Capítulo 23
El barro resbalaba entre sus dedos mientras trataba de limpiar el vidrio para ver a través de la ventana del vehículo volcado, los rayos iluminaban el lugar, revelando por momentos el rostro pálido de Jeon, el comandante parecía dormido, pero la sangre no dejaba de brotar.
—¡Comandante! —susurró con un nudo en la garganta, golpeando con fuerza la ventana sin saber qué más hacer.
El pánico lo envolvió por completo. Dio vueltas alrededor del vehículo, buscando una manera de abrir la puerta. Intentó forzarla con todas sus fuerzas, pero el metal no cedía. Cada segundo que pasaba sentía que lo perdía un poco más.
Fue entonces cuando notó las luces rojas en el pequeño teclado y el lector junto a la puerta.
Su brazalete.
Su mente se aclaró lo suficiente como para recordar que su brazalete al ser del tipo militar, tenía acceso a los vehículos militares. Lo deslizó por el lector con manos temblorosas, rogando que funcionara.
El sonido de un clic liberador llenó el aire cuando la puerta se abrió.
Jimin la empujó con toda su fuerza, y el metal chirrió al ceder. Se agachó rápidamente hacia Jeon, su rostro estaba aún más pálido bajo la tenue luz de la tormenta.
La sangre no dejaba de brotar de un corte en su mejilla y su cabeza, sus manos temblaban cuando lo tocó, sintiendo la frialdad de su piel bajo sus dedos.
El comandante apenas abrió los ojos, murmurando su nombre con un susurro que apenas pudo escuchar, estaba débil totalmente débil.
—No... no se muera, por favor... —rogó Jimin, su voz rota por la desesperación.
Había visto su poder de curación en su propio cuerpo, pero nunca lo había logrado hacer en alguien más que no fuera su huésped.
Miró sus propias manos, sintiéndolas temblar mientras el pánico lo invadía. ¿Podría hacerlo? ¿Podría salvarlo? Si fallaba...
Con una mezcla de miedo y esperanza, cerró los ojos y se concentró. Sintió cómo una corriente de energía recorría su cuerpo. La presión en su pecho creció, como si cada fibra de su ser se estuviera agotando, pero no podía detenerse. Los segundos se hicieron eternos.
Era más difícil, más agotador.
Su respiración se agitaba, el esfuerzo le drenaba de una manera que no lo había hecho antes, la energía parecía resistirse a salir de su cuerpo, como si solo estuviera hecha para sanarse a sí mismo y no a otros.
Pero Jimin así como lo intentó con Hoonie no se rendía, colocó sus manos sobre el pecho de Jeon, sintiendo el calor de su energía fluir lentamente. Era débil, pero estaba allí.
Con cada segundo que pasaba, sentía como si el mundo se estuviera oscureciendo a su alrededor. Sus ojos empezaron a cerrarse de puro agotamiento, pero siguió empujando, rogando en silencio que funcionara, que no fuera tarde para salvarlo.
De repente, una leve luz brilló desde sus manos, apenas visible entre la tormenta, envolvió suavemente la herida del comandante, Jimin mantuvo la concentración, su cuerpo sudando de agotamiento, la sangre parecía detenerse, pero Jimin no lo vio, su mente nublada por la debilidad.
Finalmente cayó hacia adelante casi sobre el pecho del comandante , completamente exhausto, su última visión fue la del rostro de Jeon, cuya respiración parecía más estable.
No sabía si había logrado curarlo del todo. Solo sabía que había puesto todo su esfuerzo y hecho todo lo que pudo.
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Jimin despertó primero, recostado sobre un pecho cálido, su cuerpo aun se sentía un poco débil, pero algo en su interior le indicaba que había logrado algo importante, dormía casi sobre el comandante Jeon que seguía inconsciente, pero sus heridas, aquellas que lo preocupaban tanto, estaban cerradas.
Jeon respiraba con normalidad, y una pequeña cicatriz ahora adornaba su mejilla, Jimin arrugó su nariz y la miró con confusión, y la tocó con la punta de su dedo, preguntándose por qué había quedado esa marca, cada vez que él se sanaba, nunca quedaba rastro de sus heridas, ni cicatrices ni dolor.
¿Por qué entonces, al sanar a Jeon, había ocurrido esto?, suspiró al menos estaba vivo, además aunque ahora tuviera esa cicatriz seguía siendo igual de guapo.
Con una sonrisa suave, casi involuntaria, Jimin acercó su mano y acarició el cabello del comandante, deslizando los dedos con delicadeza entre los mechones oscuros, su respiración era lenta y constante, lo que le daba un leve alivio.
Jeon dormía profundamente, se veía tan atractivo y tranquilo.
Por un momento, Jimin se permitió disfrutar de la cercanía, de la tranquilidad de verlo de nuevo. No tenía idea de por qué el comandante había venido hasta aquí, qué lo había traído en medio de la tormenta. Pero, por más que su mente le dijera que debía preocuparse, que había algo más importante en juego, su corazón no podía evitar latir con un calor inesperado. Se sentía feliz, simplemente feliz, de poder verlo de nuevo, de no estar solo.
Lo miró dormir por unos instantes más, deseando que el tiempo se detuviera, que pudieran quedarse así, alejados del caos que los rodeaba.
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Jungkook despertó lentamente, sus sentidos volviendo de a poco mientras un suave rayo de sol se filtraba por las ventanas cubiertas de barro del vehículo volcado, su cuerpo estaba entumecido y un poco adolorido, pero lo que más sentía era el peso de la confusión.
¿Dónde estaba exactamente?
Se movió ligeramente, pero una mano delicada acariciando su cabello lo detuvo. Alzó la vista y ahí estaba él, Jimin, con esos ojos que brillaban en la penumbra, llenos de alivio y algo más profundo, la sonrisa tenue que iluminaba su rostro bonito e inocente le provocó una mezcla de alivio y dolor.
—Jimin…— susurró Jungkook, el corazón latiéndole con fuerza al verlo, sintió un torrente de emociones golpearlo, verlo ahí, junto a él, lo hizo sentir que por un momento, todo estaba bien.
Entonces sus ojos se abrieron y se sentó de golpe, lo recordó: la tormenta, el accidente… y Jimin.
—¿Estás bien? ¿Te lastimaste? — Su otra mano bajó hacia las de Jimin, tomándolas con firmeza, recorriéndolas con los dedos, buscando cualquier señal de daño, cualquier herida.
Su preocupación era palpable, y sus ojos recorrieron cada centímetro de Jimin, asegurándose de que estuviera entero.
Jimin lo miraba con sorpresa, pero también con ternura —Estoy bien, comandante... — susurró, pero el alivio en su rostro no fue suficiente para calmar por completo las dudas que empezaban a formarse en la mente de Jeon
El comandante respiró profundamente, aún manteniendo el contacto con él, pero algo más pesado cayó sobre sus hombros cuando la adrenalina inicial comenzó a desvanecerse.
La realidad lo golpeó con fuerza: el accidente, la tormenta... y, sobre todo, la razón por la que estaba allí. Él lo sabía. Sabía la verdad.
Jeon lo miró con intensidad, la suavidad en su expresión comenzando a desmoronarse bajo el peso de las preguntas que lo atormentaban. Sus manos temblaron un poco mientras las apartaba de las de Jimin. No podía evitarlo.
—¿Cómo llegaste tan lejos, Jimin? — La pregunta salió, directa y sin rodeos, su voz más firme ahora.
Había suavidad en su tono, pero también exigencia. Necesitaba respuestas. Se quedó mirándolo, esperando, sabiendo que lo que vendría a continuación cambiaría todo.
Jimin abrió la boca para responder, pero Jungkook lo detuvo, levantando una mano—Quiero que me digas la verdad, No más mentiras— Su mirada se endureció levemente, aunque en su interior, estaba en una batalla consigo mismo.
Lo amaba, amaba a este chico y ni siquiera sabía cuándo empezó a hacerlo, eso era innegable, pero lo que no podía ignorar era el hecho de que Jimin no era quien él creía, no del todo.
—¿Qué eres realmente, Jimin? — preguntó, con la voz tensa.
Jimin sintió como si el aire se le escapara cuando escuchó la pregunta del comandan.
Su corazón latía desbocado en su pecho, y un nudo se formó en su garganta. No sabía qué responder, y el miedo lo invadió por completo. ¿Cómo podía explicarle quién era realmente?
Las palabras parecían desvanecerse en su mente, y la comprensión de lo que Jeon ya sabía lo golpeó con una dureza insoportable. No podía huir de su realidad, no podía seguir ocultando lo que era.
Jungkook lo observaba, con sus ojos llenos de preocupación, pero también de una intensa exigencia que hacía que la piel de Jimin se erizara —¿Qué pasó con Park Jihoon?— preguntó, su voz grave resonando en el espacio confinado del vehículo.
Al escuchar el nombre, los ojos de Jimin se llenaron de lágrimas, Hoonie, Hoonie ya no estaba, su respiración se volvió entrecortada mientras luchaba por encontrar una respuesta, por contener el torrente de emociones que amenazaba con desbordarse.
—Yo... Jihoon, este es su cuerpo — balbuceó, sintiendo que cada palabra se convertía en un peso aplastante —Pero no soy el .. no soy solo eso... —Su voz se rompió, ¿Cómo podía explicar lo que había pasado?
Las lágrimas caían libremente por las mejillas de Jimin mientras luchaba por articular sus pensamientos, cada palabra que salía de su boca parecía un intento desesperado de aliviar esa carga.
—Yo… yo intenté salvar a Hoonie— balbuceó, su voz temblando —Lo intenté con todas mis fuerzas— Su pecho se contrajo con la presión del recuerdo, y sus ojos brillaban con el reflejo de su sufrimiento —Pero había tantos infectados. No pude… no pude hacer nada—
La imagen de Hoonie, sin escape y asustado, inundó su mente, tenía sus recuerdos lo asustado y desesperado que se encontraba.
Nunca quiso que Hoonie muriera, nunca lo había planeado —No quise que eso pasara— continuó, su voz ahora llena de un dolor desgarrador —No quería quedarme con su cuerpo. No sé cómo sucedió —
Con cada palabra, la tristeza se volvía más abrumadora, y su corazón parecía romperse aún más —Lo juro— le dijo entre sollozos, sintiendo que la desesperación lo invadía —No soy un monstruo, no conocía nada de los humanos hasta que conocí a Hoonie, el fue quien me dijo lo que soy, dijo que soy un simbionte que viene de las estrellas, yo no lo sabia—
Sus manos temblaban, y alzó la vista hacia el comandante, era un momento de vulnerabilidad cruda, Jimin se sentía indefenso—No soy lo que piensas, No quise que esto sucediera—
Jimin podía sentir el pulso de su propio miedo, las palabras de Bang diciéndole que el comandante lo mataría a penas supiera, lo atormentaban.
Pero también había un hilo de esperanza, esperaba que el comandante pudiera verlo, que pudiera entenderlo —Todo lo que quería era salvarlo —murmuró, su voz desgarrada, mientras el dolor y el remordimiento se entrelazaban en su pecho —Solo quería que estuviera a salvo—
Jungkook sintió cómo su corazón se agrietaba al ver a Jimin tan vulnerable y roto, sin pensarlo dos veces, lo abrazó con fuerza, envolviendo al chico en sus brazos como si pudiera protegerlo del mundo.
El contacto fue instantáneo y abrumador, y Jimin se hundió en su pecho, dejando que sus lágrimas empaparan la tela de su uniforme.
—Shhh, está bien— susurró Jeon, acariciando suavemente el cabello de Jimin mientras lo sostenía. Su voz era un refugio, una promesa de seguridad —Tranquilo —
La cercanía de Jungkook le brindaba un alivio inexplicable, y Jimin escondió su rostro en el cuello del comandante, sintiendo el calor de su cuerpo y el latido de su corazón. Esa conexión era palpable, y Jimin podía sentir cómo su dolor comenzaba a desvanecerse un poco con cada caricia.
—Esta bien— continuó Jungkook, su voz cargada de emoción, la necesidad de consolar a Jimin era más fuerte que cualquier otra cosa, y no podía soportar verlo llorar de esa manera.
Era un soldado encargado de proteger lo poco que quedaba de la humanidad, un hombre de acción, un exterminador de simbiontes, pero en ese momento solo quería ser el apoyo que Jimin necesitaba.
—No soy un monstruo, no quiero dañar a nadie — murmuró Jimin, todavía sollozando, pero sintiendo que el abrazo de Jeon lo anclaba a la realidad. Era como si cada palabra del comandante disipara un poco de la tormenta que rugía dentro de él.
—Lo sé, Jimin. Lo sé— respondió Jeon, manteniéndolo cerca. La sinceridad en su voz era inquebrantable.
El abrazo se volvió más estrecho, y por un momento, el mundo exterior se desvaneció, solo existían ellos dos en esa burbuja de consuelo y comprensión.
Jeon sentía que cada segundo que pasaba abrazando a Jimin lo acercaba más a sus propios sentimientos, a esa conexión profunda que había surgido entre ellos.
—Estoy aquí— susurró Jungkook, sintiendo que la angustia de Jimin se deslizaba lentamente—Lo enfrentaremos juntos—
Jimin levantó lentamente el rostro del pecho de Jungkook, y asintió, sus ojos aún brillantes por las lágrimas.
La calidez del abrazo lo había envuelto como una manta suave, y el comandante, al verlo así, sintió que su corazón se apretaba, con un gesto delicado, Jeon limpió las lágrimas que manchaban las mejillas de Jimin, sus dedos rozando su piel con una ternura que lo hizo sonrojar a Jimin.
—Debemos salir de aquí primero y vamos a seguir hablando después— dijo Jungkook, su voz un murmullo bajo, como si temiera romper el hechizo que los rodeaba— Quiero intentar entender lo que eres, quien eres—
Mientras hablaba Jeon acariciaba los lindos rizos rubios dorados de Jimin y los apartaba suavemente poniéndolos detrás de su oreja, ambos se sintieron envueltos en una burbuja de intimidad, el silencio se hizo pesado entre ellos, y sus corazones parecían latir al unísono, llenos de una emoción inexplicable.
Jeon se inclinó hacia adelante, y Jimin, sorprendido, se encontró atrapado en sus ojos.
La proximidad era electrizante, una mezcla de nervios y anticipación flotaba en el aire, era un momento nuevo e inquietante para ambos, una experiencia que ninguno de los dos había navegado antes.
Sus labios se acercaron, titubeantes, como si estuvieran ensayando una danza que nunca habían aprendido.
Jeon, sintiendo que su pulso se aceleraba, se detuvo un instante, preguntándose si estaba haciendo lo correcto, el chico frente a el tenia esos bonitos ojos llenos de curiosidad e inocencia, no quería corromper esa pureza angelical.
Jimin contuvo un poco la respiración, sintiendo una mezcla de miedo y emoción expectante, una oleada de mariposas en su estómago, mientras se preparaba para algo completamente nuevo.
Finalmente, sus labios se encontraron en un roce torpe y delicado. La presión fue suave, como si tuvieran miedo de asustarse el uno al otro.
Era un beso tierno lleno de inocencia, un descubrimiento inocente y genuino.
Ambos se congelaron por un momento, sin saber qué hacer a continuación. Jungkook sintió que su cabeza daba vueltas; su mente estaba llena de pensamientos confusos, ¿Debía presionar más? ¿Era correcto?
Jimin, no sabía si debía sonreír o reír, los labios del comandante hacían cosquillas en los suyos, sentía su corazón latiendo con fuerza y muy rápido, un cosquilleo recorrió su cuerpo por la inesperada ternura del momento.
Pero en ese instante, la torpeza se desvaneció, y lo que comenzó como un beso titubeante se transformó en algo hermoso, Jeon se inclinó un poco más, y Jimin, sintiendo la suavidad de los labios del comandante, comenzó a relajarse.
Jimin, sorprendido por la calidez y la dulzura del contacto, cerró los ojos, sus labios suaves y ligeramente temblorosos, moviéndose con un ritmo cauteloso.
Jungkook sintió cómo la boca de Jimin se abría un poco, invitándolo a profundizar ese contacto. En un acto reflejo, él se dejó llevar, inclinándose hacia adelante mientras sus labios se ajustaban a los de Jimin.
Era un beso lleno de descubrimiento, cada movimiento era una mezcla de ansiedad y curiosidad. Sus labios se deslizaban juntos, tocándose con una suavidad que parecía desafiar el tiempo.
Jeon, sintiendo la calidez del cuerpo de Jimin cerca del suyo, se atrevió a explorar un poco más, Deslizó su lengua suavemente sobre los labios de Jimin, y el respondió automáticamente, abriendo ligeramente su boca en una reacción instintiva, el roce de sus labios se volvió más intenso, pero a la vez puro, sincero y lleno de promesas silenciosas.
Aquí estoy de vuelta mis amores, estoy emocionadaaaaa, tuvimos el primer y tan esperado beso entre nuestra motita y su comandante, sentir mariposas escribiendo esto, no sé si les gusta, espero haber cumplido sus expectativas.
Gracias por leer y gastar un poco de su tiempo en mi historia, le amo mucho mucho.
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