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Epílogo

Ocho meses después...

                La gente anima desde sus gradas, llevan puestas sus camisetas y pintadas sus caras. Los focos iluminan el césped y miles de personas se encargan de que todo esté en orden para que dé comienzo el juego.

Nunca pensé que me llegarían a gustar tanto estos ambientes, donde todos quieren animar a sus equipos, cantar y bailar, disfrutando juntos. Cada vez que hay un partido, estoy ansiosa por verlo. He seguido por primera vez la liga, he visto cada uno de los partidos de los Chiefs y debo decir que nunca antes había sentido tantos nervios, ni si quiera para hacer un examen o una entrevista de trabajo. 

Llevo colocada mi camiseta de los partidos, aunque debo decir que he tenido que ampliar la talla con los meses por razones obvias. No me importa que el resto vayan vestidos como para ir a una boda, adoro llevar el nombre y número de Asher a mi espalda. Camino por los pasillos del estadio hasta llegar a la puerta que buscaba.

— ¿¡Dónde estabas!? —exclama mi madre nada más pasar por la puerta.

— Llegando —respondo con mi paquete de M&M's en mano.

Mi madre desde que supo sobre mi embarazo, no deja de controlar mi estado, hasta tal punto que controla cuanto tiempo tardo desde la casa hasta el estadio y si no lo cumplo, se preocupa.

— ¡Has tardado mucho!

— Me ha entrado un antojo enorme de M&M's y he decidido parar a comprarlos —me llevo uno a la boca.

— ¡Aquí hay de eso!

— ¡Pero no en el trayecto en mi coche! Estoy sana y salva —me acerco y la beso en la mejilla—. ¡Hola, Marcus, mi pequeño!

El niño corre hacia mí en cuanto lo llamo, estaba embobado con las vistas al estadio. Me abrazo a él dándole fuertes besos por toda la cara. Al contrario que a su padre, Axel, al que solo me limito con molestar tirándole de la oreja o de la mejilla, pero le dejo coger M&M's. Mi padre está en su salsa, como cada día de partido, por no hablar de mis hermanas que ya están animando, aunque no haya ni un solo jugador en el campo. La verdad es que adoro estos días, y lo mucho que los eché de menos no tiene nombre. Solíamos celebrarlos en casa cada vez que los Chiefs jugaban, ahora lo hacemos en el mismo estadio gracias a Asher, pero no importa el lugar siempre y cuando pueda estar con ellos siempre.

— ¡Noah! ¡Llegas tarde, Axel ha acabado con casi todas las cervezas! —grita Emma dándome un susto. 

Cuando me giro, veo que mi hermano mayor acaba de llegar también. Se me hacía raro verlo en estos lugares, pero me hace demasiado feliz que haya regresado a casa porque así puede formar parte de nuestras aventuras. Él se acerca a mí y me da un beso en la mejilla. Le debo demasiado, todo lo que ha hecho por mí estos últimos meses no hay forma de devolvérselo. Gracias a su trabajo, conseguimos ganar el juicio en contra de la persona innombrable, a pesar de que aún sigue en coma. Y estoy en proceso de que Lizzie y él tengan algo, creo que tienen más química de lo que creen.

— ¡Ya salen los jugadores! —grita Anne al lado de su novio, el cual da un sobresalto.

— ¡Bien! Ha llegado mi turno de repartir suerte.

Dejo el bolso que traigo en uno de los asientos, concretamente donde voy a sentarme y salgo de la habitación hasta llegar al ascensor. Cuando llego a la planta baja, nadie se cuestiona qué hago en la zona como solían hacer al principio, con este aspecto saben perfectamente quién soy y qué vengo a hacer. Salgo por el túnel y comienzo a deslumbrarme con los focos del estadio y todas las personas que animan desde sus asientos. Sigo andando hasta quedar en la zona delimitada justo donde empieza el césped a aparecer. Echo una mirada a los jugadores y logro ver a Asher comenzando a correr hasta a mí con el casco en la mano. Esta imagen la he visto muchas veces, pero sigo observándole como una adolescente enamorada.

— Hola, Sacher —me dedica una sonrisa tierna cuando nombra mi apodo.

— Hola, Star.

Deja el casco en el suelo y coloca sus dos manos sobre mi mandíbula acercando la suya para darme un beso en mis labios. Normalmente suelen ser rápidos, pero este está siendo más de lo normal hasta que alguien hace acto de presencia en mi interior provocándome una mueca de dolor.

— ¡Parece que alguien está animado por el partido! —coloco ambas manos sobre mi enorme barriga notando cómo pasa su pie por el costado derecho, sobresaliendo un bultito.

Asher levanta la camiseta teñida de rojo que llevo puesta dejando mi barriga al descubierto, y tras agacharse un poco, deposita otro beso en ella. Se ha convertido en una tradición desde que se me ocurrió bajar a desearle suerte en el primer partido de la liga, y a él se le ocurrió darle otro a su pequeña criatura. Las cámaras captan este momento en cada partido y por lo que se ve, se ha convertido en algo que mucha gente adora ver, así que ya me he acostumbrado.

— No le hagas demasiado daño a mamá, ¿me oyes, Aiden? —pronuncia mirando a la barriga mientras sostiene las manos sobre ella

— No, no te oye —me río enseñándole mi mejor sonrisa para intentar picarle.

— ¿Tú estás bien? —cuestiona ignorando mis pequeños incordios—. Si te sientes cansada, no te fuerces estando de pie. Y no te atiborres de porquerías, come algo que no sean M&M's, algo sano preferiblemente.

— Asher, estoy bien y si quiero comer M&M's, lo haré con una manzana a mi lado si así te sientes mejor —vuelvo a sonreírle de oreja a oreja, aunque él me dedica una mirada seria. Ahora soy yo quien le agarra la mandíbula para obligarle a que me mire a los ojos—. Escúchame, estrella. Este partido es importante, tienes que centrarte todo lo que puedas, sabes que lo tienes todo bien organizado en tu cabeza. Si ganáis esto, pasareis a la Super Bowl, ese es vuestro objetivo. Vas a salir ahí, y vas a demostrarle a todo el mundo quién es Asher Jackson y por qué eres uno de los mejores quarterbacks del país. ¿De acuerdo?

— Te quiero demasiado, Sacher.

— ¿¡De acuerdo!?

— ¡Sí, capitana!

— Te quiero, Star. ¡Ve a por todas!

Vuelvo a la sala rodeada de toda mi familia y vemos el comienzo del partido juntos, tal y como hice desde el día en el que nací. Nada ni nadie podrá volver a separarme de ellos nunca más.

Y allí en el campo, vuelve a brillar la estrella de muchos y la mía propia.

Puede que la forma en la que nos conocimos no sea muy normal, de hecho, es la forma más extraña en que dos personas se conozcan, pero, ¿sabéis qué? A mí me gusta, me gusta la forma en la que nos conocimos, es única y posiblemente rara, pero me gusta, nunca me avergonzaré de ello. Aunque cuando la gente me pregunte cómo nos conocimos, lo que siempre respondo es:

"Le saqué una foto con mi amiga".

Todos sabemos que es cierto, pero obviando la parte en la que una simple aplicación de móvil para hacer cosas poco decentes, hizo magia con nosotros. Aun así, nuestra historia ha sido muy beneficiosa para mí. He cambiado, me han hecho mejor persona y he aprendido de mis errores. Nunca más volveré a pensar en lo que otros piensen de mí, solo de quienes realmente me quieren. No dejaré que nadie vuelva a manipularme para su conveniencia y mucho menos que abusen de mí. He aprendido a quererme, a estar a gusto conmigo misma, a querer como se merecen y a solucionar mis problemas, además de contar con los que me quieren ayudar.

He enseñado a que Asher Jackson, una estrella perdida en el cielo, se enamore, crea en el amor, luche por ello y que se dé cuenta de que hay personas en este mundo que no lo quieren por su fama.

Ha merecido la pena, todo el sufrimiento de tantos años no ha sido en vano. Siento todo mucho más puro a mi alrededor, he notado un cambio en mí que perdurará y crecerá con el tiempo. Lo he pasado mal, muy mal. Pero eso no me impidió echar coraje y seguir adelante, luchar por lo que realmente quería hasta conseguirlo. Por mucho que deba olvidar, no quiero hacerlo por una razón, y creo saber cómo hacerlo.

Estoy preparada para contarlo.


Dos años después...

— ¿¡Estamos todos para la foto!? —Kenzie grita haciendo sonar su voz hasta en los lugares más recónditos del jardín—. A ver, colocaos por aquí. Somos muchos, pero cabemos si nos ordenamos bien.

— Ordenas hasta en mis presentaciones —me quejo pasando por su lado para colocarme en el centro, ella me da una mirada de aprobación.

— Nunca hay que bajar la guardia, querida. Un poco más a la izquierda —me ordena igualmente—. Bien, todos alrededor de Sky, es su día.

Toda mi familia y amigos están aquí, también la de Asher. No esperaba tanto recibimiento, a fin de cuentas, en solo una presentación, una pequeña fiesta privada.

— ¡Hagan paso a la madrina! —grita Donna con orgullo, como siempre muestra y recuerda a todos los presentes, aunque a Kenzie no le haga demasiada gracia puesto que ella también quería ese puesto. Le hice prometer que, si tenía otro, ella sería la primera—. ¿Dónde está mi ahijado?

— ¡Qué alguien coja a ese terremoto! —grita de nuevo mi rubia amiga. Ruedo los ojos con una sonrisa.

— Anya, cariño, coge a tu hermano de la mano y tráelo aquí —le digo con una sonrisa, a lo que ella asiente y corre hasta Aiden que corretea sin parar.

Mis hermanos se colocan detrás, mis padres a un lado junto con los de Asher y Donna. Kenzie y Lizzie en mi lado izquierdo y en el derecho, no podía ser otra persona más que Asher, quién me entrega el libro.

¡Skay! He traído a Aiden —exclama Anya con mi pequeño rubio de la mano.

— Gracias, cielo. Colócate al lado de Marcus para la foto.

Asher coge en brazos a su clon en miniatura, que ni si quiera quiere quedarse en brazos, solo quiere correr de aquí para allá sin ningún rumbo. Yo digo que tiene capacidad de liderazgo y que será un gran chef como yo, perfecto para nuestro restaurante, pero Asher opina que ese liderazgo es propio de un quarterback. Podéis imaginaros los debates tan profundos sobre el futuro de nuestro hijo. Aunque si lo pienso, el nombre Aiden Jackson no suena mal para jugador de fútbol, pero también suena bien El Chef Aiden Jackson. En fin, los dos sabemos que lo más probable es que no se dedique ni a una cosa ni a la otra.

La foto no ha salido nada mal, más decente de lo que pensaba con tanta gente. Han venido los editores de mi libro, que tanto me ayudaron a adecentarlo y publicarlo, a hacer que un mensaje como el que quería enviar, llegara todas las personas posibles.

— ¡Vamos, Sky, léenos algo, tu parte favorita o algo así! —exige Lizzie apuntándome con su teléfono.

— Bueno... Está bien —me coloco delante del micrófono que habían instalado, ya teníamos previsto la lectura de algunas partes, pero no esperaba que fuese yo misma quien lo leyera—. Sacher es un libro recordatorio. Y no solo para recordar la receta de la tarta, que es justo lo que vais a ver cuándo lo comencéis a leer. La verdad es que lo escribí con intención de leerlo de vez en cuando para no olvidar. No es que no quiera olvidarlo porque fuese algo bonito o una gran experiencia, no es esa clase recordatorio. Es una forma de no olvidar lo que una vez pasé y sufrí, para recordarme que no vuelva a cometer los mismos errores y caer de nuevo en el hoyo. Creo que no es bueno borrar esos pensamientos ni recuerdos, porque si no, será más fácil volver atrás. Entonces, Asher me dijo que sería de ayuda para muchas personas, que quizás con este libro podrían darse cuenta a tiempo de rectificar o encontrar una forma de salir de esa relación. Así que, aquí estamos —todos comienzan a reírse plácidamente—. Os leeré el párrafo final, me gusta mucho:

"Parecía no haber salida, pero por supuesto que la hay, la clave está en no temer el camino que te lleve a ella, solo camina sin parar, sin importar qué es lo que se interponga ni cuales sean las acciones. Si al final dejo un rastro de sangre, será sinónimo de libertad, porque no existirá cárcel peor que esta. Y recuerda que, si tienes una estrella a la que seguir, no lo dudes y ve tras ella."








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