desde el espacio, cubierta por una luz suave y envolvente, era la energía de Jimin, expandiéndose, como un manto protector tocando cada rincón del Tierra y disipando la infección en su totalidad.

—Jungkook… él… él salvó a todos –dijo Seokjin, sosteniendo un monitor portátil donde aparecían las imágenes satelitales de la Tierra.

Jungkook miró la pantalla en silencio, sus ojos vacíos, como si la imagen ante él fuera un sueño o una pesadilla que no terminaba.

—Todo está… cubierto… por él… —Seokjin murmuró, intentando contener las lágrimas— Lo logró, Jungkook. Jimin… nos salvó a todos—

Pero Jungkook no respondía. Sus ojos seguían fijos en la pantalla, observando cómo la luz de Jimin se expandía y cubría cada pedazo de tierra, cada ciudad, cada bosque, y cada pedacito del mundo que él había conocido. Un nudo de dolor se apretó en su garganta.

El peso de la realidad se derramaba sobre él como un alud, y sus ojos se llenaron de lágrimas al comprender finalmente lo que esa luz significaba. Jimin se había ido. Su Jimin, su amado, había entregado todo de sí para salvar a la humanidad.

Las lágrimas brotaron descontroladas, y sus manos temblorosas se llevaron al rostro, como si de alguna forma pudiera contener el dolor desgarrador que lo consumía. Cada respiración era un puñal en su pecho, cada sollozo era un grito ahogado que salía de su alma herida.

—¡No… no es justo! —gimió entre lágrimas, su voz rota— ¡Jimin, no… no me dejes! —

Era como si el mundo entero celebrara la vida mientras él se ahogaba en la muerte de su amor.

Jungkook, todavía temblando, llevó una mano al brazalete en su muñeca, el mismo que alguna vez había usado para rastrear a Jimin cuando estaba en peligro.

Con un rayo de esperanza desesperada, activó el dispositivo y esperó, sus ojos fijos en la pantalla, rogando que surgiera alguna señal… algo, cualquier cosa que le indicara que Jimin estaba ahí, en algún lugar.

Pero nada apareció. Ningún signo vital, ninguna ubicación. Solo silencio.

—No… no puede ser —susurró con la voz rota— Él tiene que estar… en algún lado—

Seokjin, de pie junto a él, miró a Jungkook con el corazón destrozado. Las lágrimas caían por su propio rostro, y al ver la desesperación de su amigo, apenas podía mantener la compostura.

—Seokjin... ¿crees que pudo haber sobrevivido? —preguntó Jungkook, su voz temblando mientras levantaba los ojos hacia él con la poca esperanza que le quedaba.

Seokjin bajó la mirada, incapaz de responder, su cubrir 300 kilómetros a la redonda había dejado a Jimin con sus órganos afectados y en coma por una semana, cubrir toda la superficie del planeta… Sus labios temblaron, y las lágrimas llenaron sus ojos con una tristeza que lo consumía.

Desesperado, Jungkook abrió su mano para mostrarle el pequeño fragmento, ese hilillo que había quedado de Jimin, el mismo que había sostenido con tanto cuidado. Lo extendió hacia Seokjin, como si fuera el último resquicio de esperanza.

— ¿Y... y si podemos traerlo de vuelta con esto? —preguntó, con los ojos suplicantes —¿Es posible? —

Seokjin miró el diminuto fragmento en la palma de Jungkook, y cuando estiró la mano para tocarlo, algo increíble sucedió.

Al entrar en contacto con el fragmento, este comenzó a enrollarse rápidamente en sí mismo, transformándose en una pequeña motita de hilo brillante.

Luego, como si respondiera a algún llamado desconocido, una luz suave emanó del hilo, y de pronto, una capa transparente lo cubrió, formando una pequeña esfera protectora.

Ambos quedaron en silencio, observando la esfera que ahora albergaba el fragmento de Jimin. Era transparente, pero al mismo tiempo, la luz impedía ver lo que realmente había en su interior, como si escondiera un secreto.

Seokjin apenas podía hablar, pero entre susurros, murmuró — Parece... parece que quiere protegerse... como si aún tuviera algo que decirnos—

Jungkook miró la pequeña esfera en su mano, su corazón latiendo con fuerza. Una chispa de esperanza renacía en su interior. No entendía qué era esa esfera o cómo había sucedido, pero en su pecho comenzó a formarse la sensación de que Jimin no se había ido del todo.

—Haré todo lo posible por investigar —le aseguró Seokjin, su voz llena de preocupación—. Veré si podemos entender qué es esta muestra… qué significa—

Jungkook asintió sin mirarlo, con la vista clavada en la pequeña esfera que contenía el fragmento de Jimin.

                             💫

Desde ese momento, dejó de lado casi todas sus responsabilidades como comandante, obsesionándose con la diminuta luz que brillaba, esa era su única conexión con Jimin.

Sin embargo, después de aquel día, el tiempo comenzó a deslizarse con una lentitud dolorosa. Dos días después, los equipos científicos intentaron analizar la muestra, pero descubrieron que era impenetrable, protegida por esa esfera que parecía de cristal transparente pero imposible de abrir o investigar.

A la semana, el fragmento permanecía igual, sin señales de actividad, aunque emitía una leve luminosidad que aumentaba cuando Jungkook estaba cerca, como si reconociera su presencia.

Jungkook vivía atrapado en una pesadilla interminable, con la mente dividida entre el dolor de perder a Jimin y la desesperación por mantener la esperanza. Cada día, sus pensamientos regresaban a aquel último momento en que lo vio transformarse, y el pequeño fragmento que estaba en la esfera.

Mientras tanto, el resto del escuadrón y el comandante supremo trabajaban incansablemente para restaurar el orden. Los soldados se encargaban de rescatar a los sobrevivientes, limpiar las calles y deshacerse de los restos de infectados petrificados que se apilaban como un recordatorio del horror reciente.

Aunque el mundo estaba finalmente libre de la infección, el miedo latente y la inseguridad persistían, como sombras que se negaban a disiparse.

Los días se transformaron en semanas, y Jungkook se sumió en su tristeza. Su mundo, ahora vacío, giraba solo alrededor de aquella esfera en sus manos, como si aferrarse a ella fuera su última conexión con Jimin. Apenas y leia los informes de las operaciones para restaurar el orden en el planeta; su único interés era el fragmento, la pequeña prueba de que Jimin alguna vez había existido.

—Seokjin, necesito resultados –le exigió una tarde, su voz baja y apagada, pero cargada de una angustia desesperada. —No puedo seguir esperando—

Seokjin se mordió los labios, tratando de mantenerse firme —Jungkook… nada parece funcionar esa esfera que protege al fragmento… es impenetrable. No podemos cortarlo, no podemos analizarlo, y no puedo ver a través de la esfera. Estoy haciendo todo lo que puedo—

—Pero no es suficiente —respondió Jungkook con un tono seco, aunque el dolor en su mirada delataba que no era enojo, sino la desesperación de alguien que ya no sabe cómo sobrellevar la pérdida.

Apenas dormía o comía, las semanas transcurrieron sin cambios, y Jungkook se hundió aún más en su duelo. Cada noche, con las manos temblorosas y los ojos agotados, activaba su brazalete y esperaba, como si el sonido familiar de Jimin pudiera salir de algún rincón de la oscuridad. Pero siempre había solo silencio.

Su imponente presencia, la fuerza y confianza que siempre lo habían definido, se fueron desvaneciendo, dejando a un hombre vulnerable y quebrado. Sus ojos, que alguna vez miraban con firmeza y determinación, ahora solo reflejaban tristeza y frustración.

Seokjin, observándolo día tras día, comenzó a preocuparse profundamente por su amigo. Jungkook solo a veces probaba bocado, sus noches eran desveladas y sus días vacíos. Su existencia giraba en torno a esa pequeña esfera, como si su vida dependiera de ella.

—Jungkook, necesitas descansar –le dijo Seokjin una noche, tocándole el hombro suavemente —No puedes seguir así. Jimin no querría verte destruido de esta forma—

Pero Jungkook apenas reaccionó. Su mirada seguía fija en el pequeño fragmento, los ojos cargados de dolor y amor. Tocó la superficie de la esfera con los dedos, como si esperara que el simple contacto pudiera traerlo de vuelta.

—No sé qué hacer, Seokjin —murmuró finalmente, su voz apenas un susurro— Siento que... si dejo de intentarlo, lo perderé para siempre.

Seokjin lo miró con una tristeza profunda, sabiendo que no tenía respuestas— No sé cómo, Jungkook, pero te prometo que no descansaré hasta encontrar una forma de ayudarte—

La pequeña esfera en las manos de Jungkook brillaba con una luz cálida, como si respondiera a sus sentimientos.

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Mientras el planeta comenzaba a sanar lentamente, la gente intentaba reconstruir sus vidas, pero el temor persistía como una sombra. Sin la amenaza inmediata de los infectados, el caos continuaba por la incertidumbre que dejó la catástrofe. Muchas ciudades y pueblos estaban en ruinas, las calles llenas de cuerpos petrificados de antiguos infectados.

 La desconfianza y el miedo impregnaban cada rincón; nadie sabía si la paz duraría o si algún remanente del enemigo acechaba en las sombras.

Namjoon, como vicecomandante, tomó el control de las operaciones de la base Cerbero. Dirigía los esfuerzos de rescate, organizaba a los soldados y coordinaba los trabajos de limpieza y reconstrucción. Sin embargo, la ausencia de Jungkook, quien se había apartado casi por completo de sus funciones, dejaba un vacío que se hacía cada vez más evidente.

A pesar de la necesidad urgente de un liderazgo fuerte, nadie se atrevía a exigirle su regreso. Todos sabían que el comandante Jeon estaba destrozado. Había perdido a su esposo, quien se sacrificó por salvar el mundo, y cada uno de sus compañeros respetaba el dolor profundo que cargaba.

Incluso el comandante supremo, su propio padre, se abstuvo de imponerle órdenes, aunque su relación  había fría y distante estuviera más fracturada que nunca.

Ese día el comandante supremo se acercó al laboratorio y se quedó en la puerta, observando a Jungkook desde lejos. Verlo demacrado, con la mirada perdida, le arrancó un suspiro. Apretó los puños, incapaz de dar un paso más hacia su hijo o decirle lo que venía a decir.

Seokjin notó su presencia y se acercó, inclinando la cabeza en señal de respeto— ¿Qué lo trae por aquí, comandante? —preguntó con calma.

—La situación está desmoronándose allá afuera, doctor Kim, la gente sigue temerosa, a pesar de que ya no hay infectados. Las pérdidas son demasiado grandes, y nuestro personal militar no da abasto —respondió, sus palabras llenas de frustración—  Pero Jeon, no parece estar en condiciones para liderar ahora—

Con una última mirada hacia Jungkook, quien estaba inmóvil, el comandante supremo asintió y se marchó en silencio.

Cuando Seokjin regresó al laboratorio, observó a Jungkook,  parecía atrapado en su propio mundo, los ojos fijos en la esfera a la que le había creado una caja de cristal.

Seokjin respiró hondo, sabiendo que necesitaba decirle la verdad. Se acercó y, con una firmeza poco usual, le habló con claridad —Jungkook, escucha. Debes levantarte de aquí— dijo, su voz cargada de urgencia— Jimin dio su vida por la humanidad, y ahora la humanidad se está desmoronando sin los infectados, por puro miedo. Allá afuera, la gente necesita esperanza, necesita saber que alguien está velando por ellos—

Jungkook lo miró, aún con los ojos enrojecidos por el llanto, pero su expresión era de incredulidad y agotamiento.

— ¿Esperanza? —murmuró— ¿Cómo puedo hablarles de esperanza cuando he perdido a Jimin? Cuando él ya no está…—

Seokjin se inclinó, sin apartar la mirada de él—Antes de conocer a Jimin ya eras el comandante Jeon Jungkook del escuadrón cerbero, un hombre respetado y admirable, que no daba su brazo a torcer cuando se trataba de proteger la humanidad —

—Antes de saber lo que la humanidad le había hecho…— Susurró.

—Lo sé, y te entiendo, yo mismo estoy esperando el momento para sacar la verdad a luz, para algo así no vuela  a suceder—SeokJin suspiró— Jimin confiaba en ti. Creía en que podrías cambiar este mundo, hacer de los humanos algo mejor. Ese fue su último acto de fe, y ahora tú estás aquí, hundido en tu dolor. Si no sales a luchar por lo que él creía, su sacrificio habrá sido en vano—

— Seokjin… —Susurró Jungkook, su voz quebrada— Esta muestra es lo único que me queda de él—

—Entiendo. Pero te juro que cuidaré esa muestra, tendrá una cámara todo el tiempo y la podrás monitorear tu mismo—prometió Seokjin, colocando una mano sobre el hombro de Jungkook — Lo que deba suceder, sucederá. Quizá Jimin te dejó esto como su última muestra de amor, para que nunca olvides que una parte de él siempre estará contigo. Pero tu deber, Jungkook, tu deber hacia la humanidad y hacia él es claro: debes intentar hacer de este mundo un maldito lugar mejor—

Jungkook cerró los ojos, luchando contra las lágrimas. Las palabras de Seokjin calaron profundo en su corazón roto. Jimin había confiado en él, había sacrificado todo para que la humanidad tuviera una segunda oportunidad, y él sabía que no podía ignorar ese acto.

Respiró hondo, sintiendo el peso de la decisión que estaba tomando. Lentamente, apartó la mirada de la esfera, permitiendo que Seokjin la guardara con cuidado. Aquella promesa de cuidar el último fragmento de Jimin le daba un atisbo de paz, un recordatorio de que no estaba completamente solo.

Finalmente, con la mirada decidida, Jungkook se puso en pie, por Jimin, por su escuadrón, debía volver a ser el comandante Jeon.

Mis amores estoy aquí de vuelta, duele escribir a mi maravilloso comandante tan triste 😢

Tardé un poco porque he estado ocupada mañana es mi cumpleaños y aún no termino de hacer todo, escribí un poco a la carrera, espero les haya gustado el capítulo, nos leemos pronto,

Nos leemos ❤️

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