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Capítulo 3

El suelo estaba manchado con charcos de sangre por todos lados, cuerpos destrozados y los buitres empezaban a llegar, el escenario era escalofríante ante los ojos de cualquier ser humano.

Aunque no para el escuadrón “Cerbero” , esto era el pan de cada día, para ellos.

El comandante Jeon Jungkook avanzaba entre los escombros y los restos del campo de batalla, cada paso firme resonaba sobre el terreno devastado. Su figura imponente dominaba el paisaje, vestido con un uniforme negro especial para luchar contra los infectados ceñido a su formidable figura, y la famosa insignia plateada de cerbero en el lado izquierdo de su pecho, sobre su corazón.

Esta insignia, de un lobo de tres cabezas, era el símbolo de su unidad, y del terror que representaban, un recordatorio constante de que Jeon Jungkook y su escuadrón, no eran simples soldados, eran los guardianes de la puertas del infierno, si un infectado se cruzaba en su camino, el disparo era seguro a su cabeza, en el mundo que ellos protegían no había espacio para la compasión ni benevolencia, solo la supervivencia era la prioridad.

El rostro del comandante Jeon era una máscara de acero, sin una pizca de emoción, como si el horror que lo rodeaba no le afectara en lo más mínimo. Sus ojos, fríos y calculadores, recorrían el campo con una precisión letal, midiendo cada rincón, cada sombra, buscando señales de infectados. No había duda en su mirada; solo una calma aterradora.

Los soldados a su alrededor lo seguían con un respeto silencioso, casi reverencial. No era necesario que el comandante Jeon levantara la voz, su presencia por sí sola bastaba para mantener a sus subordinados en línea.

Nadie osaba cuestionar sus órdenes, ni siquiera vacilar ante ellas. Sabían que el comandante era una fuerza imparable, dispuesto a hacer lo necesario para eliminar la amenaza.

A pesar de su impopular forma de ser, Jeon Jungkook era la encarnación de la esperanza para los sobrevivientes, y por supuesto el terror para los infectados.

—Comandante, ¿Qué cree que ocurrió en este lugar? — Preguntó Kim Namjoon, su vice comandante.

El segundo al mando del escuadrón Cerebro, un hombre alto de piel morena, y con un personalidad calmada.

Jeon apretó sus labios en una línea mirando a su alrededor, los cuerpos de los infectados casi petrificados, totalmente rígidos como si los hubiera rociado con nitrógeno líquido y con cualquier toque pudieran desmoronarse hasta hacerse polvo.

—No lo sé — Contestó de forma neutra, su oscuros ojos analizando parecían un poco desconcertados.

El silencio se hizo aún más sepulcral, había muy pocas cosas que el comandante Jeon no pudiera explicar, sobre todo cuando se trataba de simbiontes e infectados.

—Es demasiado extraño, ni siquiera el karhozanium, que usamos en nuestras balas hace algo como esto — Comunicó Changbin el especialista en municiones.

—Pero es bueno ¿No? — Preguntó Kim TaeHyung, hermano menor de Namjoon y el sargento del pelotón —No encontramos un solo infectado vivo como mínimo tres kilómetros a la redonda, todo están así carbonizados —

—Podría ser bueno, si supiéramos que tipo de arma es la que logro algo como esto —Murmuro Namjoon.

—Acordonen el área, pelotón 2 al este, pelotón 3 al sur, pelotón 1 divídanse, norte  y oeste, francotiradores en posición, cualquier cosa fuera de lo común puede ser importante — Dijo el comandante Jeon.

Todos hicieron un saludo militar antes de empezar a dispersarse en perfecto orden.

—Comandante, tenemos un problema en el remolque, cambio— Le informó Choi Soobin, el encargado de las comunicaciones.

—¿Qué sucede? — Preguntó Jeon frunciendo el ceño.

—El doctor Kim quiere dejar la zona segura, dice que el debe tomar muestras por si mismo— Comunicó el soldado.

Jeon apretó los dientes, de las pocas personas que podian sacarlos de quicio uno de ellos era Kim Seokjin, un científico inteligente que aportaba mucho a la humanidad, pero también era un testarudo sin remedio.

—Namjoon, tu y TaeHyung regresen a los remolques, y acompañen al doctor Kim que haga lo que tenga que hacer — Murmuró entre dientes — No puede sucederle nada —

—Si señor, —ambos tomaron su camino de vuelta.

 Jeon se movía con cautela entre los escombros, el silencio de la ciudad devastada solo era interrumpido por el viento que arrastraba polvo y olor a sangre seca, mientras avanzaba, aunque no hubiera signos de infectados cerca, no podían bajar la guardia.

Aún no podía creer que el encargado de la “ciudadela E” hubiera tomado una decisión tan incompetente, enviar a un escuadrón completo junto a civiles a recolectar karhozanium, sin haber explorado bien el área, esto había sido una maldita masacre.

En ese instante algo a su izquierda se movió, Jeon desenfundó su arma de ultima generación, balas de karhozanium reforzadas, su mirada afilada fue al movimiento que vio dentro de unos de los edificios en ruinas.

Podía escuchar los pasos presurosos, algo venía en su dirección, apuntó sin dudar esperando ver la creatura, pero lo que salió de allí fue algo que nunca imaginó.

Un chico de piel pálida, cabello rubio dorado, un poco rizado y algo despeinado, con su ropa hecha un desastre corría en su hacía el como si su vida dependiera de ellos, aunque en realidad si lo hacia, tropezando entre los escombros, seguido de cerca por un infectado.

 Demasiado cerca.

—¡Mierda! —murmuró, mientras ajustaba su arma y apuntaba con precisión.

El disparo fue certero. El infectado cayó con un sonido sordo, y el joven se desplomó de rodillas, respirando con dificultad.

El comandante corrió hacia él, con su arma preparada para disparar. Cuando llegó a su lado, el joven alzó la mirada. Tenía los ojos vidriosos y su cuerpo temblaba de agotamiento y miedo.

—Identifícate  —Ordenó el comandante con voz firme, aunque internamente ya comenzaba a sospechar lo peor.

El chico, sin embargo, no respondió. Apenas logró ponerse de pie, tambaleándose, y antes de que Jeon pudiera decir algo más, lo vio perder el equilibrio.

—¡Identifícate! —ordenó  nuevamente, intentando mantener el control de la situación, pero el joven apenas alcanzó a alzar la mirada antes de que sus ojos se cerraran y su cuerpo colapsara.

Rápidamente, el comandante Jeon lo atrapó antes de que cayera al suelo, se veía demasiado frágil, demasiado vulnerable. Lo sostuvo por los brazos, sintiendo lo liviano que era.

El silencio los envolvió de nuevo mientras el comandante lo miraba con el ceño fruncido. ¿Infectado? La duda lo carcomía, había algo en sus ojos, algo que era diferente.

No había señales visibles de mordidas, pero podría haber algo que no veía. El tiempo corría, y en cualquier momento, el chico podría convertirse en una amenaza.

Con cuidado, lo acomodó en el suelo, revisándolo con la mirada, no tenía el brazalete de indetificacion en su muñeca, lo que lo hacia aún mas sospechoso.

Tenía que llevarlo de vuelta a los remolques para revisarlo, Jeon no podía arriesgarse, toda su unidad estaba desplegada, un infectado en los remolques era un riesgo que no podía correr

Maldijo entre dientes mientras lo cargaba, aún con la mano firme en su arma, alerta a cualquier movimiento.

Está era primera vez que dudaba, volvía a maldecirse, se veía sospechoso, traía a un infectado persiguiéndolo, ese simple hecho era justificación para poner una bala en su frente.

En un mundo como el suyo, dónde matar o morir, eran las únicas opciones, no había espacio para dudas.

Los soldados permanecían inmóviles, con la respiración contenida, mientras observaban a su comandante acercarse, era un hombre de pocas palabras y aún menos compasión.

Nadie sobrevivía cuando él lideraba las misiones. Las ejecuciones eran rápidas, precisas, sin lugar para la piedad. Por eso, la visión de aquel joven desmayado en sus brazos desafiaba todo lo que ellos sabían de su comandante.

El chico, tenía la piel pálida casi traslúcida, su cabello dorado brillaba con los rayos del sol, Estaba cubierto de polvo y sangre seca, pero su expresión era tranquila, como si hubiese encontrado un extraño consuelo en la inconsciencia.

A cada paso que daba, los soldados sentían que el aire a su alrededor se volvía más denso, murmullos comenzaron a circular, susurrando preguntas que ninguno se atrevía a pronunciar en voz alta.

¿Por qué lo salvó? ¿Había un sobreviviente en medio de todo este desastre?

El comandante Jeon, con la mandíbula tensa, los músculos de sus brazos estaban tensos, sosteniendo al joven con una mezcla de firmeza y... ¿protección?

Mientras cruzaba el umbral hacia los remolques, el silencio era abrumador detrás de colocó al chico sobre una de las mesas del doctor Kim, apartando todos los objetos y empezó a quitarle la ropa, para examinarlo mejor.

Aún no estaba seguro de que era eso había visto en esa mirada de color plomo claro, ese brillo, no era usual, jamás había visto ojos de ese color en un humano.

—¡Jeon!, ¡Espera!, ¿Qué diablos haces en mi laboratorio —La voz del doctor Kim lo interrumpió mientras le quitaba los pantalones.

SeokJin tenia una mirada entre asombrada y enojada —Se que con la fama que te precede y tu para nada encantadora forma de ser, no es fácil conseguir una pareja, pero no puedes hacer eso, y mucho menos cuando el chico esta inconsciente—

Jeon le dio una mirada dura —Solo lo estaba revisando, para asegurarme de que no tiene nada fuera de lo usual —

SeokJin levantó una ceja —¿De dónde lo sacaste? —

—A unas cuadras de aquí, un infectado lo perseguía — Respondió el comandante sin dejar de mirar al chico.

SeokJin abrió los ojos con asombro —¿Así que sospechas que está infectado por simbiosis? —

Jeon le dio una mirada fría y no respondió nada.

—¿Lo dejaste vivir aún sospechando de una posible infección?, eso es nuevo — Murmuró SeokJin con asombro — No cuestionó tus métodos, pero verte dudar a la hora de tirar el gatillo, eso es jodidamente difícil de creer—

—Si no lo vas revisar tu, entonces sigo haciéndolo yo — Murmuró Jeon impaciente.

—¿Sabes que realmente no le especializo en medicina, no?, lo mío es la ciencia — Espetó SeokJin —¿Dónde está el medico de tu escuadrón?, además estamos en el campo no hay un equipo para hacer un exámen completo, además estoy ocupado— SeokJin se encogió de hombros revisando la manos del chico, debajo de sus uñas y también sus ojos —No parece mostrar signos a simple vista—

—Hazlo—

—No soy uno de tus subordinados— Saco una pequeña jeringa y saco un poco de sangre —Es roja, eso es bueno — La observo detenidamente y la llevó al microscopio—

Los ojos del comandante no se despegaban del cuerpo inerte sobre la mesa, su sospechas aún más crecientes.

Pero SeokJin tenía razón, las primeras señales de infección, son las uñas empiezan a ponerse oscuras, las pupilas de sus ojos se dilatan y su sangre se torna de color negro y mas espesa de lo normal.

SeokJin se movía de un lado a otro entre sus aparatos y fruncía el ceño, enviando los datos a su pulsera, y abría los ojos, mientras revisaba los datos que emergian en la pantalla.

—Hice lo que pude con lo que tengo— Dijo, aún incrédulo, continuó revisando los detalles del cuadro hemático mientras el comandante lo observaba con impaciencia.

—Mira, Jeon  —dijo, señalando los resultados—. Los glóbulos rojos están en un rango perfecto, alrededor de 5.5 millones por microlitro, lo que indica una excelente oxigenación. No hay signos de anemia o deficiencia alguna. La hemoglobina es sorprendente también: 16.5 gramos por decilitro, lo cual es casi ideal. No presenta problemas con el transporte de oxígeno—

Pasó a la siguiente sección del informe, frunciendo el ceño.

—Los glóbulos blancos están igualmente equilibrados —continuó— Tiene una cifra de 7,000 por microlitro, lo cual sugiere que su sistema inmunológico está funcionando perfectamente. No hay señales de infección, inflamación ni ninguna respuesta inmunológica extraña—

El comandante cruzó los brazos, visiblemente frustrado.

—¿Y las plaquetas? —preguntó, buscando cualquier indicio de anomalía.

—Plaquetas en 250,000 por microlitro, es normal, su sangre coagularía sin problemas en caso de una herida —respondió el médico, levantando la mirada con asombro—. No hay ningún tipo de desorden sanguíneo. Incluso su nivel de glucosa, 90 miligramos por decilitro, está en un rango perfecto.

SeokJin bajó el informe y suspiró.

—Este chico, tiene una salud que muchos desearían— Dijo presionando el brazalete haciéndo que la pantalla desapareciera.

—Se desmayó…

—Bien, no hay nada que justifique su colapso. todo indica que es una de las personas más sanas que hemos examinado, pero…

—Podría ser debido al shock de estar a punto de morir, o debido a tu terrible cara, básicamente se desmayó porque lo asustaste — Dijo en tono de burla.

El comandante lo miró, claramente insatisfecho.

—Esto no tiene sentido —murmuró—. Algo no está bien aquí, lo sé—

—Di lo que quieras, ahora deja de hacerme perder el tiempo, si descubro lo que sucedió aquí, hare el aporte mas grande para el futuro de la humanidad — Cantó —Estas muestras son únicas, pero creo que necesito, voy a volver a salir —

—No lo haras, la zona no está tan despejada como creíamos, había un infectado tras este chico — Dijo Jeon — Investiga con lo que tienes hasta ahora —

—Pero tú escuadrón tiene todo el lugar acordonado, préstame al guapo soldado de los hoyuelos adorables, seguro que el es suficientemente para protegerme— Pidió Seokjin.

—No…

—Jeon, ¿Acaso no lo entiendes?, las lecturas que se tomaron anoche a nivel satelital, lo que sucedió aquí jamás se había visto en toda la maldita historia de la humanidad después que cayeron las estrellas — Murmuró SeokJin — Lo que le pasó a los simbiontes en este lugar, podría ser la clave para salvar el mundo —

Jeon lo observo atención, pero sin dejar de vigilar a el cuerpo dormido.

—No sabemos que la causo, pero por las muestras parece algo imposible, esto tuvo el poder de destruir a todos los simbiontes, a nivel molecular, los simbiontes fueron desintegrados por completo, dejando solo el cascarón humano, por eso están rígidos y casi desmoronándose, afectó sus estructuras biológicas únicas, eliminándolos de manera irreversible…

—Sin embargo no tienes idea de cómo se causo—punteo el comandante Jeon.

—Aún no, pero hay alguien por aquí que podría darme respuesta — Seokjin miró al chico dormido — Es un testigo, estaba aquí, seguro vio algo—

—Es un sospechoso, y está bajo custodia del escuadrón Cerbero— Chistó Jeon.

—Pero el podría ser crucial…

El comandante Jeon arrugó la nariz y se cruzó de brazos mirándolo al joven dormido, hacia pequeños gestos con el rostro, y movía los ojos, era como si estuviera soñando, o teniendo una pesadilla, entonces algunas gotitas de lágrimas empezaron a brotar de los ojos cerrados.

—¡Hoonie! — Gritó sentándose en la mesa totalmente desorientado.

Jeon rápidamente tomó su arma y le apuntó en la frente —Identifícate —

Jimin parpadeo un par de veces, algo en su interior le decía que este humano era muy muy peligroso para el, sus ojos aturdidos lo miraron.

¿Identificarse?, ¿Qué era eso?

—¿Tu nombre, como te llamas? — Preguntó el otro hombre, el cual estaba vestido totalmente de blanco.

Eso si lo sabía, Hoonie le había regalado su nombre.

—Jimin— Murmuró, aunque Hoonie había añadido una palabra junto a su nombre, quizá eso era algo que hacía los humanos, así que también lo hizo.

Mi nombres es Park Jimin…

Hola mis amores, aquí de vuelta, ya conocimos a nuestro comandante Jeon y algunos de los miembros de su escuadrón, ya también a nuestro guapo científico de cabecera.

¿Tienen alguna teoría?

No olviden que los amo.

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